¿Quiénes somos? - Principios Doctrinales
QUIÉNES SOMOS
Nuestra iglesia nace formalmente como iglesia independiente
en 1888. Cada iglesia bautista es autónoma e independiente respecto a cualquier
otra iglesia, si bien existe un claro sentido denominacional que permite
cooperar y expresarse en las llamadas convenciones autonómicas, nacionales e
internacionales.
La Primera Iglesia Evangélica Bautista es una Iglesia Cristiana formada
por unos 170 miembros congregantes adherida a la Unión Evangélica
Bautista Española, y que forma parte de una gran familia compuesta por 152.419
iglesias formalmente establecidas en todo el mundo, con una membresía superior
a 45 millones de miembros (sólo se consideran miembros en la cifra
anteriormente dada a los adultos bautizados).
No somos una secta, ni una sucursal de ningún grupo extranjero. Somos miembros
de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) y
estamos inscritos y debidamente reconocidos por el Ministerio de Justicia,
lo que nos permite ser consideradas como "Iglesia con notorio arraigo histórico"
No somos ningún grupo ocultista. No hemos tenido nada que ver jamás con la
Masonería, los mormones, los Testigos de Jehová (lamentamos el oportunismo de
tal grupo de patentar uno de los nombres judíos sagrados de Dios, el de Jehová,
y que por ello lógicamente es citado en miles de textos de la Biblia. No somos
ni Pentecostales, ni somos Carismáticos, y aun perteneciendo al mismo sector
del cristianismo tenemos diferencias notorias a nivel teológico, eclesiológico
y litúrgico.
NUESTROS PRINCIPIOS
DOCTRINALES BÁSICOS
1.Creemos que la Santa Biblia es la única y suficiente norma a la que debe
sujetarse todo juicio, toda creencia, toda conducta, toda organización, todo
responsable.
2.Creemos que las Escrituras enseñan que hay un único Dios viviente y
verdadero, Espíritu infinito y eterno, Creador y árbitro supremo del cielo y
de la tierra y que se manifiesta al mundo en Tres Personas: El Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo.
3.Creemos que hombres y mujeres son pecadores, pese a que la primera pareja Adán
y Eva fueron creados en santidad y capaces de plena comunión con Dios.
4.Creemos que Jesucristo es Dios. Que en él se materializa la voluntad
salvadora de Dios que en su misericordia desea la salvación de todo ser humano.
Que murió en la cruz y resucitó al tercer día y ahora está a la diestra de
Dios Padre.
5.Creemos que sin fe es imposible agradar a Dios y ser
salvos.
6.Creemos que el Espíritu Santo convence de pecado, produce arrepentimiento y
pone en marcha el proceso de santificación personal.
7.Creemos en una Iglesia santa, gobernada por Jesucristo y compuesta por hombres
y mujeres en igualdad de derechos, privilegios y servicios.
8.Creemos en el bautismo y lo administramos conforme a la enseñanza del Nuevo
Testamento por inmersión y que este es requisito previo para formar parte de la
Iglesia.
9.Creemos en la Santa Cena de los creyentes bautizados. Creemos que el domingo
es el día del Señor.
10.Creemos en el mundo venidero y que se está acercando el fin del mundo desde
que Jesucristo tras su resurrección ascendió a los cielos.
Principio I
El señorío de Cristo.
Reconocemos que Jesucristo es exclusivamente el soberano en la iglesia. Ello
significa:
Primero: que nos oponemos rotundamente al totalitarismo político, al
favoritismo sacerdotal, al mecanicismo sacramental y al confesionalismo
doctrinal, porque éstos se interponen entre Cristo y el creyente.
Segundo: El señorío de Jesucristo se extiende al ámbito de los valores
morales. La paz, la justicia, la pureza, la santidad, y la fraternidad son
consecuencia de que Cristo reina en la iglesia y en la vida de los creyentes.
Principio II
La autoridad del Nuevo Testamento.
