Las 100 primeras medidas que tomaré cuando
sea el Señor del Mal
- Mis Legiones del Terror llevarán cascos con visera
transparente, no opaca.
- Los conductos de ventilación de mis instalaciones serán
demasiado pequeños como para que se pueda pasar por
ellos, ni siquiera a rastras.
- Mi noble hermanastro (cuyo trono usurpé) será liquidado
y no permanecerá cautivo anónimamente en una celda
olvidada de mis calabozos.
- Morir acribillados no es demasiado bueno para mis
enemigos.
- El artefacto origen de mi poder no estará guardado en la
Montaña de la Desesperación que hay más allá del Río
de Fuego, ni lo custodiarán los Dragones de la Eternidad.
Estará en mi caja fuerte. Lo mismo se aplicará al
objeto que representa mi única debilidad.
- No me regodearé de mis enemigos capturados antes de
matarles.
- Cuando haya capturado a un adversario y éste me diga:
"Antes de matarme, explícame de qué va todo esto",
le diré que no y le mataré. Bien pensado, le mataré y
después le diré que no.
- Después de secuestrar a la bella princesa, nos casaremos
de inmediato en una discreta ceremonia civil, y no en un
espectáculo lujoso que tarde en organizarse las mismas
tres semanas que precisa la fase final de mi plan.
- No dispondré de un mecanismo de autodestrucción a menos
que sea absolutamente necesario. Si finalmente resulta
necesario, no será un botón rojo de grandes dimensiones
rotulado "Peligro: no apretar" sino que dicho
botón, al ser apretado, disparará un chorro de
proyectiles contra quien haya sido lo bastante idiota
como para hacerlo. De forma similar, el interruptor
principal no estará marcado como tal.
- No interrogaré a mis enemigos en mi sancta sanctorum.
Un hotelito bien alejado de mis fronteras servirá.
- Actuaré con precaución pese a mi superioridad, y por lo
tanto no precisaré demostrarla dejando pistas en forma
de acertijos, o dejando con vida a mis débiles enemigos
porque no representan amenaza alguna.
- Uno de mis consejeros será un niño (normal) de cinco años.
Cualquier fallo que él sea capaz de encontrar en mis
planes será corregido de inmediato.
- Todos mis enemigos muertos serán incinerados, o por lo
menos se les acribillará, no se les dejará por muertos
en el fondo de un precipicio. Ni el anuncio de su muerte
ni el de la subsiguiente celebración tendrán lugar
hasta después de una cosa u otra.
- El héroe no tiene derecho a un último beso, cigarrillo,
ni ningún otro tipo de último deseo.
- Jamás emplearé ningún artefacto con un reloj digital
de cuenta atrás. Si tal artilugio es absolutamente
inevitable, dispondré que se active cuando el contador
marque 117 y el héroe aún esté poniendo su plan en
marcha.
- Jamás pronunciaré la frase: "Antes de matarte, hay
algo que quiero saber"
- Cuando contrate consejeros, de vez en cuando haré caso
de sus consejos.
- Nunca tendré un hijo. Aunque su patético y mal
planificado intento de usurparme el poder fracasará con
facilidad, podría resultar una distracción fatal en un
momento crítico.
- Nunca tendré una hija. Sería tan bella como malvada,
pero con una simple mirada al héroe traicionaría a su
propio padre.
- A pesar de que están demostrados sus efectos para
reducir el stress, no prorrumpiré en risas maníacas.
Cuando uno está ocupado en ello, es fácil no darse
cuenta de sucesos inesperados que un individuo más
atento notaría de inmediato.
- Contrataré a un diseñador de talento a fin de que cree
uniformes originales para mis Legiones del Terror, en
lugar de copiar los de las tropas de asalto Nazis, las
legiones Romanas o las salvajes hordas Mongolas. Todos
ellos acabaron siendo derrotados y yo quiero para mis
tropas una actitud más positiva.
