Relatos Es una página de:


Voight-Kampff
( por Rivers Strauss )
deckard57@hotmail.com


Febrero, 2018. Las gotas de lluvia salpicaban los cristales de la aeronave. Una nube de pensamientos le traían absorto, mientras deambulaba sobrevolando los edificios de la ciudad. Rachael había sido confiscada por la federación, una vez más. Consiguieron arrebatársela de sus manos, y fue en ese momento cuando creyó empezar a odiar su profesión. Otro Blade Runner como él habría hecho un buen trabajo, y él no había podido evitarlo. Aún recordaba las palabras de Gaff segundos después de que Roy muriera:

-Lástima que ella no pueda vivir... pero quién vive.

Para colmo, tendría que seguir trabajando para la federación. Había hablado con Bryant y le había explicado los motivos.

-El alto mando... me ha ordenado hacerte una proposición. Quieren que acabes la misión que empezaste. Ya sé lo que piensas, pero no se trata de Rachel esta vez. Queda alguien más.

-¿Otro replicante?

-Un Nexus cinco. El alto mando me ha ordenado que te proponga la misión. Elimínale y nosotros liberaremos a Rachel.

Un breve silencio se interpuso en la conversación mientras Dekard se mostraba pensativo.

-¿Por qué precisamente yo Bryant?. Hay otros Blade Runners por ahí, a los que no tendrás que deber nada.

- Creo que te ganaste buena reputación cuando acabaste con los Nexus 6. El alto mando está muy interesado en eliminación de este último replicante. ¿Cual es tu respuesta, Dekar?

No se había creído ni una sola palabra, pero... ¿qué podía hacer ya?

Activó el ordenador y escuchó detenidamente los informes de la misión. El objetivo era el de siempre, eliminación de un replicante, pero a diferencia de otras ocasiones, el sujeto había cambiado ligeramente. Se trataba de un Nexus 5, modelo anterior. Aparentemente iguales en físico a un humano, pero a diferencia de los Nexus 6, que tenían capacidad para experimentar sentimientos y sensaciones de todo tipo, éste no era más que una computadora con apariencia humana, incapaz de controlar sus impulsos emocionales.

Esto le hacía recordar de nuevo unas palabras, las que Tyrell le había dicho en aquella ocasión:

"Fueron diseñados como copias de seres humanos en todos los sentidos, exceptuando sus emociones, pero sus diseñadores creyeron que al cabo de unos años podían desarrollar sus propias respuestas emocionales. Odio, amor, miedo, cólera, envidia..."

Era pues, diferente a los de la nueva generación, y por supuesto diferente a Rachel.

Sus implantes en el cerebro, los llamados recuerdos, habían provocado un pasado en la personalidad, de modo que le fuera imposible distinguir siquiera si era o no una replicante. Tyrell le había dicho: Rachel es un experimento... Si les obsequiamos con un pasado, creamos un apoyo para sus emociones y consecuentemente podemos controlarlos mejor. Fuera lo que fuera en lo que consistiera la misión, debería aceptarla sin ninguna duda. Todo lo que fuera por volver a verla.

Por ella...

Por Rachael.



Poca información le habían facilitado del sujeto. Nombre: Jack Paltrow, peligroso. Culpable de numerosos crímenes en toda la ciudad. Difícil de localizar, su cuerpo sintético le permitía encaramarse a cualquier lugar recóndito, y quedarse inactivo sin comer ni beber durante semanas, imposible de ser encontrado.

Esto era algo contradictorio con los demás replicantes. Ellos nunca desaprovecharían su tiempo de esa manera. Su corta vida les habría llevado a arriesgarse y ser eliminados aunque, tampoco le habían dicho cuanto tiempo de vida le quedaba aún.

La primera y única pista era un hotel al oeste de la ciudad, deshabitado. Por supuesto no había nadie en el recibidor. Bloqueó el ascensor y comenzó a subir las escaleras, mientras descubría su arma. Número 486, la puerta estaba ligeramente abierta. Recorrió la casa con sumo cuidado, habitación por habitación, pero no encontró a nadie.

