LA TELEVISIÓN Y LOS NIÑOS

 

En lo que se refiere a los menores, el niño sustituye sus juegos, canciones, exploraciones de la realidad, sus conversaciones con los adultos o con otros niños, por horas y horas de permanecer pasivo contemplando imágenes prefabricadas en una pantalla (de televisión, videoconsola u ordenador). Frente a ello, el niño no posee, por su evolución, suficiente capacidad crítica para defenderse. Hay un efecto uniformizador de la TV sobre el niño: las viejas canciones para jugar, p.ej., van siendo arrinconadas por las estereotipadas músicas del ídolo prefabricado de turno, con fines lucrativos. Incluso los juegos, el vestuario, las costumbres, la alimentación... son mediatizados por la TV. Los spots y los dibujos animados, donde el ritmo de cambio de planos es más rápido, ejercen un efecto hipnótico sobre los pequeños telespectadores. Frecuentemente se dan problemas de interrelación dentro del medio familiar: los adultos quieren ver sus programas en un canal, mientras en otros emiten espacios de interés para el niño. Los menores molestan y sobrevienen discusiones. Una solución consiste en instalarles otra televisión en su cuarto. Pero no es una solución ya que provoca la fractura comunicacional en casa. La televisión ha creado generaciones de no-lectores, no sólo haciendo disminuir el interés de los jóvenes por la lectura de libros, sino incluso obstaculizando su propia capacidad de expresarse tanto verbal como gráficamente. Los niños captan especialmente escenas de violencia y buscan héroes a los que imitar. En algunos casos, tales escenas inducen a conductas de imitación.