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(Exterior de LA, limusina de RS. La limusina llega a una gran mansión y se detiene en la entrada. Steele baja del coche y se aproxima a la ventanilla del copiloto para hablar con Fred.)
STEELE: Estas entrevistas suelen demorarse bastante, Fred. Te llamaré cuando termine, ¿entendido? (Fred asiente) ¡Hasta luego! (Steele se aparta del coche y se aproxima a la puerta de entrada de la casa. La limusina se aleja de la casa)
(Steele llama al timbre y espera algunos segundos hasta que la puerta se abre y aparece un mayordomo)
S: Buenas tardes. (se quita las gafas de sol que llevaba puestas) Soy Remington Steele. (sonríe mientras va caminando hacia el recibidor) Tengo una cita con B. G. Sinclair.
MAYORDOMO: Pase, señor. (le invita a pasar con un gesto)
S: Gracias. (termina de entrar en el vestíbulo y echa un vistazo a su alrededor, apreciativamente. Una atractiva mujer rubia está esperando en una habitación contigua y le llama)
MUJER: ¡Sr. Steele! (coge su bolso y una estola y comienza a caminar hacia él. Steele también sale a su encuentro) Me alegra que haya venido.
S: (extrañado) ¿Es usted B. G. Sinclair?
BG: ¿Decepcionado?
S: (intenta recuperarse) Oh, todo lo contrario. (ayuda a B. G. a ponerse la estola) Pero pensé que el presidente de Industrias Sinclair sería...
BG: ¡Sería un hombre! Ocurre a menudo.
S: (sonriendo) ¡Debería haberlo imaginado, Srta. Sinclair!
BG: ¡Billie! Espero que me dedique la noche. ¿Nos vamos?
S: (sorprendido) ¿Vamos a algún sitio?
BG: Sr. Steele, tengo por norma conocer bien a mis nuevos socios antes de acostarme con ellos... (Steele le mira como si no supiera si sentirse escandalizado o halagado) por así decirlo.
S: Muy bien dicho.
BG: Bueno... (coge a Steele del brazo y le guía hacia la entrada) podemos pasar aquí la noche hablando de mi contrato de seguridad empresarial...
S: (aún sonriendo) No estaría mal.
BG: O... (se vuelve para mirarle a la cara, de forma sugerente) podemos discutirlo disfrutando de una velada y hablando de cosas personales.
S: (aparentemente tentado por la propuesta) Mucho más... personales. (los dos ríen y continúan caminando. El mayordomo les abre la puerta y salen de la casa)
(una limusina blanca les está esperando en la entrada)
BG: ¿Comprende que le pedí que no le acompañara su socia, la Srta. Holt? (el chofer abre la puerta de la limusina y B. G. entra en el coche)
S: Si, si. (da la vuelta al coche y entra por la otra puerta, sin dejar de sonreír en ningún momento)
BG: (mirando a Steele de frente) Espero no haberla ofendido, pero creo que complicaría las cosas.
