
Cortázar
habla de
"El perseguidor" y Charlie Parker
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JC: Vos sabés que en "El
perseguidor" hay un episodio en donde Johnny cuenta cómo el tiempo
queda abolido. Bueno, eso es absolutamente autobiográfico. Y además
no solo me sucedía en la época en que escribía "El perseguidor" -y que
en ese momento, en el orden del cuento me vino bien, entró esa intuición
que tiene Johnny- sino que me sigue sucediendo. Por ejemplo, hace tres
o cuatro días volví por el lado de la Place d'Italie, en el metro, y
tenía que llegar hasta aquí, a la Gare de l'Est. Estaba en un estado
de cansancio, de mala salud, como sabés, y muy distraído. Los estados
de distracción (eso que se llama distracción) son para mí estados de
pasaje, favorecen ese tipo de cosas. Cuando estoy muy distraído, en
un momento dado es ahí por donde me escapo.
Bueno, el otro día me pasó exactamente lo mismo en el metro. Entré en
el metro, me senté, el metro echó a andar y yo empecé a pensar. Era
el final de una conversación con un amigo; seguí pensando, le di vueltas
a la cosa y aparecieron episodios del pasado, una serie de imágenes.
El solo hecho de que yo te lo esté contando así ya está llevándonos
unos cuantos segundos, ¿no? Pero eso siguió y siguió. Yo no tenía ningún
control de tipo temporal, simplemente estaba perdido en una meditación.
Y en un momento determinado sentí el golpe de los frenos, el tren se
detenía. Miré la estación, suponiendo que ya debía estar muy cerca de
la Gare de l'Est. Y era la primera estación después de aquella en que
yo lo había tomado.
OP: Que si no me equivoco se llama Campo Formio.
JC: Sí. Es decir, se trata exactamente del mismo episodio de Johnny.
Con un poco de trabajo yo podría reconstruir todo lo que pensé. Y te
aseguro que en nuestro tiempo, en el que podemos medir con este reloj,
eso nos llevaría por lo menos diez minutos. Y yo sé perfectamente que
entre esas dos estaciones hay un minuto. Entonces, hay una especie de
superposición de tiempos diferentes, que yo no puedo utilizar. Ojalá
pudiera utilizarlos. Lo he pensado muchas veces con nostalgia, porque
si yo pudiera multiplicar mi tiempo sería casi como ganar una especie
de inmortalidad.
.......................
OP: Exactamente. Ahora bien, si pasamos de estos cuentos tuyos a "El
perseguidor" se nota como una especie de ruptura. Tú dijiste en otra
entrevista que no es ahí que tuviste por primera vez conciencia del
peso, de la gravitación de un personaje, pero sí que en este cuento
lo que importa es el personaje, que empezaste a tener una mayor visión
existencial de la literatura. Lo que puede parecer paradójico es que
tú no conociste al personaje en cuestión, a Charlie Parker.
JC: No, yo no lo conocí personalmente, aunque sí estéticamente, porque
me tocó vivir en el momento en que Charlie Parker renovó completamente
la estética del jazz y después de un período en que nadie creía y la
gente estaba desconcertada por un sistema de sonidos que no tenía nada
que ver con lo habitual, se dieron cuenta de que allí había un genio
de la música. Y entonces la anécdota de ese cuento es la siguiente:
a mí me perseguía desde hacía varios meses una historia, un cuento largo,
en el que por primera vez yo me enfrentaba con un semejante. Porque
la verdad es que, como decís vos, hay una ruptura en "El perseguidor".
En todos los cuentos precedentes, los personajes pueden estar vivos,
pueden comunicarle algo al lector, pero si se analiza bien -es como
en los cuentos de Borges- los personajes son marionetas al servicio
de una acción fantástica.
OP: Son cuentos de situaciones.
JC: Claro. Cuentos en los que los personajes están situados, cada uno
de ellos, pero no son lo determinante del cuento. Con una que otra excepción.
Antes de "El perseguidor" yo ya había escrito algunos cuentos que no
tienen nada de fantástico , que son muy humanos, como "Final del juego".
Eso ya eran caminos que se me iban abriendo. Pero la primera vez que
se me planteó eso que vos llamás existencial -y es cierto-, es decir
el diálogo, el enfrentamiento con un semejante, con alguien que no es
un doble mío, sino que es otro ser humano que no está puesto al servicio
de una historia fantástica, en la que la historia es el personaje, contiene
al personaje, está determinada por el personaje, fue en "El perseguidor".
