Iglesia Evangélica Bautista del Centro


¡ESTUDIEMOS LA BIBLIA! - Hoja Semanal Nº 140 - Domingo 19 de Agosto de 2001.

Escuela Dominical de la Iglesia Evangélica Bautista del Centro , Rodríguez 542, 2000 Rosario.

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El valor de los miembros del cuerpo de Cristo

 

Uno de los autores del libro "La Obra Maestra de Dios" pasó su infancia en la India, donde su padre médico y misionero, junto a su madre, ayudaron a muchos marginados por la enfermedad de la lepra, e impactaron de tal modo que su hijo que decidió dedicar su vida a ayudar a mejorar su modo de vida espiritual y material. Después de recibirse de médico dedicó más de treinta años a estudiar los efectos de esta enfermedad, e inclusive a hacer algunos descubrimientos.

En dicho libro dice que casi la cuarta parte de los pacientes de lepra en el mundo están en realidad bajo ningún tipo de tratamiento. Así, para muchos, aún es una enfermedad que puede causar graves lesiones, ceguera y pérdida de las manos y los pies.

¿Cómo produce la lepra semejantes efectos terribles? Este hombre, mientras estudiaba a los pacientes en la India, hizo varios hallazgos que le indujeron a formular una teoría bastante sencilla: ¿Sería posible que los espantosos resultados de la enfermedad se debieran a que los pacientes de lepra habían perdido la sensación de dolor? La enfermedad no se asemejaba en nada a un hongo carnívoro; mas bien atacaba principalmente a una sola clase de célula, la célula nerviosa. Después de dedicar varios años a la experimentación y observación, estaba seguro de que la teoría estaba bien fundada.

La pérdida gradual de la sensación de dolor lleva a un uso abusivo de esas partes del cuerpo que más dependen de la protección proporcionada por el dolor. Una persona con un mango astillado, y como no siente el dolor de una astilla, contrae una infección. Otra persona da un mal paso en la vereda, torciéndose un tobillo, y absorta, continúa caminando. Otra, pierde el uso del nervio que inicia el movimiento del párpado cada ciertos segundos para guardar la lubricación humectante, y como consecuencia, el ojo se seca, y la persona queda ciega.

Los millones de células que hay en una mano o en un pie, o los vivos y activos bastoncitos y conos de la retina del ojo, pueden atrofiarse debido a la desintegración de sólo unas pocas células nerviosas. Tal es la tragedia de la lepra. Un patrón semejante se encuentra en otras enfermedades. En la leucemia, el funcionamiento defectuoso de una sola clase de célula puede rápidamente destruir a una persona. O si las células que mantienen reparados los filtros de los riñones fallan, una persona pronto puede morir de envenenamiento tóxico.

El fracaso de una clase de células puede acarrear consecuencias fatales. La persona que estudia la enorme cantidad de células y su asombrosa diversidad, puede formarse la impresión de que cada célula es fácilmente reemplazable y de poca importancia. Pero, el mismo cuerpo que nos impresiona con la especialización y la diversidad afirma que cada uno es valioso y, a menudo indispensable para la supervivencia.

Es interesante notar que el valor de cada miembro es también el aspecto, a menudo, más recalcado en las metáforas bíblicas referentes al cuerpo de Cristo (véase Romanos 12:5, 1 Corintios 12 y Efesios 4:16). Veamos la manera en que se expresa Pablo en 1 Corintios 12:22-26:

"Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan".

El punto está claro:

 

Cristo escogió a cada miembro para que hiciese una aportación única a su cuerpo

 

Sin esa contribución, el cuerpo podría tener un serio funcionamiento defectuoso. Pablo subraya que los miembros menos visibles (pienso en los órganos como el páncreas, los riñones, el hígado y el bazo) quizás son los más valiosos de todos. Aunque raras veces nos sentimos agradecidos de una manera consciente por ellos, ellos llevan a cabo funciones diarias que nos mantienen con vida.

El cuerpo humano como el Cuerpo de Cristo, están compuestos por células asombrosas en su diversidad, pero más eficaces en su dependencia mutua.

Dios exige una sola cosa de sus "células": que cada persona sea leal a la cabeza, que es Cristo. Si cada célula toma las necesidades de todo el cuerpo como el propósito de su vida, entonces, el cuerpo vivirá en salud. Dios ha dotado a cada persona en el cuerpo con la misma capacidad de responderle a El. En el Cuerpo de Cristo, una maestra de niños pequeños tiene el mismo valor que un obispo, y los trabajos de ambos son igualmente significativos. La moneda de una viuda puede tener el mismo valor que la cantidad anual de aporte de un millonario. La timidez, la belleza, la elocuencia, la raza, el refinamiento -ninguno de estos factores importa, sola la lealtad a la cabeza, y por medio de la cabeza a los demás.

 

"Cristo es el todo, y en todos"

(Adaptado del libro "La obra maestra de Dios" por el Dr Paul Brand Philip Yancey)

 


 

Pág 2 - 19-08-2001 - Lección 140 - Iglesia Evangélica Bautista del Centro de Rosario - Rodríguez 542 - Rosario, Santa Fe.

 

LECCION Nº 140 TEMA: "La Vida Crucificada y Resucitada"(2º Parte) .

 

Pasaje Bíblico: 1 Corintios 2:1-16 y 3:1-9.

Pasaje de Memoria: "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". Romanos 6:11.

Lecturas Bíblicas Cotidianas: HOY (1 Corintios 2:1-16 y 3:1-9); LUNES (Romanos 1:1-32); MARTES (Romanos 2:1-29); MIERCOLES (Romanos 3:1-31); JUEVES (Romanos 4:1-25); VIERNES (Romanos 5:1-21); SABADO (Romanos 6:1-23). Leamos con oración cada uno de los pasajes y vinculemos estas lecturas con la lección .