S: (mirándola también de frente y sonriendo de nuevo) La comprendo perfectamente. Casi le pido que viniera para facilitarle su aprendizaje, pero seguro que cuando le explique todo a la Srta. Holt estará absolutamente de acuerdo con usted. (Steele aparta la mirada y suspira, al parecer preocupado por el rumbo que están tomando las cosas)
BG: Bien (saca dos copas de champán del bar y le ofrece una a Steele. Éste la acepta) Brindemos por el comienzo de algo--especial. (brindan)
(la limusina arranca y sale de la mansión)
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(Habitación de hotel, mañana. Las mantas de la cama comienzan a moverse y finalmente aparece de entre las sábanas Steele, con un aspecto deplorable y barba de varios días. Tiene la boca seca, y se frota los ojos con la mano. Mira a su alrededor desconcertado, y no parece reconocer el lugar. Aparta las sábanas y se incorpora en la cama. Finalmente se levanta, y vemos que sólo va vestido en ropa interior. Da la sensación de sentirse desconcertado y mareado. Se aproxima a la ventana y echa un vistazo al exterior: no parece reconocer nada. Se acerca a la mesa y se sienta en la silla. Bebe un sorbo de una taza que hay sobre una bandeja y a continuación descuelga el teléfono. Marca el número de recepción)
S: Soy... el Sr. Steele, de la... (busca la llave en la mesa y lee el número de la habitación) 1019. Una pregunta: ¿qué hotel es este? [...] ¿El Rexford Palms? Oh, si, magnífico hotel, si, claro. ¡Buenos días! (cuelga el teléfono apresuradamente y toma otro sorbo de la taza intentando despejarse. Mira en su cartera: todo parece estar en orden--no le han robado. Vuelve a descolgar el teléfono)
S: Soy otra vez Steele. Una pregunta inofensiva: ¿Qué día es hoy? [...] (se asusta al oír la respuesta) ¿Seguro? [...] No, no, por nada... (intenta quitarle importancia) Por nada. Quería confirmar su competencia. Dígame, telefonista, para comprobar mis fechas... (temiendo la respuesta) ¿cuándo me registré? [...] ¡Hace un par de días! Recuerda...? Recuerda si vine con alguien? [...] Ah, ¿intentaba esconderme? ¡Al menos lo intenté! (intenta bromear) ¡Buenos días! (vuelve a colgar precipitadamente, y toma otro trago, cada vez más alarmado)
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(Interior de las Torres en Century City, ascensor. Se abren las puertas del ascensor y sale Steele, con el mismo traje que llevara dos días antes y las gafas de sol puestas. No se ha afeitado y mientras camina por el pasillo intenta arreglarse la camisa y la corbata. Llega a las puertas de la agencia y, cuando está a punto de abrir la puerta para entrar, se para en seco, sorprendido ante algo que ve en el interior. Todo el mobiliario está cambiado: hay dos sofás de cuero negro, y colgando de la pared el cuadro de una mujer ligera de ropa. Finalmente, Steele entra en la agencia, pero con cierto reparo. Dos transportistas aparecen de su despacho llevándose uno de sus antiguos sillones)
TRANSPORTISTA: ¡Oiga, quítese de en medio!
S: Caballeros, ha habido un malentendido...
T: ¡Quítese de ahí, oiga! (Steele se aparta, y los dos hombres salen)
(Mildred sale en ese momento de la oficina de Laura con una caja de cartón, que parece que contiene efectos personales, en la mano. Steele se quita las gafas y se aproxima a ella)
S: Mildred, ¿qué es esto? Falto un día y cambia el mobiliario.
M: (le mira, preocupada) Jefe, (apoya su mano en el brazo de Steele) me alegro de verle por aquí. Me parece mentira... (se percata de su aspecto) ¿Qué le ha ocurrido? (le aprieta más fuerte el brazo) Puede explicárnoslo todo, ¿a que si?
S: Mildred, todo el mundo falta al trabajo de vez en cuando. Esto es absurdo.
M: La Srta. Holt ha estado enloquecida, pero avisó a Reuben. Seguro que todo se arreglará, ¿a que si? (Mildred parece demasiado ansiosa por creerlo) Ahora que esta usted aquí...
S: ¿Reuben Saltzman, el abogado? ¿Qué tiene que ver con él?
M: Oh, jefe, no está bien, ¿verdad? (parece desesperada) ¡Se acabó!
S: (empieza a irritarse al no entender nada) Oh, ¡estoy bien, Mildred! ¡Tú eres la que desvaría! ¿Dónde está la Srta. Holt? ¡A ver si se llevan todo esto de aquí!
M: Está ahí dentro con él.
S: (cada vez entiende menos) ¿Con él?
M: (señala con el dedo) Ya sabe quien, ¡Cranston!
S: (no lo sabe) ¿Cranston?
M: Estamos acabados. (deja la caja encima de la mesa)
(Laura sale de la oficina de Steele con una carpeta en la mano. Se asombra al verle)
S: (él también está asombrado) Oh, ¡Srta. Holt!
L: (se encamina a él rápidamente y le abraza, obviamente aliviada al verle) Oh, ¡Sr. Steele! (se aparta un poco para verlo mejor) ¿Cómo estás?
