CAPÍTULO 10

 

 

REGION SUROESTE

 

Análisis de Relatorías

 

 

REGION SUROESTE

 


 

 

PERFIL CULTURAL DE LA REGION SUROESTE

 

 

 

 

En toda América, el Sur lleva connotaciones que van más allá de una mera posición geográfica. La palabra Sur ha adquirido diversas antonomasias: el lugar remoto, la región incógnita y misteriosa.

 

No es esto menos cierto en la República Dominicana, donde el Sur &emdash; tanto el Sur corto, el más cercano a la capital, y especialmente el Sur largo, el que llega hasta la frontera con Haití &emdash; es visto como una zona distante y diferente a todo el resto del país. Es ésta la imagen que persiste en el mapa mental de las personas que no conocen la región. Guazábara y triculí, bayahondas y bacases, así se pretende, a veces, resumir a esta región.

 

El Suroeste ha sido y sigue siendo una zona de grandes sorpresas topográficas, como lo son: un gran lago salado, fuentes de aguas sulfurosas, grandes cordilleras. Estas provincias están repletas de riquezas mineras (recordemos el apodo de "minoso" para el barahonero) que le ha suministrado uno de los varios renglones de producción. Hay allí salinas, minas de yeso, de mármol, de bauxita, de larimar, de petróleo. Abundan, además, las fuentes de agua mineral, que surgen espontáneamente a lo largo de la carretera turística que bordea la península y en otros puntos de la zona &emdash; es Galván el más conocido y el más aprovechado actualmente.

 

Ha sido esta zona de gran diversidad en su flora y fauna, con muchos estudios de poca difusión. Ekmann viajó por la zona, así como el Padre Fuertes, gran precursor de los estudios ambientalistas en el país. Se pueden encontrar entre las dos cordilleras &emdash; las sierras de Neyba y la de Bahoruco &emdash; y en las lagunas &emdash; Cabral, Oviedo &emdash; gran cantidad de aves nativas, en busca del refugio que les ofrecía la despoblación relativa de la zona. La presión poblacional aumenta, y con ello la depredación de las especies animales y vegetales. Han sufrido grandes mermas todas las especies migratorias que visitan la zona cada año, ya que no se observan las vedas y se siguen practicando talas y quemas indiscriminadas de árboles.

 

Esta zona muestra grandes contrastes en su paisaje, pues esa riqueza acuífera no está siempre a flor de tierra. Una gran parte del territorio del suroeste se describe como desértica por la aridez del terreno, la escasez de la lluvia y la vegetación espinosa. Esta condición obliga a una precariedad en las formas de vida de sus habitantes, a menudo a enemistades mortales por el control de ese recurso vital que es el agua. Sin caer en los determinismos climáticos se puede suponer una correlación entre el paisaje y el carácter de sus habitantes, siempre contrastado con el húmedo Cibao.

 

La tradición histórica del suroeste ha sido de luchas y no siempre por recursos. Desde el siglo XVI, el Suroeste ha sido la región que ha albergado, sucesivamente, la rebelión del Bahoruco (con Enriquillo, el líder de la primera sublevación indígena del Nuevo Mundo), así como los levantamientos de cimarrones (el legendario Lemba) y las guerras de defensa del territorio durante la Independencia y la restauración. Es el destino del Suroeste ser siempre la disputada frontera.

 

El Suroeste ha tenido un desarrollo económico muy diferenciado, con grandes contrastes. La caña ha contribuido grandemente a la riqueza y a la pobreza de la provincia de Barahona, creando grandes latifundios y atrayendo una fuerza laboral radicada en los paupérrimos bateyes. El café también siguió ese patrón de latifundio, con mano de obra extranjera. En años más recientes ha sido notable el que esta zona haya mostrado poco crecimiento en los sctores de zona franca y de turismo, que buscan diversificar la producción. Volvemos entonces a pensar en las dificultades de comunicación del Suroeste, con el centro regidor, la capital, como una razón posible para este retardo del cambio de los sectores primarios hacia los secundarios y terciarios.