- No importa cuánto me pueda tentar la posibilidad de
adquirir un poder ilimitado, nunca consumiré un campo de
energía mayor que mi cabeza.
- Guardaré cierta cantidad de amas de baja tecnología y
mis tropas estarán entrenadas en su uso. De esta forma,
incluso si los héroes consiguen neutralizar mi generador
de energía y/o convertir en inútiles las armas de energía
estándar, mis tropas no serán arrolladas por un puñado
de salvajes armados de palos y piedras.
- Seré consciente en cada momento de mis puntos fuertes y
débiles. Incluso si ello le quita gracia al trabajo, por
lo menos nunca pronunciaré la frase: "¡No puede
ser! ¡SOY INVENCIBLE! (después de la cual la muerte
suele ser instantánea)".
- No importa lo bien que pueda llegar a funcionar, jamás
construiré ningún tipo de maquinaria que sea
completamente indestructible salvo por un pequeño y
virtualmente inaccesible punto débil.
- No importa lo atractiva que pueda ser cierta componente
de la Rebelión, probablemente habrá alguna otra igual
de atractiva y que no quiera matarme. Por lo tanto, me lo
pensaré dos veces antes de hacerme enviar una prisionera
al dormitorio.
- Jamás construiré un solo ejemplar de algo importante.
Todos los sistemas importantes tendrán paneles de
control y suministro de energía alternativos. Por la
misma razón, siempre llevaré encima por lo menos dos
armas cargadas en todo momento.
- Mi monstruo mascota estará guardado en una jaula
reforzada, de la que no pueda escapar y en la que yo no
pueda caer accidentalmente.
- Me vestiré con ropajes brillantes y agradables, para
confundir al enemigo.
- Todos los conjuradores tartamudos, escuderos torpes,
bardos sin talento y ladrones cobardes del país serán
ajusticiados cautelarmente. Así, privados del
contrapunto cómico a los momentos de angustia, mis
enemigos se darán por vencidos y abandonarán su causa.
- Todas las camareras pechugonas e inocentes del reino serán
sustituidas por otras que sean planas y estén de vuelta
de todo, para que no puedan proporcionar refuerzos
inesperados y/o ocasiones románticas al héroe o a su
ayudante.
- No me dejaré llevar por la ira, matando a un mensajero
que trae malas noticias, sólo para demostrar lo malo que
soy: los buenos mensajeros son difíciles de encontrar.
- No haré que las oficialas de alto rango de mi organización
lleven corpiños de acero. La moral mejora con un
uniforme menos rígido. De igual forma, el cuero negro ceñido
quedará reservado para el uniforme de gala.
- No me convertiré en serpiente. Nunca ayuda.
- No me dejaré perilla. En otros tiempos te hacía parecer
diabólico, pero hoy en día tan solo pareces un miembro
disidente de la Generación X.
- No mantendré presos a miembros del mismo grupo en el
mismo bloque de celdas (ni por supuesto en la misma celda).
Si son prisioneros importantes, la única llave de la
celda la llevaré encima en lugar de dar copias de la
llave a todos los guardias de la cárcel.
- Si mi lugarteniente de confianza me informa de que mis
Legiones del Terror están perdiendo una batalla, le
creeré. Después de todo, es mi lugarteniente de
confianza.
- Si un enemigo que acabo de matar tiene un hermano menor o
cualquier tipo de descendencia en cualquier lugar, lo haré
encontrar y matar de inmediato, en lugar de esperar a que
crezca abrigando sentimientos de venganza contra mí
cuando yo sea anciano.
- Si es imprescindible cabalgar a la batalla, está claro
que no cabalgaré al frente de mis Legiones del Terror,
ni buscaré el combate singular con el líder de mis
oponentes.
- No seré ni deportivo ni caballeroso. Si dispongo de un
arma imparable, la utilizaré lo antes posible y tan a
menudo como sea posible, en lugar de mantenerla en
reserva.