S: (sin comprender su exceso de efusividad) Pero si sólo he faltado un día...
L: (suspira y se vuelve para hablar con Mildred) Por fin podrá contárnoslo.
S: (no comprende) ¿Cómo?
L: ¡Qué mal aspecto tienes! ¿Seguro que estás bien?
S: Si, si, me encuentro bien, pero...
L: Le he dicho a Reuben que analice la firma. Seguro que es falsa, obtendrá un requerimiento en cuanto le cuentes todo lo que pasó...
S: ¿Requerimiento? ¿Firma? ¿De qué me hablas? ¡Es como si me hubiera equivocado de película!
M: Así es. ¡Estamos acabados! ¡Acabados!
L: (intenta mantener la calma, pero parece encontrarlo difícil) No es momento para asustarse.
M: Y si no lo es ahora, ¿cuando?
S: ¿Alguien tiene la amabilidad de contarme...?
(Steele es interrumpido por los transportistas de antes que traen un cuadro similar al que ya hay colgado en la pared. Laura parece alarmarse por momentos, uniéndose al ambiente general)
T: ¡Dejen pasar por aquí!
S: (suplicante) Por favor, que alguien me diga qué demonios pasa.
(un hombre trajeado sale de la oficina de Steele)
HOMBRE: (a los transportistas) Tened cuidado, es un tesoro de familia. (reconoce a Steele) Me pareció reconocer su voz. (sonríe ampliamente) ¡Qué buen aspecto, Sr. Steele! (se ríe) Es una broma. Usted siga haciendo lo que tiene que hacer con tal de que obtengamos resultados. Cuando tenga un momento pase por mi despacho. (vuelve a entrar en la oficina)
(Laura y Mildred intercambian una mirada. Luego Laura se vuelve hacia Steele)
S: (totalmente desorientado) ¿Un cliente nuevo? (Laura eleva la mirada hacia el cielo, exasperada)
(Laura coge a Steele del brazo y lo conduce a su despacho, mientras Mildred permanece en el sitio, musitando)
M: (en sollozos) ¡Estamos acabados! ¡Acabados!
(Laura y Steele entran en la oficina de Laura. Steele se apoya en la mesa de despacho)
L: ¿No conoces a ese hombre?
S: No le había visto en mi vida. ¿Qué demonios está haciendo en mi despacho? (echa un rápido vistazo a la habitación) ¿Y qué pasó con tus muebles? ¿Qué demonios pasa aquí, Laura?
L: (enigmáticamente) 36 horas.
S: James Garner, Rod Taylor, de la Metro, 1964, pero eso no explica...
L: ¿Dónde has estado las últimas 36 horas?
S: En el hotel Rexford Palms, durmiendo a pierna suelta. Lo único que recuerdo es que después de mi cita del miércoles con B. G. Sinclair de repente era viernes por la mañana.
L: ¿Te suena de algo el club Colony Park?
S: (no le suena) ¿Debería?
L: Escúchame bien. Hace dos noches en el club Colony Park te emborrachaste y en una partida de póquer donde se apostaba un cuarto de millón de dólares ofreciste la agencia como garantía. (Steele se alarma) ¡Y perdiste! Ganó ese hombre que está ahí, Harry Cranston. (Steele no puede creer lo que está oyendo)
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(Despacho de Steele. Cranston está hablando con un grupo de seis personas, todos ellos llevando un collarín. Todos, menos Cranston están sentandos en sillones que hacen juego con los sofás de cuero que hay en el recibidor)
CRANSTON: (pasea por la habitación) Y permítanme asegurarles que cuando se trata de investigar el sistema de transportes de Los Ángeles, el Sr. Steele no tiene rival.
(Steele irrumpe en la oficina, enfurecido. Laura entra tras él)
S: Cranston, ¿verdad?
C: (entusiasmado) ¡Steele! Quiero presentarle a la familia Imala Pindi de Pakistán. El mejor grupo de posibilidades que he visto jamás. (los presenta) Ahmed, Amara, Kasala, Muntan, Sali...
S: (no se anda por las ramas) ¡Muy bien! Pero tenemos un asunto que aclarar, Cranston.
