Un Congreso de victorias,
realizaciones y esperanzas

Palabras de Otto Rivero Torres, primer secretario de la UJC, en el acto de convocatoria al VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, el 28 de enero de 2004, en el Memorial José Martí

Jóvenes cubanos:

DignidadNos ha tocado vivir momentos definitorios del destino de la humanidad. Nuestra especie corre el peligro de desaparecer ante el poder destructor de las guerras, el hambre, terribles enfermedades, un aumento galopante de la población mundial —sobre todo en el Tercer Mundo expoliado y empobrecido—, la degradación creciente del medio ambiente y el derroche de recursos no renovables que el planeta tardó miles de millones de años en crear.

El imperio, tan voraz como desde su propio nacimiento, pero con un poderío militar infinitamente superior, amenaza con implantar a la fuerza una dictadura mundial fascista. Cuba, atacada y bloqueada por más de cuatro décadas, es uno de los blancos predilectos del apetito hegemónico de la actual administración norteamericana.

Ante tan estratégicos desafíos necesitamos hacer un análisis profundo y crítico del presente mirando al porvenir, preguntarnos cuál es nuestra misión como jóvenes comunistas y cómo construiremos con nuestra inteligencia y nuestras manos la Patria mejor que hemos soñado para el futuro.

Cuando realizamos nuestro anterior Congreso, cinco años atrás, muchos de estos retos estaban presentes, pero otros acontecimientos significativos han sucedido después: todavía la Casa Blanca no estaba en manos de la ultraderecha que encontró en los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 el pretexto necesario para implantar un régimen de terror mundial; justo en aquellos días del evento, Hugo Chávez ganaba la presidencia venezolana con aplastante votación popular, pero aún América Latina no vivía los aires de cambio que hoy se respiran; el movimiento mundial contra la globalización neoliberal recién surgía y estaba lejos de la organización mostrada en las protestas de Seattle, Québec, Praga, Davos, Washington, o en las manifestaciones contra la guerra en Iraq y los Foros Sociales Mundiales.

Lo que nos preocupaba entonces era el avance del neoliberalismo globalizador con su avalancha ideológica de individualismo, desmovilización, vicios e idiotización del ser humano.

Nos convocaban a reflexionar en aquellos días las justas críticas que nos hiciera el V Congreso del Partido sobre las debilidades del funcionamiento de nuestra organización y la pérdida del carácter de principal fuente de ingreso al Partido Comunista de Cuba.

El VII Congreso de la UJC, sus debates, sus críticas, las ideas expuestas por Fidel en sus sesiones, abrieron un camino de ofensiva y de nuevos conceptos estratégicos en nuestra misión: la necesidad de preparar integralmente a las generaciones más nuevas para enfrentar con solidez y conocimientos los desafíos que se nos plantean, la validez del trabajo joven a joven, la urgencia de revolucionar la dinámica de nuestras estructuras.

Después, la vida de un pequeño niño, arrojado a la inmensidad del mar por una fatal aventura, por el estímulo de una Ley Asesina, y secuestrado por una mafia terrorista y sin escrúpulos, lanzó a nuestra nación a una batalla sin precedentes en la que los niños y jóvenes asumimos la primera trinchera de combate bajo la sabia guía de Fidel.

Día a día se libró aquella contienda. Muy pronto la batalla por el destino de aquel niño se convirtió en un combate por el bienestar de todos los niños cubanos y por la consecución de un futuro mejor para todos.

Mientras se clamaba en las plazas y calles por el regreso de Elián, se distribuían miles de televisores y videos en cada escuela de la nación para revolucionar la enseñanza. Cientos de paneles solares llegaron hasta las más alejadas escuelas para que la falta de electricidad no impidiera iluminar la felicidad y la sed de conocimientos de todos nuestros niños.

