Rosa Ludy Arias Campos*
El concepto de orientación se ha ligado a las definiciones de los enfoques y de las estrategias para actuar con la juventud en líneas de acción como la formación integral, la promoción, y la prevención; nociones con lugares comunes, que invitan a rescatar desde el sector educativo las lecciones aprendidas sobre el papel de la orientación, y a proponer sinergias conceptuales, metodológicas y operativas, que permitan avanzar en los nuevos papeles que requiere asumir el sector educativo en el comienzo de este nuevo milenio.
Para realizar el análisis sugerido, se desarrollarán cuatro aspectos que resultan complementarios entre sí como: caracterizar al sujeto de la orientación en el sector educativo; identificar la manera cómo en la escuela se articulan las políticas públicas de salud, educación y juventud; establecer el papel de la orientación en las áreas de promoción, prevención y formación integral en el sector educativo; para finalmente proponer algunas alternativas y retos que resignifiquen las formas de concebir y realizar la orientación en el contexto educativo.
1. LAS Y LOS SUJETOS DE LA ORIENTACIÓN EN LOS PROCESOS DE EDUCACIÓN
Las definiciones de juventud han tenido diferentes aproximaciones de acuerdo a las condiciones históricas, culturales, socioeconómicas y políticas del momento. Su representación social aparece recientemente en nuestro país, a pesar de constituir un tema que desde siempre ha despertado la imaginación de poetas y escritores en donde aún nadie ha dicho la última palabra.
El joven por su naturaleza y características ha estado asociado desde siempre a conceptos de rebeldía, apatía, delincuencia, droga, sexo, confusión, transición, construcción, utopías, tránsito a la mayoría de edad y a la vida adulta. Muchos subliman esta etapa de la vida, otros la discriminan y en general es muy poco lo que sabemos de ella, sobre todo cuando se trata de identificar el papel de las instituciones, en un contexto en el cual se debe privilegiar los derechos y la libertad, asi como el reconocimiento de las nuevas condiciones de lo juvenil.
El sujeto de la orientación en el sector educativo lo conforma el concepto de la Comunidad Educativa, y en particular la infancia, la adolescencia y la juventud. Lo anterior invita a reflexionar sobre como los docentes, los padres de familia se relacionan con cada una de estas etapas de la vida , que si bien aparecen nombradas de una manera uniforme cuando se denomina a los estudiantes, revisten características específicas que inciden a la hora de desarrollar acciones educativas y procesos de orientación.
El código del menor establece que todo hombre y mujer menor de 18 años es sujeto de protección y educación por parte de la familia, el Estado y la comunidad; la constitución define a los adolescentes como sujetos de derecho dentro de un marco de reconocimiento de la diversidad étnica, de género y de generación, que por último la Ley de Juventud define como ¨Joven¨ a la persona entre 14 y 26 años. En este sentido el escenario escolar se constituye en un lugar de encuentro de representantes de cada etapa de la vida, para intercambiar, intereses, expectativas y roles diferentes, acción que implica asumir la propuesta de convivir en comunidad en medio de la pluralidad.
Con el fin de cumplir una de las intencionalidades de este trabajo, como es la de conectar las políticas de juventud y las de educación, se hará énfasis en adelante en el concepto de juventud como parte de la ley, como cuerpo social dotado de una considerable influencia en el presente y en el futuro de la sociedad que puede asumir responsabilidades en el progreso de la comunidad colombiana; y como ¨Mundo juvenil, ¨ que alude a los modos de sentir, pensar y actuar que se expresa por medio de ideas, valores, actitudes.
En este orden de ideas, la escuela al asumir la diversidad , requiere tener claro no solo los marcos normativos que la legislación le indica para garantizar el derecho y servicio público de la educación, sino conocer y comprender las características de estos ciclos del desarrollo humano, así como el impacto que el entorno sociocultural y económico generan en las comunidades educativas.
