LA TELEVISIÓN COMO MEDIO
Es el mayor poder de todos los que existen. Existe el gobierno visual de los medios, especialmente norteamericano, los grandes poderes de la televisión mundial que manipulan, que forman nuestra conciencia sobre lo que ocurre por el sencillísimo mecanismo de la selección: se discute lobre lo que se ve en la televisión; si no se ve algo es que el problema no existe.
Un medio que tendría que velar por el nivel cultural de los ciudadanos, e impulsarlo, ha ido degenerando hasta convertirse en un vehículo de transmisión de frivolidad, competividad, violencia y vulgaridad. Magazines y concursos con contenidos y presentadores triviales telefilms y dibujos animados con buenas dosis de agresividad, series de ficción donde predomina un vocabulario ordinario.
Pero además de la crítica de los contenidos televisivos, existe también la crítica de la actividad misma de contemplar la televisión. Se ha convertido en dictadora de los horarios, usos y costumbres de la gente. Ha producido un desplazamiento a favor del ocio, del juego infantil y del tiempo libre para dedicarse a otras cosas, como la lectura o la conversación. Las imágenes televisivas actúan sobre el espectador como una especie de droga, debido al poder de persuasión y de fijación de la imagen.
Teniendo en cuenta que los medios de comunicación y, por lo tanto, la televisión, se basan en modelos rígidos, repetidos e hiráticos, se llega a la conclusión de que la imagen del mundo que estos medios ofrecen es una imagen limitada, parcial y carente de todo matiz.