- Una vez mi poder esté asegurado, destruiré todos esos
molestos artefactos para viajar por el tiempo.
- Cuando capture al héroe, me aseguraré de capturar también
a cualquier perro, mono, hurón u otro animal
asquerosamente adorable, capaz de desatar sus cuerdas o
llevarle las llaves, que lleve consigo.
- Mantendré una saludable dosis de escepticismo cuando
capture a la bella rebelde y ella afirme lo atractivo que
encuentra mi poder y mi buen tipo, así como que de buena
gana traicionaría a sus compañeros si tan solo le
explicara mis planes.
- Sólo contrataré cazadores de recompensas que trabajen
por dinero. Los que lo hacen por el placer de la caza son
propensos a hacer tonterías como igualar las fuerzas
para darle al otro una oportunidad.
- Me aseguraré de entender claramente quién es
responsable de qué en mi organización. Por ejemplo, si
mi general falla estrepitosamente, no sacaré mi arma y
le apuntaré a él diciéndole: "Éste es el precio
del fracaso", para después darme la vuelta y matar
a otro sicario al azar.
- Si un consejero me dice: "Señor, sólo es un hombre.
¿Qué puede hacer un hombre solo?", le responderé
"Esto" y le mataré.
- Si me entero de que un joven amargado ha decidido
destruirme, le mataré mientras sea un joven resentido en
lugar de esperar a que madure.
- Trataré a cualquier bestia a la que controle por medios
mágicos o tecnológicos con respeto y amabilidad, para
que si alguna vez se escapa no venga a por mí de
inmediato en busca de venganza.
- Si consigo averiguar el paradero del único artefacto que
puede destruirme, no enviaré todas mis tropas a buscarlo.
En vez de eso, les enviaré a buscar otra cosa y pondré
un anuncio clasificado en el periódico local ofreciendo
por él un buen precio.
- Mis ordenadores principales tendrán su propio sistema
operativo especial, completamente incompatible con los
portátiles tanto IBM como Macintosh.
- Si uno de los guardias de mis calabozos empieza a
expresar su preocupación sobre las malas condiciones de
la celda de la princesa, le trasladaré de inmediato a un
puesto menos orientado a las personas.
- Contrataré a un grupo de arquitectos, aparejadores y topógrafos
para que examinen mi castillo y me informen de cualquier
pasaje secreto y túnel abandonado que yo pudiera ignorar.
- Si la bella princesa que he capturado dice: "!Nunca
me casaré contigo!, ¿lo oyes? ¡Nunca!", le
contestaré: "vale" y la mataré.
- No haré un trato con un ser demoníaco y después
intentaré romperlo sólo por llevarle la contraria.
- Los mutantes deformes y los pirados tendrán cabida en
mis Legiones del Terror. Sin embargo, antes de enviarlos
a una misión que requiera tacto y sutileza miraré
primero si dispongo de alguien igualmente cualificado y
que llame menos la atención.
- Mis Legiones del Terror estarán entrenadas en puntería
básica. Todo el que no pueda darle a un blanco de tamaño
humano a 10 metros será utilizado como blanco de tiro.
- Antes de utilizar maquinaria o artefactos capturados me
leeré cuidadosamente las instrucciones.
- Si hay que escapar, no me pararé a hacer una pose dramática
ni a recitar una frase lapidaria.
- Jamás construiré un ordenador más inteligente que yo.
- Mi consejero de cinco años probará todos los códigos.
Si los descifra en menos de 30 segundos, no los usaré.
Nota: esto también se aplicará a las contraseñas.
- Si mis consejeros me preguntan: "¿Por qué
arriesgarlo todo en un plan tan descabellado?", el
plan no será puesto en práctica hasta que disponga de
una respuesta que les satisfaga.
- Diseñaré los salones de las fortalezas sin concavidades
ni apoyos estructurales sobresalientes que permitan
parapetarse detrás a posibles intrusos.