Pensó en registrarla con el fin de encontrar alguna pista, pero todo se encontraba demasiado desordenado. Pensó que el replicante no pasaba allí mucho tiempo. De todas formas buscó un escondite y esperó a que viniera. Tenía una pequeña visión de la entrada a la calle, a través de la puerta semiabierta de la cocina, donde se encontraba. De modo que se preparó. Apuntó con su pistola y aguardó para darle la sorpresa. Las horas pasaron, y sus tensionados músculos en posición de alerta se habían ido relajando poco a poco, que ni siquiera apuntaba ahora con su pistola. Los focos intermitentes de la calle iluminaban el cuarto por momentos, cuya luz entraba por la ventana y le iluminaba parte del rostro. Sus piernas se habían agarrotado ya, y dudaba que le respondieran como es debido en caso de emergencia.

Miraba ahora por las rendijas de la persiana, y pensaba en Rachael, y en aquella noche que parece invadir constantemente a Nueva York. La puerta se abrió. Agarró rápidamente su pistola apuntando hacia la puerta de entrada, pero cuando quiso disparara ya no había nadie. Quienquiera que hubiera entrado lo había hecho lo suficientemente rápido para no ser visto. Tenía otra posibilidad. Cuando entrara en la habitación donde él se encontraba dispararía a bocajarro, mucho más cerca esta vez. Pero no fue así. No se volvió a oír ningún ruido. Tenía que estar forzosamente en la habitación contigua, apenas había parpadeado para no perderse detalle y nadie había vuelto a entrar ni salir de la casa. Se levantó, quiso finalmente ir a su encuentro y justo cuando se incorporó, un poderoso brazo atravesó los cristales de la ventana e intentó estrangulare. Tenía una fuerza brutal, y no podía escabullirse. De pronto le soltó. Tosió varias veces con fuerza, y no tardó en coger su pistola de donde había caído.

-¡Ya estoy en casa!- se oyó en la otra habitación.

Dekard se aproximaba a la puerta del salón. La abrió de golpe y allí estaba él. Tenía un aspecto brutal, tremendamente musculoso, y parecía estar completamente loco.

Disparó cuanto pudo, pero sus movimientos eran demasiado rápidos. No acertaba con los disparos. Su silueta se movía a saltos por toda la sala de un mueble a otro, imposible de alcanzar. Se acabó la munición. Dio media vuelta apoyándose en la fachada mientras recargaba pero no pudo evitar que se abalanzara sobre él. Estaba a punto de estrangularle, pero otra vez, cesó en su empeño inexplicablemente. Tiró la pistola por la ventana y escapó.

Quería que le siguiera. Pero Dekard sentía que era demasiado poderoso. No tenía pistola, y por lo tanto, nada que hacer. Buscó una escalera de incendios e intentó escapar. Sintió como le gritaba por detrás. Se apresuraba a bajar los peldaños, pero sus piernas habían permanecido demasiado tiempo inmóviles y terminaría dándole caza. Finalmente puso un pie en falso y resbaló. Jack estaba a punto de alcanzarle por lo que tendría que pensar algo rápidamente.

-¿Así que tú eres el sabueso que han enviado para acabar conmigo? -le gritaba Jack desde arriba.

En un alarde de fuerza sobrehumana, Jack arrancó la escalera que estaba sujeta a la fachada y la torció hasta suspender a Dekard en el vacío. Afortunadamente, sus manos aún se agarraban fuertemente a uno de sus peldaños.

Dekard no podía dejarse caer desde allí, era demasiado peligroso Miraba a las paredes del edificio con el fin de encontrar un resorte al que poder saltar, y lo hubiera hecho, si Jack no le hubiera aplastado los dedos en el momento de saltar.

-Dime que se siente, mamón.

Dekard gritaba por dentro de dolor. Unas débiles gotas de lluvia acaban de hacer aparición.

-No eres tu un humano? Desahógate. O pídeme clemencia si lo prefieres. Dekard guardaba silencio, simplemente tenía los dedos aplastados por las botas de aquel androide sádico y sintético.

-¡Di algo maldita sea!

La lluvia azotaba ahora con insistencia.

-Ya comprendo... Lo que pasa es que los Blade Runner como tú no tenéis sentimientos. No sois lo suficiente humanos para pedir basta. Solo matáis a personas que valen mas que vosotros. Fuiste tú quien acabó con Roy y los demás Blade Runner?