Comenzaron a surgir entonces nuevos programas para la educación, la información, la salud y la cultura de nuestro pueblo, en búsqueda de la mayor justicia social e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Crecimos en el número de escuelas y miles de jóvenes maestros emergentes de Primaria y profesores integrales de Secundaria Básica se sumaron a las aulas; las computadoras llegaron a los niños desde el preescolar y los Joven Club se multiplicaron por el territorio nacional; un ejército de trabajadores sociales salió a los barrios a repartir esperanzas y salvar seres humanos; rescatamos a la vida útil y a la sabiduría a jóvenes relegados por la sociedad; la Universidad llegó a todos los municipios; la música, la plástica, la danza y el ballet, el teatro y la literatura llenaron más las necesidades espirituales del pueblo y se abrieron nuevos centros de enseñanza artística; la intelectualidad forjó ideas para el combate y asumió la vanguardia frente al peligro fascista; la televisión acrecentó su papel en la divulgación del conocimiento y de la información a través de programas como la Mesa Redonda y Universidad para Todos, surgiéndole además un trascendental y abarcador Canal Educativo; la salud renueva sus conceptos, instituciones y equipos, acerca los servicios al pueblo y se realizó un estudio genético sin parangón en el mundo. Son ya más de 150 programas que abren caminos nuevos a una Revolución, de por sí excepcional en su extraordinaria obra social.

Nuevas razones nos nacieron para ser partícipes y defensores de la Revolución forjada por nuestros padres. A lo largo de esta batalla hemos crecido como generación y como organización. Cientos de miles de nuevos militantes llegaron a la UJC en estos años, nuestros Comités de Base crecieron en cantidad y fortaleza, el Partido recibió la preciada entrega de miles de militantes formados en nuestras filas, los jóvenes trabajadores sintieron con más cercanía nuestro mensaje y se redobló la disciplina, el activismo, la labor ideológica y el papel movilizativo de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Saldo estratégico de estos años es habernos consolidado como una organización no solo responsabilizada con su militancia, las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, sino abierta en su accionar y responsable también de los destinos de todos los jóvenes cubanos, a quienes la Revolución, a través de la UJC, atiende y hace partícipes de su extraordinaria obra.

La Batalla de Ideas seguirá siendo nuestra arma política más poderosa frente al intento avasallador del imperio y en la búsqueda de esa sociedad superior que conquiste toda la justicia para el pueblo. A lo largo de estos años, Fidel nos ha enseñado que esta colosal Batalla no es solo riqueza de pensamiento, sino también hechos y realizaciones concretas. De su magisterio hemos aprendido a derribar esquemas, a actuar con rapidez ante los problemas, a saber convertir nuestros escasos recursos en mayor bienestar y calidad de vida para el pueblo, a pensar que detrás de cada cifra o porcentaje hay personas y nombres, a no sentirnos satisfechos con una idea, sino partir de ella para reflexionar sobre cuántas nuevas ideas podemos llevar a la práctica, a trabajar todos sobre la base de la unidad e identificando todos los días el objetivo principal y a comprender que solo a través del conocimiento profundo, del cuestionamiento constante y de la atención a los más mínimos detalles podremos hacer exitosos nuestros propósitos.

Lo avanzado es poco aún si se piensa en lo que puede ser el futuro de la Patria y si se toman en cuenta los serios desafíos que como ciudadanos del mundo se nos presentan.

Para la sociedad cubana, rodeada de capitalismo y enfrentada a cambios económicos no deseados pero necesarios, los tiempos que vivimos nos plantean retos derivados de las manifestaciones emergentes de corrupción, drogas, prostitución, ostentación, individualismo, doble moral y otros vicios ajenos a nuestra Revolución, que son el peligro principal que nos acecha. Para enfrentarlos se requiere de la decidida participación popular, que en nuestro caso significa la implicación del Comité de Base y de la militancia en esta decisiva batalla.

Seguiremos apostando a la honradez, la honestidad, la lealtad a los principios, el esfuerzo propio, el conocimiento, la disciplina, la entrega y la voluntad de participación colectiva como los valores que deben distinguir a un joven comunista cubano.

Para nosotros, ser revolucionario cubano y joven comunista en estos tiempos y en el futuro, significa comprender y practicar el pensamiento del Che: “…la exigencia a todo Joven Comunista es ser esencialmente humano, y ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano. Que purifique lo mejor del hombre a través del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo. Que se desarrolle al máximo la sensibilidad para sentirse angustiado cuando se asesine a un hombre en otro rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad.

