CAPÍTULO 6

 

 

REGIÓN NORTE

 

 

Análisis de Relatorías

 

 

REGION NORTE

 

 

  

 

 

 

 

 

PERFIL CULTURAL REGIÓN NORTE

 

 

Al iniciarse el Encuentro y Muestra Regional del Cibao Norte, las personas representantes de las tres provincias designadas no imaginaban cuántos puntos de convergencia cultural encontrarían al final de las jornadas de trabajo. No se agrupan estas tres provincias simplemente por su proximidad geográfica. Además de los accidentes de la geografía costera, con su consabida riqueza litoral, se suman varios siglos de historia entrelazada que ha tejido los rasgos culturales de las provincias de Puerto Plata, Samaná y María Trinidad Sánchez. Dos rasgos que podemos enfatizar y que ayudan a delinear esta zona son la influencia extranjera y el peso de sus centros urbanos dentro de la fisionomía cultural de la región. Esta combinación de factores nos dará un perfil cultural, donde resaltan la religión protestante, las manifestaciones musicales clásicas (músicos y compositores, así como bandas municipales de alta calidad) y el papel decidido de educadores y educadoras, como agentes culturales.

 

Al indagar en la historia de la formación cultural de estas provincias, dentro de una esfera de influencia extranjera, descubrimos fácilmente las similitudes entre sus polos urbanos. Dentro de este acápite, debemos resaltar el hecho de que estos centros fueron, en los tres casos, puertos vitales para el comercio y la comunicación. Esta preponderancia de los municipios cabecera, con sus puertos dominantes, les viene a las tres provincias desde el siglo XIX como puntos de exportación de productos agrícolas hacia Europa y Estados Unidos de América. Tanto la ciudad de Puerto Plata como la de Sánchez fueron sedes consulares de diversos países, como nos cuenta Tulio Cestero en su recuento de viaje Por el Cibao (1901).

 

Esas ciudades-puertos, en sus respectivos momentos de auge económico, atrajeron migraciones extranjeras considerables. Siempre se recalca el cosmopolitismo que estas migraciones dejaron como legado, pero podemos ir más allá y notar que estos grupos, si bien reprodujeron muchas de sus costumbres nativas en nuestra tierra (idioma, religión, alimentación), mantuvieron un intercambio con la población criolla. Los samaneses y los puertoplateños de cualquier estrato social conocieron los "Good Morning" y se acostumbraron a la cocina isleña inglesa.

 

Las migraciones más tempranas llegaron de las Islas Canarias, principalmente a Puerto Plata; pero las que en verdad han sido notorias en toda la zona norte del país fueron las del siglo XIX: los esclavos libertos de Estados Unidos, llegados en la época de Boyer; nuevas oleadas de españoles, después de la Guerra de Restauración; otros europeos (especialmente italianos y alemanes) atraídos por el "boom" del tabaco; súbditos ingleses de las Antillas; y árabes atraídos por la prosperidad de las ciudades; cubanos y boricuas que luchaban por la independencia de sus islas; unos con conocimientos especializados y otros sin entrenamiento formal, establecieron nexos de trabajo &emdash; como artesanos de carpintería y ebanistería, como maestras, como comerciantes en mayor o menor escala, como empleados y empleadas del servicio doméstico, como estibadores, etc. &emdash; que les llevaron a una integración cómoda en su nuevo país de residencia. Muchas de estas personas dejaron tradiciones de artesanía, técnicas de construcción, conocimientos musicales que perduran hasta hoy entre sus descendientes y discípulos.

 

También podemos destacar la importancia de las migraciones antillanas para el desarrollo de la religión y la educación en todo el país. Fue en Puerto Plata y en Samaná donde llegó la primera oleada del protestantismo a la República Dominicana, y donde se ubicaron las primeras iglesias metodistas wesleyanas (las chorchas) alrededor de las cuales se formaron pequeñas escuelas de excelente nivel académico. Los cubanos y puertorriqueños exiliados fundaron y ayudaron a fundar escuelas, con la participación y apoyo de grandes figuras del antillanismo, como Betances y el mismo Hostos. A este influjo del antillanismo anti-español también se debe la fundación de varios periódicos de fuerte contenido político y analítico, en el siglo XIX.