C: (sin perder la sonrisa) No te apresures, Steele. Cuando la cadena de supermercados se entere de esto, la agencia obtendrá una publicidad que nunca hubiera soñado...
S: (más enfadado. Le agarra de la solapa de la chaqueta) ¡Estoy hablando de algo entre usted y yo! ¡De eso hablo!
L: (se interpone entre los dos hombres y logra separar a Steele de Cranston, le arregla la solapa del traje a Cranston y le lanza una de sus "sonrisas" entre dientes. Se dirige a Steele) Steele, no es una buena forma de empezar una buena relación con nuestro nuevo jefe. (a Cranston, la sonrisa aún puesta en la cara) Está un poco nervioso con el cambio de organización. (le da a Steele una palmadita en el pecho)
C: (a Laura) Comprensible, supongo. Pero debe entender quien es el jefe. (se dirige a Steele) Steele, se lo advierto.
L: (sigue sonriendo entre dientes) ¿Podríamos hablar de esto fuera? (señala la puerta)
C: (a la familia Pakistaní) Disculpen un momento.
(Steele se adelanta y abre la puerta. Los tres salen a la recepción)
C: Steele, antes de que firmara el pagaré se lo advertí...
S: Un momento, un momento. ¿Qué pagaré?
C: (a Laura) Al parecer cuando bebe no se acuerda de nada, ¿verdad?
L: (respira profundamente, y contesta a la pregunta de Steele) Un pagaré por el que le entregabas la agencia y todas sus pertenencias.
C: Le dije que jugara con la cabeza y no con el corazón, oh, pero estaba decidido. Admito su valentía, y me siento orgulloso de haber jugado con usted, (se retoca el nudo de la corbata) pero, Steele...
S: (irritado) Laura, ¡no conozco a este hombre, no jugué a las cartas con él ni le firmé ningún pagaré!
C: Tómese el tiempo que quiera para recobrarse del susto. Es lo menos que puedo hacer antes de matarle a trabajar...
(suena el teléfono. Mildred contesta desde su mesa en recepción)
M: Investigaciones Remington Steele, una sección de Industrias Cranston.
S: (indignado) ¡Esto es inaudito!
M: (alcanzando el teléfono a Cranston) Para usted, Sr. Cranston. La revista Penthouse.
L: (no se lo puede creer) ¿Qué?
C: No sea tan inocente, Srta. Hall.
L: ¡Holt!
C: Promoción. La investigación está de moda. Si consiguen publicidad en los medios tendrán los clientes agrupándose en la puerta. (ni Laura ni Steele parecen muy convencidos) Hay una conspiración en Washington que quiero que investiguen. Dejará al Watergate en pañales. Éstos, (señala el teléfono) están interesados en comprar la exclusiva. (vuelve a entrar al despacho de Steele. Laura y Steele le siguen con la mirada, indignados)
S: (señala la puerta por la que acaba de entrar Cranston) Un sinvergüenza y un embustero, pero un cerebro para el marketing.
(Steele es interrumpido por la voz de Cranston desde su oficina, despidiendo a la familia pakistaní)
C (en off): Váyanse tranquilos. El Sr. Steele se pondrá en contacto con ustedes. (la familia de pakistaníes sale del despacho hasta la puerta de salida)
(dos hombres se cruzan con los pakistaníes en la puerta y entran. Laura reconoce a uno de ellos, un hombre con gafas y aspecto apocado)
L: Oh, Reuben, ¡gracias a Dios!
REUBEN: ¡Srta. Holt! (se percata de la presencia de Steele) Encantado de volver a verle, Sr. Steele...
S: (paseando nervioso) Gracias, Reuben, pero el encanto se ha echado a perder.
L: (a Reuben) ¿Trae el requerimiento?
R: (dubitativo) No--exactamente.
S: ¿Cómo que no exactamente? Ese hombre de ahí dentro, (señala la puerta con el dedo) es un embustero, y además un impostor.
R: Si, pero hay que demostrarlo, por eso me he traído a Fairbanks (señala a su acompañante con un gesto de la mano) para que se lo diga él mismo. Por el momento, Sr. Steele, todo se basa en que el pagaré que usted firmó voluntariamente es una falsificación.
S: (está a punto de explotar) ¡Reuben, claro que es una falsificación!
R: (no muy convencido) Si... Bueno, Sr. Fairbanks... (le da la palabra)
FAIRBANKS: Me llamo Kenneth Fairbanks, soy un calígrafo experto que he participado en muchos casos de falsificación, muy numerosos para mencionarlos... Pueden pedir referencias, si lo desean. (Steele le mira preocupado) Bueno... (saca unos papeles de su maletín) no sólo he analizado esta firma yo, sino que también he contrastado opiniones con otros dos eminentes miembros de mi profesión, también pueden pedir referencias... Hemos llegado a la misma conclusión: esta firma es sin lugar a dudas la del Sr. Steele.
S: ¡Imposible!
F: (algo ofendido) Improbable, quizá, pero aún así demostrable.
R: (tímidamente) Estoy un poco ofuscado por el momento.
S: (a Laura) Tienes que creerme, no firmé ningún pagaré.
L: (sin cambiar de expresión) Te creo.
S: (sorprendido) ¿Me crees?
L: (de nuevo a Reuben) Reuben, tiene que hacer algo para evitar esto, una orden de detención, algo...
R: Verá, no tengo muy fresca esa legislación...
M: (desde su mesa) ¡Pues ya puedes ir haciendo memoria, idiota! Ya va siendo hora de que te ganes tus honorarios. (Reuben sonríe, nervioso y algo avergonzado)
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(Calles de LA, día. Laura y Steele van conduciendo en el Rabbit. Steele se ha cambiado de ropa y se ha afeitado)
L: Desde luego no cabe la menor duda de que eres la víctima de un perfecto fraude.
S: ¿Lo creíste siempre?
L: ¡Claro! Después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿en serio crees que iba a pensar que apostarías la Agencia Remington Steele, el mayor logro de mi vida, el producto de seis años de duro trabajo, como garantía en una partida de póquer? (Steele no está muy seguro de la actitud de Laura) ¿Crees que iba a considerarte tan irresponsable, tan loco, tan estúpido...?
S: ¿Tengo que contestarte?
L: Bueno, mientras Reuben intenta dar con la solución jurídica que pueda detener a Cranston, y que no convierta la oficina en el paraíso del escándalo... tenemos que averiguar quién está detrás de todo, cómo lo hicieron y por qué.
S: Laura, te lo tomas con mucha calma.
L: Sr. Steele, cuando Cranston entró en mi vida, yo tenía dos elecciones: creerte a ti y saber que todo se arreglaría o creerle a él, en cuyo caso tendría que haberte dado caza, arrancado el corazón y lanzarlo a los cuatro vientos antes de saltar *yo* al vacío.
S: (sonríendo) Buena elección, ¿a que sí?
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(Mansión Sinclair, exterior. El Rabbit llega a la entrada principal, y Laura para el coche. Ni ella ni Steele bajan)
S: Pusieron algo en el champán, Laura.
L: Mmm, es posible.
S: Si no me equivoco, esa tal B. G. Sinclair ya habrá desaparecido.
L: ¿Cómo estás tan seguro? (abre la puerta y sale del coche)
S: Con la Muerte en los Talones, Cary Grant, Eve Marie Saint, dirigida por Alfred Hitchcock, de la Metro, 1959. Grant regresa a la mansión que estaba llena de espías y resulta que se la encuentra llena de personas normales.
L: Vamos a ver.
(Steele sale del coche y los dos se acercan a la entrada. Laura toca el timbre. El mayordomo abre la puerta)
MAY: ¿Si?
S: Se acuerda usted de mi, ¿verdad, James? Remington Steele. Vengo a ver a mi querida amiga B. G. Sinclair.
MAY: (educadamente) Creo que no podrá ver a la Srta. Sinclair.
S: (secamente) ¿De verdad?
L: Quizá pueda decirle a la Srta. Sinclair que es urgente.
