
Carta a Roberto López
Enjugo una lágrima...
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París, 12 de octubre de 1983
Querido cronopio Roberto López:
Esto no es una carta, es una tortuga. Me escribiste
el 20 de agosto, y ya ves cuando te contesto. Pero las tortugas -que son
enormísimos cronopios- siempre tienen explicaciones que ellas consideran
satisfactorias, y ahí va la mía, que como si fuera poco es verdadera y
más bien triste. Enjugo una lágrima y te digo que estoy bastante enfermo,
cosa siempre escandalosa entre los cronopios. No sé si Peter y Nancy se
dieron cuenta cuando nos conocimos en Segovia, pero ya en esos días de
agosto yo estaba haciendo grandes esfuerzos para salir del paso, y la
verdad es que no lo conseguí a pesar del afecto y la amistad de todos
los que me rodeaban. Una enfermedad misteriosa y estúpida me persigue
desde hace cinco meses, cobrándome un kilo de peso por mes, lo que no
es poco en alguien que los tiene contados. Ya ves que el decimoctavo aniversario
del Club no me encuentra en buenas condiciones para colaborar con el ímpetu
que merece tan magno acontecimiento..
Pero lo mismo quiero estar presente (¡yo, que nunca
fui a Suecia!) y decirte que las fiestas conmemorativas (entre otras el
libro que se proyecta) serán para mí la mejor medicina simpática y telepática
posible, y que saldré del trance gracias a los efluvios magnéticos que
me llegarán desde allá. Tantas veces les prometí a Paco y a Marina que
iría a conocer el Club, que no me atrevo ya a insinuar nada en este sentido,
máxime cuando ahora tengo que entrar en el hospital por varios días. Pero
el deseo sigue hondo, y yo se que un día desembarcaré en Estocolmo y que
nos veremos.
¿Me perdonas que termine acá? . Se me acaba pronto
la tiza en estos días. Pero no el afecto ni el recuerdo.
Mis mejores cariños para todos los cronopios del Club,
y un abrazo para ti de Julio.
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