 

Esa importancia de los puertos dictó en todas estas provincias una dependencia de los vaivenes económicos externos, lo que se reflejaría entonces en discontinuidades en la vida cultural tanto formal como informal. La misma sede del evento &emdash; el Club Fe en El Porvenir &emdash; sienta la primera pauta para comenzar a comprender la región. Este edificio, con toda su identidad republicana, preservada por una restauración cuidadosa, de hace pocos años, muestra la identidad del Municipio de San Felipe de Puerto Plata, de un solo trazo arquitectónico. Su ubicación tradicional dentro del trazado colonial en una esquina de la plaza principal, junto a la iglesia mayor (hoy Catedral), su estilo netamente victoriano, al igual que sus líneas y sus materiales, nos indican la riqueza de la vida de esta provincia, ligada por siglos al comercio exterior; pero también la variedad de usos que ha visto en un siglo y cuarto de vida y su precaria continuidad en el tiempo como institución, reflejan las realidades de una vida cultural regional atada a destinos sobre los que no se tenía ninguna influencia ni control.

 

Volvemos al cosmopolitismo urbano de estas ciudades, reflejado en la arquitectura y en el eterno deseo modernizante de las elites. Fueron provincias que mantuvieron una vinculación con el resto de las regiones cibaeñas, como fuente de materias primas para su comercio; un trasiego que inspiró a los gobiernos, de fines del siglo XIX, a instalar ferrocarriles. Estas nuevas vías de comunicación unieron más aún los pasos de los habitantes de Puerto Plata, Santiago, Moca, La Vega, Sánchez &emdash; toda una red que intentó dinamizar a una región que perdía primacía económica ante las bajas de precios de sus productos tradicionales.

 

La vinculación con las demás zonas del Cibao se manifiesta no solamente en el ámbito urbano. Mientras las ciudades-puertos se desarrollaban con el comercio, las zonas rurales permanecieron escasamente pobladas y dedicadas mayormente a actividades de agricultura y pastoreo, que requerían poca mano de obra. Fueron los ferrocarriles mencionados y los nuevos cultivos que intentaron reemplazar al tabaco, los elementos que incrementaron la densidad poblacional en estas provincias; un aumento que el mismo Juan Antonio Alix criticó, pues se asociaba a un aumento en el número de personas "desconocidas", llegadas de otras zonas. Estas zonas rurales del Norte mantuvieron unos perfiles culturales que, en verdad, no debemos distanciar mucho de la generalidad de las otras zonas del Cibao. Esta comunidad se puede identificar en rasgos, y damos sólo algunos ejemplos: el recetario típico, dominado por los víveres (tal vez no por el pescado y el coco); la importancia de la palma para la construcción vernácula; y los palos como expresión musical de preferencia.

 

Ya en el siglo XX, las provincias han seguido una trayectoria muy similar, debido a la mencionada decadencia económica de muchos de sus productos tradicionales de exportación. A pesar de los múltiples esfuerzos por cambiar los tipos de cultivos (se hicieron intentos de plantaciones de bananos y de algodón, entre otros), las tres provincias no lograron repetir sus momentos de gloria, vividos en el siglo anterior.

 

Pero no por ello quedó suprimida la influencia extranjera. Ha querido el destino mundial que esa zona norte se convirtiera en el primer polo turístico de la República Dominicana, con las consabidas consecuencias en términos de salud, valores y cambios demográficos. Se percibe esta influencia extranjera como elemento determinante en la creación de los nuevos perfiles culturales del Cibao Norte. Por ello, se reclama un rescate de los patrimonios tangibles, en sus yacimientos indígenas y en su arquitectura urbana en sus recursos naturales. Recordemos que, gracias al desarrollismo pro-turístico, se demolió la ciudad de Samaná para reconstruirla como paraíso de visitantes.

 

Al igual que en el pasado, las personas dedicadas a la música y a la educación (abundantes aún) continúan al frente de la promoción cultural. Pero, al igual que en el resto del Cibao, se reclama una mayor contribución no sólo por parte del Estado dominicano para las labores de rescate cultural, sino de quienes se aprovechan de las riquezas de la zona, sin buscar una integración armoniosa con ella.

