"vi
al comandante Shapiro... del batallón de asalto de la
100ª división, abrir de par en par... la entrada al
infierno... En la sombra advertí una presencia. Se
arrastraba en el barro, ante mí. Se dio la vuelta y
apareció el blanco de unos ojos enormes, dilatados...
estaba ante un muerto viviente. Detrás de él... intuí
decenas de otros fantasmas. Huesos móviles, unidos por
una piel seca y envejecida. El aire era irrespirable, una
mezcla de carne quemada y excrementos... Avanzamos sin
decir una palabra... Mujeres, niños, enfermos: eran
incapaces de moverse... No hablaban, me perseguían con
miradas de terror. Los últimos días, para darse prisa,
los nazis fusilaban a millares al borde de las fosas
comunes. Después quemaban todo... No... percibí
felicidad cuando les dije que eran libres. Les veía
revivir, con los ojos que se les iluminaban, pero no
tenían la fuerza para soportar la alegría... 1.300.000
muertos... Hasta 5.000 víctimas al día... He esperado
años para lograr olvidar, después comprendí que
sería... convertirse en cómplice. Y, por tanto,
recuerdo". |