Dekard estaba a punto de desfallecer, no podría aguantar mucho más tiempo.

-Si es así, no me vales para nada.- dijo el replicante. Y levantó su bota.

Dekard no pudo sostenerse. Resbaló desprendiéndose al vacío a una altura de varios pisos. Fue a caer encima de su aeronave, aparcada en la acera, lo que amortiguó su caída. Rebotó en ella y fue a parar definitivamente al suelo, húmedo y encharcado por la lluvia.



No había mucha luz allí. Estaba atado de pies y manos y apenas se podía mover.

Se había despertado en medio de una habitación espaciosa y destartalada.

-Lo siento, dijo.

Esa voz, familiar. Era la de Jack.

-Como a mi no me hace falta, no me acordé de tus necesidades vitales, dijo.

Yo solo como algo cuando me acuerdo. Toma un poco de agua, dijo. Era agua de lluvia, no sabía de donde la había cogido pero lo cierto es que tenía sed, y bebió sin más.

-Así que fuiste tú el que acabó con Roy y los demás, no es así?. Debes ser muy bueno entonces. Por eso te encargaron mi trabajo. Yo soy una especie de... hermano mayor - añadió.

Dekard parecía estar un poco exhausto, pero a pesar de eso, intentó decir unas palabras.

-Roy... murió. Pero yo no le mate.

-Ah, sí es verdad, solo tenía cuatro años de vida. Estaban constantemente preocupados por eso... ¿Le viste morir?, Quiero decir... ¿Estabas delante cuando se murió?.

Dekard asintió mientras paladeaba torpemente intentando tomar aire y reponerse.

-Oh, debió ser una experiencia magnífica -dijo. Seguro que nunca podrás olvidar una cosa así, no es cierto?

-Creo que... no se me olvidará.

-¡Por supuesto que no!, tienes ese recuerdo gravado en la mirada, es una experiencia inolvidable.

Dekard intentaba no perderse en la conversación, pero lo cierto es que estaba hecho polvo.

-A mí también me gustan las sensaciones fuertes- siguió hablando Jack. Siempre intento encontrarme con ellas. Supongo que intento vivir el tiempo de mi vida lo más intensamente posible. ¿No hay nada malo en eso, verdad...? No hay nada malo en tratar de aprovechar la vida, verdad, Dekard? -supongo que...

Nada... malo.... Murmuraba mientras luchaba por no desfallecer como antes.

Dekard tenía la visión borrosa, se le enturbiaba por momentos y estaba a punto de perder el conocimiento.

Debe de ser fantástico ver como se muere alguien delante de tus ojos, no es así? ¿No crees que debe ser una sensación fuerte?.... Dekard ya no oía más, definitivamente, había caído inconsciente.



De nuevo, la misma habitación. La misma cuerda que le retenía.

-Dekard... Te he traído algo para comer... Pensé que sería bueno para ti... No te mueras aún, eh Dekard?...

Le llevó un trozo de carne a la boca. Dekard masticó débilmente pero estaba demasiado dura y se encontraba muy débil incluso para comer. Abrió los ojos lentamente. La luz de los focos que venían de la calle iluminaban la habitación intermitentemente. El suelo estaba lleno de enormes charcos de sangre y los diferentes miembros de una persona despedazada se extendían por todas partes.

A unos metros suyos, Jack sonreía.

Comenzó a escupir los restos que todavía tenía en la boca.

-Hay todo lo que quieras, Dekard, puedes comer lo que te plazca.

Dekard intentaba vomitar sin éxito mientras se retorcía en aquel caótico escenario.

-Vamos Dekard, no te pongas así. Yo lo he probado y no está tan mal. Seguro que luego preferirás una de esas hamburguesas de carne congelada.



-¿Sabes lo que menos me gusta de ti Dekard?

Se había despertado de nuevo, delante de él, esta vez, había un cuenco de leche y algo de comer. Además tenía las manos libres.

-Que no tienes respeto por la vida de los demás.

Dekard bebía ahora un poco de leche e intentaba reponerse.

-Te dedicas a quitarle la vida a la gente, como si tal cosa.

No tienes compasión por sus almas, ni por sus sentimientos.