- La basura se eliminará quemándola, no aplastándola, y
los incineradores se mantendrán uniformemente calientes,
sin ninguna tontería como chorros de llamas que
atraviesan túneles accesibles a intervalos predecibles.
- Me visitaré con un psiquiatra de prestigio que me cure
de toda fobia inusual y de todo hábito compulsivo que
puedan constituir una desventaja.
- Si tengo que disponer de ordenadores con terminales públicos,
los mapas que de mi complejo salgan en ellos tendrán una
sala claramente marcada como "Sala principal de
control", que en realidad será la cámara de
ejecuciones. La sala principal de control estará marcada
como "Depósito de residuos líquidos".
- Mis teclados de seguridad serán en realidad escáners de
huellas dactilares. Cualquiera que vea a alguien marcar
una secuencia de botones o eche polvo en el teclado para
ver qué botones se han pulsado y después trate de
entrar repitiendo la secuencia, disparará la alarma.
- No importa cuántos cortocircuitos haya en el sistema,
mis guardas tratarán todo fallo de una cámara de
seguridad como una emergencia.
- Perdonaré la vida de alguien que haya salvado la mía en
el pasado; esto es razonable porque anima a otros a
hacerlo. Sin embargo, la oferta sólo vale una vez. Si
quieren que les perdone la vida de nuevo, que salven de
nuevo la mía.
- En mi reino estarán prohibidos los partos a domicilio.
Todos los bebés tendrán que nacer en hospitales del
Estado. Los huérfanos serán criados en casas de
acogida, no abandonados en los bosques para que los crien
criaturas salvajes.
- Cuando mis guardias se dividan para buscar intrusos,
siempre irán en grupos de por lo menos dos, y estarán
entrenados para que, si uno desaparece misteriosamente
mientras patrulla, el otro dé la alerta de inmediato y
pida refuerzos, en lugar de asomar por una esquina con
cara de alelado.
- Si decido probar la lealtad de un lugarteniente para ver
si se puede confiar en él, tendré una escuadra de
tiradores de élite a mano por si la respuesta es no.
- Si todos los héroes están juntos alrededor de un extraño
aparato y comienzan a insultarme, sacaré un arma
convencional en lugar de mi arma invencible.
- No accederé a que los héroes tomen parte en un concurso
amañado en el que se jueguen la libertad, aunque mis
consejeros me juren que es imposible que lo consigan
- Cuando cree una presentación multimedia de mis planes,
diseñada para que mi consejero de cinco años pueda
entender fácilmente los detalles, no rotularé el disco
"Operación Señor del mal", ni lo olvidaré
encima de mi mesa.
- Enseñaré a mis Legiones del Terror a atacar al héroe
en masa, no de uno en uno ni de dos en dos.
- Si el héroe se sube al tejado, no correré tras él ni
lucharé con el en un intento de tirarle abajo. Tampoco
me enfrentaré con él en lo alto de un acantilado (lo
del puente de cuerdas sobre un río de lava no es ni de
recibo).
- Si sufro un ataque de locura temporal y decido darle al héroe
la posibilidad de que rechace un puesto de lugarteniente
de confianza, retendré la cordura suficiente como para
proponérselo cuando mi lugarteniente de confianza no lo
oiga.
- No le diré a mis Legiones del Terror: ""¡Traedmelo
vivo!" sino "Intentad traerlo con vida si
resulta razonablemente práctico".
- Si mi Máquina del Juicio Final dispone de un botón de
inversión del efecto, una vez la haya utilizado con éxito
la fundiré para hacer con el metal medallas
conmemorativas de edición limitada.
- Si mis tropas más débiles no consiguen eliminar al héroe,
enviaré a continuación a las mejores en lugar de perder
el tiempo con otras progresivamente mejores conforme se
vaya acercando a mi fortaleza.
