Oración
de un Padre
Por : Douglas Mac Arthur
Dáme Oh Señor, y un hijo que sea bastante fuerte
para
saber cuando es débil, y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo
cuando sienta mieda; un hijo
que
sea orgulloso e inflexible en la dorrota, honrado
y
humilde y magnánimo en la victoria.
Dáme
un hijo que nunca doble la espalda cuando
deba
erguir el pecho, un hijo que sepa conocerte a tí...
y
conocerce a sí mismo, que es la piedra fundamental
de
todo conocimiento.
Condúcelo,
te lo reuego, no por camino cómodo
y
fácil sino por el camino áspero, aguijonedo por las
dificultades
y los retos; allí déjalo aprender a sostenerse
firme
en la tempestad.
Dáme
un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales
sean
altos; un hijo que se domine a si mismo antes que pretenda dominar a los demás,
un hijo que aprenda a reir
pero
que también sepa llorar; un hijo que avance hacia el futura pero nunca olvide
el pasado.
Y
después que le hayas dado todo eso agrégale
te
lo suplico, sufiente sentido de buen humor, de modo
que
pueda ser siempre serio, pero pero que nunca se tome
a
sí mismo demasiado serio. Dale humildad para que pueda
recordar
siempre la sencillez de la verdadera grandeza,
la
imparcialidad de la verdadera sabiduría, la mansedumbre
de
la verdadera fuerza.
Entonces, su padre, me atrevete a murmurar: