Lucas, sus estudios sobre la sociedad de consumo
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Como
el progreso no-conoce-límites, en España se venden paquetes que contienen
treinta y dos cajas de fósforos (léase cerillas) cada una de las cuales
reproduce vistosamente una pieza de un juego completo de ajedrez.
Velozmente un señor astuto ha lanzado
a la venta un juego de ajedrez cuyas treinta y dos piezas
pueden servir como tazas de café; casi de inmediato el
Bazar Dos Mundos ha producido tazas de café que permiten
a las señoras más bien blandengues una gran variedad de
corpiños lo suficientemente rígidos, tras de lo cual
Ives St. Laurent acaba de suscitar un corpiño que
permite servir dos huevos pasados por agua de una manera
sumamente sugestiva.
Lástima que hasta ahora nadie ha
encontrado una aplicación diferente a los huevos pasados
por agua, cosa que desalienta a los que los comen entre
grandes suspiros; así se cortan ciertas cadenas de la
felicidad que se quedan solamente en cadenas y bien caras
dicho sea de paso.
De Un tal Lucas Cortázar, Julio; Cuentos
completos 2, Buenos Aires, Alfaguara, 1996
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