¡Que tremendo!
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Ayer conversaba con una amiga extranjera, República Dominicana, y entre temas variados lancé la pregunta clásica: ¿que conoces de Pinochet?.

La respuesta, ya repetida para mi, fue: ¿cuál, ese criminal que mató tanta gente?

Es increíble como se ve la figura del dictador desde el exterior, como es la línea informativa que recorre el mundo.

No parto el análisis desde una pose política determinada, que no la tengo, sino como espectador participante necesariamente de los hechos acaecidos en la historia de Chile y en particular en el periodo 1968 a hoy, 1999.

Se nos olvida la larga gestación del periodo de Allende, estadista bien intencionado, pero rodeado de ineptos y aprovechadores, fruto de la falta histórica de educación, a todo nivel, promovida por las tradicionales clases políticas de derecha.

Allende vivió la soledad política que lo llevó a aceptar a su alrededor a los mencionados zánganos y políticos resentidos, con razón. Sin duda que así gobernado el país estaba en un caos sin remedio, con abandono de capitales de inversión, tanto nacional como extranjero, más la presión interna de las clases bajas que entendían que ya no era necesario trabajar porque lo de los ricos era ahora de ellos. Esta mala entendida política, imposible de revertir so pena de ser acusado de traición hizo insostenible la presión social.

Y vino el golpe. Y fuerte, pero necesario aunque moleste. La clase militar por años evaluada con inferioridad, con baja calidad profesional intelectual y remunerativa, tuvo su revanchismo histórico. Ahora podrían, al fin ejercer aquello para lo cual habían sido preparadas: atacar. Y contra quien? Contra todo aquel que se revelara a su sometimiento. Y comenzó el "aseo", eliminación de los elementos rebeldes, con errores y horrores de un grupo desbordado y con el auspicio de una mirada gobernante generosa.

Este nuevo grupo político, el militar, se hizo fuerte, en lo económico y jerárquico.

A modo ilustrativo, dos hechos personales: las remuneraciones aumentaron en cuatro veces desde entre noviembre y diciembre de 1973, de un mes para el otro, a dos meses del golpe militar. Otro, un joven en ese entonces, familiar lejano, que no pudo por sus bajas calificaciones optar a la universidad, tuvo que incorporarse por tal razón a la Escuela Militar, como era la tradición de la clase media y alta. Más tarde, como militar, fue vicerrector de la Universidad de Chile.

Esto demuestra el entorno militar, envalentonado que se encontraron con resistencia política armada, a no dudarlo. Actuaron por la rápida eliminación, incluso se puede decir defensa personal. Hubo excesos, los hubo, pasiones por ambos lados, apoyo militar externo, Fidel por medio también.

La otra cara de la moneda también existió. Por la presión incluso, se volvió al país al trabajo, que se había paralizado, y vino en paralelo un desarrollo nacional a no dudarlo, pese a quien le pese. La población tuvo trabajo, y más que eso, se abrieron posibilidades para el ciudadano común a tener acceso a mejores condiciones de vida. Esto es digno de enfatizarse, pues es la gran obra de la dictadura, que llevo a llamar al país, "el tigre de Latinoamérica" aunque no diera para más allá de gato, el solo hecho de pensarlo ya es bastante decir. Pensar que Chile se convirtió en país exportador, pago de deuda histórica, crecimiento rápido de carreteras, puertos, industrias, hasta le quitó la tradicional timidez a los ejecutivos que se pusieron patudos como nuevos ricos.

Hoy protestan bajo el amparo político de izquierda internacional, los deudos de los guerrilleros que se hizo desaparecer en rápido trámite, pero que en ningún caso estaban en misa o trabajando en una industria cuando los mataron, eso también esta claro. Protestan sí, desde una casa que antes no tenían, con un servicio de agua, luz y alcantarillado que tampoco tenían, con calle pavimentada, con televisor a color, vídeo incluido, después de ir a ver a Luis Miguel en vivo, teniendo auto estacionado a la puerta y hablando por celular. Eso hoy a la crítica se omite y solo se refieren a "los pobres e inocentes familiares desaparecidos" . Hablan del derecho a la vida, la misma que ellos pensaban eliminar. Esa actitud juzgadora me parece injusta, parcial e hipócrita. ¿Cómo están en los países vecinos?

También pienso que mis palabras serían distintas si mi padre hubiera sido uno de los asesinados, en cualquier razón. Quiero ser equilibrado en mi juicio.

Algo más: dictadura es una palabra fuerte, con el recuerdo e imagen de las dictaduras latinas, con dictadores que le dieron fuerte al lucro personal y de la camarilla de turno. Una gota de equidad, aunque no voy a negar que algo de esto se percibe, no fue la tónica de esta dictadura chilena. Obsérvese que la crítica no está ahí porque no lo hubo al menos en forma grosera. Recuérdese que fue una dictadura que entregó el poder tras una democrática elección popular. ¿Dónde se hizo así?

Es mi fría percepción de los hechos, sin pasión, solo con el equilibrio que me da la verdad y la historia. Al menos así lo veo hoy.

¡Qué tremendo es el poder de la información diriguida, no veraz, parcial, que solo dice la verdad interesada!

¡Que tremendo es el olvido y el ver la verdad con acomodación! Así deja de ser verdad.