Cortado de raíz
por Susy
NOTA:
Este cuento está basado en el fic de mi autoría "¿Universos Paralelos?,
especialmente en el capítulo 15. Para su mejor comprensión se aconseja su
lectura.
Amanecer
en Vegetasei. Las tres cápsulas individuales se estrellaron contra el árido
suelo rojizo y de ellas comenzaron a salir los guerreros. En primer lugar
apareció Nappa, con una sonrisa en los labios, como siempre se veía después
de una batalla exitosa, luego el Conde Bardock, serio y equilibrado como de
costumbre, y por último la jovencísima princesa Rya, de apenas dieciséis años,
salió de la tercera nave. Ella miró a sus compañeros y los saludó apenas,
luego se dirigió a sus habitaciones del palacio, las más lujosas, después de
las que ocupaba su hermano, el rey Vegeta II.
Cuando
llegó allí se miró al espejo ¡Qué mala cara tenía, a decir verdad!. La
batalla había sido dura, pero por suerte habían conseguido matarlos a todos,
peor para ellos si se resistían a ser conquistados, ahora dispondremos
libremente del planeta, pensó la muchacha. Con fruición recordó algunas
escenas del combate final, realmente lo había hecho muy bien, especialmente
cuando había creado una luna y se había transformado en un mono gigante, eso
era muy agradable, la sensación de poder era hermosa. Lástima que aún no
pudiera transformarse en SSJ como su hermano, Bardock y otros guerreros qe ya lo
habían conseguido... En fin, seguramente que ya le faltaba muy poco para eso...
sería cuestión de seguir entrenando sin descanso. Así que sus pensamientos
tomaron un rumbo más mundano:
"Bueno,
ahora tengo qué pensar qué me pondré esta noche. ¡Justo ahora se le ocurre
venir a esa maldita delegación. Lo peor es que Vegeta insiste en que esté
presente, no sé para qué. En realidad, después de tan dura batalla me vendría
bien bañarme y dormir un poco... ¡Sí, eso haré!" decidió Rya.
Recién
al atardecer la joven se levantó de su cama y vestida con su ropa de
entrenamiento y su cola muy ceñida a la cintura, decidió entrenar un poco en
una de las numerosas salas que había en el palacio con ese fin. Allí estuvo un
largo rato practicando una técnica que no le salía del todo bien, una y otra
vez pero sin mayores resultados. En ese momento una profunda voz masculina que
desconocía, rió, al punto que le decía: "No muchacha, así nunca lo
lograrás, debes bajar un poco más la postura y hacer un movimiento más amplio
con la cadera, mira, te enseñaré."
Ella
se dio vuelta, ofendida en su orgullo. ¿Quién sería ese patán que se permitía
enseñarle a ella, a la hija y hermana de dos grandes reyes, a la gran princesa
Rya?
"Oye,
yo sé lo que hago, tú no te metas o lo pagarás. No tienes idea de con quién
estás hablando" repuso con infantil petulancia.
"Oh,
sí la tengo, eres una niña malcriada y no te gusta que te enseñemos los que
sabemos más. Pero ya aprenderás, yo seré tu maestro, verás"
Rya
se enfureció al escuchar eso y le arrojó su ataque así como lo estaba
practicando. Pero él lo detuvo sin esfuerzo y se lo devolvió, utilizando la
postura que le había indicado antes a ella, demostrando tener razón, ya que la
joven fue lanzada a una gran distancia, estrellándose contra una pared lejana.
El
misterioso guerrero se le acercó, con una sonrisa de triunfo, y le ofreció su
mano para que se levantara. Ella sólo lo miró a los ojos y le escupió en la
cara, a lo que él respondió cargando energía en su mano para matarla. Pero de
pronto miró sus ropas y en ellas el distintivo de la casa real de Vegetasei, lo
que, en apariencia hizo que se fuera, furioso, jurando que se vengaría.
Por
la noche Rya se puso las joyas de la corona de Vegetasei, en su cuello, manos y
brazos, un hermoso vestido blanco y dorado, con un gran escote, y para terminar
el conjunto una diadema de piedras preciosas que sólo usaban las hijas vírgenes
de los reyes. En honor a la verdad no se podía decir que fuera bella, sus
facciones eran muy duras para eso, aún para una saiyan, pero sus ojos y rostro
eran tan expresivos, estaba tan llena de juventud y frescura y su porte era tan
elegante, que casi lo parecía y en ese momento mucho más con tan hermosos atavíos.
Se
sentó, como acostumbraba, al lado de su hermano, quien comenzó a presentarle a
toda la delegación. Ella asentía a todo, muy aburrida, hasta que encontró
algo que le llamó la atención.
