Guinness es irlandesa. Se elabora desde 1759 en St. James Gate en Dublín.
Arthur Guinness, descendiente a su vez de cerveceros, alquiló una fábrica abandonada a las afueras de Dublín por 9000 años. Todavía hoy, toda la Guinness que se bebe en el mundo sale de allí. Y aún quedan más de 8700 años de alquiler.
Su característico color negro rubí se lo da la malta tostada, uno de los cuatro ingredientes principales
junto al lúpulo, la levadura y el agua de manantial. La otra diferencia fundamental es la espuma. Suave, cremosa
y sobresaliendo ligeramente sobre el borde del vaso, se convierte en un remate atractivo e intrigante
a la vez.
Guinness sólo tiene 4º de alcohol, menos que la mayoría de las cervezas rubias.
Varios científicos australianos han encontrado la respuesta a una pregunta que estaba en las cabezas de los bebedores durante años: ¿Por qué las burbujas de una jarra de cerveza Guinness parecen bajar hacia el fondo? El físico Clive Fletcher y sus estudiantes en la universidad de Nueva Gales del Sur, en Sydney, han llegado a la conclusión de que la mayoría de las burbujas de una jarra del espumoso líquido suben como deberían. Pero el líquido que llevan estas burbujas no tiene ningún lugar a donde ir una vez llegan a la parte superior, con lo que baja de vuelta por los lados de la jarra, llevándose consigo algunas de las burbujas más pequeñas. Las burbujas de más de 0.05 milímetros son las únicas que pueden resistir este efecto de empuje.
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