¿Por qué fue Charlie Parker? Primero porque yo acababa de descubrirlo
como músico, había ido comprando sus discos, lo escuchaba con un infinito
amor, pero nunca lo conocí personalmente. Me perseguía la idea de ese
cuento y al principio con la típica deformación profesional, me dije:
"Bueno, el personaje tendría que ser un escritor, un escritor es un
tipo problemático". Pero no me decidía porque me parecía aburrido, me
parecía un poco tópico tomar un escritor.
Pensé en un pintor, pero tampoco me entusiasmaba mucho. Tenía que ser
un individuo que respondiera a características muy especiales. Es decir,
todo eso que sale de "El perseguidor": un individuo que al mismo tiempo
tiene una capacidad intuitiva enorme y que es muy ignorante, primario.
Es muy difícil crear un personaje que no piensa, un hombre que no piensa,
que siente. Que siente y reacciona en su música, en sus amores, en sus
vicios en su desgracia, en todo.
Y en ese momento murió Charlie Parker. Yo leí en un diario una pequeña
biografía suya -creo que era de Charles Delonnay- en la que se daba
una serie de detalles que yo no conocía. Por ejemplo, los períodos de
locura que había tenido, cómo había estado internado en Estados Unidos,
sus problemas de familia, la muerte de su hija, todo eso. Fue una iluminación.
Terminé de leer ese artículo y al otro día o ese mismo día, no me acuerdo,
empecé a escribir el cuento. Porque de inmediato sentí que el personaje
era él; porque su forma de ser, las anécdotas que yo conocía de él,
su música, su inocencia, su ignorancia, toda la complejidad del personaje,
era lo que yo había estado buscando.
OP: Lo que habías estado persiguiendo. El perseguidor eras vos.
JC: Sí. Pero si yo no hubiera leído esa biografía o esa necrológica
de Charlie Parker, tal vez no hubiera escrito el cuento. Porque estaba
muy perdido, no encontraba al personaje.
OP: Un escritor en busca de su personaje. Pero además, por lo que yo
sé, tuviste otras dificultades.
JC: Hubo una doble dificultad. La primera me concierne a mí. Yo empecé
a escribir "El perseguidor" profundamente embalado y escribí casi de
un tirón toda la primera secuencia, esa que transcurre en la pieza del
hotel, cuando Bruno va a visitar a Johnny y lo encuentra enfermo, con
Dédée. Eso toma unas veinte páginas, es bastante largo. Bruno le deja
algún dinero y se va, se mete en un café y trata de olvidarse, con la
ambivalencia típica del personaje. Y ahí me bloqueé. Al otro día quise
seguir el cuento y nada. Releí las veinte páginas y nada. Quedé totalmente
bloqueado, me era imposible seguir.
Entonces metí todo eso en un cajón y pasaron tres meses, una cosa muy
excepcional en mi trabajo de cuentista, porque a mí los cuentos me salen
de un tirón. Pasaron tres meses, entonces, me dieron un contrato en
las Naciones Unidas, en Ginebra. Tenía que pasarme tres meses en una
pensión y me puse a sacar papeles. Entre ellos iban esas veinte páginas,
pero yo no me di cuenta. Metí todo en una maleta y me fui. Hasta que
un día, en la pensión, buscando no sé qué papel, salió eso. Después
de tres meses vos te releés como si eso que estás leyendo fuera de otro,
¿no? Leí, y seguí, seguí, terminé las veinte páginas, me senté a la
máquina, puse una hoja y en tres días terminé el cuento.
Nunca me he podido explicar la razón del bloqueo y mucho menos la razón
de que haya podido empalmarlo. Pero creo que si yo no contara esto nadie
se daría cuenta de que el cuento estuvo interrumpido.
OP: Yo creo que no hay ninguna censura y los críticos no han dicho nada
al respecto.
JC: Las censuras son literarias, cada capítulo está escrito en un tiempo
de verbo diferente. Está hecho a propósito, porque son alusiones musicales.