MAY: Lo siento. Tendrá que esperar a que regrese de su rancho en Wyoming. (comienza a cerrar la puerta)
S: ¿Wyoming? (empuja al mayordomo antes de que pueda cerrar la puerta del todo y entra en la casa seguido de Laura) Discúlpeme un momento.
MAY: (siguiéndolos) ¡Un momento, un momento!
S: Gracias por dejarnos pasar.
MAY: ¡No se le permite entrar!
(Steele y Laura entran en la sala y ven que todos los muebles están cubiertos con sábanas)
S: Lo sabía, lo sabía. ¡Ya se ha largado!
(se oye la voz de B. G. desde lo alto de las escaleras)
BG (en off): ¿A qué viene tanto jaleo?
MAY: (se encamina hacia las escaleras) Srta. Sinclair, lo siento muchísimo.
BG: (baja por las escaleras. Mira a Steele, indignada) ¡Usted!
L: (susurrando a Steele) ¡Bravo por el presentimiento!
MAY: (disculpándose) Lo siento en el alma.
BG: (al mayordomo) No tiene importancia. Coge mis maletas. Yo me encargo del Sr. Steele. (se dirige de nuevo a Steele) Me sorprende que haya tenido que pasarse/casarse para dar la cara.
L: Srta. Sinclair, soy Laura Holt, socia del Sr. Steele, y quería...
BG: Pobrecita...
S: (irritado) Dejemos los cumplidos para después. Quiero una explicación, y la quiero ahora.
BG: (ofendida) ¿*Mi* explicación? Nunca en mi vida me habían ofendido así.
L: ¿Ofendido?
BG: Créame, Srta. Holt, comprendo que hay hombres que tienen que demostrar su virilidad bebiendo sin límites...
S: (también ofendido) Eh, eh, eh... ¡Espere un momentito!
L: Vamos, Srta. Sinclair, cuénteme lo que ocurrió. (Steele se aleja nervioso)
BG: No hay mucho que contar. Fuimos al club...
L: ¿Al Club Colony Park?
BG: Si. Siempre se juega a las cartas en el salón privado. El Sr. Steele, algo chispa debido al champán, se tomó varias copas más y me abandonó, a su anfitriona y cliente, delante de todos mis amigos.
L: Y se puso a jugar al póquer.
BG: Si.
(Steele la mira, sin poder creérselo)
L: Y cuando terminó, usted le llevó al hotel Rexford Palms...
BG: (ríe, indignada) ¡Ha! ¡Por supuesto que no! Su comportamiento me molestó tanto cuando se puso a jugar a las cartas que cogí el coche y regresé a casa.
S: Yo--jugaba a las cartas con sus amigos, ¿no es así?
BG: ¡Mis amigos no jugarían a las cartas con un hombre en su estado!
L: ¡Pues menuda noche!
BG: Fue una pesadilla, se lo aseguro. Si me disculpan, no quisiera perder mi avión. (sale. Laura y Steele se la quedan mirando mientras se marcha)
*************************
(Carretera, Laura y Steele están en el Rabbit)
L: ¡Es buena, es muy buena!
S: Es todo un invento, Laura, una patraña.
L: Pero convincente para construir una teoría delante del tribunal...
S: ¿Qué?
L: Si queremos vencerles, debe ser como dijo Reuben; con pruebas.
S: ¿Y cómo las conseguiremos?
L: Siguiendo adelante hasta que encontremos una pista. Próxima parada: ¡Colony Park! (llegan al club y Laura para el coche) ¿Te suena de algo?
S: Ligeramente. (sale del coche)
(un aparcacoches abre la puerta del conductor, y Laura sale del coche también. Se encaminan los dos a la entrada del club. El portero les abre la puerta)
PORTERO: ¡Bienvenido, Sr. Steele! (Laura y Steele le miran, extrañados)
S: (con cautela) Gracias.
(entran al club)
S: Esto no tiene ningún sentido.
(se les acerca un camarero)
CAMARERO: (tiende la mano a Steele) ¡Sr. Steele! Me alegro de volverle a ver. ¿Quién es esta encantadora señorita?
L: (sonriendo entre dientes) Laura Holt.
