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Enrique Barrios
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Entre Antorcha y Espiga



           Es bueno estar aquí, junto a esta copa de burbujeante glinn dorado. Nuestros dos rojos soles impregnan las cepas con radiaciones generosas. Y aquí está el producto final, transformado en la fuerza y alegría líquida vertida en esta copa de cristal iridiscente. Fuerza y alegría, dije, aunque a veces, como ahora, se transforma en algo bastante idiota: nostalgia, tristeza, que sé yo. Es que hoy se cumple justo un ciclo sideral desde que... ¡Bah, froka!

           Es bueno, estar aquí, en una pequeña mesa junto al ventanal del restaurant, contemplando un poco los lejanos valles cubiertos de flores de ondulaya y de tulinarias encendidas, y deleitándome también con esos ojos color amatista que me miran desde la mesa de más allá.

           La gente conversa, algunas parejas danza al fondo, cerca de la suave orquesta. Entre ella se luce entre los teclados y la batería el tipo de raza tuarg. Claro, como ellos tienen cuatro brazos...

           La dueña de esa mirada, la de rojiza cabellera, ella es la culpable de este casi sentirme bien. Cuando entró en el local y nuestros ojos se cruzaron nos quedamos allí petrificados, como sin recordar dónde nos habíamos visto antes. Luego me obsequió una encendida mirada y se fue a sentar en la mesa cuarenta y dos, mientras yo la contemplaba con admiración, casi con reverencia.

           Fue un encuentro predestinado, lo sé, conozco la medida de su alma, se transparenta en su halo de luz, se derrama por esos ojos violeta que no me pierden de vista. Hermosa, fina y alegre; perfecta. Me bastaría levantar mi copa y ofrecerle un brindis y una sonrisa. Aceptaría, claro, es eso lo que espera, el rosa se le enciende en el aura cuando me mira, y a mí me sucede lo mismo.

           ¿De dónde llegas, hada de luz? ¿Es verdad lo que siento? ¿Eres tú el complemento de mi alma? Sí, es ella. Jamás mi corazón sintió esta energía que me encrespa hasta los dedos de los pies. Y pensar que con sólo alzar esta copa lograría desvelar el mágico misterio oculto detrás de la tersura de su pecho... Pasaríamos los dos amaneceres como dentro de un ensueño multidimensional, en un embriagante e inolvidable conocernos, reconocernos, reencontrarnos, algo así de portentoso. Sería una velada de esas que el destino decide regalarnos sólo al fin de muchas existencias. Pero la oportunidad, caprichosa, decidió presentarse justo ahora, cuando este glinn llegó de la mano de imprudentes y archivados recuerdos.

           Y... no sé. Algo dulce y triste se desliza hacia mi pecho... Y yo le dejo venir, como al inesperado amigo viejo.

           Era un planeta azul. Ya no conservso su nombre. Tantos atardeceres bajo tantos cielos...

           Tuve amigos, no muchos, ninguna mano al cien por ciento. Aquí es distinto. Todos somos como hermanos, pero tengo un compinche muy especial: Bgron, ingeniero en retroplasmática. Yo, a mucha honra, soy aspirante a Servidor, con varias misiones a la espalda, en diferentes cuerpos y mundos, pero como resulté algo lerdo, todavía no me gradúo. Bgron dice que tengo froka en el cerebro, que los aspirantes a Servidor somos masoquistas por naturaleza. Él se las da de vivo, pero si hace falta, por mí se la juega. En nuestro último encuentro conversamos hasta mucho después de que el segundo sol estuvo en lo alto. Aquella noche me asaltó el mismo viejo intruso, el aguafiestas sentimiento opaco que en este instante me impide llamar a la dama de mirada violeta.

           Bgron esuchaba mis recuerdos:

           - ¡Con las armas que fabricaban destruían ciudades completas!

           Pero él no quería saber. Es un misterio ese bicho. O es un niño que prefuere desconocer ciertas miserias del universo, o se hace el mokete y está más allá, filtrando, rechazando la vibra baja, buscando siempre la buena onda, aunque sea un tanto mal hablado... igual que yo.

           - Dominaban la energía atómica, pero no respetaban al Amor (lo escribo con mayúsculas porque en estos mundos de la Confraternidad Intergaláctica ya sabemos que el Amor es Dios).

           Bgron no quiso continuar en tan negro tema. Dijo que bastante barbarie le tocó padecer en su expedición científica a Gunarkunda. Manifesté que no es igual un pueblo de aborígenes que una civilización de tecnología más o menos avanzada, pero no escuchó, habló de su más terrible experiencia.