 

 

REFLEXIONES PREVIAS PARA LA DEFINICIÓN DE LAS POLÍTICAS CULTURALES DE LA REGIÓN NORTE

 

 

 

 

El 31 de octubre de 1997 fue celebrado el Encuentro Regional del Cibao Norte. Dicha actividad se efectuó en la Sociedad Fe en El Porvenir, de Puerto Plata, sede regional, donde se concentraron los Delegados de las provincias de María Trinidad Sánchez, Samaná y Puerto Plata.

 

Durante tres días se discutieron los diversos aspectos en torno a los resultados de las Jornadas de Reflexión, los informes de la situación institucional del sector cultural y de los bienes tangibles e intangibles de cada provincia participante.

 

 

 

RESUMEN TEMATICO

Aspectos considerados que resumen las exposiciones:

 

 

 

  1.  

     

  2. Se consideró la cultura como el producto de la actividad transformadora del hombre, actividad que genera pautas y valores, que priman en los grupos humanos. La cultura, además, es una dimensión del desarrollo.

     

  3. La cultura dominicana es el resultado de un conjunto de influencia culturales, que conforman un tejido intercultural del que depende la identidad cultural.

     

  4. Si bien se consideran las influencias culturales positivas, se advierten aspectos negativos producto del impacto de la actividad turística en la región. Sobre todo, atentatorias a los valores de la identidad cultural.

     

  5. La región posee en sus costumbres y tradiciones, elementos que definen su identidad.

     

  6. Las políticas que en la región Norte se lleven a cabo, a favor del reforzamiento de la identidad cultural, deberán estar en consonancia con el proceso que define el desarrollo turístico en la zona; dado el impacto tanto negativo como positivo manifestado en las poblaciones del Cibao Norte.

 

  1.  

     

  2. Se definió al desarrollo cultural como un proceso continuo que mejora la calidad de vida de los individuos, de manera integral.

     

  3. La calidad de vida se consideró como el conjunto de factores que inciden en la condición de vida de los habitantes de una comunidad.

     

  4. El desarrollo cultural posee una interrelación directa con la calidad de vida.

     

  5. Las posibilidades de desarrollo cultural y del mejoramiento de la calidad de vida es el producto de una planificación, en donde tienen que vincularse tanto el sector gubernamental, municipal y la sociedad civil.

     

     

     

     

  6. Se planteó que un factor decisivo en este proceso de desarrollo cultural y mejoramiento de la calidad de vida es la participación comunitaria, que permita el desarrollo humano al fomentar valores ante su entorno, tales como: la creatividad, protección del medio ambiente, disfrute de la naturaleza, entre otros valores trascendentales.

     

     

     

     

  7. Es preciso establecer en el desarrollo cultural las posibilidades de un equilibrio entre lo rural y lo urbano, lo cual permite superar las desigualdades, respecto a la calidad de vida y el desarrollo.

     

     

     

     

  8. El impacto del turismo en la región Norte genera empleos directos a la población, mejorando los ingresos, pero provocando la pérdida de los valores culturales, ante la ausencia de elementos que fortalezcan su visión de la realidad social y cultural, situación que no supone una real mejora en el desarrollo humano. De ello deviene la prostitución, la drogadicción, entre otros problemas sociales.

 

 

 

 

 

 

 

  1.  

     

  2. La democracia cultural define el derecho que tienen los hombres y las mujeres de producir, disfrutar y beneficiarse de la cultura.

     

     

     

     

  3. La democratización cultural se definió como un proceso de apertura y acceso a la producción de los bienes culturales, sin importar el sexo, la edad, credos políticos, religiosos o posición económica y social.

     

     

     

     

  4. Se entiende la necesidad de superar la visión elitista de lo cultural, permitiendo una descentralización cultural que haga posible la acción cultural a nivel nacional y no se reduzca a los centros urbanos.

 

 

 

 

 

  1.  

     

  2. Inexistencia de una política cultural que tenga incidencia en el desarrollo cultural de la región.

     

  3. El Estado tiene el deber de elaborar una política cultural que contemple estrategias con:

 

 

  1.  

