A toda Velocidad


La velocidad es un atributo de la economía actual, fenómeno que se manifiesta especialmente en la repercusión casi instantánea de acontecimientos en apariencia insignificantes. Sin embargo, las precondiciones para la ejecución veloz —rapidez en la fijación de una dirección y en la toma de decisiones— suelen pasar inadvertidas. Habida cuenta de que estas habilidades son, en esencia, funciones del liderazgo, es natural preguntarse: ¿cómo detectar si un líder potencial o un individuo que ejerce la conducción tiene la capacidad de ejecución veloz?

Durante la preparación de Geeks and Geezers: How Era, Values, and Defining Moments Shape Leaders (en español, algo así como "Excéntricos jóvenes y maduros: de qué manera la época, los valores y los momentos decisivos dan forma a los líderes", libro publicado en 2002 por Harvard Business School Press), investigamos las cualidades de 42 hombres y mujeres que han demostrado su capacidad de liderazgo veloz en una amplia variedad de situaciones. La mitad de los entrevistados tenía menos de 35 años y el resto superaba los 70. Estos últimos -entre los que figuran Dee Hock, presidente ejecutivo emérito de Visa, y Robert Crandall, ex CEO de American Airlines- desplegaron distintos estilos de liderazgo durante los largos años en que ejercieron funciones de conducción.

Por otra parte, el criterio de selección de los líderes más jóvenes se basó en sus logros y en su reputación: elegimos gente cuyos colegas describían como personas a quienes seguirían, por ejemplo, Wendy Kopp, fundador de la organización sin fines de lucro Teach for America, y Jeff Wilke,directivo de Amazon.com. Tras dos años de entrevistas, hemos llegado a las siguientes conclusiones:

Los líderes veloces son capaces de involucrar rápidamente a la gente que los rodea y, al mismo tiempo, toman decisiones difíciles, ponen fin a las discusiones y dan directivas en el momento oportuno. Tanto en la conducción con suavidad como en la capacidad de progresar en contextos confusos, la confianza en uno mismo juega un papel fundamental. Pero no se trata de la arrogancia de George Patton ni de vanidad enceguecedora: la seguridad es el fruto de convicciones profundamente arraigadas en valores cuya aplicación podrá analizarse en cada caso, pero cuyo núcleo es inalterable.

Robert J. Thomas / Warren Bennis
© Harvard Management Update, 2001

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