"Rya,
te presento a Thor, duque de Ox. Él es un guerrero imbatible, aparte de ser un
vasallo fiel y leal. Aplastó la sublevación en el lado este del reino, será
mi mano derecha"
Rya
lo miró fijamente ¡Era el hombre que la había humillado! Pero él no dio señales
de haberla reconocido, salvo por un brillo casi imperceptible de sus ojos, en el
último momento, al inclinarse a sus pies.
Durante
la fiesta, ella no hizo más que pensar en la mejor forma de vengarse de ese
desgraciado que la había avergonzado así, se las pagaría ¡Sí señor!
Volvió
a observarlo en un instante en el que estaba distraído; era muy alto y fuerte,
aún para ser un saiyan, su cabello era largo y puntiagudo, aunque no tanto como
el de su hermano, antes bien tendía a caer sobre sus hombros y espalda,
describiendo una curva, al estilo de su gran amigo Raditz. Miró sus brazos
musculosos y su poderoso pecho, sería difícil darle una paliza y más aún
matarlo pero sin embargo lo haría...
"Es
enorme, casi tanto como Nappa, aunque más joven, si bien es un adulto, no un
adolescente como yo. Peor para él, será vencido por una jovencita" pensó
sonriendo.
Y
así pasaron dos meses y la delegación todavía permanecía en palacio. Para
peor Vegeta se había acostumbrado a la compañía del duque y siempre lo
llamaba a su presencia. Un día, después de una fiesta, Thor se acercó a Rya y
la tomó de los cabellos en presencia de todos los concurrentes y antes de que
se repusiera pronunció las palabras rituales: "Según los antiguos
rituales saiyanes vengo a retarte a un combate para que cuando yo te venza seas
mi mujer" Rya se quedó helada, ella era muy joven y no quería casase aún
y ese guerrero era muy fuerte... Ruborizada meneó la cabeza, dispuesta a
negarse. Pero Vegeta se interpuso y con energía le dijo: "¡Vamos, Rya, bésalo
y completa el ritual!. Te lo ordeno como tu rey y hermano mayor."
Entonces
la joven, tímidamente, miró a su pretendiente, le dijo: "Acepto" y
lo besó, algo asustada. Durante el beso, que fue más largo de lo que se
acostumbraba en esos casos, él la sostuvo con fuerza para que no se alejara,
mientras saboreaba sus jóvenes labios y, finalmente, cuando sus bocas se
separaron, ella estaba más roja que un tomate maduro.
El
día fijado para el combate Rya apareció vestida sencillamente pero con cierta
elegancia. Llevaba un conjunto enterizo blanco, ceñido al cuerpo, botas del
mismo color y algunas flores azules en sus negros cabellos, como se estilaba en
el primer combate nupcial de las vírgenes.. Él estaba esperándola ya, la miró
con deseo y con una sonrisa de suficiencia, seguro de que esa misma noche la
poseería. Ella lo notó y sintió temor, a pesar de encontrar muy atractivo a
Thor, no quería ese combate, no podía olvidar cómo la había humillado, si no
hubiera sido por su hermano... Pero ya comenzaba la ceremonia y ya estaban
frente a frente...
Rya
lo miró a los ojos y lo atacó rápidamente con una serie de puñetazos y
patadas, las cuales fueron, en su mayoría rechazadas por él. Entonces el duque
de Ox la atacó de la misma manera, pero en forma mucho más efectiva, derribándola
en los primeros golpes. No se sabe si él pensaba en lastimar seriamente a su
contrincante, pero durante la pelea comenzó a golpearla salvajemente en el
vientre, en la cara, en los senos, hasta que ella cayó pesadamente al suelo, lo
que no fue obstáculo para que él le arrojara un último ataque energético que
la dejó casi inconsciente. Desde el suelo, absolutamente derrotada, pudo
escuchar cómo la corte aclamaba a Thor, su hermano le daba la victoria y el
permiso para disponer de ella. Sin pensarlo dos veces y despreciando el festejo
que se le ofrecería a continuación, la tomó ávidamente en sus brazos y la
llevó a sus habitaciones. Una vez allí, la acostó sobre la cama y a pesar de
las protestas de su joven esposa, comenzó a arrancarle la ropa mientras la
besaba con ardor.
"Al
fin te tengo, ahora eres mía ¡sólo mía!" le dijo con la voz
entrecortada por el deseo.
"¡Suéltame,
no puedes hacerme esto, no de esta forma! No soy una esclava ni una prostituta,
soy una princesa. ¡Te odio! gritó ella mientras trataba, inútilmente, de
frenarlo.
