Los halcones de la guerra

Toda guerra es de entrada ilegal por más que algunos intenten defender lo contrario. O supone una quiebra del derecho internacional, que hasta ese momento regulaba el trato entre los dos Estados beligerantes (la agresión de Irak a Kuwait), o representa una violación flagrante del ordenamiento jurídico vigente en un Estado por la insurrección, en su seno, de un grupo social (el golpe de Franco contra la República). No hay más. Después de la infinita tragedia que supuso la Segunda Guerra Mundial, y con la misión de afrontar y evitar este tipo de crueles escenarios, de la voluntad de los pueblos del mundo surgió la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Su fin primordial no es velar por los intereses de los diferentes imperios que hoy, o en el futuro, puedan constituirse, sino tratar de hallar esa difícil solución pacífica a los conflictos que, tanto entre dos Estados como dentro de uno, puedan ver la luz. Y únicamente si fracasa en dicho proceder, puede legitimar el recurso a la fuerza de uno de los contendientes, especificándole su intensidad y finalidad. Es decir, aquel objetivo que una vez alcanzado conlleve la caducidad inmediata de la legitimación atribuida, y por tanto el cese automático de hostilidades. Una acción previa de la ONU de la cual pueden excluirse dos situaciones bélicas, cuyo nacimiento lleva aparejado el de su propia legalidad:

  • La irrupción en un Estado democrático de ejércitos procedentes de uno totalitario. Enfrentamiento militar donde el bando agresor es portador de la autarquía. La población invadida, que hasta entonces disfrutaba pacíficamente de unos derechos y libertades fundamentales, debe y puede defenderlos sin ningún género de dilación.
  • La insurrección, en un Estado totalitario, de un grupo social cuyo propósito sea instaurar las libertades y derechos fundamentales. Contienda civil donde las partidas rebeldes transportan la democracia. La ciudadanía, hasta entonces oprimida políticamente, debe y puede combatir por la fundación sin dilaciones de su propio ordenamiento democrático.


Es en este contexto, y no en otros, donde debe analizarse toda medida de lucha contra un régimen dictatorial que no esté agrediendo a un tercero, es decir a otro Estado. Por ello, frente al Irak posterior a la primera guerra del golfo Pérsico, sólo podría considerarse válida una acción internacional que cumpliera con todos y cada uno de los requisitos previos siguientes:

  • Que la ONU hubiera declarado al régimen de Sadam contrario a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a cuantos preceptos jurídicos del ordenamiento internacional considerase oportunos.
  • Que la ONU hubiera declarado al régimen iraquí engendrador probado de un peligro serio para la comunidad internacional. Es decir que se hubiera demostrado, más allá de toda duda razonable, la existencia de arsenales con armas de destrucción masiva.
  • Que, tras los pertinentes estudios y estimaciones de expertos independientes de cualquier administración, la ONU hubiera declarado al coste humano de la intervención militar en Irak como inferior al provocado por la continuidad de Sadam.
  • Que a iniciativa de la ONU se hubiera convocado una asamblea de toda la oposición iraquí, sin excepciones, y que ésta hubiera declarado el estado de guerra civil contra Sadam para la instauración de la democracia, elegido un Gobierno provisional en el exilio y legitimado la intervención extranjera.
  • Que, bajo la supervisión de la ONU, se hubiera creado el cuerpo militar expedicionario entre los Estados que desearan colaborar y tuvieran reconocido el Tribunal Penal Internacional. Reconocimiento imprescindible para evitar la impunidad de quienes, en el cumplimiento de la misión, cayesen en el abuso o en la ilegalidad. Sería pues inevitable la exclusión de los Estados Unidos al no haber procedido, a día de hoy, a tal reconocimiento.

Es obvio como la invasión pactada en las Azores por, entre otros, Bush y Aznar no cumplió estas condiciones, siendo pues lógico que se la tachara, como así se hizo, de ilegal.