     

  2. el sector educación

     

  3. el sistema de comunicación social

 

 

 

Debe fortalecer las siguientes áreas:

 

  1.  
  2. la Animación Sociocultural
  3. la administración del sector cultural
  4. el patrimonio cultural y la memoria histórica
  5. la participación y la democratización cultural

 

 

 

De todo lo anterior la discusión grupal de los Delegados Provinciales coincidieron en los siguiente puntos:

 

 

 

 

 

 

 

ANALISIS SOBRE LAS JORNADAS DE REFLEXION

 

 

 

En el Encuentro Regional del Cibao Norte, los temas, anteriormente señalados, manifiestan una problemática cultural mediada por los problemas que genera la principal actividad económica de la zona: el turismo. Su impacto en relación con la cultura dominicana, aspecto ya visto en otras regiones del país, que al igual que ésta se ven amenazadas por el turismo y sus implicaciones, es incalculable.

 

Evidentemente, el flujo turístico que anualmente recibe esta región, atraído por el sol y las playas, además por la capacidad hotelera instalada, supone una virtual fractura en los modos de vida, hábitos y costumbres de su población. Todavía en la República Dominicana no se ha realizado un estudio orientado a este fenómeno, del cual se tienen apenas informaciones dispersas. Lo cierto es que el turismo ha orientando a la población de la región a volcar sus expectativas hacia las demandas que supone esta actividad productiva.

 

El turismo que recibe la región quedaba reducido al ámbito de los hoteles, en una concepción de enclave que en cierta medida ha limitado la participación de la comunidad y ha impedido un contacto masivo con los turistas, aunque en estos momentos empiezan a producirse formas innovadoras de movilización. Esta concepción, surge durante el primer período de los llamados "doce años", del gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, en los que se propicia el desarrollo de los denominados "Polos Turísticos", en una estrategia de producir un cambio del modelo agro-exportador, que entraba en franca debilidad estructural, dada la caída de los precios internacionales y la necesidad de nuevas fuentes de generación de divisas.

 

Tal situación da una lectura dual; por un lado, la actividad turística en la región ha sido concebida con una visión muy limitada como oferta turístico nacional, ya que excluye a uno de los atractivos fundamentales de cualquier estrategia turística: la cultura; por el otro lado, y como consecuencia de lo anterior, tenemos la presencia de un turismo de escasa formación educativa, que sólo viene a la búsqueda de las playas y el sol.

 

El aumento del flujo turístico ha traído entre sus consecuencias negativas un significativo aumento de la prostitución, entre otros males, afectando la dinámica positiva de dicha actividad en la región Norte. En ese sentido, la propia oferta hotelera y turística deberá propiciar el mejoramiento de los factores que operan negativamente en este sector. Por esta razón el sector turístico y hotelero en la República Dominicana, al igual que las autoridades nacionales, representadas en el Secretario de Turismo y las propias autoridades municipales, deberán promover un mejoramiento en la calidad del turismo que nos visita cada año.

 

Es oportuno decir que esta acción tiene que ir a la par con políticas que permitan superar el estado de abandono de la cultura, especialmente, de los bienes patrimoniales, a través de una política encaminada a fortalecer nuestras expresiones culturales en la zona norte. Pensamos que la misma realidad de enclave turístico, que limita de una u otra manera el contacto con la comunidad, ofrece la oportunidad para que las comunidades puedan prepararse ante un proceso que resulta inevitable frente a las expectativas de crecimiento de la actividad turística nacional.

 

En cuanto al deterioro de nuestra identidad cultural es menester que la sociedad toda, principalmente sus autoridades, promuevan acciones que reviertan el estado actual en que se encuentran nuestros valores culturales e identitarios. Sobre todo porque la identidad cultural alude al proceso psicológico de interiorización de rasgos y caracteres sociales que constituyen los elementos sustentadores de los valores que crean la diferenciación y el carácter nacional.

