Prólogo ...........................................................................................................................1 |
Las altisonantes palabras de los últimos años sobre la victoria definitiva del capitalismo han quedado sepultadas bajo una tonelada de escombros.
Ellos provienen de la brutal crisis del capitalismo mundial y de la feroz resistencia de las masas explotadas que no se resignan a ser obligadas a entrar en la barbarie a que la descomposición de la sociedad capitalista está conduciendo a la humanidad.
El superficial triunfalismo de los exégetas del capitalismo frente al proceso de hundimiento de la burocracia contrarrevolucionaria disfrazada de "socialista" ha dado paso a la cruda verdad de un régimen social en descomposición, que se pone en evidencia en todos los indicadores económicos, sociales, políticos y culturales. Su triunfalismo se parece al de los defensores de la inmutabilidad del régimen feudal de hace cuatro o cinco siglos. Algunos alcanzaron a contemplar su error, así fuera desde su cabeza cortada por la guillotina revolucionaria.
Por más palabras y anatemas que lancen los defensores del viejo orden, el topo de la historia trabaja sin ocuparse de ellas.
Como antes el feudalismo, desde hace décadas el capitalismo es una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas, para el dominio del hombre sobre la naturaleza, a la que destruye inmisericordemente poniendo en riesgo la supervivencia de la especie humana y los progresos técnicos y científicos no sirven para mejorar la calidad de vida de los seres humanos sino para multiplicar geométricamente el ejército de desocupados, degradar las condiciones de vida de los que aún mantienen sus puestos de trabajo, hacer que continentes enteros, como África, estén en vías de extinción, se multipliquen las enfermedades -nuevas como el SIDA y viejas como el cólera- y plagas que estaban prácticamente extirpadas.
La irresistible decadencia del imperio americano y mundial no creemos que ser análoga a la del milenario imperio romano que marcó el comienzo de la Edad Media, que trajo retrocesos en muchas esferas pero en la que también el viejo topo de la historia preparó la formidable revolución que alumbró el capitalismo.
De la irreversible decadencia del imperio capitalista sólo queda por resolver el enigma planteado por Trotsky hace más de medio siglo: socialismo o barbarie. O sobre la base del inmenso desarrollo técnico, científico y cultural, se produce un colosal salto hacia adelante -el socialismo- o un salto hacia atrás de una magnitud mucho mayor que significara la eliminación de las fuerzas productivas acumuladas por la humanidad en milenios de convulsiva evolución.
La razón de ello es simple: la historia es como un embudo donde pasaron miles de años para pasar del salvajismo a la barbarie y de ésta a la sociedad esclavista o asiática, casi quince siglos en los distintos estadios de la edad media y varios siglos del capitalismo moderno que culmina en Inglaterra en 1760 con la revolución industrial, o en Francia con la revolución burguesa a partir de 1789.
Para decirlo con palabras religiosas, el proletariado moderno del último siglo y medio está a mitad de camino entre el cielo y el infierno de la barbarie de un régimen agotado, aun en su fase superior -la imperialista del último siglo-, que sólo ha traído guerras, masacres y penurias para la inmensa mayoría de la humanidad, a pesar de sus fenomenales avances tecnológicos. Con una sola diferencia: este cielo es real, esta al alcance de su mano y puede disfrutarlo en vida a condición de convertirse en enterrador del infierno capitalista.
Esta no es una mera aspiración de deseos. Los gritos triunfales del capitalismo imperialista están cada vez más apagados por su propia crisis y por la rebelión de los explotados y oprimidos que sacude al mundo: desde Rusia a España, desde México a Brasil o Paraguay, Los Ángeles, Caracas o Santiago del Estero. Ayer los escenarios fueron otros. Mañana posiblemente el centro de la escena sea ocupado por otros protagonistas, pero la tendencia no es a la estabilidad sino a la exacerbación violenta de la lucha de clases a escala de todo el planeta.
Sólo sobre esa base será posible construir poderosos partidos revolucionarios capaces de acaudillar a la clase obrera y a los explotados a la conquista del poder, a terminar con la barbarie derrotando al imperialismo mundial y a iniciar el reino de la libertad pasando de la prehistoria de la sociedad de clases a la historia donde ellas se eliminen y el ser humano pueda dejar de ser un esclavo del trabajo asalariado para convertirse en un productor y un creador; donde se termine la división entre e trabajo intelectual y el manual; donde, al decir de Trotsky, sea tan normal producir pan como versos o música para cualquier hombre que apoyándose en el inmenso desarrollo de la técnica y las fuerzas productivas pueda dedicar largas horas al ocio creativo.
Muchos dirán que eso es música del futuro. Creo firmemente que se equivocan quienes así opinan. La historia dirá quién tiene la razón.
Los textos que presento los escribí hace cerca de 20 años en el semanario del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Avanzada socialista.
Pretendían abarcar distintos ángulos de esta larga marcha de la case obrera y los explotados hacia el socialismo. Larga porque ya lleva un siglo y medio. Breve en términos históricos. Quería enfocar desde distintos ángulos y experiencias este doloroso, horrendo proceso, a la vez trágico y hermoso. Resume revoluciones triunfantes , estranguladas o deformadas hasta contrarrevoluciones victoriosas, incluyendo las que tuvieron por sujeto a la burocracia soviética, como Hungría y Checoslovaquia, así como el difícil proceso de construcción de las cuatro internacionales que intentaron convertirse, al margen de sus diferencias, en el estado mayor de la revolución socialista internacional.
Estas notas publicadas bajo la sección "aniversarios" no fueron interrumpidas y quedaron inconclusas por propia voluntad: les puso fin el golpe contrarrevolucionario del 24 de marzo de 1976.
A pesar de que hoy corregiría algunos aspectos parciales, preferí publicarlas tal cual fueron escritas hace casi 20 años, en la creencia de que pueden ser de utilidad para las nuevas generaciones que se acercan al marxismo revolucionario con un conocimiento todavía parcial de la historia de nuestra clase, de sus victorias y derrotas, en esta larga marcha que ellas deben llevar al triunfo.
Si la publicación de estas notas cumple el modesto objetivo de aportar un grano de arena en este objetivo colosal, estará ampliamente justificado este texto.
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