           - Aquellos salvajes de piel gris nos amenazaban con sus arcos y flechas. decían que su dios les ordenaba matar a quienes no creían en él.

           - Una situación bastante común - opiné.

           - Pero con el condensador tebetrino les pulverizamos el ídolo sagrado, entonces se postraron creyéndonos dioses.

           - Típico.

           - El mokete aspirante que iba a bordo, tu colega, les habló de lo único que ustedes saben.

           - ¿Del Amor? - pregunté en forma ingenua.

           - ¿Y de qué más? ¿Todavía no te diste cuenta de que ustedes son monotemáticos? El asunto fue que él les materializó unas cuantas chucherías, levitó un poco mientras predicaba, hizo caminar a los tullidos y ver a los ciegos, y con eso lo convirtieron en un mito milenario, el dios alado que vino de las estrellas, el señor del universo en persona, lo de siempre, pero nos dejaron trabajar tranquilos en aquel proyecto científico.

           - Y de paso les dejaron la cósmica semilla que algún día podrá llevarles a vivir como hermanos - expresé.

           - Puede ser. Esa bazchaga no es mi especialidad. El caso es que hicimos un túnel bajo una cordillera y encontramos rocas con huellas de caracoles fosilizados. Nos costó bastante retroplasmarlos. Cien mil millones de ciclos siderales no es cualquier tontería ¿no?

           - Seguro que no.

           - Pero lo conseguimos. Ahora los acuarios de varios mundos de la Confraternidad tienen caracoles de Gunarkunda reproduciéndose felices y contentos, vivitos y coleando después de tanto tiempo.

           Eso es la retroplasmática. A los ingenieros les basta con la forma, con la huella que dejó en la roca el cuerpo de un animal... ¡y reproducen al bicho entero!. Bgron me habló de la energía de las formas o algo así. " Dame un pelo tuyo y te reproduzco a tus bisabuelos ", gusta decir, y parece cuento, pero es capaz de hacerlo...

           La dueña del abundante cabello rojizo cayendo en largos bucles sobre ternuras níveas me mira, todavía lo hace, pero se le nota que está molesta; mi descortesía no la tiene contenta. Traté de alegrarla un poco y levanté su copa en el aire unos diez centímetros mientras le guiñaba un ojo. Eso no se hace. No se debe internevenir en la vida del prójimo utilizando la fuerza mental. Pero ella sonrió con mi travesura... no mucho... y después de desquitó derramando mi glinn desde la distancia... ¡Qué carácter!

           Es una aspirante, igual que yo, se nota claramente en los colores de su aura. Tiene que haberse pasado eones fortaleciendo sus capacidades interiores. Pero no te enojes, princesa de mi destino, no te enojes. Sucede que nos encontramos en mal momento. Los culpables son unos niños de mi recuerdo...

           Para ellos yo era dios. Sus miradas sí eran al cien por ciento... Algo se incrusta cada vez más en mi pecho.

           Toco un punto del tablero de esta mesa. Mi huella dactilar abre el archivo informático de mi persona. Pongo un dedo sobre el lugar correspondiente al glinn. La pantalla dice que sólo una más, si no quiero ir en contra de lo prudente. No sabe que la anterior me la arruinó la adorable perversa aquella. Aquí está, suficiente por esta vez.

           Tenían frío, algo que por aquí no se conoce. Consiste en el efecto producido por una temperatura mucho más baja que la del cuerpo. Allá ni siquiera se soñaba todavía con el clima controlado, y no había radiadores protatónicos. Delgadas y raídas telas cubrían sus débiles pellejos; el hielo entraba hasta los huesos.

           Como buen aspirante trabajaba para servir a Dios. Basado en inconscientes e intuidos conocimientos prediqué la Paz, el Amor y la Unión, sané con mis manos a los enfermos pobres, albergué niños huérfanos en mi modesta... parroquia, glumusha o iglesia, ya no recuerdo. Cuando hacía un alto en mis labores inspiradas por el Amor, me gustaba imaginar que alguna vez iba a encontrarte... si es que existías... y ahora estás allí, maravillosamente cerca, frente a mí tras esta mesa, en carne y hueso, incapaz de transmutar, pobrecita, esa molestia que tiñe con su rojizo oscuro tu bello halo de luz, amada princesa; pero no quiero mancillar el cósmico encuentro con la sombre de mi sensiblería barata. No es de buen gusto, no. Lo nuestro merece una engalanada fiesta.