 

Pero la economía agrícola y minera ha rendido lo suficiente para que se creara también en el Suroeste, como en todas las regiones del país, una élite cuya producción cultural a menudo entroncaba con lo popular. Flérida de Nolasco recoge un folklore musical de manera sistemática; mientras que Casandra Damirón y Papito Rivera hicieron otro tanto con un giro "popularizador" para los bailes de la región, como son: mangulinas, balsiés y carabinés. Los Cuentos del Sur de Sócrates Nolasco también engarzan sucesos y creencias del pueblo en la producción literaria fomal. Tendríamos que mencionar a Rafael Damirón quien, a pesar de haberse criado en Santo Domingo, nunca renegó de su estirpe sureña. Y no sólo los sureños describen al Sur seco y violento; hagamos una lista corta con las novelas Pablo Mamá (de Freddy Prestol Castillo) y Los carpinteros (de Joaquín Balaguer).

 

Y volvemos entonces a la raíz popular y a su fuerza particular en la región, especialmente en lo religioso. La imagen de un Sur supersticioso queda alimentada cotidianamente por las mútliples historias de curanderos y embrujados, de galipotes y biembienes que permanecen en forma oral, así como en la literatura ya antes esbozada. Su distancia real e imaginada de los centros administrativos le significó durante siglos una menor concentración de la iglesia católica, a la vez que su proximidad con Haití le permitió recibir y mezclar a su albedrío otras prácticas mágico-religiosas. También se suma la fuerte influencia del "olivorismo", que llega desde San Juan a toda la zona. Pero ya en esta última mitad del siglo XX, la Iglesia Católica ha renacido como institución de gran influencia en la zona, tanto por su apoyo a las organizaciones no gubernamentales de diversas comunidades, así como por su trabajo con la población haitiana a ambos lados de la frontera.

 

Dentro de esta línea de la religiosidad popular, podemos evocar el gagá, de larga herencia, y el Carnaval, especialmente el de Cabral. Es este único en el país, por cuanto muestra visos de un culto a la muerte, al ofrendarse las máscaras de los cachúas en el cementerio.

 

Es importante mencionar que la región Suroeste muestra una peculiaridad demográfica, al tener tradicionalmente las tasas más altas de ilegitimidad. Explican los habitantes de la zona que esto se ha traducido en una mayor independencia de las mujeres, como productoras agrícolas y como vendedoras ambulantes (pescado y mariscos, uvas, artesanías). Rafael Damirón, en su conferencia, "De nuestro Sur remoto" (1938), captó muy bien esta realidad: "Si váis por allí, no será extraño que la encontréis viajando a lomo de mula, para estar temprano en el ‘marché’ de la colonia tal; para llegar mañana al de la ciudad de San Juan de la Maguana..."

 

Este trashumar de las mujeres sureñas es testimonio de que, a pesar de su condición de lugar remoto, el suroeste ha tenido siempre una tradición de comunicación interna entre sus pueblos. Hasta hace pocas décadas se daba un gran movimiento de botes y balandras, entre los principales puertos de este litoral: Barahona, Enriquillo, Oviedo, Pedernales.

 

También ha sido el Suroeste, por supuesto, región de convergencia para múltiples nacionalidades: haitianos, españoles, italianos, árabes, entre otras. Es lugar de convivencia para haitianos, dominicanos, rayanos. Y es el primer punto de contacto para las migraciones de paso que vienen desde Haití, desde hace muchas décadas. En el pasado, existía un vínculo cultural con la ciudad de Jacmel. Ahora, en Anse-a-Pitre y Pedernales residen las dos sedes de una parroquia que abarca dos provincias, una a cada lado de la línea divisoria.

 

Sigue siendo esta proximidad a la frontera fuente de intercambio comercial y cultural, pero también muchas personas de la zona perciben el aumento en las migraciones &emdash; principalmente ilegales &emdash; como una motivación para el fortalecimiento de su identidad regional. En esto se identifican con los habitantes de otras regiones del país, donde el influjo del turismo extranjero representa un embate, que hace difícil el rescate de los valores autóctonos.