“El Joven Comunista no puede estar limitado por las fronteras de un territorio. El Joven Comunista debe practicar el internacionalismo proletario y sentirlo como cosa propia y acordarse y acordarnos nosotros, Jóvenes Comunistas y aspirantes a comunistas aquí en Cuba, que somos un ejemplo real y palpable para toda Nuestra América”.

Ser revolucionario cubano y joven comunista en los nuevos tiempos es también beber del ideario profundo de Mella; es practicar la fidelidad y el apego al pueblo de Camilo; es estar a la altura de los valores morales, el heroísmo y el honor de Gerardo, Fernando, Ramón, Antonio y René.

Ahora y en el futuro, deberemos reforzar el papel del Comité de Base como destacamento de combate diario, la ejemplaridad de nuestra militancia, la consolidación de la organización como cantera natural y sólida del Partido, en quien radica la garantía de continuidad del proceso revolucionario y el avance del Socialismo.

La atención de la UJC y sus estructuras de base a las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, a todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes y a los Programas de la Revolución y su impacto en las más jóvenes generaciones será prioridad en la búsqueda de seres humanos virtuosos, cultos, con alto sentido del deber.

En los años por venir, como nos pedía el Che, el internacionalismo seguirá siendo la mejor expresión de los valores humanos forjados por la Revolución en nuestro pueblo y la mejor contribución que podamos dar a la consecución de ese mundo mejor posible para todos.

Los más de 15 000 médicos, los maestros y entrenadores deportivos que hoy cultivan la solidaridad en más de 60 naciones, derrochando sacrificios y desafiando peligros, son orgullo de la Patria. Muchos de ellos son jóvenes formados en nuestras Universidades en los años más duros de la Revolución, cuando solo la conciencia patriótica y los elevados valores morales de nuestro pueblo pudieron imponerse a las predicciones de que Cuba caería como otros que equivocaron el camino.

Su heroísmo en otras tierras, incluso al riesgo de sus preciosas vidas, tiene que multiplicarse en las decenas de miles de médicos, maestros y entrenadores que tienen la responsabilidad de brindar en nuestra Patria sus servicios al pueblo, en medio de condiciones nunca antes creadas para tener la mejor educación y salud del mundo y para refrendarnos como potencia deportiva internacional.

Ello solo es posible por el talento numeroso formado por la Revolución, que nos permitirá como nación vivir de nuestras producciones intelectuales y continuar ayudando a otros países hermanos.

Compatriotas:

El futuro luminoso, que con inteligencia y sudor vamos labrando, está en peligro por las apetencias y el odio secular del imperio hacia este archipiélago rebelde y diferente. Prepararnos para la defensa sigue siendo la primera misión de todos los jóvenes cubanos. Tenemos que conocer nuestro puesto de combate y forjar la convicción de que mientras haya un solo revolucionario combatiendo, la Revolución no puede ser derrotada. Alistémonos con la seguridad de que si el enemigo se atreviera a agredirnos esa sería la última aventura guerrerista de la actual administración norteamericana.

Conquistaremos el futuro. Libraremos una batalla vital y liberadora por el ser humano y la justicia. Nos animan esa fe infinita de Fidel en el hombre y su convicción profunda de que solo los que pelean tienen derecho a la victoria.

Con esa certeza, cobijados por la figura sabia y señera de Martí, convocamos a todos los jóvenes cubanos a participar en el proceso del VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, cuya Convocatoria y a su vez documento base de discusión en todos los Comités de Base del país, durante los meses de febrero y marzo, será el medular discurso de Fidel el pasado 3 de enero, cuando conmemoramos con orgullo los 45 años del Triunfo.

El espíritu y las ideas que en él se plasman nos conducirán hasta los debates finales de nuestro Congreso, los cuales tendrán lugar en diciembre, coincidiendo con el 5to. Aniversario de la colosal Batalla de Ideas que ha fortalecido y renovado la Revolución y a nuestro pueblo.

Será un Congreso de victorias, de realizaciones y esperanzas, de futuro y compromiso, a la altura de las gloriosas páginas que hoy escriben los cubanos.

¡Ya estamos en Congreso!

¡Viva la juventud cubana!

¡Vivan Fidel y Raúl!

¡Viva nuestro Partido Comunista de Cuba!

¡Viva la Revolución Socialista!

¡Hasta la victoria siempre!