"Sólo
sé que ya eres mi mujer ¡compórtate como tal!" repuso poco antes de
hacerla suya, tal como lo había deseado desde la primera vez que la vio.
Una
vez consumada su unión intentó acariciarla, pero la mirada de odio que ella le
lanzó a través de sus ojos llenos de lágrimas lo detuvo.
"¿Qué
sucede? ¿Por qué me miras así? Pareces mi peor enemigo en lugar de mi
esposa" le preguntó Thor, perplejo.
"Eso
es exactamente lo que soy, tu enemiga, no me considero tu esposa, piensa en mí
como en alguien que te matará mucho antes de lo que imaginas" le contestó
ella llena de odio.
"¿Pero
qué dices, mujer? ¿Estás molesta porque te vencí?"
"No
me importa que me hayas vencido, salvo porque fue la causa de lo que me acabas
de hacer, me usaste, nunca me sentí tan humillada en toda mi vida y juro que me
las pagarás con tu sangre, bastardo" añadió furiosa mientras alargaba su
mano en busca de los jirones de su ropa. De pronto sus ojos se posaron en las
flores azules que hacía unas horas adornaban sus cabellos, estaban en el piso,
aplastadas y ya marchitas. "El símbolo de mi virginidad" pensó.
"¡Ah, maldito, me las pagarás!" le dijo en voz alta mientras lo
atacaba desesperadamente. Una vez más, él frenó su ataque y la sujetó con
fuerza, impidiendo así que siguiera atacándolo y luego le dijo: "Ya veo cómo
eres, no entiendes nada y sólo piensas en vengarte de algo que, supuestamente,
te hice. No pareces saiyan ¿Acaso no sabes que estaba en mi derecho? Yo te
hubiera enseñado a disfrutarlo si hubieras sido diferente. Pero ahora me doy
cuenta de que no mereces tanto, haré lo que quiera contigo y en el momento en
que se me antoje, ya que no quieres un esposo, pues bien, tendrás un amo. Tal
vez así estarás satisfecha" le contestó con dureza.
"Está
bien, tú harás tu gusto, pero quiero que sepas que te odiaré cada día más,
día a día, hasta que pueda lavar mis manos en tu sangre" repuso Rya,
mordiéndose de odio.
"Muy
bien, como quieras, ahora cállate y déjame dormir. No se te ocurra vestirte,
me gusta tenerte desnuda, a mi disposición cuando me despierte entre la noche.
Ahora me las pagarás todas juntas, desde la escupida del primer día hasta tus
palabras de esta noche. Serás como un objeto para mí y un día de éstos te
veré suplicarme que te dé mi amor."
Un
rato después ella llenó la bañera y aprovechando que su esposo dormía se
sumergió en ella, derramando abundantes lágrimas de dolor y humillación,
maldiciendo no sólo a Thor sino también a su hermano, quien a sus ojos tenía
la culpa de todo.
Al
día siguiente él insistió en asistir junto con ella a la fiesta nupcial del
palacio, siendo recibido por una serie de aplausos y gritos de júbilo. El duque
se comportaba orgullosamente, exhibiendo ante todos a la que llamaba "mi
mujer", como si fuera un trofeo. "Tal vez lo soy" pensaba ella,
"pero no por mucho tiempo". En realidad ahora sólo tenía deseos de
librarse de él como fuera, aún matándolo ¿por qué no?. Había matado a
tantos, después de todo... Con un estremecimiento de placer imaginó que él
rodaba a sus pies, herido de muerte... Sí eso era lo que más deseaba en el
mundo. Sólo tenía que convertirse en SSJ para lograrlo. Sin duda cuando lo
lograra su vida cambiaría.
Meses
después las cosas seguían iguales, ella lo odiaba cada día más y él la
trataba con mucha dureza, tal como lo había prometido, correspondiendo así a
ese odio creciente. Sin embargo, una noche, Thor se acercó a ella y la acarició
suavemente. Rya se dio vuelta y con un suspiro de resignación se preparó hacer
el amor con él. Pero el duque meneó la cabeza y le dijo: "No, esta noche
será diferente, estuve pensando que no quiero que sigamos así"
Ella
lo miró, con cierta desconfianza y le preguntó:"¿De qué se trata ahora?
¿Qué repugnante idea se te metió en la cabeza?"
"Ya
verás, creo que no fui justo contigo, voy a intentar hacerte feliz..." le
contestó en voz baja.
