Iglesia Evangélica Bautista del Centro


¡ESTUDIEMOS LA BIBLIA! - Hoja Semanal Nº 41 - Domingo 26 de Setiembre de 1999.

Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica Bautista del Centro , Rodríguez 542, 2000 Rosario.

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Hospital de matrimonios ( 4º parte)

 

Siguiendo las ideas de Walter Trobish en su libro "Yo me casé contigo", estamos viendo como en el matrimonio, las fuerzas recíprocas interactúan potenciándose unas a otras. En nuestro último encuentro analizamos las tres puertas de entrada al matrimonio. Vimos la puerta de la boda, que todavía se usa en algunas culturas de oriente. Se desprecia la puerta del amor. La puerta del sexo constituye la opción moderna, que tanto daño ha causado a nuestra sociedad, con los matrimonio de prueba y el sexo a primera vista. Se confunde el amor con la pasión. La pasión, es un impulso emocional, basado en un conocimiento superficial de la otra persona, y que no ha enfrentado la prueba del tiempo, las circunstancias y la aceptación total, producto de una evaluación sabia. El amor, en cambio, es una necesidad emocional y un acto de la voluntad, la cual decide luego de conocer y evaluar intelectualmente el carácter de la otra persona y llega a aceptarla incondicionalmente.

¿Por qué suele una muchacha entregarse a un chico al que apenas conoce y por el que apenas se interesa?

De nuevo encontramos tres motivos: porque quiere ser popular entre los muchachos; porque consciente o inconscientemente quiere saber si es capaz de llegar a ser madre; o porque quiere comprometer al muchacho y buscarse así un marido.

Aquí también los tres motivos nacen del egoísmo y no del amor. Una chica que se entrega por una de estas razones, no se prepara tampoco para el matrimonio. Quizás sea popular, pero sólo entre determinada clase de muchachos. Pronto será conocida como una chica fácil y los que la escojan por esta razón serán unos pobres maridos. El comprometer a un muchacho a través de una relación sexual es una ilusión en la mayoría de los casos. El muchacho generalmente pierde interés por una fortaleza conquistada. Una chica decepcionada dijo una vez: "Para mí aquello fue el principio. Para él fue el final". En vez de conquistar, perdió lo que quería conquistar y aprendió de la amarga experiencia que el sexo no sólo no hace crecer el amor, sino que puede destruirlo.

Hay una historia en la Biblia que se podría encontrar en cualquier revista de noticias actual. La tenemos en 2 Samuel 13. La narración describe como el hijo del rey David, Amnón, sedujo a su hermanastra, Tamar. Disimuló que estaba enfermo y pidió que Tamar le diera de comer. Ella fue a su habitación y cocinó para él unos pastelitos. Pero aquello no era suficiente. Tamar tuvo que darle de comer con su propia mano, cuando ambos habían quedado solos en la alcoba.

Entonces ocurrió lo que tenía que ocurrir. Tamar le acercó la comida para que comiese, pero él la sujetó y le dijo: "Ven, acuéstate conmigo, hermana mía". Tamar trató entonces desesperadamente, en el último momento, de introducir en la escena el ángulo de la boda. Suplicó a Amnón que consiguiera del rey la licencia de la boda. Pero él no quiso escucharla, sino que la sujetó y forzándola se acostó con ella.

Después hallamos una afirmación de terribles consecuencias. El versículo 15 nos dice: "Después Amnón la aborreció con tan gran aborrecimiento que fue mayor su aborrecimiento que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: levántate y vete". Esta historia es una demostración viviente de como el deseo sexual puede llegar a convertirse en fuerza destructora que cambia el amor en aversión y en odio, cuando el amor no está protegido y mantenido por el matrimonio. Y, de esta forma, el que exige la entrega sexual como prueba de amor no obra por amor. Para un muchacho que quiere convencer a una chica con el argumento: "Si me amas, pruébalo entregándote", no hay más que una respuesta adecuada: "Ahora es cuando veo que no me amas. De lo contrario no me pedirías esto".