 

 

 

 

REFLEXIONES PREVIAS PARA LA DEFINICIÓN DE LAS POLÍTICAS CULTURALES DE LA REGION SUROESTE

 

 

 

 

Durante los días 28, 29 y 30 del mes de noviembre de 1997, se llevó a cabo el Encuentro y Muestra Cultural de la región Suroeste, en la que participaron las provincias de Barahona, Bahoruco, Independencia y Pedernales. Dicho encuentro se efectuó en el Salón de Conferencia, situado en el recinto de la Catedral Nuestra Señora del Rosario de la ciudad de Barahona. Al igual que en los demás eventos realizados en otras regiones se pudieron discutir los aspectos contemplados en los diferentes bloques temáticos.

 

 

 

En esta sección, abordaremos los aspectos relativos al Bloque Primero que trató los temas sobre Identidad Cultural; Desarrollo Cultural y Calidad de Vida y Democracia Cultural y Democratización de la Cultura; Otros Aspectos de Política Cultural.

 

 

 

 

RESUMEN TEMÁTICO

 

 

 

Diversos aspectos que resumen las discusiones:

 

 

 

  1.  

     

  2. Se reconoce que la región Suroeste cuenta con reservas culturales que definen los bienes naturales, monumentales y las creencias populares que caracterizan la identidad cultural regional.

     

     

     

     

  3. Dado el desarrollo económico y social que experimenta la región, el Estado dominicano debe trazar una política de apoyo y rescate de los valores socio-culturales, a fin de que permanezcan vivos en la conciencia regional.

     

     

     

     

  4. Investigar a profundidad las raíces que componen las tradiciones de las distintas provincias de la región; dándose a conocer sus resultados a través de publicaciones.

     

     

     

     

  5. Promover los Encuentros y Muestras Culturales, que permitan fomentar las relaciones provinciales y regionales.

     

     

     

     

  6. Se experimenta una migración de la población rural; proceso que va acompañado de la sustitución de la mano de obra agrícola dominicana por la haitiana, teniendo incidencia en lo cultural.

     

     

     

     

  7. Que las radios difusoras de la región contribuyan con la promoción de los valores de la identidad nacional y cultural.

 

 

 

 

 

 

 

  1.  

     

  2. El poco desarrollo de la región afecta el desarrollo cultural, ya que lo uno y lo otro se vinculan inevitablemente.

     

     

  3. Se considera que la pobreza social, el poco flujo comercial y las distancias entre las provincias han limitado el desarrollo cultural y la calidad de vida.

     

     

  4. Para las provincias más cercanas de la región es muy notoria la pobreza; la actividad económica depende fundamentalmente del comercio con Haití. Dicha actividad comercial genera formas ilegales de ganarse la vida, que afectan la conducta social y cultural.

 

 

  1.  
  2. En la región Suroeste, la cultura se manifiesta con altas y bajas, debido a la marginalidad regional, a la carencia de recursos materiales y a la pobreza de sus comunidades.

     

     

  3. Para que se logre el desarrollo cultural es necesario la participación de todos los sectores poblacionales, ya que la democracia es participación y democratización es ampliación participativa.

     

     

  4. Al identificarse la democracia con el libertinaje se impide el tránsito hacia la democratización.

     

     

  5. Se necesita fortalecer la autoestima regional para desarrollar la cultura y contrarrestar las injerencias negativas que se asocian a la transculturación y al turismo.

 

 

 

  1.  

     

  2. La inexistencia de una política cultural de Estado impide el desarrollo de la acción cultural a nivel municipal y regional.

     

     

     

     

  3. Creación de un plan de desarrollo y de formación cultural para las provincias.

     

     

     

     

  4. La carencia de una política cultural en la región, que permita una interrelación de las comunidades que la integran.

     

     

     

     

  5. Necesidad de financiamiento a programas de promoción y difusión cultural.

     

     

     

     

  6. Creación de espacios para las actividades culturales de los grupos de la región.

     

     

     

     

  7. Falta definir una política de relaciones culturales con Haití

     

     

     

     

  8. Creación de una política para la preservación de los valores y de la propiedad territorial, ante la presencia haitiana en la región.