-Replicantes -murmuró Dekard.

-Oh, no no no, Dekard. Ahí es donde te equivocas. Eran humanos. Su cuerpo estaría hecho artificialmente. Pero sentían, igual que tú, Dekard.

En eso tenía razón. Era la única cosa sensata que había dicho en todo ese tiempo. Cuando mataba a un replicante, mataba a una persona. Lo comprendió cuando conoció a Rachael, y también cuando vio morir a Roy. De eso no cabia duda.

-En cambio yo - Dijo Jack.- No puedo.

-¿Que es lo que no puedes?

-Soy un Nexus 5. Un modelo anterior. Desde que comenzaron a experimentar con robots solo consiguieron máquinas androides sin sentimientos. Idénticas a los humanos, dijo, pero sin ningún tipo de estímulo moral, solo lo que se tenía programado. Yo soy ese eslabón. El último de mi generación, y probablemente el último de todos los nexus aquí en la tierra. Pero sin vida. Quiero vivir, Dekard. Experimentar sensaciones.

- Hasta... la creación de Nexus 6 no oí hablar nunca mas que de androides con la cabeza de hojalata. Solo podían hacer lo que se les programaba.

-¡No es verdad! –exclamó Jack. No puede ser cierto. Mi cerebro... está construido de la misma forma que ellos. No se exactamente donde radica la diferencia.

-Quizás no te construyeron como ellos...

-Pero me niego a creerlo. La composición es prácticamente la misma. Solo hay un paso entre los dos. Ellos necesitaban acumular respuestas emocionales para elaborar las suyas propias. Tal vez yo...

Dekard guardó silencio. Miraba el cadáver esparcido sobre la habitación y no podía pensar que eso fuera fruto de una mente con sentimientos. Es cierto que los nexus 6 podían llegar a ser sádicos, pero esto y el historial de asesinatos que tenía Jack eran mas bien consecuencia de una máquina de matar.

-¿que es lo que crees, Dekard?. ¿Que no tengo conciencia?. Acaso es eso lo que me haría vivir?. Arrepentimiento de haber matado brutalmente a un inocente. ¡Pues no!, ¡no siento absolutamente nada!. No me produce ningún reparo nada de lo que pueda pasar, ni siquiera mi propia muerte, Dekard. Pero como tú dices, no tengo un programa que me haga actuar de una determinada manera, por eso no tengo criterio. ¡Oh, lo siento!, perdóname de veras -decía Jack a la atenta cabeza del cadáver. Te reconstruiré, -e intentaba llorar forzosamente.

Tan forzosamente, que no pudo evitar una carcajada.

-¡Al cuerno!-gritó mientras saltaba por la ventana rompiendo los cristales.

Fuera a donde fuera, donde se hubiese dirigido, el deber de Dekard era encontrarle y eliminarle. Debía de hacerlo sin ningún reparo si quería acabar su misión, como tantas otras veces trabajando como Blade Runner. Y debía hacerlo por ella...

Por Rachael


A duras penas encontró la salida. Era de nuevo un edificio vacío. Apenas sin luz, pero finalmente logró bajar hasta el último piso y salir a la calle. Este no fue donde se encontraron la otra vez. Probablemente me trasladó cuando cayó inconsciente para que no le descubrieran, pues mi nave estaba localizada.

Comunicó con Bryant y le informó de su posición. Pronto llegó a la academia pero no duró mucho tiempo. Le mandaron al hospital, y allí intentó recuperarse, mientras repasaba los informes de Jack sacados de la academia. Cientos de asesinatos, muertes y atentados, parecía no importarle el número de víctimas, y mucho menos, la identidad de estas. Aparecían incluso algún caso de robo y violación. Se preguntaba por qué Jack querría haber hecho todas esas cosas. Tal vez solo se trataba de un sádico asesino. Pero algo intentaba encontrar en todos esos crímenes. Sensaciones, como lo llamaba él. Quería vivir la vida lo más intensamente posible y no reparaba en probar todo aquello que le veiniera en gana. Todas esas cosas las hacia con un propósito. Y tal vez estuviera a punto de conseguirlo. Roy lo había conseguido, y todos los nexus 6 que él había conocido también. Por eso ahora se sentía tan mal. No quería matar a Jack, había llegado a comprenderle y preferiría poder ayudarle. ¿Pero como? Airon le había llamado. Era sobre Jack, había sido localizado y quería que se dirigiese hacia allí. De nuevo pensó que no le apetecía, pero no le quedaba más remedio si quería que la liberasen.

