Y La Compañera Y
por Raquel Vásquez
Y
En
el horizonte el Sol comenzaba a salir anunciando el comienzo de un nuevo día.
Mientras, en el Templo de Dios, Mr Popo había comenzado a realizar sus labores
diarias; justo en ese momento se encontraba regando las flores del jardín
acompaño por Dende. Ambos conversaban plácidamente cuando sintieron el Ki de
Piccolo acercarse a toda velocidad. Pero no venía sólo, sino acompañado
por alguien que no pudieron identificar ya que no reconocían el ki que emanaba,
sin embargo, de sólo sentirlo Dende se puso muy nervioso...
“¿Qué sucede,
Kamisamas?”, le preguntó Mr Popo algo alarmado.
“¿Eh?... no lo
sé... es una sensación extraña que tengo... algo en el ki de la persona que
viene con el señor Piccolo no es normal... me pregunto si este presentimiento
tendrá algo que ver con los deseos que le fueron pedidos a Shenlong hace
poco”.
“Sí, me imaginés
que lo habían invocados. Bero, ¿bor qué cree que Biccolos tiene algo que ver
con esos deseos?”.
“No estoy
seguro, pero mi intuición me dice que él está involucrado...”.
Es ese momento
pudieron ver a Piccolo acercarse volando para finalmente posarse sobre el suelo
de la Plataforma. Dende y Mr Popo vieron asombrados a una persona moverse un
poco en los brazos del namek. Piccolo se les quedó viendo unos instantes y al
hacerlo suspiró con cierta resignación; vio a la pareja mirarlo llenos de
curiosidad así que caminó hacia ellos, con mucho cuidado para no despertar a
su acompañante. Al llegar a su lado y ver con detalle a la persona que estaba
en los brazos de Piccolo, Dende dejó caer su bastón y retrocedió unos pasos
sumamente asombrado...
“¿Q-Qué...
e-es... e-esto...?, p-pero... s-si... e-es...”, balbuceaba.
Si la situación
no hubiese sido tan delicada, Piccolo hubiese sonreído al ver a Dende tan
asustado... pero lo entendía perfectamente; él tampoco había podido creerlo
la primera vez que la vio... a ella... “Así es, Dende, ella es una
namekuseijins mujer”.
Mr Popo abrió sus
ojos de par en par al escuchar tal noticia, “¡B-Bero... Biccolos, e-eso es...
imbosibles...!”.
“N-No... n-no...
p-puede ser...”, dijo Dende que se puso pálido de la impresión.
“La estás
viendo, ¿no?, existe y es tan real como nosotros”, sentenció Piccolo como si
todos fueran víctimas de una nefasta maldición.
“P-Pero... ¿cómo?...
¿cómo pasó...?’’, insistió el joven Kamisama.
“Fue Gohan –le
interrumpió Piccolo- él le pidió como deseo a Shenlong una... una... compañera
para mi”, respondió con cierta humillación.
“¡¿QUÉ?!”,
exclamaron Mr Popo y Dende al unísono.
“¡¿QUIEREN
CALLARSE?!, ¡DESPERTARÁN A PICCOLINA?!”.
“¡¿¿PICCOLINA??!”,
volvieron a exclamar al mismo tiempo pero una fiera mirada de Piccolo los hizo
comprender que, si no guardaban silencio en ese instante, a ambos les iría muy
mal, así que, instintivamente, se taparon la boca.
Piccolo miró a
Piccolina en sus brazos y espero expectante su reacción ante tanto escándalo
al tiempo que pensaba: “por favor... por favor... que no se despierte...
que no se despierte...”. Ella, aún dormida, se movió un poco en sus
brazos y sonrió tan plácidamente que parecía que tenía un lindo sueño.
Los tres: Piccolo,
Mr Popo y Dende miraron a la mujer y luego se miraron entre sí al tiempo que
lanzaban un suspiro de alivio. A riesgo de ser nuevamente regañado, Dende
continuo hablando lo más bajo que pudo: “¿Habla en serio, señor Piccolo?,
¿Gohan hizo eso?”.
“¡¿Qué no lo
estás viendo, enano?!, ¡¿Acaso debo responder esa estúpida pregunta?!”,
gritó Piccolo que parecía a punto de sufrir un ataque de nervios.
Pero fue
inmediatamente callado por Mr Popo y Dende; ahora los papeles se habían
invertido... “Ssshhh, la despertarás”, dijeron ambos. Una vez más los tres
miraron a la mujer que siguió durmiendo tranquilamente como si nada pasara...
una vez más los tres suspiraron...
“Es extraño, a
pesar de ser una Namek como nosotros, duerme”, comentó Dende un poco
sorprendido y mirándola fijamente.