 

Es preciso dejar claro que la cultura en un proceso de desarrollo como el que vive la zona norte, no debe ser percibida exclusivamente como un "instrumento" a favor del desarrollo turístico, más bien, la cultura deberá entenderse como modo constructivo en que la sociedad pone todas sus capacidades para generar su propio crecimiento cultural. De manera que deberá ser el propio turismo quien sirva como instrumento de este crecimiento cultural de la región, influyendo en su revalorización, lo que significa reforzar la propia identidad.

 

 

 

Como vemos, lo que se nos plantea es la oportunidad de obtener un modo diferente de abordar el desarrollo regional y nacional. En la actualidad, el turismo cultural se desarrolla como una opción para las poblaciones que están de forma directa en contacto con la presencia del turismo como actividad económica esencial; sin embargo, el turismo cultural supone el desarrollo de factores determinantes, tales como: la gestión, formación e investigación; todos imprescindibles para accionar positivamente al sector turístico desde la cultura. Pero también se requiere promover un proceso que permita a la comunidad proyectar su carácter. Con él puede establecer su identidad, en tanto comunidad anfitriona, como diría Claude Moulin.106

 

Pensamos que tanto los anteriores factores como estos elementos resultan fundamentales para "... identificar vías eficaces para la promoción e irradiación de los valores patrimoniales, en su sentido más abarcador; que eviten y combatan la generación de una falsa cultura utilitaria, mercantilista, dirigida a la oferta cultural".107

 

 

 

Pero como hemos visto más arriba, los participantes en el Encuentro y Muestras Culturales no sólo ven necesario una estrategia de política cultural, vinculada al turismo; sino que, además, llaman la atención para vincularla con el sector educativo y los medios de comunicación, lo mismo que con áreas de la actividad cultural que necesitan ser protegidas y estimuladas, como es el caso del patrimonio cultural y natural, la animación sociocultural, la formación de agentes culturales y el fortalecimiento de las instituciones culturales de la región.

 

A todo esto debemos incentivar las expresiones populares que, como la artesanía, son muestras del alma del pueblo y una forma digna de promover al país; actividad de la cual la zona norte tiene sobradas experiencias, pudiéndose promover en la perspectiva de una verdadera industria cultural. En este sentido, lo artesanal tendrá que responder a estrategias de mercadeo y de promoción; pero también deberá definir alternativas respecto a la obtención de las materias primas utilizadas para no impactar negativamente en nuestros recursos no renovables, como podría ser en los casos del ámbar, el coral o la extinción del carey. El efecto que tiene la artesanía en la economía aún no ha sido medido objetivamente en el producto interno bruto, debido al carácter informal de esta actividad, por lo que cualquier plan cultural deberá enfatizar sobre el desarrollo de este sector.

 

Por eso coincidimos con Gloria López Morales, cuando nos dice "... que un turismo cultural es una de las vías privilegiadas para resocializar la economía y para incrustar en las estructuras los componentes que la cultura aporta al desarrollo cultural."108

 

 

 

De modo que la situación regional requiere de un plan de desarrollo cultural que permita poner a tono los objetivos nacionales, en materia cultural, con los requeridos a nivel regional. Este paso significa un avance que servirá para dar coherencia a las acciones que se dirigen para alcanzar un desarrollo sostenible; plan que debe implicar interpretar las necesidades del sector cultural, de cara a su realidad sociocultural y económica; un fortalecimiento institucional; una toma de conciencia de los sectores comunitarios, ante la urgencia de efectuar este proceso en la región, así como la realización de una efectiva descentralización, que haga factible la anhelada democratización de la cultura.

 

 

 

 

ANÁLISIS DE LAS NECESIDADES Y LAS ACCIONES PROPUESTAS PARA LA ACCIÓN CULTURAL DE LA REGIÓN NORTE

 

 

 

 

Las propuestas presentadas durante los encuentros están concentradas en el ámbito que demarcan las políticas de fomento y desarrollo institucionales, patrimonio cultural y desarrollo de las industrias culturales.

 

Las líneas de políticas culturales identificadas integran un conjunto de aspectos, dentro de los cuales creemos conveniente destacar los siguientes:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL DESARROLLO INSTITUCIONAL COMO BASE PARA LA EJECUCIÓN DE LA ACCIÓN CULTURAL

 

La región dispone de un reducido número de organizaciones de cultura; sin embargo, aún desde esta realidad se podría realizar un notable trabajo. La dotación de recursos técnicos y financieros a las instituciones produciría notables resultados.