CAM: Un placer. (vuelve su atención a Steele) ¿Lo de siempre, señor? ¿Caviar ruso helado en salsa verde con un poco de menta?
S: (cada vez con más recelo) Excelente.
CAM: ¿Y para la señorita?
L: (vuelve a sonreír) ¡Whisky! (mira a Steele) ¡Inmediatamente!
(el camarero se aleja)
S: (al oído de Laura) Lo de siempre, Laura. A buscar pistas, ¿recuerdas?
(una chica se tira de pronto a los brazos de Steele)
CHICA: (alegre) ¡Remington! (Steele la mira, incrédulo. La chica se aparta un poco) ¿Es que no te acuerdas de mi? La chica que te dio suerte. (a Laura) ¡Es un encanto! Quería que soplara en cada carta antes de tirar.
L: (sonriendo ampliamente, pero entre dientes) ¡Menudo es! (levanta el brazo de la chica y muestra a Steele la pulsera que lleva en la muñeca: es el nomeolvides de Steele)
CHICA: ¿A qué es preciosa? Me la regaló como propina. (Steele se la arranca de la muñeca)
S: ¡Dámela! (se aleja)
CHICA: (frotándose la muñeca) ¡Eh!
L: Con todos los respetos, pero creo que no quedó satisfecho con el servicio. (le da una palmadita en el brazo, y se aleja también)
*************************
(Torres Gemelas en Century City, ascensor. Steele y Laura salen en su planta y comienzan a caminar por el pasillo hacia la agencia)
L: Tranquilidad, Sr. Steele, ¿recuerdas?
S: Laura, hay momentos para la tranquilidad y momentos para la irritabilidad: ¡este es uno de los segundos!
L: Es porque no hemos sido capaces de desmentir ningún detalle en la historia de Cranston. No podemos permitirnos que nos despidan de nuestra agencia, así que nuestra única posibilidad es mantenernos cerca y observar a qué juegan. (llegan a la agencia, y el letrero de la puerta ha cambiado. Laura lee lo que dice) ¡División de Industrias Cranston! (Steele y ella se miran)
S: Tranquilidad... (entran por la puerta, y su sorpresa es aún mayor cuando descubren que tras la mesa de recepción no está Mildred, sino una joven rubia limándose las uñas)
JOVEN: ¿Desean algo?
S: (a la joven) ¿Quién es usted?
JOVEN: La Srta. Rabello, la nueva recepcionista. ¿A quién debo anunciar, señor?
L: (sin moverse del sitio) ¿Dónde está Mildred?
(Cranston sale del despacho en ese momento)
C: ¿Krebs? La despedí.
S: ¿Cómo dice?
C: Vamos, chico, hay que ofrecer una imagen. Nadie quiere ver a una vieja gorda contestando al teléfono.
L: (explota y se lanza a su cuello) ¡Es un animal!
S: (intenta separar a Laura de Cranston) ¡Tranquila!
(entonces sale Mildred con sus objetos personales de la otra oficina. Está llorando, y sale corriendo por la puerta)
L: (coge su bolso y sale en busca de Mildred) ¡Mildred! ¡Oh, Mildred!
C: (arreglándose el cuello del traje) Una mujer apasionada... (a Rabello) Toma nota.
RABELLO: Oh, bien. (busca su bloc de notas)
C: ¡Queda despedida!
S: (arreglándose la corbata) No me parece buena idea, Harry. Por muy temperamental que sea, tiene muchos valores. Es fundamental dentro de la corporación. No querrá quedarse sin ella, ¿a que no?
C: Está bien, le doy otra oportunidad. Pero hable con ella.
S: Por supuesto.
C: (sonriendo, le da una palmada amistosa en el hombro) Veo que por fin ha recapacitado, Steele.
S: (sonríe también) Vamos a llegar a conocernos muy bien, ¿sabes, Harry? (le da una palmada en la espalda) ¡Garantizado! (aprovecha para quitarle un sobre que lleva en el bolsillo)
C: (a Rabello) Ven que te dicte una cosa.
