La guía del manager perfecto
2. No tenga miedo
a afrontar situaciones conflictivas con sus empleados
Cuando tenga que hablar con un empleado a causa de su escaso rendimiento,
organice una reunión personal, cara a cara. No recurra al teléfono ni mucho
menos al e-mail. Veamos algunos ejemplos:
a) El empleado puede estar desmotivado. Las causas son muy variadas, e incluyen
un mal ambiente laboral, problemas personales, no sentirse debidamente
reconocido, etc. Para conocer el motivo, usted debe establecer un diálogo franco
y honesto con él, buscando entre ambos solucionar el problema. Si la causa
pertenece a la empresa, instrumente cuanto antes un programa de mejora, porque
si no lo hace, en poco tiempo ese problema se extenderá al resto del grupo. Si
por el contrario es un problema personal propio del empleado, bríndele todo su
apoyo y colaboración en lugar de presionarle.
b) El empleado no cuenta con las herramientas necesarias para cumplir con su
labor. Al hablar de "herramientas" nos referimos sobre todo a la formación y
preparación adecuadas al puesto. Remedie esto mediante cursos internos o
externos, o bien, seminarios dictados por colaboradores con mayor experiencia.
c) El empleado no llega a comprender la importancia o necesidad del proceso que
debe llevar a cabo. Aquí falla la comunicación interna. ¿Ha explicado,
utilizando todos los medios adecuados, los objetivos a alcanzar, y por qué son
importantes para el futuro de la empresa? ¿Hace partícipes a sus colaboradores
en la toma de decisiones, la elaboración de estrategias y la factibilidad de
proyectos, o les considera meros ejecutores? ¿Son sus canales de comunicación
fluidos y bidirecccionales, de manera que permitan obtener el necesario feedback
por parte de los colaboradores?
-Cuando la empresa reduce su plantilla, noos encontramos con dos alternativas
básicas. La primera son despidos puntuales, que deben siempre enfocarse
ofreciendo alternativas al empleado que debe dejar la firma. Una vez agotadas
todas las instancias para preservar su empleo, y ante el hecho inevitable de su
despido, hay que explicarle claramente los motivos del mismo; cada persona tiene
el derecho a conocer por qué se le aparta de su trabajo. Nunca se debe evitar el
afrontar este proceso, delegándolo a otros, o peor aún, enviando un frío
telegrama. Hay que apoyar hasta el final a quien va a dejar la empresa, y este
apoyo bien puede instrumentarse mediante programas de reinserción laboral a
través de consultoras especializadas.
-Los despidos de un conjunto de empleados conforman la segunda alternativa. Como
en el caso anterior, todos deben conocer cuáles son los parámetros de juicio que
empleará la empresa para decidir quiénes deberán dejar la firma. Hay que
comunicarles a qué áreas afectará la reducción de plantilla y por qué, sin
ocultar los problemas que motiven tan drástica medida. Es deber de la empresa
exponer ante sus colaboradores todas las alternativas que se agotaron antes de
llegar a esta situación, y que todo sea perfectamente entendible por los
empleados. Contar con el asesoramiento y apoyo de especialistas en outplacement
resulta, en muchos casos, fundamental. Pero además hay que abocarse al resto de
empleados, a los que quedarán en la empresa, para evitar temores injustificados
o falta de motivación.
-Si se producen fracasos en la gestión de proyectos, usted, como líder, tiene
gran parte de responsabilidad. Esté al frente al asumir los errores. Analice con
su grupo de colaboradores, en una actitud de crecimiento y mejora a través del
aprendizaje de los errores, las causas de los mismos, y las mejoras a
implementar a partir de ahora. ¿Qué faltó? ¿Tal vez motivación, recursos, metas
más claras? ¿Hubo exceso de tareas por colaborador, mucho estrés? Elabore con su
equipo un conjunto de medidas correctivas, establezcan nuevos plazos y
mecanismos de control, y regresen a la tarea.
-Se producirán cambios importantes en la eempresa. Todo lo que afecte el "status
quo" (fusiones, adquisiciones, expansión de productos/servicios, abarcar nuevos
mercados, etc.) produce cierto grado de intranquilidad, reticencia y temor. Todo
el mundo se siente cómodo con la inercia ya establecida, y cualquier cambio
implica romper la comodidad y hábitos adquiridos a la fecha, para enfrentarse a
algo totalmente nuevo. Por tanto, lo peor que se puede hacer es comunicar el
cambio como un hecho consumado, sin hacer partícipe ni preparar debidamente al
personal con la suficiente antelación. Organice jornadas y reuniones para
explicar la necesidad del nuevo escenario, y los beneficios que se obtendrán.