- Si lucho con el héroe sobre una plataforma móvil, le he
desarmado y estoy a punto de acabar con él, y en ese
momento mira tras de mí y se echa al suelo, yo también
me echaré al suelo en lugar de darme la vuelta con cara
de tonto para ver qué es lo que ha visto.
- No dispararé a ninguno de mis enemigos si se encuentran
frente a la única viga que soporta una estructura
pesada, peligrosa y desequilibrada.
- Si ceno con el héroe, pongo veneno en su copa y después
tengo que ausentarme de la mesa por alguna razón, pediré
más bebida para ambos en lugar de tener que decidir si
intercambiar o no las copas.
- Nunca mantendré cautivos de un sexo bajo la vigilancia
de miembros del sexo opuesto.
- Nunca utilizaré planes cuya fase final sea horriblemente
complicada, como por ejemplo: "Alinear las 12
Piedras del Poder en el Altar Sagrado y después activar
el medallón en el momento preciso del eclipse total",
sino que serán del tipo: "Apretar el botón".
- Me aseguraré de que mi Máquina del Juicio Final cumpla
con las normas de seguridad y disponga de una toma de
tierra.
- Mis tanques de productos químicos peligrosos permanecerán
tapados cuando no se usen y bajo ningún concepto
construiré pasarelas por encima de ellos.
- Si un grupo de sicarios fracasa estrepitosamente en una
misión, no les abroncaré por su incompetencia para
enviar a continuación al mismo grupo a probar de nuevo.
- Tras capturar la superarma del héroe, no desmovilizaré
de inmediato a mis legiones ni relajaré mi guardia
pensando que quien tenga el arma es invencible. Después
de todo, el héroe tenía el arma y yo le vencí.
- No diseñaré mi Sala principal de control con todos los
puestos de trabajo dando la espalda a la puerta.
- No ignoraré al mensajero que entra exhausto y obviamente
agitado hasta acabar mi aseo personal o mi
entretenimiento de ese momento. Podría ser algo urgente.
- Si hablo con el héroe por teléfono, en lugar de
insultarle le diré que su enorme perseverancia me ha
permitido darme cuenta de la futilidad de mis malas
acciones, y que si me permite dedicarme unos meses a la
contemplación en solitario, es muy probable que vuelva a
la senda del bien (los héroes son increíblemente
ingenuos en este aspecto).
- Si decido realizar una ejecución doble, con el héroe y
un sicario que me falló o me traicionó, me aseguraré
de que el héroe vaya el primero.
- Cuando detengan a alguien, mis guardias no le dejarán
que coja una baratija inútil de valor puramente
sentimental.
- Mis calabozos dispondrán de su propio equipo médico,
con guardaespaldas y todo. De esa forma, si un preso se
pone enfermo y su compañero de celda informa al guarda
de que hay una emergencia, el guarda llamará al servicio
médico en lugar de abrir la puerta para mirar.
- Los mecanismos de mis puertas estarán diseñados para
que reventar el panel de control del exterior las selle y
reventar el del interior las abra, y no al revés.
- Las celdas de mis calabozos no tendrán objeto alguno con
superficies reflectantes, ni nada que se pueda
deshilachar.
- Si una pareja atractiva entra en mi reino, seguiré
atentamente sus actividades. Si son felices y afectuosos
les ignoraré, pero si las circunstancias les han forzado
a viajar juntos contra su voluntad, y se pasan el rato
discutiendo y criticándose mutuamente excepto durante
las ocasiones intermitentes en que uno salva la vida del
otro, en cuyo momento hay indicios de tensión sexual,
ordenaré de inmediato su ejecución.
- Cualquier dato de importancia crucial será reducido
hasta ocupar un máximo de 1'44 Mb.
- Y finalmente, para mantener perpetuamente a mis súbditos
en un estado de hipnosis, les proporcionaré a todos
acceso libre e ilimitado a Internet.