“Es que ella no
es una namek pura. Es una combinación de humano y namek. Por eso duerme y
seguramente también come”, le aclaró Piccolo.
“Y también es
muy bonitas, ¿no le crees, Biccolos?”, opinó Mr Popo algo ruborizado y
sonriendo.
Piccolo lo miró
de arriba a abajo como si hubiese perdido la razón. “Si esperas que conteste
tu pregunta, Mr Popo, ¡Estás bien loco!”.
“Ssshhh, ¡La
despertarás!”, volvieron a decir, pero esta vez en son de burla.
Piccolo comenzó a
respirar agitadamente. “¡Dejen de mandarme a callar!, ¡Yo soy el único que
puedo hacerlo!”, refunfuñaba mientras Mr Popo y Dende lo miraban de manera
extraña y, con gestos le indican que mirara a la mujer. Pero el Namek no
entendió nada y, por el contrario, se alteró más. “¡¿Está claro?!, ¡¿Y
por qué rayos me miran así?!, ¡Dejen se hacer tantas estupideces!, ¡Parecen
unos monos!”. Pero, en ese instante sintió un murmullo y, temeroso, miró a
Piccolina notando que comenzaba a moverse agitadamente como si estuviera a punto
de despertar y eso lo asustó muchísimo. “¡Ay, no!, Y... y... y... ahora,
¡¿qué hago?!”, exclamó de manera desesperada.
“¡No lo sé!”,
le respondió Dende muy nervioso mientras se retorcía las manos.
“Arrúllalas,
eso calma a las bebés inquietos”, le sugirió Mr Popo.
“¡¿Qué?!, ¡No
puedo hacerlo!, ¡ella no es un bebé!”.
“Bueno, tal vez
funciones”, insistió Mr Popo encogiéndose de hombres.
“Pero... eso
es... ¡demasiado ridículo!, ¡no lo haré jamás!”. Piccolina comenzó a
emitir ruidos extraños y, al ver esto, Piccolo, casi al borde de un desmayo,
comenzó a moverla de un lado para el otro tratando de arrullarla mientras le
mecía con sus brazos, tal y como había visto a Bulma hacerlo millones de veces
con Trunks. Claro, nunca pensó que alto tan increíblemente absurdo, estúpido,
ridículo, humillante ... y todos los peores adjetivos que le vinieron a su
mente, le pudieran pasar a él... ¡A ÉL, UN GERRERO TAN PODEROSO!.
Mr Popo y Dende lo
veían muy divertido y lamentaban no tener una cámara en sus manos para filmar
tan memorable momento. “Tal vez si le canta una canción de cuna, señor
Piccolo, obtenga mejores resultado...”, dijo Dende sonriente.
“¡Cállate,
renacuajo!”. Le advirtió, Piccolo. La mujer seguía algo inquieta y él cerró
sus ojos esperando lo peor, pero luego de unos segundos de extenso sufrimiento
ya no sintió nada. Armándose del escaso valor que le quedaba abrió un ojo al
tiempo que recitaba nuevamente su plegaria: “por favor... por favor... que
no se despierte... que no se despierte...”. Y vio, con gran alegría, que
Piccolina había vuelto a quedarse profundamente dormida. Así que abrió su
otro ojo.
“Estuvos
cercas...”, opinó Mr Popo.
“Ejem... Sí, Mr
Popo, tienes razón”. Dijo Piccolo tratando de retomar su acostumbrada pose
indiferente.
“¡Mire, señor
Piccolo!, ¡Está despertando de nuevo!”, gritó Dende.
“¡¿Qué?!...
¡¿Qué?!, ¡¿Cómo?!, ¡¿Cuándo?!”. Apenas oyó esto comenzó a arrullar
nuevamente a Piccolina desesperado mientras todo su cuerpo temblaba, hasta que
se dio cuenta de la cruda realidad y es que Dende le había jugado una...
broma...
Mr Popo y Dende
comenzaron a reír mientras Piccolo templó todos sus músculos del coraje. “¡¿Qué
demonios te pasa, verdoso endemoniado?!, ¡Esto no es ningún jueguito!”.
“Lo siento, señor
Piccolo –dijo mientras aguantaba unas carcajadas- no lo volveré a hacer”.
“Más de vale,
chiquillo, si no quieres que te de mi tratamiento especial”, le amenazó
firmemente el namek.
Dende tragó
saliva al escuchar esto y es que no le gustaba para nada el tratamiento especial
de Piccolo que consistía, nada más y nada menos, en limpiar todo el Templo con
un cepillo de dientes. ¡GLUP!, todavía recordaba con amargura el día que le
tocó hacer tan agotador tarea y todo gracias una pequeña tontería sin
importancia... humm, todo por haber querido tener una mascota. ¡¡¿Cómo si
iba a imaginas que un zorrillo terrestre tendría tan mal olor?!!. Aunque, claro
que el Templo olió a zorrillo por varios meses después de haber regresado al
animalito a la Tierra, pero aún así consideró que el castigo era exagerado...