Pero
ella repuso con sarcasmo: "¿De veras? ¿Piensas suicidarte?. Por que eso
sería lo único que me haría feliz, proviniendo de ti"
"No
es así, te lo demostraré ahora mismo" terminó mientras comenzaba a
besarla y a abrazarla apasionadamente, alargando esa situación como nunca antes
lo había hecho. Al principio ella sintió cierto fastidio, pero luego comenzó
a sentir una extraña sensación que le hacía perder el control y apegarse a él,
al ser que más odiaba en el mundo. Lo extraño es que ese odio no hacía que
tuviese deseos de rechazar sus avances sino que era un factor más en su
excitación... Él era todo un hombre pensó e inmediatamente su boca se
entreabrió en un gemido que intentó disimular pero le fue imposible porque él
se dio cuenta e intensificó sus caricias. Ella comenzó a abrazarlo y a
besarlo, sin reprimirse ya, hasta que comenzó a gritar de placer en sus brazos
por primera vez en su vida. "¡Oh, Thor!" le dijo casi sin aliento.
Thor
la miró, muy satisfecho, él también lo había disfrutado muchísimo y se sentía
halagado por el placer que su mujer había exteriorizado con él.
"Ahora
podemos empezar de nuevo ¿Quieres?. Me encantó verte así, aunque sabía que
sucedería, no podía ser de otro modo, yo soy un buen amante como pudiste
comprobar... Cuéntame ¿Disfrutaste mucho?" le preguntó, orgulloso y
esperanzado al mismo tiempo.
Pero
ella se enfureció al ver su mirada triunfante y sintió su orgullo herido al
pensar que se había le entregado completamente, sin reservas, así que le dio
la espalda, más ofendida que nunca. "¡Muérete, infeliz!" fueron las
últimas palabras que le dijo.
Pero
él no lo tomó a mal, tal vez porque empezó a darse cuenta de que Rya tenía
un alma ardiente y orgullosa y sólo de eso se trataba, así que esperó a que
se durmiera para acariciar suavemente sus cabellos rebeldes y besar sus
labios...
Al
otro día partieron junto con otros guerreros a una peligrosa misión. Fue
entonces cuando ella lo vio pelear con todas sus fuerzas. Se quedó admirada por
sus poderes y por primera vez desde su unión comenzó a sentir por él algo
indefinible.
En
tanto, las huestes enemigas eran diezmadas por los saiyanes y la victoria se
acercaba
"Es
muy fuerte, mucho más de lo que yo pensaba" pensó Rya mirándolo con una
sonrisa. Tal vez no era tan malo pertenecerle, después de todo ¿Y si lo
perdonaba?, se le ocurrió de golpe.
En
ese momento comenzó a recordar los acontecimientos de la noche anterior,
realmente era increíble lo que ese maldito bastardo le había hecho sentir.
Aunque le costara admitirlo, Thor era único y ya se sentía totalmente ligada a
él, su hombre...
Y
fue tal vez por eso que no vio el ataque que le lanzó uno de sus moribundos
enemigos. Pero él sí lo vio y en un instante se interpuso enter el rayo de
energía y Rya, recibiéndolo de lleno en el corazón. Ella gritó
desesperadamente cuando lo vio caer y recordó que eso era lo que tanto había
deseado, entonces, llena de remordimientos, se arrodilló a su lado y puso su
cabeza en su regazo. Él le tomó la mano, la miró a los ojos y sólo dijo
"¡Rya!" antes de morir en sus brazos.
Entonces
la saiyan se levantó, enloquecida, concentró su ki y ante el asombro de todos
se convirtió en SSJ por primera vez en su vida y así eliminó a los pocos
enemigos que quedaban.
Luego
cerró los ojos de su esposo y con los suyos secos, lo metió en su nave y puso
el piloto automático rumbo a Vegetasei. "Thor, Thor", pensaba
emocionalmente destruida. Pero nadie lo notaría, por algo era una princesa de
sangre real...
Cuando
llegaron al palacio su aire digno y reservado asombró a todos, acostumbrados
como estaban a sus arranques juveniles.
"Me
enteré de que te convertiste en SSJ, te felicito. Es una pena que haya muerto
tu esposo pero murió en combate, valientemente, como un saiyan de ley" la
consoló Vegeta.
Ella
lo miró como si no entendiera sus palabras y le respondió en tono imperativo:
"Quiero para él un funeral digno de un hermano político tuyo y esposo mío."
Y así fue, Rya le preparó un funeral regio, digno de tan esforzado guerrero,
estuvo en todo momento a su lado hasta que quemaron el cuerpo, luego acompañó
sus cenizas hasta el panteón de los reyes, saludó a toda la corte y participó,
inmutable, de todos los homenajes que se le hicieron a su esposo, Y al amanecer
de ese día desolado y frío, donde una leve llovizna ya comenzaba a humedecer
la tierra y las ropas de los cortesanos, se retiró a sus habitaciones. Y allí,
de bruces sobre la cama sollozó amargamente.