Antes de empezar su labor en el "3 x
4", Julia había empezado en una emisora de radio. A
los 18 años empezó a compaginar su trabajo en las ondas
con sus estudios universitarios. "Después he hecho
de todo en la radio. Desde salir a la calle con una
unidad móvil hasta levantarme cada día a las cinco de
la madrugada para hacer el primer informativo de la
mañana".
- Hace
unos meses me decías que el éxito no se te había
subido a la cabeza porque habías trabajado muy duro
antes de llegar a televisión y llevabas contigo un
bagaje profesional importante. Ahora que tu popularidad
cada día se hace mayor, ¿sigues manteniéndote igual?
- Sí, lo único que hago es
autoprotegerme más. Cada vez hago menos cosas fuera de
casa y fuera de mi círculo de amigos, eso sí es verdad.
Pero eso no quiere decir ni que se me hayan subido los
humos a la cabeza, ni que vaya de estrella por la vida.
Si me quedo en casa es para autoprotegerme y si no voy a
muchos actos sociales es porque esas situaciones
multitudinarias me producen timidez y una cierta
inquietud.
- Pero tú no pareces muy
tímida, más bien pareces extravertida.
- Soy extravertida en la distancia
corta, en el bis a bis, en el tú a tú, pero ante una
reunión de personas más o menos numerosa, todo eso se
convierte en una terrible timidez.
- ¿En qué cosas concretas ha
cambiado tu vida desde que hace ya ahora algo más de un
año presentaste por primera vez el programa concurso
"3 x 4"?
- La verdad es que vivo en la misma
casa, voy en el mismo coche, me visto más o menos igual
y tengo exactamente los mismos amigos que antes, me
parece que ni uno más. Lo que ha cambiado son las
relaciones con el mundo exterior, con ese mundo que te
encuentras en la portería de tu casa cuando sales a la
calle. Bueno, también ha cambiado algo que es muy
difícil de explicar y que se podría definir como la
forma en la que eres tratada por los demás.
- ¿Cómo sueles pasar los
fines de semana?
- De una manera discreta y tranquila.
Normalmente, Ramón y yo buscamos algún lugar tranquilo
fuera de la ciudad y si no salimos, nos
"invitamos" a cenar en casa de algunos amigos.
Julia Otero es gallega de nacimiento y
vino a Barcelona cuando contaba dos años y medio de
edad. Su padre, que era y es músico, se trasladó a la
gran ciudad para ampliar sus fronteras profesionales.
- Creo que tu padre quería que
siguieras su carrera, la música, y que tú querías
hacer medicina. ¿Cómo acabaste en el periodismo?
- Mi padre más que ejercer su oficio,
quería que yo aprendiera a tocar un instrumento. Y lo de
la medicina era algo que a mí me atraía mucho. Quería
ser cirujana, porque me gustaba esa especialidad y porque
casi no había mujeres en ella, quería ir de pionera. En
el bachillerato opté por las letras con la intención de
recuperar las ciencias de COU. Pero en ese camino me
encontré con unas excelentes profesoras de literatura y
lengua y empecé a pensar en el periodismo, aunque al
final terminé estudiando Filología y ejerciendo el
periodismo.
Julia comenzó a hacer sus pequeños
escritos muy joven.
- Desde los 12 o 13 años siempre he
escrito una especie de memorias diarias, que incluía una
serie de pensamientos y vivencias. Sobre todo, de las
vivencias más difíciles porque yo siempre he escrito
más en estados de melancolía que en estados de euforia
o de felicidad.
- Pero cuando se escribe a esa
edad tan temprano normalmente se debe al "mal de
amores" ¿Eras muy enamoradiza de pequeña?
- Sí, siempre he sido una persona muy
enamoradiza, pero sin que se enterase nadie y mucho menos
el objeto del deseo. Me enamoraba de profesores, de
vecinos. Pero todos estos amores siempre los he vivido de
puertas adentro y en todo caso a través de la tinta, en
esa especie de diario en el que iba anotando mis
historias. No he tenido una adolescencia intensa
sentimentalmente. He sido una niña muy tranquila que me
he dedicado a estudiar hasta los 16 o 17 años, edad en
la que tuve mi primer novio. Nunca he sido frívola en
amores.
- Me han contado que tu marido
lleva de calle a la mitad de las chicas de la facultad de
periodismo. ¿Tú crees que te hubieras enamorado
también de él si te hubiese dado clase?
- Sí, claro. Si yo algún día hubiera
tenido como profesor a un señor como mi marido creo que
me hubiese enamorado perdidamente de éI. Los profesores
de los que yo me enamoraba, ahora que lo pienso, me doy
cuenta de que eran horrorosos y, claro, si en aquellos
tiempos me hubieran puesto una materia prima
acondicionada como la de Ramón, pues seguro que hubiera
sucumbido. De todas formas, yo me enamoraba, pero
mantenía siempre la distancia. Sabía muy bien que
soñaba y que jugaba y nunca pasó de ahí.
- ¿Eres celosa?
- ¿Hay alguien que esté enamorado y
que no lo sea? Yo creo que no. Hay grados, en todo caso:
el lógico, el preocupante y, finalmente, el enfermizo.
Si uno está en el grado lógico yo creo que es sólo una
prueba de que está enamorado. Sin embargo, los otros dos
grados pueden ser muy peligrosos, yo he visto parejas
destrozadas por los celos.
- Tú sueles decir que todavía
no quieres tener hijos. ¿Es el aspecto profesional el
que te ha impedido tu deseo de ser madre?