           Bgron se negó a creer que en un mundo con cierto avance científico millones padeciesen de hambre.

           - Es cierto. Y se gastaban fortunas en financiar armamentos.

           - ¿Para defenderse de los enemigos de otros mundos? - preguntó.

           - No, para matarse entre ellos.

           - ... ¿Piensas que voy a tragarme esa bazchaga?

           No lo creyó, y menos todavía quiso aceptar que destruían la naturaleza para que unos pocos ganasen dinero. Cuando le conté acerca de los asaltantes pensó que yo estaba inventando historias de horror.

           - Ni siquiera en Gunarkunda - expresó burlesco.

           No quise mencionar la estafa, y menos la legal; del terrorismo, de la explotación, ni hablar. Y si le hubiese contado acerca de la violación y la tortura... me manda a freir chifletas a Numimba, pero así se daban las cosas en aquel mundo que ignoraba la Ley Universal del Amor.

           ¿Habrá fructificado por fin la semilla que tantos Servidores y aspirantes contribuimos a sembrar en aquel áspero terreno? ¿Vivirán ya como hermanos de verdad?

           De cuando en cuando, después de que los dos soles se ocultan, me gustan observar el firmamento. Entre las estrellas Antorcha y Espiga, en la constelación del Fónixis, existe una pequeña luminaria. Es invisible a simple vista, pero yo utilizo mi visor trimidiónico. Así y todo, se ve sólo del tamaño de esta punto. Es una lejana y amarilla estrella, Fónixis-428, según las cartas. Está bastante alejada del núcleo galáctico. Allí se encuentra, en la tercera posición, ese planeta azul llamado... este... ¡Tierra!. ¡Cómo activa la memoria este añejo!.

           ¿Mis niños? LLegaron unos hombres con armas. Me dijeron enemigo de... ya no recuerdo qué. Seguramente algo derivado de la ignorancia, ¿qué otra causa tienen los obstáculos al Amor? Vino un fogonazo, un destello, un trueno, algo me quemó... pensé en los pequeños, desprotegidos, abandonados, sufrí un desgarro que todavía duele... y regresé a estos antiguos soles, a mi hogar. Había terminado por fin la pesada misión, gracias al Amor. Pero... los niños, ésos cuyos pies yo procuraba abrigar... ¿Qué sería de mis pequeños?

           Bgron tiene razón: tengo froka en el cerebro... Estas ganas de esconderme a lloriquear como un miserable zulita...

           Es bueno estar aquí, sí, se está bien, pero los ojos amatista y su dueña se retiraron ofendidos. Tienen razón, igual que Bgron. Sólo a un mokete se le ocurre perder un encuentro de esas proporciones gigantescas por rumiar recuerdos que... ya no vienen al caso.

           La preciosura sólo pidió un par de lupsios con crema de alciana y una copa de blaizh rubí, luego abandonó molesta la mesa cuarenta y dos. Cuando pasó por mi lado, en lugar de la brillante sonrisa, una estela negra...

           Pero no todo está perdido. Apenas salga de aquí me concentro y detecto su energía donde quiera que se encuentre. Así podría llegar a saberlo todo acerca de ella, claro que sería una fea violación de su intimidad. No se hace. Pero sí me permitiré averiguar el cógigo de su vidéfono, sólo eso. Cuando llegue la buena ocasión me le aparezco en la pantalla y le muestro mi alma. Hoy no se pudo. Mala tofa.

           No importa. Soñaré, imaginaré que la semilla por fin fructificó, que los terrestres dejaron de financiar armamentos y decidieron compartir todo fraternalmente; que mis chiquitos no pasaron más frío y que en la Tierra reinó el amor... Hermoso. Pero... hoy hace justo un ciclo sideral desde que se vió un destello entre Antorcha y Espiga. A veces sucede que el firmamento se adorna con esos bellos espectáculos nocturnos. Se trata en realidad de un planeta que estalla.

           Qué lindo.

           Pero mis niños... Toni, Gabo, Betina, Carla... Marito, Manuel...

...pero todos aquellos hermosos y amados...

inolvidables... niños...

de la Tierra...


"Entre Antocha y Espiga"
"Cuentos de amor, estrellas y almas gemelas"
( Enrique Barrios )





          Esta reproducción del relato del autor está hecha sin ningún interés comercial, simplemente por el hecho de difundir la obra de Enrique Barrios. Si por algún casual la editorial o el autor no estuvieran de acuerdo con cualquier cosa, que me lo hagan saber y se retirará sin problemas... pero con mucha pena





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25 Abril 2000