 

Orientación: entre el carácter y la calidad del vivir diario de los cristianos, hay una diferencia muy evidente. Dicha diferencia se reconoce y se define en las páginas del Nuevo Testamento...El apóstol Pablo, guiado por el Espíritu, ha dividido en tres grupos toda la familia humana.

Desarrollo: analizar las tres divisiones que hace la Biblia respecto al carácter de las personas:

* El hombre natural (1 Corintios 2:14). Es la persona inconversa. Sus limitaciones lo hacen completamente incapaz de entender las cosas reveladas. No ha recibido el Espíritu y por eso no comprende las cosas que son del Espíritu. Solamente posee "el espíritu del hombre que está en él" (v.11) y todo lo que conoce son las cosas del hombre. Toda su sabiduría, aunque la tenga, es "sabiduría humana" (v.4).

* El hombre carnal (1 Corintios 3:1-4). El hombre carnal es el creyente que no se ha desarrollado y continúa siendo un niño en Cristo". Como no es capaz de recibir el manjar espiritual, su vida cristiana es débil y permanece dominada por las mismas tendencias que el hombre natural. Está sujeto al orgullo, la envidia, los celos, los resentimientos, los esfuerzos puramente humanos, etc. Vive el revés de lo que se lee en 2 Corintios 10:3-4. Su trabajo en la iglesia, aunque sea intenso y entusiasta, carece de verdadero poder.

* El hombre espiritual (1 Corintios 2:15), es quien está totalmente rendido al Espíritu Santo, y discierne las cosas de Dios.

En nuestro anterior encuentro, comenzamos a analizar las señales del hombre espiritual esbozadas por A. W. Tozer, y describimos 3 de ellas: 1) El deseo de ser santo en vez de ser feliz. 2) El hombre espiritual se preocupa por el avance del honor de Dios a través de su vida, aunque esto signifique que él mismo tenga que sufrir deshonor o pérdida. 3) El hombre espiritual quiere llevar su cruz. Hoy continuaremos con las restantes:

4. El cristiano es espiritual cuando ve todas las cosas desde el punto de vista de Dios: la capacidad para pesar todas las cosas en la balanza divina y darles a las cosas el mismo valor que Dios les da es una señal de una vida llena del Espíritu.

Dios al mismo tiempo mira las cosas y a través de ellas. Su mirada no se queda en la superficie, sino que penetra en el verdadero significado de las cosas. El cristiano carnal mira el objeto o la situación, pero como no puede ver a través de ello, se entusiasma o se siente abatido con lo que ve. El hombre espiritual puede mirar a través de las cosas como Dios, y pensar de ellas como piensa Dios. Insiste en ver las cosas como las ve Dios, aunque ese hecho lo humille y exponga su ignorancia hasta el punto de hacerlo sentir dolor real.

5. El deseo del hombre espiritual es el de morir, en vez de vivir mal: una señal cierta que caracteriza al hombre de Dios que tiene madurez, es su indiferencia con respecto a la vida. El cristiano que ama la tierra y está consciente de su propio cuerpo piensa en la muerte con un aturdido temor en su corazón; pero cuando prosigue hacia la vida del Espíritu, cada vez se hace más indiferente al número de sus años aquí abajo. No cambiaría unos pocos días más de vida por una concesión o un fracaso. Sobre todo, él quiere estar bien, y le satisface permitir que Dios decida hasta cuando ha de vivir.

6. Otra señal del hombre espiritual es el deseo que tiene de que otros avancen a expensas suyas: el quiere que otros cristianos lo superen, y se siente feliz cuando otros son promovidos mientras él es pasado por alto. En su corazón no hay envidia. Cuando sus hermanos en la fe reciben honores, a él le agrada, porque tal es la voluntad de Dios, y esa voluntad constituye para él su cielo terrenal. Si a Dios le agrada, el hombre espiritual también se siente agradado; y si a Dios le place exaltar a otro por encima de él, éste se contenta de que así sea.

7. El hombre espiritual habitualmente hace sus juicios en relación con la eternidad, en vez de hacerlos en relación con el tiempo: por la fe se desprende del tirón de la tierra y del flujo del tiempo, y aprende a pensar y a sentir como uno que ya ha dejado el mundo y se ha marchado a unirse con la incontable compañía de ángeles y con la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Ese hombre prefiere más bien ser útil que famoso, servir que ser servido.

Y todo esto tiene que ocurrir en él mediante la operación del Espíritu Santo. Ningún hombre puede llegar a ser espiritual por esfuerzo propio. Sólo el Espíritu libre puede hacer que un hombre sea espiritual.

Preguntas para pensar

¿Me interesa en esta vida el hecho de ser más feliz o el hecho de ser más santo? (pensar muy bien antes de responder).

¿Me preocupa más el avance del honor de Dios, aunque signifique sufrimiento o pérdida para mí?

¿Estoy dispuesto a llevar la cruz voluntariamente aceptando las consecuencias de mis decisiones?

¿Veo las cosas de este mundo con la perspectiva de Dios y dándoles el mismo valor que Dios le da a dichas cosas?

¿Desearía morir en vez de vivir mal? ¿Cambiaría unos días más de vida por una concesión o fracaso que desagrade a Dios?

¿Me molesta que otros avancen a expensas mías? ¿Estoy triste cuando se reconoce a otros creyentes y no a mí?

¿Evalúo los hechos de esta vida con relación a la eternidad o con respecto al tiempo?

¿En todas he respondido la verdad?

 

Pasaje de memoria para el domingo próximo: 2 Corintios 3:17-18.

 

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