Iglesia Evangélica Bautista del Centro


¡ESTUDIEMOS LA BIBLIA! - Hoja Semanal Nº 72 - Domingo 30 de Abril del 2000.

Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica Bautista del Centro , Rodríguez 542, 2000 Rosario

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La Prosperidad (2º Parte)

 

Dios dice: "Raíz de todos los males es el amor al dinero" (1 Timoteo 6:10). La raíz de todos los males, no es el dinero sino el amor al dinero. Detrás de este amor equivocado, tenemos la cuestión del origen, la motivación y la finalidad de las posesiones. ¿De dónde procede nuestra prosperidad? ¿De lo heredado, de lo trabajado, o de lo especulado? ¿Qué nos mueve a tener dinero? ¿El cubrir nuestras necesidades, la ostentación o lujo, la envidia o la beneficencia? La prosperidad económica es lo que Dios nos da para poder ser bendición. Efesios 4:28, nos dice que es para tener que compartir con el que padece necesidad. Medir la prosperidad a través del signo pesos, es una postura que va y viene en la historia, y por lo general acompaña a las épocas de enriquecimiento como la conquista de América y otras. La Revolución Industrial hizo surgir el capitalismo y el marxismo.La obsesión por el dinero ha contagiado a la política, y solo pensamos que un país progresa, si lo hace económicamente. El impacto también ha contagiado a las iglesias.

¿Y para qué?

 

Jesús relató la parábola del rico insensato. El pecado de este hombre no fue tener buenas cosechas (eso se lo dio Dios), sino amontonarlas para su propio gozo egocéntrico. Es lo opuesto a lo recomendado por Pablo: "Cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado" (1 Cor 16:2). La deducción es clara: si prosperamos es para tener que compartir. Como toda bendición, la prosperidad y el éxito son un desafío y una responsabilidad. Recibamos con gratitud lo que El nos da. A algunos le da menos (de lo que fuere - dinero, capacidad, años, carácter, etc) y entonces tendrá menos de que responder ante el Señor; y a otros que le dio más, solo se los ha concedido como una prueba de su amor, por su soberanía, para extender así su brazo de servicio al mundo.

No es lo poco o lo mucho que poseamos lo que puede hacer la diferencia, sino lo que somos delante de Dios. Podemos asegurar lo siguiente: Toda prosperidad material que no va acompañada de prosperidad espiritual, lleva en sí misma la levadura de la corrupción y se estará edificando sobre la arena. Al primer viento contrario que sople, todo podrá derrumbarse. No es así con aquel que "medita de día y de noche" buscando en la sabiduría divina la dirección necesaria. El Salmo 1 dice: "...será como árbol plantado junto a corrientes de agua...y todo lo que hace prosperará".

Es evidente que en la Escritura hay promesas de prosperidad y, como toda promesa, está condicionada por la fidelidad, la obediencia, la confianza en el Señor, y aún por un espíritu de liberalidad.

La prosperidad sin Dios es un peligro para el alma. El hijo pródigo de Lucas 15, se fue de su casa con las manos llenas y con el alma vacía, y después de un tiempo de no medir las consecuencias de su mala administración, quedó en la completa ruina, con alma y manos vacías. La prosperidad del injusto es una preocupación frecuente en la Biblia (Salmo 73) y en nuestra propia época, por eso es prudente recordar que la "vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee" (Lc 12:15). Aunque el mundo de hoy nos dice que la vida del hombre consiste en la abundancia de los bienes que poseamos. ¿Cuál principio de vida adoptaremos como válido?

La prosperidad nunca viene sola, siempre va acompañada de una celosa observancia de las leyes morales y espirituales de Dios. Leyes tan simples como guardar el día del Señor, un día para recuperar recursos y energías espirituales que nos permitan la conquista de metas superiores en la vida. ¿Estamos de acuerdo? ¿Cuándo aprenderemos que la prosperidad está basada en una sabia administración, en el adecuado uso de los recursos disponibles y en la capacidad creadora?

Tres cosas son claras:

a) el cristiano no debe progresar ilícitamente.

b) debe esperar progreso e la medida que trabaje.

c) su meta para esa prosperidad es la posibilidad de ayudar a otros (no a si mismo).

 

La prosperidad que Cristo promete, no es la del lujo y el derroche, sino la seguridad de que jamás nos faltará lo que El sabe que es necesario.