Respecto al crucial tema de los arsenales de destrucción masiva, resultaba muy improbable su creación sin que se hubiera enterado la Administración norteamericana. Durante los cincuenta años de guerra fría, los Estados Unidos invirtieron millones de dólares en sistemas técnicamente avanzados para espiar al enemigo. Entre la hornada de satélites de reconocimiento fotográfico de aplicación militar, destacaban en su momento dos prototipos de la serie "Keyhole" ("ojo de cerradura"), el KH – 11 y el KH – 11 Avanzado, capacitados para enviar imágenes de forma casi instantánea a través de un retransmisor. Entre 1976 y 1988 entraron en órbita nueve KH – 11, en los años noventa se lanzaron tres KH – 11 Avanzado cuya definición de imagen alcanzaba los 15 cm de mínimo. Hoy se dispone de información relativa a tales sistemas gracias a los procesamientos de William Kampiles, que trabajó para la CIA, y del analista de espionaje de la inteligencia naval Samuel Loring Morison. Ambos fueron condenados por sus revelaciones. Destacaban asimismo los satélites involucrados en el programa Lacrosse que, en lugar de extraer fotografías, transmiten ondas de radio. Sus sensores reciben las reflejadas y la transforman en una imagen del blanco. Puesto que las ondas de radio atraviesan el manto de nubes y no sufren ninguna alteración por la oscuridad, el programa Lacrosse suministra a los Estados Unidos un abastecimiento continuo de datos para construir imágenes. Todos estos satélites fueron proyectados por la antaño secreta Oficina de Reconocimiento Nacional, establecida el 6 de septiembre de 1961 para coordinar el trabajo de la CIA y las Fuerzas Aéreas. Dicho organismo llegó a ser tan secreto, que su nombre sólo podía citarse en documentos reputados de máxima reserva. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos no admitió públicamente su existencia hasta 1992. Súmese a lo expuesto el Programa de Apoyo a la Defensa auspiciado por el Ejército del Aire norteamericano. De él derivó otro grupo de satélites caracterizado por incorporar sensores infrarrojos diseñados, especialmente, para detectar la estela de misiles balísticos intercontinentales o lanzados desde submarinos, misiles de alcance intermedio como los SCUD y sondas en órbita baja. Portan, además, diversos sensores de objetivo específico para detectar los rastros de explosiones nucleares en la atmósfera. El decimoctavo modelo se lanzó en febrero de 1997. Operan en órbitas geosincrónicas a 35900 Km sobre la Tierra. Cada uno de los ingenios mentados, más aquellos de los cuales no se tienen noticias, permitieron a los norteamericanos henchir sus alforjas de grabaciones sobre Oriente Medio: el Irak anterior a la invasión. (77)


Las imágenes militares no provinieron sólo de los instrumentos descritos, sino de los vuelos de aviones como el U – 2. Su misión espía quedó a la intemperie a raíz del derribo, en 1960, de Francis Gary Powers, piloto de la CIA, en territorio soviético. Si bien el incidente acabó con sus vuelos sobre la antigua Unión Soviética, durante más de 45 años los U – 2 han sobrevolado y fotografiado objetivos militares del globo entero. Y, evidentemente, fueron utilizados para controlar el cumplimiento de los acuerdos de Irak, según los términos del alto el fuego recogidos en la guerra del golfo Pérsico de 1991. Otro avión de reconocimiento, el SR – 71 de las Fuerzas Aéreas norteamericanas, de los cuales dos prestaban servicios en 1998, aportaron su nada despreciable granito de arena. A una altura que supera los 26000 metros y a velocidades superiores a Mach – 3, son capaces de fotografiar más de 260000 kilómetros cuadrados en una sola hora. El resultado ha sido millones de kilómetros cuadrados registrados en sus misiones. (77)

No es necesario hablar del Sistema de Vigilancia Acústica, SOSUS (que hace tiempo dispuso de bases en nuestra Galicia), ni de sus buques de inspección TAGS – 60. Ambos están destinados a no perder la pista de submarinos enemigos y, como el propio "International Institute for Strategic Studies" reconoció en 1994, el Irak de Sadam nunca tuvo uno. Ni siquiera de propulsión diésel (78).

En conclusión, y a la vista del avanzado método de espionaje norteamericano, si antes de la invasión el régimen iraquí tenía esos arsenales, el Gobierno de Mr. Bush los habría detectado y aportado la prueba irrefutable de su existencia a la comunidad internacional. No caben explicaciones alternativas del tipo: tener la prueba y no hacerla pública. A Bush le interesaba el máximo apoyo a su cruzada, y para ello necesitaba silenciar la voz crítica mediante el concurso de incuestionables datos. Tampoco caben las del tipo: tener el arsenal y pasar desapercibido. De haber sido cierto implicaría la más absoluta ineficacia del procedimiento de espionaje norteamericano. Cualquier país ubicado tecnológicamente a años luz de los Estados Unidos, podría desarrollarse militarmente sin que éstos tan siquiera se enteraran. ¡Absurdo!. Teniendo en cuenta que el sistema fue desarrollado durante la guerra fría, semejante ineficacia hubiera conducido a un presente muy distinto: los Estados Unidos no hubieran sido el país superviviente a esa contienda entre bloques.