Sobra decir que en caso de que una chica use el mismo argumento y pida ser tomada como prueba de amor, merece la misma respuesta de parte del chico. Entonces ¿por cuál ángulo entraremos al matrimonio, por el lado físico o sexual, por el personal o del amor o por el legal o del matrimonio? Escuchemos la respuesta de la Biblia a esta pregunta. Veamos las dos primeras palabras de Génesis 2:24, "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Para comprender la expresión por tanto, debemos recordar la historia que la antecede. Es una historia muy conocida y con frecuencia ridiculizada. Habla de la incomprensible bondad que Dios quiso mostrar al hombre cuando le hizo una compañera idónea, una ayuda adaptada a él, igual a él, que le completara. Luego que Dios actuó como anestesista, de una de las costillas de Adán, Dios formó a Eva, y la llevó al hombre. Esta historia es una admirable descripción de la realidad del amor. ¿Por qué se desean constantemente los dos sexos? ¿Qué explicación se puede dar al hecho de que se sientan magnéticamente atraídos?

La respuesta es: Están hechos de la misma pieza, son partes de un todo y tienden a reconstruir ese todo, necesitan completarse, hacerse "una sola carne". LA FUERZA PODEROSA QUE LES CONDUCE EL UNO AL OTRO, ES LA FUERZA PODEROSA DEL AMOR. "POR ESO", por causa del amor, dejarán los dos a sus padres y se unirán y se harán una sola carne.

Cuando nos preguntamos por qué ángulo entrar en el triángulo del matrimonio, la Biblia contesta que por el ángulo del unirse, o sea del amor.

 


 

 

Pág 2 - 26-9-1999 - Lección 41 - Iglesia Evangélica Bautista del Centro de Rosario - Rodríguez 542 - Rosario, Santa Fe

 

LECCION Nº 41 TEMA: ETICA CRISTIANA DE LA PAREJA (7º Parte)

 

Pasaje Bíblico: Mateo 19:1-9, 1 Corintios 7:10-17 y Romanos 7:1-4.

Pasaje de Memoria: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte". Proverbios 14:12.

Lecturas Bíblicas Cotidianas: HOY (Mateo 19:1-9,1 Corintios 7:10-17 y Romanos 7:1-4); LUNES (Jeremías 3:1-15 ); MARTES (Jeremías 3:16-4:4 ); MIERCOLES (Esdras 10:1-15); JUEVES (Esdras 10: 16-44); VIERNES (Malaquías 2:1-9); SABADO (Malaquías 2:10-17). Leamos y reflexionemos durante la semana, y vinculemos estas lecturas con la lección de hoy. Vuelven a repetirse las lecturas de la semana anterior.

 

El Divorcio

Nuestro acercamiento a las soluciones de Dios.

 

Repasemos las dos lecciones anteriores sobre el divorcio, señalando bíblicamente la única razón válida que Jesús mencionó para esa alternativa. Seguimos repitiendo los pasajes bíblicos porque es necesario. Insistamos, como en las lecciones anteriores, que no se recomendó el divorcio, sino que se admitió como una excepción, como una posibilidad no deseable, ni aconsejable. Es necesario comprobar que la clase tiene una buena comprensión de las enseñanzas estudiadas los domingos anteriores, a fin de evitar confusiones en la consideración de este nuevo material. Mencionar con énfasis los pasajes de Proverbios 14:12, idem 16:25, 1 Corintios 10:23-24.

Aclaraciones sobre pasajes del Antiguo Testamento referidos al divorcio. En Deuteronomio 24:1-4. * No prohibe el divorcio ni lo castiga, aún cuando la causa pueda ser algún pecado. Lo reconoce y lo reglamenta: habla de como debe ser realizado. En este texto no se señala al divorcio como pecado, ni se lo condena bajo la estricta ley de Moisés. El que se divorcia de su esposa no tiene que llevar un sacrificio al tabernáculo para estar bien con Dios.

* Da la causa del divorcio. "...por haber hallado en ella alguna cosa indecente.." No se refiere al adulterio, ni a relaciones prematrimoniales, que se penaban con la muerte (Dt 22).

* El texto de Dt 24:1-4, indica los pasos necesarios para el divorcio en el Antiguo Testamento:

a) Escribir una carta de divorcio, "...y se la entregará en su mano..."La función era que la mujer tuviera un documento que legitimara su libertad y mostrara que podía casarse con otro, sin peligro de ser acusada de adulterio. Muchos opinan que escribir esta carta, ayudaba al hombre a tomar tiempo para pensar y ver la seriedad de su acto y así frenaría muchos arranques de ira momentáneos.

b) "...la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre". Aquí no había opción intermedia; la decisión era radical. La separación equivalía al divorcio. Una costumbre de nuestros días es la separación como un estado intermedio en que una persona ya no está más casada, pero tampoco está divorciada, en total libertad.

c) Tiene totalmente prohibido volver al primer esposo. Aún después de la muerte de su segundo marido. Y con la advertencia fuerte de que "es abominación delante de Jehová...." ¡Qué notable es esta prohibición, repetida en Jer 3:1,8, y muestra una fuerte negativa a la posibilidad de "rehacer" el primer matrimonio, (la mujer no era un "objeto").