 

Es necesario el diseño de políticas y planes de dimensión regional que contribuyan a dar un primer paso para superar el estado de dispersión e incoherencia en que se debate la acción cultural realizada tanto por instituciones públicas como privadas. La formulación de políticas permite identificar las áreas con problemas que precisan soluciones urgentes y una mejor asignación de los recursos. La definición de los objetivos que se buscan alcanzar, con la implementación de políticas y planes, obliga a dimensionar la magnitud de los recursos necesarios para su materialización, el período de tiempo requerido para su realización y su interrelación con otros sectores que, en mayor o menor grado, están siendo impactados por la problemática enfrentada.

 

Producir los especialistas que, en calidad y número, demanda la actividad cultural es apreciado en la región, como una de las prioridades a ser incluidas por quienes se ocupen del diseño de los planes de desarrollo cultural, nacionales y regionales. La planificación, organización, dirección y control deberán constituirse en el ABC de todos los que estén al frente de las entidades culturales, no importa que sean estas organizaciones grandes o pequeñas, privadas o estatales, con fines lucrativos o sin ellos. El diseño y la evaluación de proyectos culturales es parte de la currícula básica que deberá dominar todo gestor cultural.

 

La región carece de una buena infraestructura que dé soporte a las actividades y acciones generadas desde el sector cultura. La construcción de locales y la adquisición de equipos es una solicitud hecha una y otra vez por las organizaciones de cultura a los gobiernos instalados durante los pasados treinta años. La insuficiencia de locales puede superarse, en gran medida, si logramos que en los programas de construcción de conjuntos habitacionales realizados por los gobiernos se incluyan uno o dos locales para uso de las instituciones de cultura. Los edificios ocupados por las escuelas públicas permanecen sin ser usados durante los fines de semana, período en el que por lo regular se reúnen los grupos culturales. Con un esfuerzo mínimo de comunicación y coordinación podría resolverse el problema de falta de un local, que confrontan muchas entidades.

 

La adquisición de equipos y de mobiliarios es una necesidad que debe quedar primordialmente en manos de las comunidades y de sus gobiernos municipales. Entre otras razones, por el menor nivel de la inversión, y por la posibilidad que tienen éstas de ejercer un control que garantice la adquisición de los bienes realmente necesarios y que después de adquiridos no sean desviados a usos que no son los que motivaron su compra. Las sociedades de padres y amigos de la escuela son un buen ejemplo de cómo a través de donaciones, rifas y otras actividades se pueden dotar a las instituciones de una buena parte del instrumental que requieren para sus operaciones regulares.

 

 

EL PATRIMONIO CULTURAL TANGIBLE EL PASADO ABORIGEN Y COLONIAL

 

La región dispone de importantes muestras de la presencia ejercida por las culturas aborígenes durante miles de años. A la espera de recibir la atención de los arqueólogos y otros investigadores, tenemos vestigios de los asentamientos ubicados en las comunidades de Long Beach, la Unión, Yásica y la Isabela, en la provincia de Puerto Plata; en Samaná, encontramos el cementerio de las Galeras. Es sabida la condición de morada de los dioses que atribuían los taínos y otros grupos a las grutas y cuevas, por lo que no resulta extraño encontrar en ellas muestras del mundo mágico-religioso concebido por éstos. Entre los lugares más interesantes, tenemos: las Cuevas del Gallo y Loma de las Bestias, en el Cupey; Palmar Grande, en Altamira y las Grutas de Paradero, situada entre los municipios de Guananico y Altamira.

 

De la época colonial se conservan en Puerto Plata las ruinas del primer asentamiento europeo en América: el de La Isabela, la restaurada Fortaleza San Felipe y los cimientos de lo que fuera el convento de San Pedro Mártir, lugar donde el Padre de las Casas comenzó a escribir su apologética "Historia de las Indias". En las localidades de Las Flores y San Marcos se conservan rudimentos de algunos de los trapiches utilizados para la producción de azúcar, durante el periodo colonial.