Si yo, modesto médico de aldea, sabía todo esto sobre los mecanismos espías norteamericanos, un presidente de gobierno como Aznar era conocedor inequívoco de mucho más
. Y al no haber aportado Mr. Bush las pruebas irrefutables de la existencia de los arsenales, tenía el primigenio deber de dudar y de no apoyar ninguna iniciativa mientras no fueran proporcionadas. ¿Por qué entonces Aznar, incumpliendo su obligación natural de actuar guiado por la prudencia, eligió apoyar la sangrienta iniciativa de Bush?.

Mientras Aznar vive holgadamente en su supuesto retiro político, mientras Bush disfruta de la Casa Blanca y su rancho de Texas, mientras Rajoy nos tortura intentando pintar como blanco lo que es irremediablemente negro, mientras los que gobiernan por Fraga nos llaman a la movilización por los 895 millones de euros que RAMSA no obtiene del Ejecutivo socialista por el AVE de Serrabal, estos son los éxitos de la guerra de Irak:

  • Estudio sobre "Mortalidad antes y después de la invasión de Irak", año 2003. Responsable: Universidad John Hopkins, Estados Unidos. Conclusión: más de 100000 civiles muertos, entre ellos niños, como consecuencia directa de bombardeos o acciones militares de la fuerza multinacional. (10)
  • Denuncia de 31 de marzo de 2005 de Jean Ziegler, relator suizo de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre Alimentación, según informe de la Unicef (10):

"Más de una cuarta parte de los niños iraquíes menores de cinco años [el 25%] sufren problemas de desnutrición crónica y grave, y el nivel de mortalidad debido al agua no potable y a la falta de calorías aumenta masivamente [antes de la intervención militar este índice alcanzaba tan sólo el 3%].
Hay indicios de que la coalición militar recurrió al corte del suministro de agua potable e incluso bloqueó el acceso a alimentos a la población civil para controlar algunas ciudades iraquíes. [Con el ataque de noviembre pasado contra la ciudad de Faluya, en la que residían medio millón de habitantes,] el bloqueo de la alimentación y la destrucción de las reservas de agua fueron utilizadas como armas de guerra [por las fuerzas militares extranjeras. Eso constituye] una violación evidente de las Convenciones de Ginebra[, los tratados que regulan el derecho internacional humanitario en casos de guerra]".

Y por último, para que la verdad se abra camino entre el tupido bosque de mentiras y falsedades en el cual nos quieren hacer vivir, he aquí los hechos siguientes:

  • 6 de abril de 2005. Proposición no de Ley, Congreso de los Diputados. El PSOE solicitó: que la Cámara declare "más allá de toda duda razonable" que el régimen de Sadam Hussein no tenía armas de destrucción masivas en 2003, antes de comenzar la guerra. (15)
  • 18 de mayo de 2005. La Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de España declaró "probado, más allá de toda duda razonable[, que en marzo de 2003, Irak] no poseía ni estaba en condiciones de poseer armas de destrucción masiva". "Hoy sabemos que todo aquello que se nos dijo era falso[, por lo que] cabe preguntarse por las consecuencias de aquel engaño", dijo Rafael Estrella, ponente y portavoz socialista. La proposición incluye citas a Aznar y Rajoy, en las que aseguraban la posesión de tales armas por parte de Sadam. También se remite al informe del principal inspector estadounidense de armas en Irak, Charles Duelfer, quién afirmó que Sadam no tenía esas armas desde 1991. (79)
  • 29 de mayo de 2005. Declaraciones de Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz: "Lo que si tengo claro es que, si a una violencia yo le opongo otra violencia, lo que tengo son dos violencias, pero desde luego no la solución del problema… Le he mandado una carta a Bush. En la carta le digo que, cuando Bush ora a Dios, Dios se tapa los oídos… En Estados Unidos ya no hay una democracia, hay una ‘democradura’, como dice Eduardo Galiano. Nosotros peleamos para desarmar la conciencia armada… Para el rico, los valores sólo son económicos, no sociales". (82)

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