Se desplazó allí en poco tiempo. Se trataba de un laboratorio experimental. Nada menos que de la Tyrell Corporation. Dekar se suponía los motivos del atentado, Jack estaba allí, en alguna planta de aquel edificio haciendo de las suyas, intentando encontrar alguna respuesta. Le habían autorizado para que subiera. El edificio estaba sitiado por la policía pero seguramente pensaron que llegar hasta allí y eliminar al replicante no era trabajo suyo. Por fin llegó a la planta donde se encontraba. Era un espacioso laboratorio de la planta 14 en la que se encontraban numerosos agentes de la corporación. Entró, con sumo cuidado con su arma por delante. Numerosos cuerpos con bata blanca se esparcían por toda la sala, máquinas, probetas, tubos de ensayo y muertos.

-¿Ha sido esta masacre una sensación lo suficientemente fuerte?-Gritaba Dekard mientras trataba de localizarle.- ¡Jack!, ¿Me escuchas?. -Así es, Blade Runner. Has venido a buscarme.

Dekard le apuntó con la pistola. -Yo que tú no dispararía, los ácidos de los tanques de la sala podrían ser mortalmente tóxicos. Yo soy completamente inmune, pero yo en tu lugar no dispararía.

Dekard le observó. Estaba sentado en el suelo encima de una mancha roja. Disparó sin pestañear. Jack fue lo suficientemente rápido para hecharse a un lado y por poco perfora uno de los tanques.

-Eres muy impulsivo Dekard.

Avanzó con sigilo. Jack debía estar escondido entre las máquinas o estantes repletos con objetos de cristal. Pareció descubrirle por un momento y disparó de nuevo. De nuevo logró esquivar el disparo, y fue a reventar un enorme bidón relleno de nitrógeno líquido. Este se esparcía por el suelo y lo congelaba todo a su paso como una escalofriante ola de mar. Dekard escapaba ahora encaramándose a una estantería mientras pasaba bajo sus pies. Vio como se le caía la pistola y se convertía en hielo.

-¡Respuestas! -gritó Jack.- He estado preguntando a mis creadores sobre mi constitución, y también consultando todo tipo de documentos, archivos... Al principio se negaron a colaborar. Y los supervivientes no sabían nada. Mi conducta antirracional, así lo llamaban ellos, es debida a una anterior fabricación. Tecnología. Es solo cuestión de tecnología, decían... Pero yo he estado comprobando la composición, y es exactamente la misma. La misma composición química del cerebro. ¿Cuál será ese ingrediente mágico que mi impida controlar mis instintos emocionales? Seguro que Tyrell lo sabía. Fue una lástima. Roy solo se preocupaba por cuanto tiempo le quedaban a él y a los demás, y nunca pensó en la suerte que tenía de estar vivo. De todas formas, creo que se acabó mi andadura Dekard. - ¿Cuánto tiempo te queda a ti Jack? - La verdad es que no me preocupa lo más mínimo pero creo que no tengo límite natural He permanecido toda mi vida muerto, y así seguiré hasta que se acabe, y creo que haré que sea este mismo dia cuando eso ocurra.

-¿Por qué dices eso Jack?

-Voy a ahorrarte el trabajo Dekard. Mi última gran experiencia, la muerte.

Dekard guardaba silencia al tiempo que miraba con incredulidad.

-Aunque... hoy he sentido algo especial. Fue mientras mataba a todos esos indeseables, creo que detecté algo.

-¿Desprecio de ti mismo, tal vez? -Me he fijado... en la mirada de horror antes de que murieran. Tenían auténtico temor mientras gritaban desconsolados. -Sentiste lástima de ellos.

-No. Solo el terror que yo mismo les provocaba. Estoy en el buen camino tal vez, o tal vez debería acabar con mi robótica existencia.

-Creo que podrías pensártelo mejor antes de hacerlo.

-Está decidido.

