Epostracismo.



Esta exploración tiene tres vertientes: corroborar la existencia de la palabra «epostracismo»; averiguar cómo se dice en los países de habla hispana; y, finalmente, explorar los amplios horizontes del arte de hacer patito/sapito. En un cuarto apartado agregamos algunos comentarios de los visitantes.


1

Todo empezó al hallar, de casualidad, la palabra «epostracismo» en la versión electrónica del diccionario de María Moliner.

epostracismo. Entre los griegos antiguos, juego consistente en hacer botar sobre la superficie del agua una concha o piedra plana.

Los esfuerzos por corroborar la existencia de esa palabra en otros diccionarios o en textos fueron inútiles. En ningún otro diccionario figura, salvo en el citado Moliner y en el Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado, publicado en 1972 por Selecciones del Reader's Digest (según Armando Zambrano). La única aparición en Google es una evidente errata por «ostracismo».

Santiago Maspoch comenta: «La palabra es posible: yo no la he encontrado en ninguno de dos diccionarios de griego que tengo (el griego/español de Sebastián ni el griego/francés de A. Bailly) pero teniendo en cuenta que lo de ostracismo apunta a concha, tejuela y que el ep- de delante sugiere encima, epostracismo puede significar conchas que botan».

En el Diccionario de la Real Academia Española, versión 2001, no figura.

¿Existe la palabra? ¿Qué quiere decir que «exista»? Al menos, encontrar otro diccionario en donde figure, o un texto, antiguo o moderno, en el que se use.


2

Arrojar una piedra lisa sobre la superficie calma del agua para que rebote varias veces es un entretenimiento popular y extendido en todo el mundo.

En Argentina parecen convivir dos formas de llamarlo: «hacer patito» y «hacer sapito».

En Uruguay se lo llama «hacer sapitos», según avisa Miguel Molina.

Cecilia escribe desde Cantabria y dice que allí siempre lo conoció como «la rana». José García Verdugo comenta: «Cuando yo era pequeño, decía "hacer la rana" cuando íbamos a jugar a la orilla del Tormes en La Aldehuela (Salamanca, España)».

Claudia Septién, de Querétaro, México, dice que por allí se dice «hacer patitos».

En la lista de correo dicciojugs hubo una cierta polémica acerca de la conveniencia de llamarlo «hacer patito» o «hacer sapito».

Pablo Suárez escribió:

Cuando los patos pasan del medio líquido al medio gaseoso, se topan con dificultades técnicas no triviales... Volar implica batir las alas con cierta frecuencia y amplitud, pero cuando están flotando, el agua les impide aletear de la misma manera en que lo hacen cuando están en pleno vuelo. Para despegar, empiezan batiendo cortito las alas muy por encima de su cuerpo, generando una fuerza hacia arriba que reduce la cantidad de panza apoyada en el agua. Ahí aumentan la amplitud del batir como para ir hacia adelante, y empiezan a «volar» muy horizontalmente, arrastrando la panza y las patas sobre el agua (como son bichos pesados, la componente vertical del vuelo es muy pequeña).

A medida que van tomando velocidad y altura, por una cuestión de conservación de la cantidad de movimiento, se genera un movimiento oscilatorio transitorio, casi diríase rítmico: cuando las alas suben, el resto del cuerpo baja (y viceversa). Durante el despegue entonces, a intervalos casi constantes, las patitas golpetean repetidamente la superficie acuática hasta que finalmente la distancia entre el pato y el agua es mayor que lo que cuelga de las patas. Todo esto sucede en unos escasos segundos. El caso es que al partir, el pato deja tras de sí una especie de estela de entre tres y diez círculos concéntricos causados por el golpeteo de las patas contra el agua, similares a los causados por los epostracistas.

En esta foto podrán observar las huellas de los dos últimos golpeteos de un bello pato remontando vuelo. Naturalmente, muchas otras aves palmípedas dejan estas marcas epostracismoideas sobre la superficie, pero intuyo que llamar a este noble entretenimiento «pelícano» o «ganso» era menos simpático que bautizarlo «patito».

Unos años atrás casi me piden el divorcio por hacer patito en el lago Steffen... Desde entonces, en lugar de hacerlo a escondidas, me he dedicado a analizar las causas profundas de su nombre, estudiando apasionada y aficionadamente a estos bichos. Es la primera vez que expongo los saberes adquiridos. Gracias por haber leído hasta ahora.


3

Unas semanas después del comienzo de esta investigación, Marcia Levitus fue al cine a ver la película Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, y en un momento la protagonista se pone a hacer patito/sapito/la rana. Gracias a eso y al subtitulado, descubre que en inglés se dice «skipping stones».

