En la historiografía venezolana, escribe Edgar Otálvora, al

presidente Juan Pablo Rojas Paúl se le considera como un

satélite de Guzmán Blanco. “Las dimensiones dadas por

muchos historiadores a Guzmán, condenan a Rojas Paúl

al rol de personaje secundario con perfil de villano traidor.

Para los admiradores de Guzmán, de antes y de ahora,

Rojas Paúl es el Judas de la política venezolana de

finales del siglo XIX”.

La indagación para escribir esta biografía le permitió a

Otálvora trazar un perfil del político que lo rescata del

lugar común. “Rojas Paúl, sostiene, es un personaje con

peso histórico en sí mismo. (…) Su trayectoria política

duró quince años más, luego de finalizado su gobierno

de dos años. Cuando Guzmán muere en su querida París,

Rojas Paúl aún permanecía activo en los cambios políticos

venezolanos del año 1899”.

Fue el primer civil que ascendió a la presidencia desde

los tiempos de Vargas, medio siglo después de repetidos

generalatos. Amigo de los Guzmán, fue albacea testamentario

del viejo Antonio Leocadio, y amigo del hijo

todopoderoso hasta su ruptura. Gobernó en medio del

duelo entre Guzmán y Crespo, y enfrentó a ambos, para

lo cual se requería algo más que habilidad y cierta dosis

de maquiavelismo.

Rojas Paúl nació en 1826 y murió en Caracas hace un

siglo, el 22 de julio de 1905. Fundó la Academia Nacional

de la Historia en 1888. Como presidente demostró personalidad,

independencia de criterio y aprecio por nuestro

proceso histórico.

Economista e historiador, Edgar

Otálvora ha escrito la primera biografía de Juan Pablo

Rojas Paúl en más de un siglo, y lo ha hecho con el rigor

necesario para redimir al personaje de las discordias

de su tiempo.

Simón Alberto Consalvi

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