Las investigaciones realizadas en los últimos años han señalado un cambio de perspectiva, en el conocimiento de las nuevas identidades juveniles que ha permitido reconocer la diversidad de lo juvenil en la pluralidad social. Estas aproximaciones dejan nuevos interrogantes que parten de la necesidad de abordar de una manera sistemática la comprensión científica de la realidad juvenil para ahondar en las singularidades de este sector de población en las comunidades indígenas, negras, afro raizales, en los escenarios rurales y urbanos.
Para establecer una lectura del ser juvenil actual en Colombia, es indispensable analizar el contexto en términos de ¨Las condiciones que experimenta el país, sin perder los procesos de globalización y desarrollo tecnológico, el auge de las lógicas del mercado, la influencia de los medios de comunicación, los cambios, los mestizajes culturales, las pautas sociales que median las relaciones entre los géneros y las generaciones, y la dinámica de la guerra.
¨ La mayor parte de la población se ubica en las ciudades, proceso que ha estado influenciado por conflictos de toda naturaleza, por la violencia, la migración, la corrupción, el narcotráfico, la pobreza, los cambios en los sistemas productivos, situaciones que han modificado el comportamiento de las principales instituciones y de su capital social, en especial el de la niñez y la juventud. Para interpretar y comprender esta complejidad se representa la juventud como un hecho social definible a partir de las identidades y las culturas juveniles.
La identidad juvenil se marca entre otros aspectos por la pertenencia individual a un lugar y la apropiación que da a la forma cultural de significar códigos, valores e imaginarios, en el mundo de relaciones que establece consigo mismo, con los otros y con el mundo que lo rodea. Esta dinámica permite definir las culturas juveniles, como la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados fundamentalmente en su propio tiempo y en espacios de la vida institucional. Lo anterior permite plantear que no existe una sola forma de representar lo juvenil y de ser joven, sino en referencia a la diversidad multiétnica, pluricultural y contextual de cada país.
En el desarrollo de esta dinámica en Colombia, se han construido diversas manifestaciones de carácter formal e informal, por un lado las que señalan maneras de acomodarse y de construir proyectos de vida por parte de los jóvenes, y por otro, las que adquieren expresiones particulares dependiendo de los contextos en que se construyen.
Desde una perspectiva generacional, se podrían aproximar dos hipótesis respecto a la constitución de identidades juveniles entre el mundo urbano y rural. Las primeras se caracterizan por centrarse en la dimensión estética y cibernética de las comunicaciones, y la conformación de agrupaciones por áreas de interés, la rural en cambio amplía los márgenes de exclusión de los jóvenes que se quedan cada vez más aislados del acceso a bienes y servicios, hecho que los vuelve más vulnerables a la dinámica del narcotráfico y de la insurgencia.
Es así como en Colombia se encuentra la mayor diversidad juvenil y de agrupaciones entre las que se destacan experiencias de acomodación ( el parche) , de supervivencia ( la gallada), de defensa del territorio( la pandilla), de infracción (el sicariato), de experimentación (rap, hip hop, punk,...), de productividad ( jóvenes emprendedores), de acción social (Organizaciones no Gubernamentales, escuelas de animación sociocultural), de participación ciudadana, (redes juveniles, consejos de juventud). En la diversidad mencionada cabe destacar las expresiones juveniles que no permiten definir núcleos de agrupación, constituidos por jóvenes apáticos y/o inmersos en dinámicas socio familiares y de producción que no les facilita establecer redes de comunicación con sus pares. Así mismo, otra forma de agrupación significativa en el país la constituyen los jóvenes que participan en las fuerzas de seguridad del Estado y los que se encuentran afectados por el conflicto armado del país en calidad de víctimas y/o victimarios.
