Llegada al aeropuerto JFK

La narración de mi llegada a Estados Unidos.','Eran las siete de la tarde. El aeropuerto J.F.K de Nueva York se podía divisar a lo lejos desde mi ventanilla. Me sentía un poco mareado después de ocho largas horas de viaje, y me alivió el pensamiento de la llegada. Pero al contrario que mi pensamiento, estuvimos media hora más dando vueltas por el angustioso aeropuerto. Mis ojos observaban el tormento que también estarían pasando los pasajeros de los aviones que esperaban en una pacífica cola su turno para salir. Finalmente nos paramos, y todo el mundo se levantó deseoso de salir. Recorrimos los pasillos del aeropuerto hasta unas taquillas donde se aseguraban de que tu estancia en NY fuese legal. Había dos colas, una para estadounidenses y otra para los extranjeros. Mi padre que no sabía por donde ir, fue directamente a la cola incorrecta, pero inmediatamente fue corregido por una mujer de no mucha estatura, y de rasgos hispánicos. La cola solo fue de diez minutos y todo lo que vimos fue una mujer que medía más de dos metros. Al llegar al final de la cola nos mandaron a una de las taquillas. Cuando parecía que todos los papeles estaban en orden, el señor, calvo y con gafas, nos mando al final de la cola porque teníamos que rellenar una cosa que nos faltaba. Fue entonces cuando la misma señora con la que nos habíamos cruzado antes, ordenó a mi padre que se colocara en la cola. Con todos los papeles rellenados, centramos nuestra atención en la persona que iba delante: una mujer de rasgos asiáticos. El señor que nos había despachado amablemente, a la mujer asiática le tiró unas tarjetitas que tenía en el pasaporte( y las tuvo que coger al vuelo), y después no le dejó el pasaporte en el mostrador. Tras ese incidente, nos desplazamos a la salida, y nos dispusimos a tomar un taxi. El taxi era amarillo, y en el interior había una barrera que separaba el conductor de nosotros. Así fue como me dirigí a la mágica ciudad de NY.