Frente a quienes mantienen que su tradición religiosa es norma necesaria e
imprescindible junto con el Nuevo Testamento:
Declaramos que el Nuevo Testamento es el fiel y único resultado del testimonio
apostólico. Y por consiguiente es la revelación objetiva que sirve como
fundamento, guía, norma y control de las experiencias subjetivas del creyente y
también de la iglesia.
Aunque doctrinalmente consideramos la Biblia en su totalidad ( a excepción de
los apócrifos y deuterocanónicos) como inspirada, interpretamos el Antiguo
Testamento a la luz- y jamás al revés- del Nuevo Testamento.
Principio III
La Iglesia Bautista.
La Iglesia no salva. De ahí que sólo sean miembros de iglesia los creyentes
acreditados en el bautismo por su confesión personal y pública de fe en
Jesucristo como su Salvador.
El Nuevo Testamento en sus mínimas referencias a la Iglesia en general con carácter
universal jamás define ni insinúa una organización administrativa, jerárquica
y monopolizadora de las iglesias locales a las que escribe, retrata y exhorta
permanentemente. No existe por lo tanto un cuerpo universal llamado iglesia y si
existen las iglesias locales, a veces tan locales que tienen una estructura
propia familiar.
Principio IV
Una iglesia democrática.
Nuestra iglesia es una iglesia local. Cada iglesia es soberana y autónoma.
Somos una iglesia democrática pura. Siendo la iglesia la congregación de
hombres y mujeres creyentes en el sentido que da 1º de Pedro 2:9, "Real
sacerdocio" entendemos que todos los miembros creyentes tienen condición
de sacerdotes y tienen por consiguiente los mismos derechos y privilegios,
diferenciándose tan solo en los carismas que el Espíritu Santo les concede.
Ya que Jesucristo nos iguala en el perdón, porque todos éramos iguales en el
pecado, no podemos aceptar la ordenación jerárquica de una élite, sea ésta
de varones, de ricos, teólogos o místicos.
Principio V
La libertad religiosa.
Creemos que la libertad religiosa es: la libertad, dada por Dios, de creer
(conciencia), de adorar (culto) y de propagar la fe. Todo ello sin trabas ni
coerción gubernamental, ni grupos de poder, ni permisos de otras Confesiones.
Libertad de culto quiere decir adorar a Dios donde, cuando y como uno desee.
Libertad de conciencia.
Creemos que el fuero personal del individuo está por encima de cualquier otra
legitimación organizativa. El hombre fue creado a imagen de Dios. Cada persona
es libre para actuar según los dictámenes de su conciencia respetuosa y
tolerantemente con las libertades y derechos de los demás y el Estado debe
garantizar esta libertad.
Libertad de propaganda.
Sin el derecho a propagar la fe la libertad queda aprisionada. Eso significa una
poderosa convicción y acción misionera en cualquier área del mundo cualquiera
que sea su influencia religiosa.
Libertad política.
Exigimos la libertad cívica de las gentes y los pueblos. Somos defensores hasta
el martirio (ejemplo del mártir Martin Luther King, pastor bautista) en las
libertades humanas.
Principio VI
Separación entre Iglesia y Estado.
La libertad religiosa sólo puede ser garantizada cuando existe separación
entre las Iglesias y el Estado. Creemos en iglesias libres en estados libres.
Nuestra Iglesia reconoce el poder civil del Estado, asume la administración
de la justicia por parte de este, propicia la lealtad al gobierno, enseña la
obediencia a las leyes establecidas y promueve el uso de los canales democráticos
para cambiar las leyes.
Creemos en la igualdad jurídica de todos los ciudadanos e instituciones por
ello: propiciamos un Estado que no discrimine a ninguna iglesia ni
obstaculizando a algunas ni favoreciendo a otras.
Propiciamos una enseñanza laica, por lo que no habrá enseñanza religiosa con
cargo a presupuestos estatales de ninguna religión. No habrá ceremonias
religiosas, ni símbolos religiosos en los ámbitos públicos de enseñanza. Sin
embargo la enseñanza religiosa en el ámbito privado deberá ser respetada y
protegida por la Ley.