Inquisición 2004: La derecha fascista católica al ataque

 

La jerarquía católica es totalitaria y antidemocrática y no acepta ninguna voz opuesta. Los episodios ocurridos en el período de los dos últimos meses demuestran su disposición a bloquear (con el método que sea, incluyendo el violento) todo resquicio de libertad de pensamiento y expresión artística, cultural, social, política o de cualquier índole que tienda a cuestionar su hegemonía ideológica en la sociedad, por más decadente que sea.

La campaña reaccionaria sostenida desde hace más de un año que, entre otras cosas, ayudó a demonizar y aislar al movimiento de desocupados, pegó un salto cualitativo en la provincia de Mendoza en ocasión del Encuentro Nacional de Mujeres en el que, por primera vez en años, organizaron grupos de choque que tuvieron la tarea de agredir físicamente a todo aquel que se pronunciara a favor de la legalización del aborto. Continuó con el armado de una numerosa y fornida columna de patovicas “custodiando” la catedral porteña al realizarse la XIII Marcha del Orgullo Gay y el ataque a las obras presentadas por el reconocido artista León Ferrari en el Centro Cultural de la Recoleta. Su última acción fue llevada contra la médica holandesa Rebeca Gompert, invitada por Zamora, para impedir que ésta pudiera realizar la conferencia sobre la despenalización del aborto. Igual que en Mendoza, actuaron con matonas/es que irrumpieron a las trompadas contra los organizadores del evento mientras otro grupo militaba, megáfono en mano, para la prensa y el público presente.

Todo aquel que se considere democrático no puede más que sentir rechazo al severo atropello a su libertad de pensamiento y su derecho a elegir qué debate, película u obra de arte desea presenciar o ver sin que nadie, adjudicándose “la voz de la verdad” pretenda impedírselo.  A su vez todo el mundo tiene el derecho de opinar lo que quiera, pero la Iglesia Católica pasó de la “opinión” a los hechos con total impunidad. Y a la campaña de terrorismo ideológico que encarna contra defensores del derecho democrático a la anticoncepción y al aborto, feministas, homosexuales, ateos militantes,  etc, le ha incorporado ahora los grupos de choque y todo el accionar fascistoide de su militancia.

El papa y los dignatarios dicen defender el derecho a la vida, pero están en contra del uso de preservativos en el mundo del Sida, con lo cual su verdadero grito de guerra no es “Por el derecho a la vida”, sino “¡Viva la Muerte!”

A ningún ateo, por respeto a los derechos de los demás, se le ocurriría romper una misa, apalear al cura que la da y romper las cruces de una iglesia. Sin embargo la Iglesia hace lo opuesto en forma impune, en el marco de que son cada vez menos los resquicios de oxígeno democrático que deja respirar el Estado, con el récord de presos políticos bajo la democracia, censura mediática, persecución política y un fuerte compromiso para con el Vaticano de no tratar, mientras dure este gobierno, lo referido al tema de la legalización del aborto. Y como la Iglesia tambíen se opone a las muy tibias propuestas de educación sexual, el gobierno nacional e Ibarra le aflojan en todo lo posible.

La institución religiosa que más compromisos tiene con los peores crímenes de la historia, no empalidece frente a los escalofriantes niveles de mortalidad de mujeres que practican abortos en condiciones precarias, pero es capaz de impedir a palazos la realización de un debate público acerca del tema. Protegen a sus curas cuando abusan de los menores pero condenan la unión civil entre homosexuales. Reniegan de la relación del Estado con la exposición artística bautizada de “anticristiana” pero son sostenidos por éste a través de los impuestos que pagamos católicos, judíos, musulmanes, agnosticos y ateos. Los resultados de su feroz campaña terrorista hasta el momento no son poco preocupantes, ya que por un lado se terminó prohibiendo la segunda conferencia de Rebecca Gomperts en el teatro San Martín y por el otro han retirado su auspicio a la muestra de Ferrari varias firmas reconocidas argumentando que “no estamos de acuerdo conque nuestra marca esté presente en una manifestación que divide a la sociedad”… Tal es el cinismo y la hipocresía de las empresas que viven, precisamente, a costillas de una sociedad dividida en clases.

Una fuerte alarma suena con esta embestida totalitaria, oscurantista y bárbara de la Iglesia contra los más elementales derechos democráticos. Nadie debe creer que está en presencia de una supuesta “histeria” católica sino en medio de una descomunal ofensiva antidemocrática que empieza en el propio Vaticano.

Es necesario encarar la más amplia unidad de acción en todos los terrenos contra esta ofensiva facistoide de, como mínimo, parte de la Iglesia Católica y en particular su jerarquía. Esto incluye armar un contradiscurso democrático, respetuoso de las ideas religiosas de mucha gente, pero absolutamente opuesto y enfrentado al totalitarismo de la Iglesia, e intransigente en derrotar, en el terreno que sea necesario, a sus bandas de matones fascistas discípulos de Musollini y de Hitler.

 

16 de diciembe de 2004

LSR - Liga Socialista Revolucionaria

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