1. ¿Por qué Dios parece tan severo, tan cruel, en el tema del divorcio y el nuevo casamiento? ¿Por qué - en nuestra opinión humana - no es más "comprensivo" frente a la condición en que se encuentran tantas parejas? ¿Por qué no nos ofrece una salida más viable, más acorde con la realidad de nuestro tiempo? ¿Por qué hay en la Biblia pasajes como el de Romanos 7:1-3 y otros semejantes?.... La primera respuesta la encontramos en el principio general declarado en Isaías 55:8-9. La perspectiva desde la cual Dios decide es muy superior a la nuestra. Por ejemplo, él sabe que un divorcio y un nuevo casamiento es como una intervención quirúrgica que deja huellas indelebles (particularmente el tipo de operaciones que luego producen alguna incapacidad o minusvalía). Hijos y cónyuges, y otras personas, llevarán siempre la carga de la tragedia, sin olvidar el riesgo de los problemas emocionales y otros desajustes sicológicos o fisiológicos. Por eso Dios, que ve todo en un eterno presente, decreta lo que es mejor, aunque nosotros no lo creamos ni lo entendamos así. Dios es perfecto y jamás se equivoca.

2. Sin embargo, la frase "salvo por causa de fornicación" (Mateo 19:9, idem 5:32), ya comentada en lecciones previas, parece indicar que el Señor Jesucristo deja una pequeña puerta abierta a la posibilidad de un nuevo casamiento de la persona que es víctima de la infidelidad conyugal. Aquí, ni en ningún otro pasaje, eso no se presenta como una "recomendación", sino como una posible alternativa, por vía de excepción. En Mateo 19:9 se dice claramente que el adulterio existe cuando el marido divorciado se casa con otra mujer, salvo que tal divorcio se deba a que ella incurrió en el pecado de fornicación. Por lo tanto, si la separación realmente se debió a tal causa, el cónyuge inocente tendría el derecho a casarse otra vez. Algunos eruditos interpretan así también, con el mismo alcance y por igual motivo, la expresión de Pablo: "no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso" (1 Corintios 7:15), aunque en ese lugar tal sentido no parece tan evidente.

3. Pero, ¿cuál es el cónyuge inocente o la parte víctima? ...¿Quiénes son, a la luz de la Biblia, los que no tienen culpa? ¿Y quienes son los culpables?.... A través del tiempo, en siglos de historia, la experiencia enseña que siempre cada uno de los cónyuges se considera inocente. El pecado que produce el divorcio abarca la fornicación, el adulterio, la homosexualidad (ver en lecciones anteriores la base bíblica). Sin embargo, ¿puede afirmar ante Dios la parte inocente que está de veras sin pecado? ...Comparar Mateo 5:27-28 (aplicable a ambos sexos) y Juan 8:7. Sin justificar el adulterio, ¿qué es lo que lleva a veces a un hombre o a una mujer a la infidelidad matrimonial?....¿Puede haber culpa en la negligencia, la frialdad, la indiferencia, la agresividad u otros pecados del otro cónyuge?.....Estos razonamientos pueden continuarse en clase y llegar a reflexiones muy profundas. Muchas veces, aunque uno de ellos sea culpable de adulterio, ambos son responsables de la separación. En tal caso, cuando ambos han provocado el divorcio, la posibilidad de nuevo casamiento carece de apoyo en la Palabra de Dios (ver la lección sobre matrimonio indisoluble).

4. Finalmente, aunque técnicamente haya justificativos con cierta base bíblica, hay que tener muy en cuenta el pasaje de 1 Corintios 10:23-24. Hay nuevos casamientos que no convienen ni edifican. Ver 1 Corintios 6:12, y considerar el verso 24 de 1 Corintios 10, como un principio cristiano general.

Pasaje de memoria para el domingo próximo:Efesios 4:31-32.

 

 

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