Iglesia Evangélica Bautista del Centro


¡ESTUDIEMOS LA BIBLIA! - Hoja Semanal Nº 70 - Domingo 16 de Abril del 2000.

Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica Bautista del Centro , Rodríguez 542, 2000 Rosario.

Teléfono 4380824 - Registro de Cultos Nº 672, Secretaría de Culto de la Presidencia de la Nación Argentina

Internet: www.rdigital.com.ar/ieb - E-mail: iebcentro@oocities.com


La Prosperidad (1º Parte).

 

Se cuenta la historia de cinco ciegos que nunca habían visto a un elefante, y tenían curiosidad para saber de que se trataba. Por dicha razón fueron llevados para palpar el animal, y cada uno de ellos tocó distintos lugares del paquidermo. El que abrazó una de las patas aseguraba que el elefante era redondo, alto y macizo, el que tocó la oreja aseveró que era chato, aplanado y flexible, el que agarró la trompa dijo que era corto, ahuecado y de mayor a menor, el que palpó el cuerpo exclamó que era gigante, blando y liso, y el último le tocó la cola y comunicó que sin lugar a dudas era finito, corto y parecido a un pincel. ¿Quién tenía razón de los cinco? Indudablemente cada uno de los cinco ciegos tenía parte de la verdad, pero no toda la verdad. Con respecto al tema de la prosperidad, podemos cometer el error de tocar algunas partes de la misma y ser inducidos a error, teniendo parte de la verdad, pero no toda la verdad.

Vamos a seguir la opinión de varios líderes latinoamericanos que coinciden con la posición doctrinal de nuestra congregación (Arnoldo Canclini, G. Milován y otros de "La prosperidad, ¿es posible en una sociedad en crisis?" Ed. Unilit.

Prosperidad y éxito son dos ideas relacionadas entre sí, pero no son lo mismo. Hablamos de éxito cuando se alcanza algo definido o cuando una actividad o etapa en la vida llega a una feliz culminación (llegar por 1º vez al Polo Sur, cruzar el Canal de la Mancha a nado, escalar el Aconcagua, etc). La prosperidad, por el contrario, suele verse como un camino. Un científico tiene éxito, cuando descubre la cura contra un mal o aísla un virus (H.I.V) o recibe un premio por su trabajo (Nobel, y otros). Considera que prospera, cuando nota los progresos en su investigación...o más dinero para hacerla. Medir el éxito (o la prosperidad) por lo que ha ocurrido en un período corto de tiempo (una semana, mes o un año), es colocarse en un punto de la historia y decir que Napoleón y Hitler tuvieron éxito, dejando de lado lo que ocurrió después. No podemos hacer juicios y valoraciones apresurados. Hubo un famoso personaje de la historia que terminó sus días amargado, enfermo y olvidado. Pocas personas murieron tan convencidos de su fracaso como Cristóbal Colón. Bolívar murió diciendo: "He arado en el mar". David Livingstone se creyó fracasado por no poder descubrir las fuentes del río Nilo.

En el mismo año, y a corta distancia, nacieron en Alemania dos genios de la música: Handel y J. S. Bach. El primero murió enriquecido y aplaudido por reyes, el otro fue un buen hombre de su casa a quien poco le importaba el éxito y fue olvidado durante un siglo. Si no comprendemos que nuestro éxito se mide más allá de nuestra vida terrena, olvidamos el ejemplo de los mártires. Algunos no hicieron otra cosa que morir en la juventud (por ej. Abel, el que "muerto aún habla"). Del mismo modo es indignante que se pregunte con cuánto dinero contaba determinada persona al morir, para entonces decir si fue o no un gran hombre (próspero o de éxito) y para opinar si fue o no un gran cristiano.

 

Fe y prosperidad.

 

Si ponemos nuestra fe en Jesucristo, ¿podemos esperar prosperidad de su parte? La respuesta es si, si lo que se entiende por prosperidad es precisamente lo que dice la Biblia. En 1 Crónicas 29:23 leemos que "se sentó Salomón por rey en el trono del Señor en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel". En el libro de Eclesiastés (cap. uno y dos), tenemos el análisis que Salomón hace de su concepto de prosperidad: descarta al conocimiento (1:13), ya que lo ve como insensatez y todo es perseguir el viento. Descarta el placer (2:1), porque lo ve vano y el reír le parece necedad y sin beneficio. Y con respecto al trabajo (2:18), le parece repugnante dejar el fruto de su ardua labor a otros. Deja sentado (2:8), que esa prosperidad no pasaba por la riqueza, ya que había amontonado oro, plata y tesoros que eran la envidia de reyes. Para él todo era vanidad (2:10) y aflicción de espíritu. Todas estas expresiones de Salomón parecerían fuera de lugar para el hombre del siglo XXI, porque nuestra realidad, presenta un mundo donde se valora el placer, la riqueza, el trabajo y el materialismo. Salomón tenía una visión pesimista de las cosas porque analizaba la vida desde la perspectiva humana y desde este punto de vista todo es carente de significado.