En fin, lo mejor era no molestar a Piccolo, así que se puso serio nuevamente y
continuó su interrogatorio: “Pero... si Gohan fue a Namek, ¿no se dio cuenta
que en nuestra raza no hay mujeres?”, preguntó Dende incrédulo.
“No –murmuró
Piccolo- el muy tonto no se dio cuenta de nada... rayos, no sé qué tanto
estudia si no sabe algo tan básico de los namekuseijins”.
“¿Y no lo
dijistes nadas, Biccolos?”, quiso saber Mr Popo.
“¡Por supuesto
que no!. Estaba muy feliz y no pude hacerlo...”.
“Entiendo”,
dijo Dende sonriendo ante los buenos sentimientos de Piccolo. Éste lo vio y,
como si leyera sus pensamientos, se puso muy serio.
“¿De qué sonríes,
Dende?”, preguntó muy serio.
“¿Eh?... no, de
nada, de nada...”, respondió aguantando su risa, lo que a duras penas conseguía.
“Y... ¿se
llamas Biccolinas?... un nombres muy bonitos”, se burló Mr Popo.
Pero ambos: Mr
Popo y Dende trataron de guardar compostura al ver como a
Piccolo le brotaban las venas en la cabeza al tratar de contener su ira.
“Sí, se llama Piccolina –dijo con la poca paciencia que le quedaba-. Gohan
eligió su nombre. ¡¡Y ya me cansé de escuchar sus tonterías!!, voy a
acostarla en una de las habitaciones del Templo para poder irme a entrenar. ¡Y
más les vale que se comporten!”.
“Sí, sí, sí”,
respondieron ambos mientras Piccolo entraba al Templo. No terminó de pasar por
la puerta cuando pudo escuchar la risa incontrolable de ambos en el exterior.
Giró y vio como reían a carcajadas hasta casi caer al suelo. Se enfadó tanto
al verlos que, si no hubiese tenido las manos ocupadas en ese momento, de seguro
les hubiera lanzado un rayo de energía al par de payasos. “Gggrrr, ¡Ya me
las pagarán esos idiotas!”, pensó furioso mientras se adentraba en los
largos pasillos de tan sagrado lugar.
PAOZU
YAMA, HOGAR DE LOS SON
Milk no había
dormido en toda la noche de la preocupación. Ella se había levantado a media
noche para alimentar al pequeño Goten, y, como era su costumbre, pasó por la
habitación de Gohan para acariciarle sus cabellos y percatarse que estuviese
bien abrigado y, al ver que si hijo no estaba, había comenzado su insomnio... “¿Dónde
estará?, si desde hace un buen rato que amaneció y aún no llega... no, ¿por
qué mi hijito habrá salido tan rebelde?, ojalá que este bien mi
chiquito...”, pensaba la mujer desesperada mientras caminaba de una lado
para el otro por toda la casa.
En ese momento la
puerta de la casa se abrió de par en par y ella pudo ver al niño parado debajo
del pórtico. Estaba a punto de darle el escarmiento de su vida cuando notó
algo extraño en su hijo... algo que no veía desde hacía mucho tiempo... se
sorprendió al verlo feliz.
“¡Mamá!
–exclamó Gohan al verse sorprendido en su fuga- ¡¿Qué haces?!, si yo pensé
que estarías... dormida...”.
La mujer cruzo sus
brazos y lo miró con dureza pero luego sonrió y corrió a abrazarlo. “¡Gohan,
hijo, ¿dónde estabas?!, Estaba muy preocupada por ti!”.
“¡Ay, mamá!,
¡Sabes bien lo poderoso que soy!, nada malo podría pasarme”, alegó Gohan
algo avergonzado por haber hecho sufrir a su madre.
“¡Eso no me
importa!”, le refutó ella mientras le daba un beso en la frente, “Aún eres
un niño y no debes andar solo por ahí”. Luego le dio un pescozón en la
cabella, “¡No vuelvas a hacerlo, ¿me oíste?!”.
“No, no mamá,
lo prometo”, se excusó el saiya mientras se acariciaba su cabeza. Sin duda su
mamá era la mujer más fuerte del planeta porque ese golpe la había dolido
terriblemente...
“¿Tienes
hambre?”, le preguntó mientras se dirigía a la cocina.
Al oír esto la
carita del niño se iluminó de la alegría. “¡Sí, muchísima!”, respondió.
“Bueno, te haré
el desayuno, pero mientras, cuéntame, ¿qué hiciste anoche?, ¿a dónde
fuiste?”, quiso saber su madre mientras sacaba una docena de huevos del
refrigerador y ponía a tostar una cantidad igual de rebanadas de pan.