Y salió de un salto por la ventana, imposible de alcanzar. Consiguió salir de aquel devastado edificio. Estaba un poco harto de toda aquella situación pero lo sentía por Jack. Si había decidido suicidarse, mejor para él. Podía haberlo hecho allí mismo si prefería, pero había algo en él que le daba lástima. Por un lado parecía un trozo de metal animado por algún programa de ordenador sin remordimientos pero por otro, no era más que un loco sin identidad luchando consigo mismo y con su alma atormentada. Tampoco se diferenciaba mucho a los principios morales que él tenia cuando trabajaba como Blade Runner. Y no se explicaba la forma en que le había perdonado la vida un par de veces.

Tal vez era parte del juego de cosas sin sentido aparente que practicaba Jack. En cualquier caso, lo que Dekard veía es que no se comportaba como humano. Que en él se juntaban esos dos impulsos, mecánico y vital en continua lucha uno con el otro, y que Jack pretendía dominar sin éxito. Lo cierto es que él se esforzaba por encontrar una solución, y eso, sin duda, era un sentimiento humano.

De nuevo Bryant, al teléfono. Rachael había sido puesta en libertad y ahora gozaba de todo tipo de libertad ciudadana. En la academia, llegaron a la conclusión de que no debían preocuparse por ella como perseguida. Se había convertido en el fin por el que fue diseñada. Ya no era considerada un peligro, ni siquiera una replicante. La mala noticia es que se encontraba en el hospital. Airon no quiso dar muchas explicaciones, mientras Dekard se dirigía hacia allí a toda velocidad.

 

Había bebido mucho y estaba aturdido. Tirado en el sofá de su habitación, trataba de no pensar lo más mínimo. Luchaba por no recordar aquellas palabras, una vez más. Pero lo cierto es que las tendría clavadas para siempre como un cuchillo.

“Lástima que ella no pueda vivir”

Logró quedarse dormido con el alcohol que fluía ahora por su cuerpo. Pero no pudo despegarse. Soñaba con ella, escapando de la ciudad en su antiguo coche, por las desiertas carreteras más allá de las montañas, acompañado por Rachael en una calurosa tarde de verano. Sin fecha de caducidad. Y eso le hacía sonreír. Pero lo cierto es que las cosas no habían ido también como él quisiera.

La llamada de Bryant no fue más que un aviso de que a Rachael se le estaba acabando su tiempo. Los cuatro años de vida se agotaban y Rachael terminaría muriendo en cuestión de horas. Aún recordaba el poco tiempo que paso con ella, en el hospital. Y como se le iban paralizándose las manos mientras la abrazaba. Hubiese dado su vida por ella, pero nada se podía hacer ya. Los médicos de allí decían que no tenían absolutamente nada que hacer su tiempo vital se acabaría en pocas horas y no podrían hacer nada para retrasarlo.

Sonó el teléfono pero ni siquiera contestó. Le habían despertado de un gran letargo y ya sabía quien era. Los jefes de la federación le habrían presionado a Airon para que le avisara de aquel otro “asunto pendiente”. Por un momento pensó en olvidarse, como era previsible. Ya no le quedaba ninguna razón por la que acabar aquella absurda misión, pero antes de que se diera cuenta, había cogido la botella y se había montado en su aeronave dispuesto a terminar su trabajo. Después de todo, seguía siendo un Blade Runner. Pensaba que con un poco de suerte Jack se habría suicidado ya y solo tendría que identificar su maldito cadáver.

 

Llegó al hotel, deshabitado, donde le había dicho Jack que lo haría. Comenzó a subir las escaleras mecánicas hasta llegar al último piso. Se encaramó a la azotea y cuando alzó la vista, allí se encontraba Jack. Acurrucado, inmóvil. Sin mediar palabra y con la cabeza gacha. Probablemente se encontraba deliberando que es lo que iba a hacer.

-¿Necesitas ayuda, Jack?. Puedo empujarte al vacío si es lo que quieres. De todas formas, Dekard había desenfundado su arma. Jack no tenía nada que hacer.

-Creo.... Creo que lo conseguí.

-¿El que Jack?. ¿Qué conseguiste?

-No he podido hacerlo.

-Es verdad eso?. Pensaba que no te importaba.