 

Según Richard Foster, en su libro "Dinero, sexo y poder", el cristiano recibe el alto llamamiento de usar las riquezas injustas (o riquezas terrenas según Lucas 16:11), sin servir a Mamón (el dios falso de las riquezas según Mt 6:24). Cuando permitimos que Dios dirija nuestras decisiones económicas, estamos usando las riquezas; cuando dejamos que sea Mamón quien determine lo que debemos hacer con nuestro dinero, servimos a las riquezas. Simplemente hemos de elegir quien decide, si Dios o Mamón. ¿Compramos o alquilamos una casa basados en el llamamiento de Dios, o porque disponemos del dinero para ello? ¿Adquirimos un auto nuevo porque podemos hacerlo, o porque Dios nos ha mandado que lo hagamos? Si es el dinero quien determina lo que hacemos, entonces él es nuestro jefe. Mi dinero puede decirme: "Tienes suficiente para comprarlo"; pero Dios quizá exprese: "No quiero que tengas eso"... ¿A quién debo obedecer?

Muchos de nosotros permitimos que sea el dinero quien dicte nuestras decisiones. Suponga que mi esposa me dice: "Hagamos tal y cual cosa" y yo respondo: "¡Pero si no hay dinero para hacerlo!" ¿Qué ha sucedido? El dinero es quien ha tomado la decisión. ¿Se da cuenta? Yo no he dicho: "Está bien, querida, vamos a orar a ver que quiere Dios que hagamos". Hudson Taylor jamás hubiera abierto el gran capítulo de las misiones en China si hubiera dejado que el dinero decidiera, pues era una persona común con pocos recursos financieros. El aprendió a ver el dinero bajo la perspectiva de la cruz, y a utilizarlo sin hacerse su siervo. Nosotros mismos decidimos comprar nuestro templo actual en un momento que no teníamos el dinero suficiente, sino un escaso monto, sin embargo creímos primero que era el plan de Dios, y luego comenzó el Señor su plan de proveernos lo necesario para pagarlo (y aún lo sigue haciendo).

 


 

Pág 2 - 30-4-2000 - Lección 72 - Iglesia Evangélica Bautista del Centro de Rosario - Rodríguez 542 - Rosario, Santa Fe.

 

LECCION Nº 72 TEMA: LA MAYORDOMIA DEL DINERO (2º Parte).

Pasaje Bíblico: Hebreos 7:1-10, Deuteronomio 12:1-11.
Pasaje de Memoria: "Raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados e muchos dolores" 1 Timoteo 6:10.
Lecturas Bíblicas Cotidianas: HOY (Hebreos 7:1-10 ); LUNES (Mateo 6:10-34); MARTES (Lucas 16:1-15); MIERCOLES (Mateo 23:23-36); JUEVES (Lucas 18:9-30); VIERNES (2 Corintios 8:1-24 ); SABADO (2 Corintios 9: 1-14). Leamos con atención, reflexión y oración durante la semana, y vinculemos estas lecturas con la lección de este domingo.

Introducción: Como repaso, recordemos que, según se demostró en la lección pasada, el diezmo es una práctica religiosa muy anterior a la Ley de Moisés (ver los casos de Abram y Melquisedec, en Génesis 14:14-24, y de Jacob en Génesis 28:22). Los paganos, desde mucho antes, también entregaban diezmos a sus dioses e ídolos. Con más razón los patriarcas dedicaban voluntariamente sus diezmos al Dios verdadero, siglos antes de la Ley de Moisés. Desde Abram a Moisés transcurrieron unos seiscientos años, en números redondos. Seguimos materiales del pastor Libert y Ortiz.

Orientación: Hoy comenzaremos a estudiar la transición del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento en cuanto a la mayordomía del dinero. Es un tema extenso, no siempre bien comprendido. Por ello prestaremos mucha atención.

Desarrollo:

* Para ubicarnos dentro del marco histórico debemos tener en cuenta que durante el ministerio terreno de Jesús la Ley de Moisés estaba vigente y los judíos daban el diezmo. Por ejemplo, eso queda ilustrado en la parábola del fariseo y el publicano (ver Lucas 18:12). Jesús mismo exigía a los escribas y fariseos que corrigiesen su conducta pero no que dejasen de diezmar (comparar Mateo 23:23 y Lucas 11:42). Mientras Jesús estuvo en la tierra insistió en que El había venido a cumplir la Ley y no a abrogarla (Mateo 5:17-20). Abrogar significa abolir, dejar sin efecto una ley. Cuando Jesús se refería a la vigencia de la ley no aludía específicamente al diezmo sino a toda la esfera religiosa del judaísmo, instituida a través de Moisés, y a todo el Antiguo Testamento. Por eso en un aspecto más visible, Jesús participaba en la cena de la Pascua, enseñaba en las sinagogas durante el servicio de los sábados, etcétera. Notemos que a lo largo de su ministerio Jesús nunca habló en contra del diezmo ni participó en polémicas sobre este tema. Podríamos afirmar, que a través de los años que permaneció en este mundo, Jesús se crió en un hogar donde daban el diezmo y El mismo lo practicaba. En este punto nadie se atrevió de acusarlo de incumplidor, pese a que siempre se levantaron contra El toda clase de acusaciones. Dialogar.