Gohan caminó a la
cocina y se sentó en la mesa dispuesto a narrarle todo lo sucedido a su madre.
“Anoche reuní la esferas e invoqué a Shenlong”, dijo inocentemente.
“¡¿QUÉ?!”,
exclamó su madre mientras aplastaba un huevo que tenía en su mano.
“Sí, le pedí
un deseo”, especificó.
“¿U-Un...
deseo?... ¿y qué... pediste...?”, preguntó con mucho temor de la respuesta
que obtendría al tiempo que se limpiaba su manos y se sentaba, a su lado, en la
mesa.
“Le pedí una
compañera para el señor Piccolo”, dijo Gohan lleno de euforia.
“¡¿Cómo?!,
Pero... hijo, no debiste hacerlo... ¿y si Piccolo se molesta por ese
atrevimiento?”.
“No, ¡al
contrario!, se alegró mucho con Piccolina... ¡Tienes que verla, maná!, ¡es
muy linda!”.
“Ejem... sí,
claro, hijo, si tú lo dices...”, balbuceó Milk muy asombrada, “b-bueno...
es verdad, no lo había pensado pero Piccolo está muy solo...”.
“Sí, ¡pero ya
no más!, ¡no volverá a estar solo!”.
Milk observó a su
hijo que tenía el rostro iluminado como hacía tanto tiempo que no lo veía...
desde la muerte de su padre... y el verlo así la llenó de una gran dicha; tal
vez las heridas de su Gohan finalmente comenzaban a sanar... y le daba gracias a
Kamisama por eso, y también a Goku, porque sabía que, dónde sea que estuviese
en esos momentos, él los observaba y cuidaba... “Qué bien, hijo. Me alegro
mucho por Piccolo”, le dijo mientras le acariciaba sus enmarañados cabellos y
se levantaba dispuesta a seguir preparando la comida.
Gohan también se
levantó y colocó dos platos y dos juegos de cubiertos en la mesa. Abrió el
refrigerador y se sirvió un vaso de leche. “Tal vez llame a Bulma después de
comer para decirle lo de la nueva compañera de Piccolo, ¿qué opinas?”,
preguntó su madre mientras servía una enorme cantidad de huevos a su hijo y
ella se quedaba con una pequeña porción.
“Me parece
bien... ¿sabes, mamá?, lo he pensado bien y quisiera asistir a la
escuela...”.
“¿En serio?”,
le preguntó mirándolo fijamente, “no es ninguna obligación que vayas. No te
quiero presionar, sólo quiero que seas feliz, lo sabes, ¿verdad, cariño?”.
El chiquillo
asintió con una enorme sonrisa en sus labios, “Lo sé, mami, yo quiero ir y
hacer amigos, y... y... y... tal vez entrenar un poco a Piccolina, ¡de seguro
que es tan fuerte como el señor Piccolo!, digo... si estás de acuerdo...”,
balbuceó algo asombrado por tanto entusiasmo.
Al escucharlo,
Milk casi dejó caer su taza de café de la impresión, y al mismo tiempo de la
alegría. “Humm, bueno, lo de la escuela está bien. Si tus calificaciones son
buenas y no bajan podrás entrenar a tu nueva amiga un rato en las tardes”, le
respondió sin creer que hubiese accedido la petición de su hijo tan fácilmente...
¡Nah!, lo que realmente le importaba ahora era que estuviese contento y sin
duda lo estaba...
“¡¡VIVA!!”,
gritó Gohan lleno de alegría mientras se paraba de la mesa y se iba corriendo.
Y sin duda lo hubiese logrado si su madre no lo hubiese impedido.
“¡¿A dónde
crees que vas, jovencito?!”, le dijo firmemente.
Gohan, al
escucharla, se paró en secó, “P-Pues... a... a... d-decirle a P-Piccolina...
q-que la... e-entrenaré”.
“¡De eso nada!,
¡Además, estás castigado!”, le respondió de manera implacable.
“¡¿CASTIGADO?!”.
“¡Claro!, ¡Ni
creas que el susto de anoche se quedará así, ¿eh?!, ¡y ahora, termina tu
desayuno!”.
“Sí, m-mamá...
está bien...”. Gohan se sentó de nuevo en la mesa y comenzó a comer. Miró
a su madre que tenía un semblante bastante serio, pero luego ambos sonrieron.
“Eres
incorregible, igual que tu padre...”, le dijo ella. El pequeño arqueó una
ceja, sonrió y siguió comiendo mientras Milk pensaba, al tiempo que tomaba un
sorbo de su café: “sí, igual que su padre...
mi amado Goku...”.
Indice | Ir al capítulo 2 |