RAB: De acuerdo. (los dos entran en el despacho de Steele)
S: (cuando se han marchado, deja de sonreír y lee en voz alta la dirección del sobre que le ha quitado a Cranston) "Harry Cranston, Los Ángeles..." (mira en dirección del despacho)
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(Pasillo. Laura está consolando a Mildred)
L: Mildred, todo esto es un lío pasajero.
M: ¿Si? ¿Cómo está tan segura?
L: Porque vamos a demostrar que esto es un fraude, y que el Sr. Steele es inocente de todo lo que dicen.
(Reuben aparece en ese momento por el pasillo)
R: ¡Srta. Holt!
L: ¿Algún progreso, Reuben?
R: Puede. Tengo que ir a buscar unos papeles al juzgado en el centro, ( sale por la puerta de la agencia y se les une) pero lo que necesito es que usted o el Sr. Steele me ayuden a preparar toda la documentación que tenemos...
S: (irónico) ¡Qué lugar para reunirse!
M: Este caballero, (señala a Reuben con la cabeza) tiene dificultades con el papeleo.
L: (a Steele) Tengo que irme con Reuben una hora...
S: (le interrumpe) Mientras estabas ocupada tranquilizándola conseguí una pista sobre Cranston: (le enseña el sobre) ¡Una dirección!
L: (mirando el sobre) Lo primero es lo primero. Te llamaré en cuanto terminemos. ¡Vamos Reuben! (coge a Reuben del brazo y los dos se alejan hacia el ascensor)
M: ¡Jefe! ¡Yo estoy libre!
S: (irónico) Ya veo que hoy es mi día de suerte. (le pasa el brazo por los hombros) Vámonos, Mildred.
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(Exterior de la casa de Cranston, noche. Cranston y la Srta. Rabello, vestidos de noche salen por la puerta principal del edificio. Steele y Mildred, vestidos de negro, están agazapados tras unos arbustos, espiándolos a través de unos prismáticos. Cranston y la Srta. Rabello bajan por unas escaleras y se dan un ligero beso en los labios. Un chofer les espera con la puerta del coche abierta. Entran en el coche, y el chofer arranca finalmente. Salen)
S: (a Mildred) Voy a tener que contarle a Fred la diferencia que hay entre ser un buen profesional y un aprendiz. (cambia de tema) Vamos, Mildred, vamos. (se encaminan los dos a la casa)
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(Interior de la casa de Cranston. Steele fuerza la cerradura, y él y Mildred entran en el apartamento. Encienden dos linternas para iluminarse)
M: (refiriéndose al apartamento) Es bonito, pero algo impersonal.
S: Típico de un profesional; no hay nada que nos dé pistas.
M: (le ilumina el rostro con la linterna, acusadora) Pues usted sabrá. (Steele ilumina también la cara de Mildred, y se la queda mirando unos segundos, sin saber qué contestar a su comentario)
(siguen avanzando por la casa y llegan al despacho. Steele se aproxima a la mesa y enciende la lámpara, mientras Mildred inspecciona las estanterías.)
M: Ni siquiera un pañuelo con iniciales.
(Steele se agacha bajo la mesa y descubre varios pasaportes sujetos con cinta aislante bajo el tablero. Steele sonríe triunfante. Mildred se le aproxima)
S: ¡Lo encontré! Muy inteligente, pero no es perfecto. (Steele coge los pasaportes y les echa un vistazo) Vamos a ver. ¡Varios pasaportes falsos! (los lee) Albert Barden, Australia, Roy Parcell, Inglaterra, y Victor Belski, Suecia.
M: ¡Vaya, otro como usted! (Steele le lanza una mirada, así que se corrige) Parecido--a como usted era.
S: Mildred, ¿por qué tengo la sensación de que no me apoyas esta vez?
M: (no muy convincente) Si le apoyo...
S: ¡Estás lista para largarte a la menor oportunidad.
M: De acuerdo, jefe, se lo contaré. (Steele asiente) He visto cómo ha hecho sufrir a la Srta. Holt. Le ha defendido cuando el 99% de las mujeres no lo habrían hecho, y ahora--espero que se lo merezca.
S: (mira al vacío y murmura) ¡Yo también!
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