     

     

     

     

  9. Establecimiento de casas culturales y de otras infraestructuras culturales.

     

     

     

     

  10. Creación de la Secretaría de Cultura

 

 

 

 

ANALISIS SOBRE LAS JORNADAS DE REFLEXION

 

 

 

Las provincias que conforman la región del Suroeste poseen características distintas de desarrollo. Barahona en los últimos años ha experimentado cierto desarrollo, consolidando su hegemonía sobre las demás. Su actividad agrícola, comercial, industrial y turística, así como la reciente instalación de su aeropuerto internacional, ofrecen condiciones favorables para el desarrollo local y regional. Independientemente de esta realidad, las otras provincias poseen potencialidades propias, tanto a través de sus recursos naturales como del desarrollo agrícola.

 

Esta región es, sin lugar a dudas, la más deprimida del país; su riqueza antropológica, arqueológica y cultural es impresionante contrastando con aquella realidad. Allí podemos encontrar, sin temor a equivocarnos, los rasgos más definidos del sincretismo que conforma nuestra raza y cultura. Durante el Encuentro y Muestras Culturales, los Delegados provinciales reconocieron la reserva cultural que poseen y que justifica la definición de los instrumentos de política cultural necesarios para conservar y preservar los bienes tangibles e intangibles del patrimonio regional.

 

Sin embargo, gran parte de estas comunidades han sufrido la falta de interés de los diversos gobiernos, en determinadas áreas vitales de la producción regional, provocando en estas poblaciones un proceso de marginación, respecto al resto del país. Tal situación explica el éxodo experimentado por estas poblaciones hacia los centros urbanos, durante los últimos cuarenta años. Lo anterior es una demostración de las incongruencias de las políticas de desarrollo, practicadas en el país, y su necesaria reformulación.

 

Por tanto, existe la urgencia de un plan nacional de desarrollo que haga posible superar los niveles de desigualdad existentes entre las diversas regiones nacionales. Este plan deberá dar paso a la noción de desarrollo cultural. Dicha noción, que fuera adoptada en la Conferencia de México, tiene casi cuarenta años y la planificación nacional aún no la concibe como el elemento articulador del cambio social. La posibilidad de esta concepción permite que la intervención del Estado adquiera una dimensionalidad que las políticas desarrollistas y economicistas no poseen. Debemos entender, de una vez por todas, que el desarrollo es "... un proceso complejo, global y pluridimensional que va más allá del simple crecimiento económico, para abarcar todas las dimensiones de la vida y todas las energías de la comunidad, cuyos miembros, todos sin excepción, deben participar en el esfuerzo de transformación económica y en los beneficios que de ella se derivan."129

 

 

 

Como podemos apreciar, la problemática regional tiene sus antecedentes, los cuales sólo podrán superarse a través de un esfuerzo firme, que posibilite los objetivos económicos y humanos y que alcance una horizontalidad o espacialidad del desarrollo, para que las zonas más lejanas del país no sean olvidadas o marginadas de las políticas de desarrollo social.

 

En cuanto a la necesidad de políticas culturales, en la región, es imprescindible establecer medidas que intercomuniquen las provincias del suroeste, a través de un plan que defina el rol regional, de cara al desarrollo nacional, y ante todo frente a su especificidad regional fronteriza, y de sus grandes recursos naturales y ecológicos. Estas dos condiciones harán posible que dicha región se consolide como el cuarto polo turístico de la República Dominicana.

 

El diseño de políticas culturales en la región supone una vinculación efectiva con los objetivos de desarrollo, de los cuales éstos constituyen el eje y esencia para el desarrollo humano y el mejoramiento de la calidad de vida. Pero esta vincularidad de lo cultural debe dejar espacio a la participación comunitaria, al desarrollo de las instituciones culturales y a una efectiva promoción de los valores; a la definición de las políticas fronterizas, culturales y comerciales con el vecino Haití; a las implicaciones de la inmigración haitiana; como a su devenir, una vez que el turismo genere la dinámica de su desarrollo en la zona.