* En el capítulo 7 de la Epístola a los Hebreos se presenta a Melquisedec, como una figura de Cristo, "hecho semejante al Hijo de Dios" (v. 3). Refiriéndose a los diezmos que Abram dio a Melquisedec, señala en el v.8 que "aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive" (es decir que, al ser Melquisedec figura del Hijo de Dios, el que recibe allí los diezmos es nuestro Señor Jesucristo, ("el que vive"). Nótese que este pasaje de Hebreos forma parte del Nuevo Testamento e indica que, aparentemente, la práctica de diezmar continuaba en el ámbito judío ("aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales"). La misma epístola señala que la Ley de Moisés había perdido vigencia, pero de su lectura podría deducirse que había cristianos que diezmaban.

 

Es obvio que nadie puede dar, bajo la Gracia, menos de lo que los judíos daban bajo la Ley.

 

* Además, es evidente que, al aludir en concreto a Cristo, este pasaje nos está recordando que en cualquier esfera, la de la Ley o la de la Gracia, el propietario del diezmo es Dios. ¿Esto quiere decir que no puede tener otro propósito? Efectivamente no lo podemos dirigir a otras necesidades por más loables que éstas sean, como por ejemplo ayudar a nuestros padres o hijos, o palear nuestras propias necesidades materiales. Tampoco podemos usarlo (al diezmo), y entregarlo cuando nuestra situación mejore o se equilibre nuestro presupuesto. ¿Por qué razón? Porque pertenece a nuestro Dios. ¿Cómo interpretamos entonces Marcos 7:11? El Corbán es una palabra hebrea que quiere decir "mi ofrenda a Dios". En Marcos 7:1-23, Jesús está hablando acerca de que la Escritura es suprema y la tradición es subordinada. El problema era que los fariseos ponían en un pie de igualdad a ambas. Jesús en dicho diálogo manifestó que las tradiciones que no se oponen a las Escrituras pueden ser permisibles, pero las que se oponen a ellas deben ser rechazadas con firmeza. El mandamiento de honrar a los padres (ayudándoles en una necesidad económica por ejemplo), debe obedecerse con prioridad cuando entre en conflicto con el Corbán, que era una promesa de ofrenda a Dios, pero no se refería al diezmo. O sea que los padres podían ser socorridos con estas ofrendas o Corbán, porque estas últimas eran producto de la tradición y no eran parte de la Escritura.

* ¿Y la ofrenda voluntaria? La ofrenda voluntaria, ya existía en los días del Antiguo Testamento, y se conservó como una práctica muy firme en la Iglesia desde sus primeros días. Un cuidadoso estudio del Nuevo Testamento pone en evidencia que las diversas ofrendas establecidas por el sistema legal de Israel habían perdido su vigencia, juntamente con muchas ceremonias y formalidades de la institución judía. Pero la Iglesia las había reemplazado con dádivas menos legalistas y más espontáneas, mucho más abundantes. Ya en los primeros tiempos del cristianismo los creyentes se sintieron impulsados a vender sus propias casas y ofrendarlas generosamente (por ejemplo Hechos 4:36-37). Estas ofrendas y otras, nada tenían que ver con el calendario litúrgico del judaísmo. Las diferentes actitudes demostraban la transición del Antiguo Pacto al Nuevo Pacto. Dialogar.

El relato de Marcos 12:41-44 destaca el criterio con que Jesús considera las ofrendas y es una enseñanza que se aplica a la mayordomía del dinero y a los recursos de la iglesia. Allí se recaudaban las ofrendas voluntarias. La viuda ofrendó de todo corazón. En el verso 44 vemos: 1) los demás echaron lo que les sobraba. 2) esa mujer estaba en la pobreza. 3) esa viuda pobre dio todo lo que tenía. 4) lo que ella dio era "todo su sustento". Las dos monedas eran todo lo que ella poseía para sus necesidades personales. Ella dio TODO. Eso era mucho más que el diezmo. Si alguien pone en la ofrenda tan sólo dos monedas porque eso es todo el dinero que posee, tiene valor. Pero si da dos monedas de lo que le sobra, no tiene valor. Aclaremos que Dios no nos exige que ofrendemos la totalidad de nuestros bienes y quedemos "en la calle", pero quiere que le reconozcamos que El es el dueño de todo y que las ofrendas que le entreguemos sean el fruto de nuestros sacrificios. David dijo: " No ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada" (2 Samuel 24:21-25).

 

Pasaje de memoria para el domingo próximo: Lucas 6:38.

 

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