Algunas de estas expresiones no se caracterizan por integrase con la cultura hegemónica, otras en cambio incursionan en formas alternas que legitiman la participación de los y las jóvenes en lo público, unas y otras representan sin embargo la diversidad de intereses y combinaciones entre lo público y lo privado, los territorios, los campos de sensibilidades y racionalidades que convocan los jóvenes para construir sus proyectos de vida y en ellos dar sentido a la educación que reciben para posibilitarlos.
Este sujeto diverso y atravesado por la realidad nacional y global, es el sujeto de la educación, es el niño o la niña, adolescente y joven que acude al escenario escolar, con preguntas, dudas, incertidumbres, pérdidas de sentido, esperanzas, oportunidades de transformar su realidad y la de la sociedad a la que pertenece, es el sujeto que requiere ser reconocido y comprendido para situar el acto educativo a tono con las identidades y culturas que representan.
Para aportar algunas aproximaciones sobre las nuevas representaciones que requieren ser asumidas por la labor educativa y de orientación se agrupan algunas características que suponen la búsqueda de nuevas comprensiones y respuestas tales como:
· El desencuentro generacional, entre jóvenes y adultos, respecto a la forma de priorizar: decisiones, manejar tiempos, percepciones, lenguajes, la sensorialidad, el sentimiento y la razón, la autoridad y la normatividad y las comunicaciones.
· La subsistencia de estereotipos y visiones parcializadas entre adultos y jóvenes que radicalizan preconceptos y diferencias y establecen soluciones de hecho y de manejo de poder, que no reconocen la interacción adulto-juvenil como un constructor cultural, sujeto a movimiento mediante el diálogo y el contrato social.
· La poca o inexistente investigación sobre el impacto que la violencia además de la pobreza y la crisis de la institución familiar, ocasiona en el comportamiento escolar, expresado en el rendimiento académico, la deserción y repitencia escolar y la aparición y agudización de las conductas de riesgo.
Esta perspectiva genera nuevas preguntas para el desarrollo de la educación y para el papel de la orientación, ya que no solo se trata de cumplir las metas para el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la democracia. Se requiere de una nueva visión que trascienda las pretensiones de materialidad, competitividad, productividad y consumismo para equilibrar las dimensiones estéticas, sensibles y democráticas .
2. LA ESCUELA UN LUGAR COMÚN PARA ARTICULAR LAS FINALIDADES DE LAS POLÍTICAS DE EDUCACIÓN, SALUD Y JUVENTUD.
La década de los noventa ha representado para el país un periodo de grandes transformaciones en el tema que nos ocupa, entre las mas significativas se encuentran la Constitución política de 1991, la ley de seguridad social integral ( Ley 100 de 1993), la ley de educación ( Ley 115 de 1994) y la ley de Juventud (Ley 375 de 1997).
La constitución estableció que los adolescentes requieren ser considerados como sujetos de derecho y que su desarrollo es responsabilidad de la familia, el Estado y la Sociedad Civil, en esta perspectiva la educación se concibe como un derecho de la persona y como un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la tecnología y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente.
La ley de la juventud por su parte establece como su intencionalidad promover la formación integral y la participación del joven en la vida económica, cultural, ambiental, política y social.
La ley 100 proyectó ¨una cobertura integral para lograr el bienestar individual, así como la integración con la comunidad, concibiendo a la escuela como uno de los semilleros para generar una cultura de la salud¨.
Es así como al analizar el papel que cada uno de estos marcos tienen el escenario escolar se encuentra que está integrada entre otros por la población adolescente y juvenil sujetos de políticas poblacionales de infancia y juventud, así como de las políticas educativas, culturales y de salud entre otras. Es decir el servicio público de la educación, se convierte en un espacio para la integración de servicios, la unificación de intencionalidades y ante todo de racionalización de recursos.
En esta perspectiva, se plantean nuevos retos para la gestión escolar, aspectos que implica la apropiación de nuevos lenguajes no solo desde la educación, la pedagogía y la orientación sino desde la gerencia, la planeación, la evaluación, y la descentralización.