-Estuve a punto de arrojarme al vacío. Pero sentí miedo, Dekard. Que maravillosa sensación la de estar vivo y no querer morirse. Sientes como todo tu cuerpo se estremece e incontables recuerdos de tu pasado recorren tu mente.

-Jack. Tu sigues siendo el mismo sádico hijo de mala madre de siempre. No te engañes.

-Puede que tengas razón. Pero esta vez es distinto, por que siento que me importa. Me importa no hacerlo. Por fin he despertado.

-Creo que esperarte demasiado. Voy a completar mi misión.

-Es maravilloso sentir miedo Dekard. Por un lado es un sentimiento de aflicción y sufrimiento, pero que me une al reino de los vivos. ¿Tu no lo sientes Dekard?

-Yo...

Las palabras de Jack hicieron llegar hasta Dekard el recuerdo de Rachael una vez más. Un llanto contenido y una mirada de sufrimiento. Estaba a punto de llorar. Tiró su botella contra la cornisa de la azotea y sus cristales se esparcieron por todo el suelo. Jack mientras, había desaparecido. Se adentró en el edificio, corría por todos los pasillos con su pistola para darle caza.

-¡Voy a matarte Jack!.

Quizás no quería matarle, tal vez lo hacía para tener ocupada su mente. Y hacerle olvidar el dolor, por unos momentos.

-Huyes... Pero te mataré.

De pronto oyó un ruido. Entró en la habitación y disparó a bocajarro a Jack, indefenso. Le había dado en un brazo. Su cuerpo sintético podría reponerse fácilmente de aquel disparo pero Jack estaba dispuesto a proseguir su ataque, apuntando esta vez a una parte vital. Jack está inmóvil en el suelo y Dekard avanzaba impasible. Otro disparo en la pierna.

-Aún te queda tiempo para rezar.

-Dekard.... –Jack adoptó un tono de voz que hasta entonces desconocido.- No lo hagas.

-Has despertado demasiado tarde –repuso- mientras apuntaba a su cabeza.

Jack la agachó y cerró los ojos. Las gotas de lluvia comenzaron a entrar por la ventana empapándolo todo. Dekard apretó los dientes. El recuerdo de Rachael era como un puñal que llevaría clavado para siempre. Llevó los ojos hacia Jack. Su mirada inocente logra confundirle. Quiere no ver en su rostro más que a un maldito robot. Pero su cara va distorsionándose poco a poco y se transforma a los ojos de Dekard en sus anteriores víctimas. Ve por un momento la cara de Roy antes de morir y finalmente la Rachael. Eso le hace apartar el arma y gritar. Su vida ahora es la que menos vale y siente que no puede disparar como antes. De nuevo le apuntó entre los ojos mientras Jack levantaba la mirada. -

No voy a dispararte –dijo.- Pero aún haré algo más por ti.

En ese momento movió el cañón hasta colocárselo en su propia sien. Jack le miraba con asombro, sin perderse ningún tipo de detalle. No sabía si la persona a la que va a dejar vivir no iba a ser más que un maníaco asesino que no traería al mundo mas que destrucción. No sabía si se iba a hacer merecedor de seguir viviendo, si sería justo o injusto. Ni siquiera cuanto tiempo podría vivir sin que otro de los Blade Runner acabara lo que él empezó. Pero lo cierto es que un segundo mas de la vida de aquel robot tenía ahora más sentido que toda su maldita existencia. Si le disparara ahora, sería como matar a un recién nacido. La lluvia hizo de nuevo acto de presencia. Las gotas de agua entraban por el enorme ventanal e inundaban ahora el rostro de Dekard así como el cañón que oprimía con fuerza su cabeza. Un tremendo rayo cayó, y la luz del relámpago iluminó ambos rostros. Los ojos de Dekar brillaron dos veces, mientras su dedo resbalaba lentamente por el gatillo.

-Es hora de morir –dijo.

Ante la atenta mirada de Jack, un ruido ensordecedor hizo eco entre aquellos metálicos pisos del edificio. Lo único que Jack podía hacer era quedarse sentado y verle morir. La vida de Dekar ya no tenía sentido y no estaba dispuesto a seguir sufriendo. Por ella... Por Rachael.





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25 Abril 2000