¿Qué era entonces la prosperidad de Salomón? Era básicamente la prosperidad de su reino, o sea aquello que Dios le había encomendado. Del mismo modo, podría decirse que su fracaso sólo se produjo con la división del reino después de su muerte; sin embargo, la misma pérdida de la comunión con Dios fue el fracaso más grande de Salomón.

La Biblia promete en forma reiterada que quien deja el gobierno de su vida a Dios, será prosperado, aunque en nuestras traducciones aparece con más frecuencia la palabra "bendecido". Está la bendición para el más allá, que es la vida eterna, pero también incluye una esperanza viva mientras peregrinamos aquí. Hay una gran suma de bendiciones espirituales: la fortaleza de Dios, la fraternidad de otros peregrinos como nosotros, la guía sobrenatural del Espíritu y muchas otras.

La nueva vida produce prosperidad moral: al tener discernimiento y luz del Espíritu, el creyente sabe lo que es correcto y recibe poder para hacerlo. Es difícil encontrar un ejemplo bíblico de éxito y prosperidad repentinos. Si los hay cuando son el resultado de la disciplina, la laboriosidad y aún del sacrificio, que son frutos de la nueva vida.

Prosperidad y dinero: la tensión que produce la idea de prosperidad se debe a que lo asimilamos en EXCESO con la posesión de dinero y deducimos EQUIVOCADAMENTE: "tanto tienes, tanto vales" (slogan materialista).

Ni la pobreza, ni la riqueza son un mérito en sí mismas.

 

Una suma determinada de dinero, es abundancia en un país, y miseria en otro. Si deducimos que una buena posición económica equivale a la bendición de Dios, llegaríamos a la conclusión de que antes de nacer, Dios amó más a un holandés o alemán, que a un boliviano o argentino. El domingo que viene continuaremos.

 


 

 

Pág 2 - 16-4-2000 - Lección 70 - Iglesia Evangélica Bautista del Centro de Rosario - Rodríguez 542 - Rosario, Santa Fe.

 

LECCION Nº 70 TEMA: LA MAYORDOMIA DEL DINERO (1º Parte).

Pasaje Bíblico: Génesis 14:14-24. Pasaje de Memoria: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos". 2 Corintios 8:9. Lecturas Bíblicas Cotidianas: HOY (Génesis 14:14-24 ); LUNES (Mateo 22:15-22); MARTES (Proverbios 3:1-35); MIERCOLES (1 Crónicas 29:1-25); JUEVES (Génesis 28:10-22); VIERNES (Malaquías 3:1-18 ); SABADO (1 Corintios 9: 1-27). Leamos y reflexionemos durante la semana, y vinculemos estas lecturas con la lección de este domingo.

Introducción: ¿Por qué nos molesta que se trate el tema de la mayordomía del dinero?... En general preferimos que se hable de la mayordomía del tiempo, de la mayordomía del cuerpo, de los dones, etc. o que se nos enseñe acerca de la prosperidad y como lograrla (ver el reverso), pero nos sentimos con cosquillas en todos lados y molestos hasta el punto de la incomodidad cuando lo que queremos considerar es el asunto de la mayordomía del dinero. ¡Es curioso! El tema del dinero no nos incomoda si se trata de aumentos de sueldo, de ganancias de algún negocio, de herencias, etc, pero si nos hace sentir molestos cuando hay que analizar el tema del dinero en cuanto a la iglesia y a nuestra responsabilidad ante Dios. Los predicadores de antaño decían que el bolsillo es lo último en convertirse, por eso la billetera no se bautiza. Estudiaremos este espinoso y delicado tema por unos domingos, siguiendo materiales de los pastores Samuel Libert y Juan Carlos Ortiz.