Y salió así hasta el final. En cuanto a la segunda dificultad a la que
aludiste, ocurrió que a mí el cuento me gustó mucho. Por esa época me
fui a Buenos Aires y se lo di a leer a un amigo a quien yo le tenía
plena confianza, era uno de esos lectores privados que tienen muchos
escritores. Lo leyó y como era un tipo que no tenía pelos en la lengua
me dijo: "Tiralo".
"Tiralo; es demasiado largo", me dijo. Y agregó: "No tiene sentido".
Bueno, tuve la debilidad de desobedecerle y me traje el cuento de vuelta
a París. Y entonces lo leyó Aurora (Aurora Bernárdez, la primera mujer
de Cortázar) y le gustó enormemente. Esto no quiere decir que yo consulte
mucho a otras personas; tal vez se trate de una extraña vanidad. Pero
una vez que yo he conseguido lo que creo que tengo que conseguir, me
importa un bledo que les guste o no les guste. De todos modos, lo di
a leer a dos o tres personas. Ese cuento dio lugar a otro cuento largo,
Las armas secretas, ahí ya se armó el libro y se publicó.
OP: Onetti me dijo que había sido uno de los primeros lectores de "El
perseguidor" y que de inmediato te escribió una carta -él, que suele
escribir muy pocas cartas- declarándote su total entusiasmo.
JC: Onetti hizo mucho más que eso. Esto que te voy a contar lo supe
por Dolly Muhr (Dorotea Muhr, la mujer de Onetti). Onetti leyó "El perseguidor",
se fue al cuarto de baño de su casa y rompió el espejo de un puñetazo.
OP: Exactamente. Onetti nos contó eso un día a mi mujer y a mí, allá
en Montevideo. Fue esa secuencia -vos empezás esa parte del cuento abriéndola
con esa sola palabra, "secuencias"- de la muerte de Bee, la hija mayor
de Johnny y Lan.
JC: Nadie ha tenido una reacción que me pueda conmover más.
De "Los cuentos: un juego mágico", charla con
Omar Prego Gadea del libro La fascinación de las palabras,
Bs. As., Alfaguara, 1997 |
H.G.M.: ¿Vio la película El Perseguidor que se hizo sobre un
cuento suyo?
J.C.: Sí, la vi en un festival europeo. En esa película me gustó mucho
la banda sonora. Entonces yo no sabía que el que tocaba era el Gato
Barbieri, porque el Gato no tenía en aquel momento la justa fama que
consiguió después. Yo sabía que había dos hermanos Barbieri, que uno
había hecho los temas y el otro, los había tocado, pero no los conocía.
Cuando vi la película, la música me impresionó, porque yo me estaba
temiendo que se hiciese un simple pastiche de Charlie Parker. Puesto
que el personaje, en alguna medida, encarnaba a Charlie Parker, los
Barbieri tuvieron la extraordinaria habilidad y la honestidad de hacer
una música muy original y que, al mismo tiempo, tenía un estilo. Era
un homenaje, pero no un pastiche.
De "La vuelta a Julio Cortázar en 80 preguntas",
entrevista por Hugo Guerrero Marthineitz |
En "El perseguidor" de Las armas secretas y en Los premios
pero sobre todo en "El perseguidor", hay una especie de final de una
etapa anterior y comienzo de una nueva visión del mundo: el descubrimiento
de mi prójimo, el descubrimiento de mis semejantes. Hasta ese momento
era muy vago y nebuloso. Fíjate, me di cuenta muchos años después que
si yo no hubiera escrito "El perseguidor", habría sido incapaz de escribir
Rayuela."El perseguidor" es la pequeña Rayuela. En principio
están ya contenidos allí los problemas de Rayuela. El problema
de un hombre que descubre de golpe, Johnny en un caso y Oliveira en
el otro, que una fatalidad biológica lo ha hecho nacer y lo ha metido
en un mundo que él no acepta, Johnny por sus motivos y Oliveira por
motivos más intelectuales, más elaborados, más metafísicos. Pero se
parecen mucho en esencia. Johnny y Oliveira son dos individuos que cuestionan,
que ponen en crisis, que niegan lo que la gran mayoría acepta por una
especie de fatalidad histórica y social. Entran en el juego, viven su
vida, nacen, viven y mueren. Ellos dos no están de acuerdo y los dos
tienen un destino trágico porque están en contra. Se oponen por motivos
diferentes.
De "Cortázar por Cortázar", entrevista realizada por Evelyn Picon
Garfield
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