La integración educación, salud, se da desde la educación para la construcción de estilos de vida saludable que en el escenario educativo se enmarcan en el concepto de escuela saludable, definida como ¨ la apropiación de los elementos esenciales de la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad en un ámbito claramente definido como lo es el espacio escolar, donde ocurre el encuentro de los sectores salud y educación, fundamental para el desarrollo de la población escolar.
Esta aplicación conlleva la propuesta de integrar en el PEI, la educación en salud, ambiental, y en servicios, lo que sin duda abre el panorama contextual para la labor de la orientación, que además de ocuparse del sentido científico y tecnológico de la educación y la proyección de la productividad económica y social, necesita abordar la comprensión de la salud, de la vida saludable, de los estilos y hábitos, para enriquecer el hacer y el saber de los educandos.
Otro elemento que se une junto al concepto de lo saludable, es el que aporta las políticas de juventud, como es el de propiciar la plena integración de los jóvenes a su ciudadanía, favorecer el ejercicio de los derechos y deberes, para garantizar el reconocimiento de la juventud como protagonista de su desarrollo.
Las políticas de juventud para la participación, se constituye en un espacio fundamental abierto por la Constitución Política de Colombia y que demanda del Estado la creación de oportunidades para la formación política de los jóvenes, la diversificación de mecanismos de participación, la creación de lugares en la que los grupos juveniles puedan reconocerse, aprender, dirimir, proponer, construir y evaluar las decisiones y los procesos que los afectan en los escenarios escolares, institucionales y comunitarios.
En el marco de contexto que legitima estas expresiones se encuentran entre otros la creación de los gobiernos escolares, los personeros estudiantiles, las organizaciones creativas juveniles, las redes juveniles,... avances que han tenido su repunte en la expedición del decreto 089 del 2000, que reglamenta la creación de los Consejos de juventud y que abre un espacio, para la voz pública del joven, que requiere ser informada, formada e ilustrada en los marcos de interacción política existentes.
El anterior panorama nos presenta un conjunto de condiciones para potenciar el desarrollo de la juventud colombiana, que identifica un salto cualitativo consolidado en los últimos años, muy distante de las anteriores generaciones; razón por la cual, el joven del siglo XXI se ha constituido en un interlocutor válido a tener en cuenta en las decisiones políticas, en los planes de gobierno, en los proyectos de ley y en la convivencia en general.
Sin embargo, ¿cómo se relaciona el joven con la problemática social relevante del país y en qué medida aportan las políticas juveniles a su desarrollo como capital social, económico y humano?. Es precisamente la ecuación proporcional, como es la de que no existe ninguna política con los jóvenes que no contenga la educación y la salud como componentes constitutivos, ni ningún modelo de promoción, prevención, y orientación, que sean viables sin el aporte de la educación y la salud.
La sinergia a establecer se inicia en la convergencia de intencionalidades políticas, poblacionales, gestiones y de sistemas de articulación entre los subsistemas de juventud, educación, salud, cultura.
Un ejemplo de esta afirmación se encuentra en los objetivos que se proponen para la prevención de las conductas de riesgo asociadas con las sustancias psicoactivas, la salud sexual y reproductiva, la violencia... elementos que las políticas de juventud plantean como un área de política a desarrollar, concomitante a las políticas de educación que establecen que todo PEI debe incluir planes de prevención, al igual que salud que concibe este aspecto como sustancial para trabajar con poblaciones vulnerables.
3. EL PAPEL DE LA ORIENTACIÓN EN LAS ÁREAS DE PROMOCIÓN, PREVENCIÓN Y FORMACIÓN INTEGRAL EN EL SECTOR EDUCATIVO.
Para establecer una aproximación al papel de la orientación en los conceptos de formación integral, promoción y prevención, se procederá a establecer las nociones desde las cuales se visualiza cada una, para posteriormente proponer una forma de dimensionar el rol de la orientación en cada uno de ellos; para el caso del sector educativo es necesario plantear:
Formación Integral con acento juvenil.
