Nuestra vida juntos

Capítulo 9: "Visitas y reconciliaciones"


A la mañana siguiente, a eso de las 9:00 am, Bulma despertó y al abrir los ojos se encontró con Vegeta que estaba de pie junto a la cama y la miraba fijamente para despertarla (en verdad es una técnica efectiva).

Bulma miró a Vegeta y luego su desayuno, que era un café con leche, tostadas con mermelada y un vaso de jugo de naranja.

El día transcurrió normalmente y cuando se acercaba la hora de la cena, Bulma bajó a la cocina para preparar algo. En eso estaba cuando sintió la presencia de Vegeta, pero lo ignoró hasta que escuchó su voz.

Bulma, por la sorpresa, se hizo un profundo corte en la mano con el cuchillo al escucharlo.

Vegeta tomó su mano y la puso bajo el chorro de agua de la cocina.

Vegeta no le contestó nada y le sujetó fuerte la mano para que no la quitara. Luego de unos momentos, le secó la mano y la envolvió en un paño para que dejara de sangrar. Se miraron a los ojos y Bulma se atrevió a hablar.

Bulma se alejó de él y le dio la espalda. No había servido de nada todo lo que le había dicho la noche anterior. Ni siquiera le importaba que ella iba a tener un hijo suyo.

Después de un largo silencio, Vegeta le respondió.

Bulma se sorprendió mucho al oírlo decir eso.

Bulma comenzó a llorar. No sabía si de felicidad al escucharlo decir esas cosas tan lindas o por la tristeza al saber que él se iría al día siguiente. Vegeta se dio cuenta que estaba llorando y la alejó un poco de él.

Y ahí se quedaron reconciliándose en la cocina, hasta que Bulma dijo mientras Vegeta la acariciaba:

Al abrirlo, la cocina se llenó de humo y los dos comenzaron a toser.

Después de un rato de estar pensando, Bulma le sugirió:

Vegeta quizo decirle que no quería ir, pero su hambre era más grande que cualquier motivo que pudiera encontrar, así que no le dijo nada.

Bulma salió al jardín y encontró a Vegeta en el mismo lugar donde lo había dejado. Él estaba pensando en su viaje y en todo el resto de cosas que nunca lo escucharíamos decir. Lo que más le preocupaba era Bulma. Realmente la quería y no estaba muy seguro de dejarla sola, sobre todo ahora que esperaba un hijo suyo. Pero por otra parte estaban esos androides.

Vegeta no le contestó nada, sólo siguió con su camino.

Vegeta la miró de reojo dudando si contestarle o no.

Vegeta sonrió maliciosamente y le contestó:

Luego de decírselo la besó, mientras descendían frente a la casa de Gokú.

Gohan les abrió.

Entraron a la casa de Gokú, se sentaron en un sillón de la sala y cuando Vegeta iba a poner sus blancas botas sobre la mesa de centro, sintió la mirada de Bulma y prefirió cruzarse de piernas y brazos.

Así estaban cada uno sumido en sus pensamientos, cuando apareció Gokú en la sala.

A Vegeta también se le hizo agua la boca, porque desde que había hecho la maldita dieta se había quedado con ganas de comer tallarines. Pero a Bulma conocer el menú no le causó la misma reacción. Salió corriendo y se encerró en el baño. Los dos saiyas la quedaron mirando extrañados. Cuando volvió, estaba pálida.

Bulma y Vegeta dieron un salto porque creyeron que Gokú se había dado cuenta.

Milk apareció en la sala.

No había terminado la frase cuando los tres saiyas ya estaban sentados a la mesa y engullendo lo que tenían delante.

Bulma se sentó en un sillón a descansar.

Las horas pasaron entre conversaciones, sarcasmos, reproches y bromas y pronto llegó la hora de irse.

Todos quedaron estupefactos al escucharla decir "nuestra casa", y sólo entonces Bulma se dio cuenta de lo que había dicho.

Ninguno de los dos dijo una sola palabra durante el viaje de regreso.

Cuando estuvieron en su habitación, Bulma se dejó caer boca arriba en la cama y cerró los ojos. Había tenido unos días agotadores. Afortunadamente todo se había solucionado. Vegeta se iría durante un tiempo, pero sabía que regresaría. En cierto modo eso era bueno, ya que les daría tiempo a los dos para pensar.

Todo estaba en silencio y de pronto sintió los labios de Vegeta posarse sobre los suyos. Después de unos momentos, Vegeta le susurró al oído:

Se sumergieron en un nuevo beso, expresándose todo lo que sentían.

Y ahí se quedaron nuestros tortolitos iluminados por la tenue luz de la luna (aunque la luna fue destruida hace años, pero así es más romántico, ¿no?).

Algo nuevo que anotar en el diario de vida: no tiene sentido estar solo en una vida tan corta. Es mejor esperar a esa persona especial y al encontrarla nunca dejarla ir. Pese a los problemas y a las adversidades de la vida, es mejor dar vuelta la página y disfrutar la vida... ¡¡juntos!!

 

F I N


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