"Una mañana me puse el rifle Winchester al hombro y yendo a casa de mi tío, cerca de Nigger Head, le pregunté a mi tía Mary, su esposa, si estaba él en casa, agregando que había venido a matarlo. Mi tía replicó, con su peculiar sonrisa, que tantos caballeros lo visitaban con esa intención y que después se iban sin haberlo logrado, que yo debía disculparla por dudar de mi buena fe en el asunto. Dijo que yo no daba la impresión de ir a matar a nadie, así que como prueba de buena fe, levanté mi rifle y herí a un chino que pasaba frente a la casa..." (Una Conflagración perfecta)
Ambrose Gwinet Bierce nació un 24 de junio de 1842 en Meigs, County, Ohio en un pobre hogar campesino, marcado por la indiferencia paterna y la tiranía de una madre protestante. Marcus Aurelius, su padre, nunca entendió que leer Byron o la Biblia nada tenían que ver con las tareas propias de un agricultor y que ser padre no consistía en etiquetar compulsivamente a sus nueve hijos con nombres iniciados con la letra A: Amos, Andrew, Augustus, Ambrose, etc. La madre, Laura Sherwood, fue algo más realista: apeló a la Biblia y al látigo para dominar escena tipo numerosa-prole-y-papi-bueno-para-nada. Andrew, uno de los hijos, prefirió fugarse de casa y convertirse en un forzudo e intrépido domador de un circo ambulante; su hermana, también huyendo del dulce hogar, se volvió misionera, sin presagiar que años después, en algún paraje de una selva africana, algunos de sus más descontentos feligreses resolverían devorársela.
Una de las personas que más influyó en la personalidad de Ambrose fue su tío Lucius Verus Bierce. Fue éste un hombre valiente y patriota que encabezó una expedición filibustera al Canadá para libertar a los nativos de la opresión inglesa. Sin embargo, sus buenos deseos no fueron correspondidos por los presuntos libertados. Éstos no quisieron unirse a su causa, por lo que el viejo Lucius tuvo que abandonar raudamente la aventura en medio de persecuciones, maltratos y hambrunas. En estas condiciones de continuos fracasos familiares, Ambrose decidió desentenderse de este peculiar ambiente y encontrar en una mujer de setenta años, el regazo de su primer amor, que previsiblemente no fue ni la pizca de amor eterno que se espera en estos casos. A los quince años, desilusionado del "amor y de la vida", se puso a chambear como aprendiz en el periódico abolicionista Northern Indianan, para seis meses después ser acusado falsamente de robar dinero de la caja, por lo que tuvo que huir del pueblo, al viejo estilo de los Bierce.
A los diecisiete se enrola entusiastamente en la Escuela Militar de Kentucky, pero su estadía sólo duró algunos meses: uno de sus compañeros originó un incendio que destruyó totalmente el instituto. Sin embargo, Ambrose no se dejó amilanar por tan desafortunado suceso. En el corto tiempo de su entrenamiento militar, había adquirido suma habilidad y conocimiento en tácticas armadas y lectura de mapas. Ello provocó irremediablemente que la gente de Lincoln lo enganchara para la Guerra Civil de Secesión, allá por 1861, participando casi tres años en muchas de las más famosas y cruentas batallas como oficial topógrafo primero y luego como oficial de estado mayor. En la batalla de Kenesaw Mountain cae gravemente herido y sufre por meses de alucinaciones y dolores de cabeza. Nuestro héroe tenía 24 años y quedaría marcado para siempre por el horror y la banalidad de la guerra, así como por esa extraña fascinación que la muerte siempre ejerció sobre él y que se vería reflejada, con ese elegante y a la vez corrosivo humor negro, en sus relatos y otros escritos.
Poco tiempo después, con la guerra acabada, Bierce no vio mejor cosa que ganarse la vida elaborando mapas de regiones desconocidas para el gobierno. Más tarde, en 1866, se dirigió a San Francisco y mientras trabajaba de guardia nocturno (léase guachimán) en la U.S. Mint, bajo la luz débil de una linterna, mataba el tiempo escribiendo -como quien mata recuerdos y masculla rencores dejados por la guerra- profusos rollos contra el sistema americano y sus joyitas de siempre, además de garabatear atrevidas caricaturas de personajes políticos. En 1869 entra de lleno en el periodismo escribiendo en la página de "El pregonero del pueblo" bajo la tutela de James M. Watkins, editorialista del News Letters. Misteriosamente Watkins abandona New York y deja el cargo de editor en jefe a su heredero Bierce. Con el tiempo, Ambrose se ganó la chapa de "Bitter Bierce" (el "ácido Bierce") por ese ánimo satírico, mordaz e irreverente que le supo imprimir a sus columnas políticas. En 1871, a los veintinueve, se casa con Mary Ellen Day, obteniendo como regalo de bodas de sus suegros, una larga luna de miel en Inglaterra.
A lo largo de su carrera periodística, escribió en diversos periódicos y revistas humorísticas, políticas y satíricas en Inglaterra y U.S.A. Su último y más prolongado trabajo fue como jefe editoralista para el San Francisco Examiner y la revista Cosmopolitan, ambos medios pertenecientes al controvertido publicista William Randolph Hearst. En ese periodo feliz de columnista y ensayista, y en medio de la fama, el respeto y la riqueza, se separa de su mujer en 1889. Ambrose tenía cuarenta y siete años. Ese mismo año muere su hijo mayor, Day, en una circunstancial pelea callejera. Años más tarde, Leigh, el hijo menor, moriría alcohólico a la edad de 26 años. En 1891 publica sus primeros 26 cuentos en "Cuentos de Soldados y Civiles". Uno de sus cuentos más conocidos es ("psicothriller" lo llamaríamos hoy en día) "An Occurrence at Owl Creek Bridge". Se trata del diálogo entre un soldado a punto de ser ejecutado y su oficial captor. En la década pasada, fue adaptada por Robert Enrico para la famosa serie televisiva La Dimensión Desconocida. En 1893 publica su conjunto de relatos Can Such Things Be?
En 1908 interrumpe su trabajo de treinta años en The Examiner y fuga del mundo. Se va al sur, hacia Texas, en San Antonio, donde se encuentra con sus viejos camaradas de la guerra. Luego se lo encuentra deambulando pensativo por New Orleans, San Francisco, Washington, carburando quizás qué hacer con su vida. Finalmente se dirige a México y se une a las tropas revolucionarias de Pancho Villa. Quizás se sintió tentado de cumplir el sueño heroico de su tío Lucius. O acaso pensó que tenía un pacto irresuelto con la Muerte: nunca quiso tener deudas. Lo cierto es que nunca más se supo de él. Se dice que murió en la batalla de Ojinaga, en enero de 1914. Se dice también que regresó a América y que vivió como un ermitaño en algún paraje desconocido, lejos del mundo "civilizado". No lo sabemos y no nos concierne. Decepcionado de la vida, se burló en cierta manera hasta de la muerte: si murió no dejó testimonio ni tumba que lamentar. A fin de cuentas,cumplió con esa vieja tradición de familia: la permanente huida, el gran escape, la fuga sin huellas, la muerte sin fechas ni lugares.
Nosotros tan sólo le decimos, casi cien años después, chau Ambrosolis, guardaremos tu memoria como bien lo quisiste, con un 1842- ....?, inmortal, sin dejar rastro, sin saber hasta el fin de ti.