- Sí, es eso, aunque lo que pasa es
que cada vez hay más tendencia. El otro día
precisamente confirmaba esta teoría con el doctor
Dexeus, de que las mujeres sean madres a partir de los 30
años. A mí ya me queda poco para llegar a esa barrera
-estoy a punto de cumplir 29-, pero tampoco se me escapa
ningún tren. Lo que sucede es que tampoco estoy
dispuesta a empalmar un año con otro y dejar la
maternidad para lo último. El día en que realmente sea
prioritario para mí, me quedaré embarazada, lo cual no
implica que tenga que dejar de trabajar.
¿Hay alguien -continúa- que haya
dicho que una mujer embarazada no puede trabajar en
televisión? Que yo sepa nadie lo ha dicho y si de lo que
se trata es de una norma aceptada tácitamente, pues, por
favor, ¡que la cambien! Me parece una discriminación
horrorosa que no se da en ninguna otra profesión.
¿Desde cuándo una mujer embarazada es antiestética?
¿Desde cuándo una mujer embarazada no puede hacer un
telediario o un programa de entrevistas?
- ¿Eres una persona con mucha
seguridad en ti misma?
- Yo estoy absolutamente segura de mis
dudas. Yo dudo muchísimo y aunque las mentes pensantes
dicen que eso es bueno, yo creo que a veces resulta
bastante duro. Dudo a menudo y de muchas cosas y tomo
decisiones de las que luego me arrepiento y dejo de tomar
otras que luego pienso que debía haber considerado. Mi
carácter, que es impulsivo, me lleva a caer muchas veces
en estas cosas de tener que rectificar continuamente. No
me siento segura, lo que pasa es que las pequeñas
miserias, sobre todo cuando uno está en el disparadero
como estoy yo, cuanto menos se sepan mejor, porque, si
no, te haces más vulnerable y por eso siempre hay que
parapetarse en una cierta seguridad. Lo que sí me
interesa, y eso sí que lo consigo es sentirme segura y
no dudar en la hora que estoy en antena. Fuera de eso
tengo el derecho a equivocarme, de rectificar o de sentir
miedo como cualquier humano.
- Desde el principio del
programa, comenzaste a recibir muchas cartas, ¿qué te
dicen ahora tus admiradores?
- Hay de todo. Cartas de gente mayor,
cartas apasionadas de jovencitos de 14 años que han
mitificado una imagen que ven por televisión... El
único elemento nuevo en las cartas actuales son los
escritos de gente mayor que se preocupa por mi estado
anímico, por mi salud mental y por mi naturalidad. O
sea, se preocupan de que todo lo que me está pasando no
me trastoque. Más o menos me dicen: "Lo sigue usted
haciendo muy bien, pero, por favor, no se lo crea. Es que
como se lo dicen todos los días, tengo un miedo horrible
de que llegue un momento de que se le suba a la cabeza y
empiece a comportarse de una forma rara". Estas son
las cartas que más me gustan porque demuestran que me
aprecian de verdad.
Julia no oculta que le gustaría que
algún día su programa "La lluna" se emitiera
también por el canal nacional, pero asegura que eso es
sólo un deseo, que hoy por hoy no tiene fundamento.
"Ha habido rumores sobre esto e incluso se ha
publicado la noticia, pero la verdad es que yo no he
mantenido ninguna conversación al respecto. Me gustaría
que esta idea se llevara a cabo, pero si no sucede
tampoco me voy a traumatizar", dice.
Yo creo, -añade- que cada día tengo
menos metas en este sentido. Ahora soy mucho menos
ambiciosa que hace un año, cuando empecé en el "3
x 4". En este momento me preocupan mucho más las
cosas sencillas y normales. El ser feliz, el tener un fin
de semana tranquilo. Comer lo que me gusta y con la gente
que quiero, divertirme, reírme. Me he curado mucho de la
ambición, que yo no creo que sea mala, aunque muchas
veces se le aplique un sentido negativo. Ambición hay
que tener, lo que pasa es que la mía se ha desviado en
estos momentos, no está tan centrada en lo profesional,
sino que va por otros caminos.
- ¿Tú crees que para que una
pareja funcione bien hay que hacer muchas concesiones?
- Sí, pero no en exceso, porque si has
hecho muchas concesiones, en el momento en el que hay
algún punto de cojera, se acostumbran a reprochar, y eso
es lo más terrible que le puede suceder a dos personas.
Yo creo que nunca hay que dejar de hacer nada que
realmente te importe por otra persona, a no ser que la
otra persona te importe más y eso sea decisivo para la
relación. Yo creo que hay que ser egoísta en este
sentido y hacer lo que creas que es mejor para ti, porque
ser altruista, a la larga, crea eso, un caldo del cultivo
para el reproche. Si eres egoísta, pero eres también
una persona sensible y quieres lo mejor para la otra
persona que está a tu lado con el tiempo da mejor
resultado que no dejando de hacer esto por mi marido o
por mi mujer...
- ¿Cómo os repartís Ramón y
tú el inevitable trabajo del hogar?
- Pues como podemos. Depende de la
intensidad de trabajo de cada uno. Lo importante, creo
yo, no es cómo se reparte, sino que sea de una manera
equitativa. De todas formas, para mí no es nada
excepcional que un hombre realice trabajos domésticos.
Lo lógico es lo contrario.
- Aparte del amor, ¿cuál
crees que son las bases principales de una pareja?
- Fundamentalmente, el entendimiento
mutuo. Y, después, divertirse. A mí me gusta estar con
alguien con quien me lo pase bien y me gusta reírme con
la gente que quiero. Con un tipo de esos que siempre
cuenta desgracias y que no sabe sacarle punto a nada y
que no maneja la ironía y la sutileza, me aburriría
terriblemente.
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