Miniatura en la que aparece el rey Carlos el Calvo en un trono, flanqueado por dos altos personajes de corte y dos guardias; en la parte anterior, una amplia comitiva de clérigos, dirigidos por el abad, transportan la Biblia, que van a entregar al monarca. La escena está enmarcada  por un arco de medio punto sostenido por columnas con capitel corinto, y bajo el arco surge la mano de Dios, mientras que en las enjutas hay personificaciones de virtudes. Constituye un ejemplo significativo de lo que fue el arte carolingio.