Lic. Ana María Calderón
Cuando a un niño se le diagnostica el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) la familia y el mismo niño ya han atravesado por un proceso que suele ser largo y difícil. El cuál se inicia, por lo general, con las constantes llamadas de atención al niño de parte de las profesoras del colegio, anotaciones en los cuadernos o agendas. Y como consecuencia los padres son citados frecuentemente en el colegio porque su niño o niña es distraído/a, no termina las tareas, interrumpe constantemente en clase, presenta bajas notas, le cuesta hacer amigos y/o se mueve constantemente en su asiento o durante las clases. Todas estas características nos pueden indicar que nuestro hijo/a es un niño/a con TDAH. Por lo que es necesario iniciar una evaluación médica con un especialista como el neuropediatra o el psiquiatra infantil. Asimismo, una evaluación psicopedagógica completa que incluya la observación del niño en los dos contextos más importantes para él: su casa y el colegio. Estas evaluaciones se realizan con la finalidad de estar seguros al diagnosticar un niño con TDAH, ya que es un trastorno con base neurobiológica del cerebro, que se presenta en dos o más ambientes en donde se desenvuelve el niño y no debe relacionarse a otra enfermedad o situaciones emocionales temporales que podrían afectar el comportamiento y/o rendimiento escolar.
En este proceso el niño con TDAH y su familia experimentan sentimientos de frustración, culpa, vergüenza, rabia, entre otros. Ya que muchas veces no entienden por lo que están atravesando y no saben como enfrentar el problema. En otras ocasiones, los padres creen que son los culpables porque no han criado bien a sus hijos o porque alguno de ellos tiene el TDAH. También, pueden sentir vergüenza por el comportamiento de su hijo/a o creer que por tener el TDAH su niño no es inteligente. Los hermanos o familiares cercanos como los abuelos también se ven involucrados, ya sea preocupándose demasiado por ellos hasta la sobreprotección o sintiéndose frustrados por no saber como apoyarlos.
El primer paso para apoyar al niño con TDAH es la aceptación del problema por los padres y familiares. De manera paralela, el niño necesita una explicación sobre su comportamiento y/o dificultades para atender y concentrarse. La cuál debe ser sencilla y de acuerdo a la edad del niño. Una metáfora interesante para que el niño y su familia comprendan lo que les está pasando y puedan iniciar un tratamiento es comparar el TDAH con las dificultades en la visión, específicamente con la miopía. Ya que cuando nosotros somos miopes necesitamos lentes para poder ver bien de cerca. Así, cuando tenemos el TDAH también requerimos de diversas estrategias para concentrarnos, seguir pautas e indicaciones preestablecidas, autorregular nuestro comportamiento y actitudes, establecer relaciones adecuadas con los otros, etc. Por lo que el tratamiento se centra en las dificultades, así como lo haría unos lentes ayudando al niño y su familia a enfocar y resolver el problema.
Dentro del tratamiento, la terapia familiar cumple un rol importante, siendo el terapeuta quién acompaña, orienta y guía a la familia en este proceso de aceptación y cambios dentro de la organización familiar. Asimismo, se encarga de establecer y propiciar un vínculo favorable entre la casa y el colegio con la finalidad de trabajar en equipo y lograr resultados de manera óptima.
El objetivo de la terapia se centra principalmente en dos aspectos: en el establecimiento de reglas y roles que definen el sistema de disciplina en casa y en las diversas estrategias psicopedagógicas para mejorar el rendimiento escolar. Teniendo ambos en común la posibilidad de que las familias descubran las fortalezas que poseen, las cuales permiten el cambio.
Como profesionales que trabajamos con niños con TDAH y sus familias tenemos un reto importante al informar y educar a los padres sobre los mitos y creencias que sólo llevan a colocar etiquetas inadecuadas como que estos niños son: “tontos”, “flojos”, “malcriados”, etc. Haciendo aún más difícil el proceso de diagnóstico y tratamiento. Finalmente, me gustaría mencionar que lo más importante es no olvidar el apoyo incondicional que estos niños necesitan lo que se refleja en el cariño, comprensión y guía de los padres; quienes son los que más los conocen y tienen en sus manos la posibilidad de potenciar sus recursos y cualidades, ya que lo que ellos desean es que sus hijos sean felices.
- Lic. Ana María Calderón Elías (Psicóloga, Terapeuta Familiar, Psicoeducadora en TDAH)