Instrumente planes formativos. Escuche y brinde solución a los cuestionamientos
que, de seguro, existirán entre algunos empleados.
3. Desarrolle habilidades para Negociar
Todo Manager debe negociar para su empresa. Pero negociar no es imponer nuestra
voluntad e intereses; eso de nada serviría. Negociar es llegar a un acuerdo
satisfactorio entre las partes. El resultado de la negociación debe beneficiar a
todos.
-Para alcanzar este acuerdo, el negociadorr debe prepararse. Tiene que conocer a
fondo el tema (y derivaciones del mismo) que se discutirá; poseer un estado de
ánimo sereno (control de nervios y ansiedad); ser adaptativo a nuevos
escenarios, ideas y situaciones; poseer el don de la empatía (acercarse al otro)
y estar seguro de sí mismo y de llegar a los resultados previstos.
-Debe conocer todo lo que pueda acerca de su interlocutor, y de la trayectoria,
política y estrategias de su empresa.
-Tiene que tener presente sus niveles míniimos de conformidad (hasta dónde
resignar en favor de un acuerdo).
-No obstante ello, debe establezcer nivelees de exigencia que, una vez negociados
y a la baja, sean siempre muy ventajosos.
-Hay que organizar la oferta o propuesta dde tal manera que genere, a medida que
se expone, un creciente interés. Reservarse además algún "As" en la manga para
sorprender gratamente e inclinar la balanza a nuestro favor nunca está de más.
4. Ocúpese de la inducción de nuevos empleados
Como Manager, ésta es una de sus funciones. Reciba a los nuevos colaboradores
con un programa de bienvenida. El mismo puede tomar diferentes formas de
instrumentación, aunque algunas de las más comunes son:
Reuniones internas, conducidas por los directivos, donde se presenta a la
empresa, su historia, los objetivos y estrategias generales, su mercado, los
logros obtenidos a la fecha y las perspectivas de futuro. Por otra parte, se
enumeran sus departamentos, los aspectos relevantes de su cultura empresarial,
las normas básicas y las reglas de comportamiento, sin olvidar las
responsabilidades y objetivos del puesto en particular. Se detallan asimismo
temas tales como horarios, vacaciones, incentivos, etc.
Manuales con diversas secciones, donde se describe lo anteriormente
citado para las reuniones, y que sirven de elemento de consulta permanente ante
cualquier duda.
Inicialmente, puede organizarse un recorrido informal por las instalaciones y
dependencias de la empresa, presentando al nuevo colaborador tanto a directivos
como al resto de compañeros. No es mala idea invitarle a tomar un café en
conjunto con el resto de su grupo. Al momento de su incorporación a la empresa,
debe contar con su cuenta de correo electrónico, acceso a la Intranet y demás
medidas que permitan comenzar sin demora su adaptación al nuevo empleo.
5. Cree un agradable clima de trabajo
La empresa nos exige la consecución de determinados objetivos. Pero
implícitamente, también nos exige que aportemos valor adicional a nuestra labor.
Este valor toma la forma de un conjunto de acciones que realizamos a diario, y
que van más allá de sentarnos a planificar o encauzar trabajos. Se refiere a lo
que nuestra gestión promueve o deja a su paso. Un ejemplo: equipos fuertemente
motivados, sobre los cuales es posible delegar infinidad de tareas y
responsabilidades (que se haga a diario y se confíe plenamente en sus
depositarios); manejo eficaz de situaciones de conflicto, atendiendo las
inquietudes y quejas del grupo, y compartiendo con ellos, cuando fuera
necesario, toda sobrecarga de esfuerzo dando siempre el ejemplo; toma de
decisiones consensuadas, nunca en solitario y sin el conocimiento ni aporte de
los demás; creación de ambientes de trabajo agradables, aún en entornos
sumamente competitivos, que eviten el temido “burnout”; impulsar la creatividad,
actitud ésta que no se circunscribe a tres o cuatro “iluminados” sino a todos
los trabajadores de una empresa. Y por supuesto, una aguda visión y concreción
de negocios.