La formación integral se sitúa como una modalidad de la educación, cuya intención es el desarrollo armónico de las dimensiones de el y la joven en sus aspectos: corpóreo y afectivo; cognoscitivo; lingüístico - comunicativo; ético moral y estético; productivo y político.
Esta concepción de la formación integral se identifica tanto para ser cumplida en el medio escolar, como en el medio extraescolar, en cada uno de estos niveles cambian las intensidades, regulaciones, mediaciones y encargados de impartir sus desarrollos.
El escenario escolar desde siempre ha representado un lugar por excelencia para, propiciar la formación, en especial al trascender la concepción tradicional de la educación y de la transmisión de conocimientos, para hacer del acto educativo un espacio para el diálogo, la creación y el cambio social.
Esta dimensión de la educación, expresada en la formación integral conecta el acto educativo como realizable en los espacios institucionalizados, los cuales requieren ser cada vez más articulados con los extraescolares en modalidades no formales e informales. La capacidad de establecer sinergia entre estas posibilidades, abre una nueva perspectiva para avanzar en la labor de orientación, en su proyección académica, profesional y de convivencia social, como una forma de derribar simbólicamente los muros de la institución.
La formación con acento juvenil, implicaría para la escuela conocer su realidad, e incorporar al sujeto juvenil como protagonista central de la construcción de conocimiento y del cambio social que se relaciona con el y su entorno. Esta dimensión de la formación integral con acento juvenil constituye un marco de sentido para la labor dentro y fuera de la escuela con la juventud que encuentra un triángulo que la hace viable, a través de la enseñanza aprendizaje, la promoción y la prevención.
Promoción Juvenil y prevención integral.
Para garantizar el cumplimiento de los objetivos de la juventud y el desarrollo de los lineamientos de la política, se establece una visión de presente y futuro en la que se hace alusión a fortalecer las potencialidades y las oportunidades de los jóvenes y a disminuir sus grados de vulnerabilidad frente a la realidad social, que influyen en su desarrollo.
Fortalecer potencialidades, capacidades y oportunidades establece la noción de Promoción, mientras que disminuir los grados de vulnerabilidad de el y la joven frente a las sustancias psicoactivas, la salud sexual y reproductivas, la comisión de delitos y la violencia, referencia la de Prevención, ambos conceptos que aunque son indispensables para el trabajo con jóvenes, resultan complementarios y vienen a establecer en el acto educativo las nociones que trascienden la enseñanza aprendizaje y que aportan elementos centrales para dotar de contenidos y metodologías a la formación integral.
De esta manera la promoción y la prevención señalan dos tipos de logros como son los de potenciar y disminuir, los cuales no serían posibles sin el recurso de la formación integral, solo que en cada uno de los casos los contenidos, énfasis y metodologías adquieren particularidades dependiendo de los temas de interés.
Para contextualizar esta reflexión en el contexto de la escuela se citan algunas lecciones aprendidas que permitirán ubicar la articulación que se produce entre las mismas, en la convivencia escolar.
Lecciones aprendidas para incorporar la promoción y la prevención de una manera transversal en el PEI con acento juvenil y saludable .
· La formación integral, implica interactuar con los y las jóvenes reconociéndoles como protagonistas de su educación y desarrollo.
· La formación integral es el resultado del ejercicio equilibrado de procesos de enseñanza aprendizaje, promoción juvenil y prevención integral desarrollados con la comunidad educativa, y articulados al entorno comunitario.
· La victimización y normatización para atemorizar y cohibir a los jóvenes no funciona como elemento formativo ni de prevención.
· Solo en ambientes que educan para los usos responsables de la libertad, la autodeterminación y la regulación social, es posible promover la potencialidad juvenil y es factible reducir su vulnerabilidad, ante los conflictos, presiones y crisis que se le presentan.
