El círculo femenino del rey era,
pues, muy numeroso. Un escarabajo que conmemoraba el matrimonio de
Amenhotep III con Kliukhepa, hija de su potente vecino, el rey de
Mitanni, nos informa de que la princesa estaba acompañada por la
“flor y nata de su harén, 317 mujeres “. Y sabemos que Sethi
I había dotado a su hijo Ramses de numerosas compañeras antes de que
subiese al trono ¿Cuál era la suerte de esta multitud de mujeres?
Las grandes esposas residían sin duda alguna en las capitales, junto
al faraón. Todavía se pueden ver en la orilla izquierda de Tebas los
restos del palacio de Melkata en el que vivieron Amenhotep III y
Tiy. Los
bajorrelieves de las tumbas de Tell el-Amarna muestran a la
pareja real Amenofis IV y Nefertiti distribuyendo recompensas en el
palacio de Amarna o recorriendo la cuidad en una carroza acompañada
por las hijas; magnificas pinturas hacen revivir las comidas
familiares. Y los contemporáneos de Ramses II ensalzaban las
bellezas de Pi-Ramses ciudad nueva en la que Nefertari y su real
esposo transcurrieron numerosos períodos. Las reinas madres y las
grandes esposas disponían de ricas fincas con un personal
particular. Es probable que las favoritas disfrutaran de donaciones
análogas. Y la mayor parte de las mujeres de la familia estaban
agrupadas en instituciones a las que se suele dar el nombre de
“harén” (ipetnesut) constituía los apartamentos privados del rey. No
era, como se ha podido imaginar, un lugar de reclusión que reunía a
los eunucos y a las concubinas. En el residían libremente reinas,
príncipes y princesas, en compañía de las damas de la corte u
“ornamentos reales” y de todo un ejercito de servidores, nodrizas,
preceptores, peluqueros y músicos que Vivian allí con su
familia. Los
textos egipcios nos informan de que en el Nuevo Reino existían
muchos “harenes” en los palacios del Alto y del Bajo Egipto. Los
desplazamientos de la familia real y la administración de estos
harenes estaban confiadas al “harén de repuesto”.
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Las dos instituciones más
importantes se encontraban en Menfis y en Mi-Ur, donde actualmente
se ubica Medinet Gurob, a la entrada de la verde región de Fayyum.
Este último es el que se conoce mejor. Es una autentica cuidad con
sus templos, sus viviendas y un amplio palacio de adobe adornado con
columnatas y rodeado por una cerca. Fue erigido bajo Tutmosis III,
acogió a huéspedes ilustres como la reina Tiy, por entonces viuda de
Amenhotep III, y también la princesa hitita Maathorneferura. En las
inmediaciones, un importante cementerio reúne ricas tumbas
entre las cuales se halla la del principe Ramses-nebuben, muerto a
los veinte anos. En ellas se han encontrado objetos preciosos,
estatuillas de madera y delicados juegos de tocador. Se sabe que el
palacio tenía rentas propias; estaba ricamente dotado de tierras y
ganados, al cuidado de una multitud de administradores, cuyo
recuerdo ha sido conservado por los textos, especialmente los
papiros hallados en al lugar: escribas reales, servidores del harén,
director de las mujeres del faraón. En este marco, se desarrollaba
una vida refinada, en la que la educación de los príncipes y de los
hijos de la aristocracia internacional, la practica de las lenguas
extranjeras, la música y la danza ocupaban un lugar privilegiado.
Para las siervas, muchas de las cuales venían de los países vecinos,
la realidad era completamente distinta. El harén de Mi-Ur era también un centro
económico: algunos archivos administrativos mencionan el
abastecimiento del harén bajo la autoridad de un “gobernador de
Mi-Ur” y precisan sus actividades: hilado y tejido de las valiosas
telas de lino y de confección de vestidos que eran enviados a la
capital. Parece que también se trabajaba la madera, el marfil, la
cerámica y el vidrio de vivos colores. Desde los tiempos de las pirámides, en el
harén se tramaron complots, cuyos ecos nos han llegado. Estaba en
juego la conquista del poder. (Extraído del ensayo
"Las reinas del Nuevo Reino" presente en el catalogo de la
exposición)
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