Los colaboradores, por su parte, esperan de sus directivos respeto y valoración
hacia su trabajo. Digamos que no cuadra nada bien aquel Manager que se hace
propio y sólo propio el trabajo, inventiva y éxito de su grupo, pero descarga
sobre cada uno de sus miembros todos aquellos errores, negligencias y omisiones
que se produzcan. Escuche entonces a su personal, y no se reserve nunca para sí
el privilegio de ser el portador de la verdad; cuando organice reuniones de
trabajo con su equipo, permita que opinen todos aquellos que puedan aportar un
principio de solución al problema tratado. Mantenga informados a todos, y para
ello, establezca canales de comunicación fluida, pero de ida y vuelta; por ello,
evite las circulares impresas y reemplácelas por los e-mails a los que cada uno
pueda adicionar su respuesta inmediata. Utilice la Intranet de su empresa, y
solicite la creación de foros donde se debatan experiencias. Participe usted en
ellos de manera activa. Busque el modo de instrumentar jornadas internas de
reciclaje, donde quien sabe algo que beneficiaría al resto o potenciaría su
capacidad de acción, pueda de hecho compartirlo. Cuando instaure planes de
motivación, formación y desarrollo profesional, adáptelos a cada individuo.
Porque el “Marketing Uno a Uno” no solamente debe aplicarse a los clientes de su
empresa.
Con los otros directivos colegas debemos promover un clima de colaboración
mutua, que nada tiene que ver con el afán de competencia ni la clásica
desconfianza que esto genera. Una vez a la semana, o cada quince días, hay que
organizar reuniones para compartir experiencias. Pero sumar a esto el uso de
canales inmediatos de comunicación.
6. Sepa relacionarse con los clientes
De cara a los clientes, sea que tengamos relación directa o indirecta con ellos,
hay que pensar que son el objeto de todos nuestros desvelos, y que el producto o
servicio que se les brinda no acaba con la venta; continúa en cada proceso de la
empresa. Deben existir procedimientos de Calidad Total. La empresa no sólo debe
identificar y conocer a sus clientes; tiene que anticiparse a sus deseos,
promoviendo una activa relación. Se debe incrementar el valor vitalicio de cada
cliente, en la convicción de que es mucho más rentable y económico el vender más
a un cliente existente, que captar siempre uno nuevo. Y por supuesto, debe el
Manager descubrir, mediante el uso apropiado de la información recabada,
posibles ampliaciones de negocios o ventas cruzadas. En entornos tan
competitivos como los actuales, es crucial implementar políticas de
fidelización, y controlar sus resultados. Evaluar asimismo, pero de forma
objetiva y con números precisos, los resultados de toda acción de marketing. Y
tener siempre presente que nuestra visión de lo que el cliente precisa en este
momento debe concordar con la realidad; aquí no cuentan los pálpitos, las
inspiraciones ni nada por el estilo: lo único que valen son los datos objetivos,
fruto de las investigaciones y consultas pertinentes. Debemos estar en sintonía
con la evolución del mercado, con todo cambio en hábitos, costumbres, formas de
compra, etc. Caso contrario, regalamos nuestra cuota a la competencia.
7. Conozca a la competencia
La competencia constituye nuestro próximo punto. Debemos estar seguros de
conocerla bien, y de ingresar bajo este calificativo a todo producto o servicio
sustitutivo que aparezca en el mercado, y que de alguna manera, nos reste
posibilidades de venta. Pero al hablar de “conocerla bien” no nos referimos
simplemente a tener identificados sus datos primarios, sino a conformar, por
cada competidor, una base de datos completa, que nos permita vislumbrar sus
futuras acciones y anticipar una respuesta adecuada. Si carecemos de esto,
estamos en realidad a su merced, obrando reactivamente, dejándonos llevar por la
estrategia planeada por cualquiera, menos por nosotros mismos. De hecho, la
iniciativa en este combate cotidiano contra la competencia, por mínima que sea,
debe estar de nuestro lado. Hoy en día, convivimos en un mundo donde los
productos y servicios no se diferencian mucho unos de otros, donde existen
infinidad de competidores que cuentan con la misma tecnología, y donde los
clientes ya han adoptado una conducta de infidelidad crónica. Entonces, el
vencedor en esta contienda lo hará empleando otras armas, que pasan por el trato
totalmente personalizado, un servicio pre y postventa que satisfaga plenamente,
y un cúmulo de valores agregados que hagan decir al cliente un “no vale la pena
cambiar, aquí estoy a gusto”. Todo eso es nuestra responsabilidad