Llegará el día en que o más apreciado de
algunos cerdo no será precisamente el jamón, ni siquiera
el de la pata negra. Se buscarán como verdaderos tesoros su corazón
u otros órganos, no para comérselos sino para trasplantarlos
a seres humanos que así lograran sobrevivir a fallos d los propios
órganos. Estamos no ante una inocentada, una visión loca
o una ficción de alguna imaginación desbocada. Los científicos
llevan tiempo realizando experimentos y piensan que probablemente hacia
el año 2010, estas previsiones serán una feliz realidad
para miles de enfermos.
ESCASEZ DE ORGANOS HUMANOS PARA TRASPLANTES
En 1945 Joseph Murria consiguió el primer éxito en un
trasplante de riñón: donante y receptor eran gemelos idénticos.
La técnica de los trasplantes se topó durante años
con una barrera difícil de salvar: los donantes eran necesariamente
seres humanos vivos y de ellos únicamente se podía tomar
uno de los órganos dobles, por ejemplo, un riñón.
Un paso importantísimo en la medicina de trasplantes se dio al poder
contar con los órganos procedentes de cadáveres, pero la generosidad
humana no ha avanzado tan rápidamente como la técnica. La de
manda de órganos es muy superior a la que proviene de cadáveres
y todas las soluciones intentadas para remediar la escasez han resultado insuficientes.
El esfuerzo educativo, estimulando a al donación gratuita, las leyes
que permiten la toma de órganos de cadáveres cuando no consta
la oposición de difunto, el pago a los donantes, han aliviado un poco
el problema de la escasez. Por eso, ya hace años afloró un viejo
sueño: el recurso a los sufridos y callados animales como fuente de
órganos para trasplantes humanos.
HISTORIA DE TRASPLANTES ANIMALES
Hemos de remontarnos a principios del siglo XX para encontrar los primeros
intentos de trasplantes de órganos de animales. Todos fracasaron.
Una larga pausa nos lleva a la década de los sesenta. El 5 de
noviembre de 1963 Keith Reemsta, universidad de Tulane, EEUU, injertó
seis riñones de chimpancé a seis pacientes cuyos riñones
no funcionaban. La supervivencia mayor fue de 9 meses. También
en 1963, Thomas Starzl, en Denver, EEUU, trasplantó seis riñones
de mandril con una supervivencia máxima de tres meses. El 23
de enero de 1964 encontramos el primer trasplante de corazón
por James D Ardí, el órgano procedía de un chimpancé
y no funcionó.
De nuevo una pausa de 20 años . E n 1985 y en Loma Linda, EEUU, L.
Baily trasplantó un corazón de mandril a una niña recién
nacida, a la que se conoce como "bebé Fae". La pequeña
sobrevivió 3 meses. En junio de 1992 y en Pittsburg, EEUU, repite Thomas
Starzl, esta vez con el hígado de dos mandriles a dos pacientes que
sufrían bloqueo hepático. Uno murió a los 28 días,
el otro a los 71.
EL CERDO, CANDIDATO NUMERO UNO PARA TRASPLANTES
Dentro de los animales, la opción más atractiva es, de
por sí, la de los primates no humanos , por su mayor semejanza
genética con el hombre. Esta vía es impracticable pues
el número de estos primates es insuficiente, su cría muy
costosa y estas especies correrían el peligro de desaparecer.
Otras especies: el carnero, la cabra, el canguro son zoológicamente
tan indicadas como el cerdo, pero su reproducción es lenta y
su cría más difícil. Al final, las preferencias
se han decantado por el cerdo. Probablemente éste (no importa
su raza) sea el animal más indicado como fuente de órganos
para humanos. Es fácil de criar, su alimentación no es
cara, su reproducción es numerosa , crece rápidamente:
todo ello son ventajas pues en cualquier momento se podría elegir
el ejemplar en función de su talla, sexo y edad. Además,
a diferencia de los primates no humanos, el cerdo tiene pocas enfermedades
debidas a bacterias o virus y no sufre enfermedades malignas trasmisibles
al ser humano. Por otro lado, d entre os millones de cerdos criados
cada año entre nosotros para la alimentación, sólo
unos miles serían necesarios para trasplantes.
En relación con los primates, el credo tiene una importante desventaja:
los problemas de rechazo son más serios. Afortunadamente la superación
de esta grave dificultad está en camino porque los cerdos cuyos
órganos se destinen al trasplante para seres humanos, se trata
de introducir modificaciones genéticas que hagan sus órganos
más compatibles con el cuerpo humano y reduzcan así el
peligro del rechazo.
LA MORAL TIENE ALGO QUE DECIR
Ya que los cerdos no pueden expresar su opinión ni dar su consentimiento,
en su lugar los seres humanos nos preguntamos si estas acciones médicas
son lícitas moralmente o no. Una minoría se opone absolutamente
a todo tipo de trasplante de animal a ser humano por ser contrarios
a los "derechos" de los animales. A mayoría creemos
que no existen objeciones de fondo de esta práctica que, por
lo tanto, se puede llevar a cabo con cordura y sensatez si se cumplen
algunos requisitos.
Se han de poner en la balanza los beneficios esperables y los perjuicios previsibles,
si sopesados todos ellos, los beneficios superan alos perjuicios, se podrá
proceder tranquilamente a estos trasplantes. El principal beneficio que se
busca y espera es la salvación de muchas vidas humanas y la mejora
de la calidad de vida de las personas necesitadas de un trasplante. Se pueden
descubrir otros beneficios de menor relieve: evitar situaciones penosas sanatorios
y familiares ante la petición de autorización para tomar los
órganos del difunto, poner fina un comercio inmoral de órganos
y a un "turismo de trasplantes", etc.
Un riesgo importante es el paso del animal al hombre de gérmenes
causantes de enfermedades o infecciones de alcance desconocido, con
el peligro añadido de que el contagio llegue a otros seres humanos
y se cree problemas de salud pública. Parece ser que los científicos,
muy advertidos de este riesgo, tomarán las medidas para conjurarlo.
Algunos se preguntan sobre el impacto psicológico de estos trasplantes.
¿Cómo se verá uno con un corazón de cerdo?
No se puede excluir la aparición de problemas en la aceptación
de sí mismo que, sin embargo, parecen superables con un adecuado
apoyo psicológico. ¿Cómo le verán los demás?
¿No lo discriminarán? Estos temores no son demasiado fundados,
sobre todo, cuando esta clase de trasplantes se vaya extendiendo. Cosas
que al principio pueden chocar, dejan de hacerlo al ser más comunes.
El sacrificio de los animales por razón de trasplantes es injustificable
para algunos, la mayor parte de los humanos, por el contrario, lo considera
razonable. El bien logrado: salvar una vida, es mucho más importante
que el obtenido comiéndose un buen plato de jamón.
Es muy difícil poner de acuerdo opiniones tan dispares. Los pacientes
que pueden beneficiarse del trasplante de animales, sus familiares y
otros muchos prefieren la supervivencia del ser humano a al del animal
y no les faltan razones.
Termino con un pregunta inofensiva: quienes se oponen radicalmente al trasplante
de órganos de animales al ser humano ¿dirán lo mismo
cuando necesiten el corazón de un cerdo para salvar su vida o lo precise
un familiar suyo?
P. JAVIER ELIZARI, CSSR