A partir de allí se nos reveló el mundo anglosajón del patito/sapito.

El curioso del epostracismo debería empezar su navegación, o su cadena de rebotes internéticos, en el sitio web de la North American Skipping Stone Association. Está hecho por Jerdone (Jerry) Coleman-McGhee, quien posee el actual récord Guinnes de rebotes sobre el agua (38 rebotes) y es autor del libro The secrets of Stone Skipping.

Este experto publicó, en la revista Ladies' Home Journal, un recuadro donde explica los secretos para ser un exitoso hacedor de patitos o sapitos.

A través de la página de enlaces se puede ampliar el círculo del epostracismo anglosajón.

Hay más. Existe una empresa llamada Skipping Stone, dedicada a la consultoría de empresas. Su logo es suficientemente explícito.

Y la artista plástica Gilly Hatch tiene un cuadro llamado Skipping Stone.


4

Marina nos enseña que, en francés, «hacer patito» (o sapito, o como sea) se dice «ricocher» o más bien «faire ricocher des pierres». Su mensaje termina: «es curioso que hace menos de una semana estaba comentando que en español no existe palabra para esto, pero que en francés sí».


José Fernández nos hace saber que, en Guatemala, al hacer sapito se lo llama «jugar a la chata», por la forma plana o chata de las piedras.


8 de abril de 2003

José Antonio Millán hace unos interesantes comentarios alrededor del epostracismo. Por un lado, descubre el artículo de un físico francés donde se analiza la dinámica del hacer sapito. Citamos a Millán que cita a Lydéric Bocquet:

Los factores determinantes son la masa de la piedra, su ángulo respecto a la superficie del agua, el ángulo respecto al horizonte, la velocidad de giro (que le otorga estabilidad) y la velocidad de desplazamiento. Condiciones óptimas para un buen lanzamiento serían una velocidad de salida de 12 metros por segundo y un giro de 14 revoluciones por segundo.

Por otro, informa que en catalán se usa la palabra passanelles. Y seguir el rastro de esa palabra lo lleva a Cadaqués, donde se utilizaron los rebotes de las piedras en el agua como mecanismo de composición musical. No parece casual que John Cage haya vivido un buen tiempo en esa ciudad. Vale la pena leer a Millán; el texto completo está aquí, bajo la fecha 6 de abril.


29 de mayo de 2003

José Antonio Moreno hace un descubrimiento muy importante: encuentra la palabra en el tomo 20 de la enciclopedia Espasa.

EPOSTRACISMO (Etim. - Del gr. epostrakismos, deriv. de epostrakizeim, arrojar la concha á la superficie del agua, de epí, sobre, y óstrakon, concha.) m. Dep. ant. Juego ó deporte de la edad clásica, que consistía en lanzar una concha, un palo ó una piedra, haciéndole resbalar y rebotar sobre la superficie del agua en un lago ó estanque. Se le declaraba vencedor, según los escritores griegos y latinos que describen este juego, á aquel que lanzaba el proyectil más lejos el mayor número de veces.

Sería bueno saber quiénes son los «escritores griegos y latinos que describen este juego». Si usted es helenista o latinista, desempolve sus libros y ayúdenos a revelar, de una vez por todas, este misterio.


10 de diciembre de 2003

Christian Sánchez hace nuevos descubrimientos alrededor del epostracismo.

Epostracismo no figura en el Diccionario de la Real Academia Española, pero sí el vocablo «cabrillas»:

5. f. pl. Juego de muchachos, que consiste en tirar piedras planas sobre la superficie del agua y de modo que corran largo trecho rebotando.

Según el Diccionario Larousse Francés-Español, «ricochets» equivale a «cabrillas, pijotas». Según el diccionario Longman, los ingleses usan la expresión «ducks and drakes».

Esa acepción de «cabrillas» fue incorporada al diccionario de la Real Academia en el suplemento de 1914. Aparece en la novela Los geniecillos dominicales, del escritor español Julio Ramón Ribeyro, escrita en 1965.

Pingping se agachó, tomó una piedra y la arrojó por debajo del brazo al estanque. La piedra plana rebotó en la superficie del agua y lanzó unos minúsculos destellos.
—¡He hecho tres! —exclamó en voz cantarina. La piedra había silenciado por unos instantes a los sapos, y entonces uno de ellos, titubeante, se puso a croar de nuevo.
—Yo tenía buena mano en el juego de cabrillas —recordó Lin, y también lanzó una piedra.

 


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