 

La realización de un inventario exhaustivo del patrimonio tangible de la región, que incluya una evaluación del estado de preservación de los mismos, debe acometerse en un breve plazo. Las informaciones que arroje este informe deberán servir de base para un programa de emergencia, que provoque acciones a favor de aquellos que presentan un mayor grado de deterioro, y que están incluso en peligro de desaparecer. Se podrían producir folletos, artículos para periódicos, libros, videos y otros trabajos, a través de los cuales se promueva su conocimiento, entre los miembros de las respectivas comunidades, en el ámbito regional y nacional.

 

 

EL TURISMO CULTURAL COMO BASE DE SUSTENTO PARA EL DESARROLLO DE LAS INDUSTRIAS CULTURALES

 

 

"Si las naciones no fuesen diferentes, si las personas no tuviesen diferentes costumbres, si las arquitecturas, las artes y artesanías fueran iguales, no existirían razones para que la gente viajara y para tratar de descubrir el mundo en la búsqueda de experiencias auténticas. Sin la cultura, los catálogos de los touroperadores reflejarían un mundo monocromático, es decir, que no existiría mucho incentivo para viajar por el mundo, salvo por razones de negocios."109

 

El litoral norte del país concentra uno de los polos de desarrollo turístico más importante de toda la región caribeña. Los nombres de Cofresí, Long Beach, Sosúa, Cabarete, Caletón, El Bretón, Las Terrenas, refieren a una región paradisíaca de agua, arena y sol. Las condiciones naturales de que fue dotada la región la hacen hoy uno de los más atractivos sitios de recreo en el mundo. La deslumbrante belleza natural que rodea todo aquel entorno ha hecho, sin embargo, que se soslaye el inmenso tesoro acumulado en el patrimonio histórico y cultural que guardan todas aquellas comunidades.

 

Las muestras de arquitectura victoriana, las cuevas y grutas que guardan restos de las culturas precolombinas, el espectáculo que años tras año brinda el apareamiento de las ballenas jorobadas, en el Banco de la Plata, el maravilloso ecosistema albergado en el Parque Nacional de Los Haitises, las artesanías, deben formar parte de una estrategia diseñada para accesar a los beneficios, cada vez más cuantiosos, que genera el turismo cultural.

 

 

"La República Dominicana ocupa, dentro de los países del Gran Caribe, la primera posición como país receptor de turistas; sin embargo, este turismo se desarrolla con poca integración de las comunidades a los beneficios que genera el sector. El área artesanal que puede servir como fuente de empleos y de ingresos ligados al sector turismo, no ha contado con el suficiente apoyo para lograr un verdadero desarrollo, a tal punto que la demanda de artículos de souvenir sobrepasa las posibilidades actuales para cubrirla, con la producción local. Esta situación ha llevado a que muchos comerciantes importen artesanías extranjeras y las vendan como nativas, desvirtuando nuestras características artesanales y culturales y haciendo que un sector que puede ser generador de divisas se convierta en un consumidor de las mismas."110

 

El concepto de aldeas o comunidades artesanales busca aprovechar la rica tradición que en la elaboración de objetos utilitarios u ornamentales acumulan los pobladores de las distintas regiones del país. La elaboración está basada en el uso de materiales de producción local, tal es el caso del ámbar, en Puerto Plata o de la palma de coco, en Samaná. El suministro de una plataforma que les permita eficientizar la producción, la articulación de canales de promoción y mercadeo, puede hacer de las empresas familiares de subsistencia que son hoy, verdaderos proyectos económicos, que sirvan de real soporte al desarrollo de la región.

 

La formación especializada de los guías turísticos, a través de la creación de un Bachillerato Especial para Agentes Turísticos-Culturales, es vista por los participantes en el encuentro como una fuente de empleo para una gran cantidad de jóvenes de la región. Además de que aseguraría la transmisión adecuada de los valores y símbolos que constituyen la esencia de la cultura dominicana. La Secretaría de Estado de Turismo, las Asociaciones de Hoteleros, entre otras entidades, deberán velar porque sea este personal debidamente instruido, el que se encargue de ofrecer a los turistas la información fidedigna sobre nuestra realidad histórica y cultural y medioambiental.