Desarrollo:
* Antes de considerar otros aspectos de Génesis 14:14-24 vamos a aclarar que el diezmo es una norma anterior a la Ley de Moisés. Seguramente Abram, que vivió unos siglos antes que Moisés, ya conocía esa práctica cuando estaba en Ur de los Caldeos, porque muchos templos paganos se sostenían con los diezmos de sus devotos. Siendo Abram un creyente en el "Dios Altísimo" (v.22) nunca entregaría sus diezmos a un sacerdote pagano. En cambio "dio los diezmos de todo" a Melquisedec, a quien reconoció como "sacerdote del Dios Altísimo" (v.18,20). Esto nos ayuda a comprender que antes, durante o después de la Ley de Moisés, el diezmo siempre pertenece a Dios. Hasta los paganos que adoraban a los ídolos, reconocían dentro de su religión, y a su manera, que el diezmo no les pertenecía a ellos sino a sus dioses. Por su parte, los creyentes en el verdadero Dios cumplieron con la práctica mucho tiempo antes de la promulgación de la ley mosaica. Por ejemplo igual que otros patriarcas, también lo hizo Jacob (Génesis 28:22). El argumento de "no estamos bajo la ley", no sirve en este caso, porque el diezmo siempre es propiedad del Señor: Leer Malaquías 3:8-10. Dialogar.
* En este episodio de su azarosa vida, Abram demostró ser un fiel mayordomo del dinero. Para rescatar a su sobrino Lot y a sus parientes, que habían sido secuestrados por bandas armadas pertenecientes a reyezuelos de distintas regiones, fue con sus propios criados y libertó a Lot y a su gente, derrotando a sus enemigos. De paso, recuperó también los bienes y los servidores del rey de Sodoma, que habían sido llevados por los invasores. Al regresar Abram del campo de batalla, fue bien recibido en el Valle del Rey por dos personajes: Uno era el rey de Sodoma, muy agradecido por el favor que le había hecho Abraham; y el otro era el rey de la ciudad de Salem (ciudad que después iba a ser conocida como Jerusalén), llamado Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo. Notemos dos actitudes en la mayordomía de Abram: 1º ) vs 21-24, no aceptó la recompensa (los bienes) que le quiso dar el rey de Sodoma. El rey se conformaba con que Abram le devolviera tan sólo sus servidores, pero Abram le entregó todos los bienes, sin buscar ventajas; y 2) vs 18-20, admirablemente, Abram dio a Melquisedec los diezmos de todo. En Hebreos 7:1-7, leemos que Jesús no era de la tribu de Leví. El sacerdote Melquisedec era anterior a esa tribu. Sin embargo ambos son sacerdotes. Esto indica que la sucesión biológica, de familia carnal u otro sistema de sucesión, aunque deseable, no es indispensable para ser sacerdote. El orden de Melquisedec es un orden sacerdotal no carnal sino espiritual. Abram no estaba circuncidado cuando pagó los diezmos a Melquisedec, por lo tanto representaba a toda la raza humana, no a un solo pueblo. Abram es nuestro padre (Rom 4:1,9-12), Jesucristo es sacerdote según el orden de Melquisedec y nosotros hijos de Abram. Así como nuestro padre Abram pagó los diezmos a Melquisedec, nosotros los entregamos a Jesucristo. Con Jesucristo se restaura el verdadero orden sacerdotal, el de Melquisedec, que es espiritual, anterior y superior al levítico de Aarón, orden carnal, transitorio y momentáneo, introducido por la Ley, hasta que el orden de Melquisedec, que es eterno, fuera restaurado otra vez al llegar Jesús (Gal 3:19).

* La ley de Moisés no creo los diezmos, ya que venía de muchos siglos atrás e instituido por Dios mismo, en una época donde no existía aún la escritura y todo se basaba en la transmisión oral. Lo que la Ley de Moisés hizo, fue regularlos claramente y obligarlos bajo pena de castigo. En la época de los Patriarcas, al no haber ninguna ley escrita, las relaciones entre el hombre y Dios eran gobernadas por el amor y la honestidad. No había un código de hagas y no hagas, ni había una lista de castigos para el que no cumplía o recompensas para el que cumplía, todo era basado en la confianza y la amistad. La historia del libro de Génesis nos muestra que el ser humano se abusó de esa confianza y poco a poco esa amistad se fue deteriorando. Isaac, ya no fue como Abram su padre. Jacob mucho menos fiel que Isaac, y los hijos de Jacob, los bisnietos de Abram, ¡mucho peor!. Dios se vio obligado a darle al hombre un código escrito, claro y explícito sobre su voluntad y lo que esperaba de él. Si no hubiera habido este abuso por parte del hombre, la Ley no hubiera hecho falta, esto lo da a entender Gálatas 3:19 (...fue añadida a causa de las transgresiones..) Ya que no cumplían con Dios por amor y honestidad, ahora tendrían que hacerlo bajo amenaza de una fuerza legal que contemplaba castigos al que no cumplía, apelando al propio interés del hombre para que cumpla. La Ley con palabras fuertes, amenazas si no se cumple y recompensas si se cumple, exige a los mayordomos el diezmo y declara que el que no lo da es un ladrón (Mal 3:7-12). Esto produce obras muertas, es decir, sin valor, pues la motivación no es el amor sino el temor o la recompensa.

¿Por qué se pagan los diezmos, por obligación o por honestidad? Los patriarcas lo hacían por honestidad, a través de la Ley fue una obligación con amenazas de maldiciones y promesas de bendiciones. Ahora estamos bajo la gracia y no bajo la ley (Rom 6:14). Sin embargo los principios de la Ley de Moisés son siempre el mejor lugar donde encontrar la voluntad de Dios expresa para guiarnos en nuestro deseo de agradarle. Nuestra motivación para pagar los diezmos, como cristianos salvados, nacidos de nuevo, debe ser nuestra honradez, el hecho de estar bajo la Gracia y por amor al Señor.

Preguntas de repaso: ¿En qué estaba basado el principio de pagar los diezmos en la época Patriarcal? ¿Por qué la Ley de Moisés es importante? ¿Qué dice Gál 3:19 y qué quiere decir? ¿Qué motivaba a los Patriarcas pagar los diezmos? ¿La honradez o la obligación? ¿Qué motivaba a pagar los diezmos bajo la ley? ¿Qué debe motivarnos a nosotros a dar nuestros diezmos al Señor? Dialogar.

Pasaje de memoria para el domingo próximo: Mateo 28:6-7.

 

 Escuela Dominical - Página principal