· Las acciones genéricas de la prevención, en el espacio escolar, requieren ir de la mano con las de promoción, aspecto que implica que los educadores estén entrenados en el manejo de los contenidos y procesos básicos que atañen a estos campos de conocimiento.
· Para promover y prevenir es necesario intervenir en todos los espacios familiares y sociales del individuo considerado en situación de riesgo mediante la promoción de actividades de información, formación, recreación, producción cultural, rescate de valores positivos, generación de habilidades sociales y comunicativas y el establecimiento de proyectos de vida constructivos.
· Es necesario hacer explícito y generar procesos de apropiación y comprensión sobre la sinergia que debe existir entre los fines de la educación, los fines de la ley de la juventud y los fines de la salud en los escenarios escolares.
4. Retos para resignificar el sentido y las formas de ejercer la orientación en un PEI con perspectiva juvenil y saludable
De lo analizado anteriormente se pueden establecer algunas conclusiones y recomendaciones que permitan integrar la labor de la orientación en el sector educativo, con los retos que se establecen en la ley de la juventud y en el sector salud.:
El orientador en la escuela moderna polifuncional, con una población infantil, adolescente y juvenil, atravesada por una realidad compleja y la necesidad de equilibrar la ciencia, la tecnología, la democracia y la convivencia, requiere trascender el rol de ser un guía, de dar el consejo, la receta, por el contrario se hace necesario asumir una concepción sistémica, un enfoque de proceso, un rol pedagógico de informador, formador y mediador , capaz de conectar el espacio educativo con el contexto.
a. La labor de la orientación requiere trascender el rol de la consejería coyuntural y asumir una concepción sistémica, un enfoque de proceso promocional y preventivo, un rol pedagógico de información, formación y mediación, capaz de conectar el espacio educativo con el contexto del que hace parte.
b. La orientación debe incorporar el conocimiento y reconocimiento de las diversas identidades y culturas juveniles, que se generan en los contextos urbanos y juveniles y proponer investigaciones para su lectura en los procesos de construcción de conocimiento y de socialización en los centros educativos.
c. El orientador no solo del proceso educativo sino del desarrollo humano, infantil, adolescente y juvenil, se convierte en un agente mediador educativo para posibilitar la promoción, reducir la vulnerabilidad juvenil, y mediar en los conflictos de la comunidad educativa.
d. El rol orientador en la formación integral necesita impregnarse de las nuevas demandas de la condición juvenil en los campos de la autonomía, la participación, la movilidad social, la experimentación, la creatividad, la construcción de ciudadanía.
e. La orientación comunicativa, implica la promoción de formas alternativas para conducir a la comunidad educativa a realizar una lectura crítica y comprensiva de la realidad, a problematizar la convivencia escolar y familiar, y ciudadana, a proponer formas gerenciales y de contrato social de formular y desarrollar alternativas participativas de solución.
f. La orientación en el marco de las escuelas saludables requiere profundizar en el manejo de las conductas de riesgo asociadas al consumo de sustancias psicoactivas, la salud sexual y reproductiva, el suicidio, las sectas y otros grupos vinculantes de riesgo juvenil así como avanzar en el manejo del duelo ocasionado por la violencia, expresado en la pérdida de seres queridos, el desplazamiento forzado, la desesperanza aprendida entre otros aspectos.
g. Las posibilidades de enriquecer el proceso de la orientación encuentra en el marco de las políticas y programas de juventud, la posibilidad de conectar la escuela con el sistema local de juventud, con los programas alternativos existentes, los mecanismos de organización y participación juvenil.
· La función de la orientación necesita ser diversificada y asumida por los miembros activos de la comunidad educativa se requiere un trabajo en red en el medio escolar y comunitario, solo así la orientación dejará de ser una función coyuntural y limitada a una actividad y se convertirá en un proceso transversal y permanente.
BIBLIOGRAFIA
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