 

A todo lo dicho, cabe agregar la necesaria e impostergable protección y conservación de los recursos naturales, como del patrimonio cultural, lo que es fundamental dentro de las posibilidades de arraigo y fortaleza de una conciencia regional, lo que hay, además, que promover, como parte de la autoestima del dominicano que habita en una región tan cautivadora como la Suroeste.

 

 

 

ANÁLISIS DE LAS NECESIDADES IDENTIFICADAS Y LAS PROPUESTAS PARA LA ACCIÓN CULTURAL EN LA REGIÓN SUROESTE

 

 

 

Las propuestas y los debates realizados durante los encuentros y muestras culturales de la región Suroeste pone al descubierto la situación de la acción cultural en la zona. El análisis de las propuestas presentadas permite identificar como ejes fundamentales los siguientes aspectos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA IDENTIDAD NACIONAL TAMBALEANTE ENTRE LA PRESENCIA HAITIANA Y EL TURISMO

 

La condición de comunidad cultural característica de la nación dominicana se evidencia de manera contundente en las provincias de nuestra región Suroeste. Su proximidad geográfica con Haití hace resaltar esas diferencias. Ante esta cercanía, sus habitantes perciben como amenaza real e inminente la pérdida de rasgos valiosos de su cultura, debido a la influencia permanente ejercida por los nacionales de la vecina república.

 

En la actualidad, los organismos que norman las relaciones internacionales se empeñan por promover una cultura de paz, que posibilite enfrentar situaciones de conflicto a través del diálogo, la negociación y la búsqueda de consenso. Al margen del mantenimiento de dos Naciones-Estados, absolutamente diferenciadas, los pueblos haitiano y dominicano deberán establecer lazos que se correspondan con su común origen y con la circunstancias históricas y geográficas de estar viajando en un mismo islote, enclavado en el tempestuoso mar de los caribes.

 

Las nuevas generaciones de haitianos y dominicanos deberán recibir una educación que promueva el respecto a las diferencias, sean éstas de carácter racial, religioso, lingüístico o producto de la aceptación de determinados valores o patrones de conducta. Los dos Estados deberán impulsar una conciencia que supere los odios y enfrentamientos que las coyunturas históricas propiciaron por más de un siglo. Promover una clara compresión respecto a que los problemas del presente sólo podrá ser resuelto mediante la cooperación entre ambas comunidades.

 

La conversión de Barahona en un cuarto polo turístico del país abre expectativas importantes de desarrollo económico para la zona; pero aparejado vienen también los males asociados al turismo, como es la prostitución de todo tipo, el consumo de drogas, la pérdida de los valores solidarios, propios de nuestras comunidades. Sin embargo, creemos que los efectos negativos asociados con el turismo pueden reducirse considerablemente si los diversos sectores son capaces de articular estrategias de acción comunes en procura de este objetivo.

 

El diseño de una estrategia de promoción turística que incluya entre sus aristas el llamado turismo cultural, ecológico o de montaña, para el cual la zona está muy favorablemente dotada, constituye una de las salidas posibles. Los planes de desarrollo turístico deben tener carácter integral y sustentable, garantizando la no-degradación del patrimonio ambiental y ecológico, preservando a las futuras generaciones de dominicanos las posibilidades de poder disfrutar de los mismos. Tal como señalan los participantes en los encuentros, las playas, balnearios y parques son lugares de uso público, por lo que de ninguna manera podemos permitir que la afluencia de visitantes de otros países limiten el derecho que tienen los nacionales al usufructo de estos bienes.

 

La pobreza económica manifiesta en los pueblos fronterizos contrasta considerablemente con la riqueza del patrimonio cultural existente en formas duras y tangibles, como son: las casas, edificios y objetos de diversas índoles, así como en formas blandas y de naturaleza no tangible, como son: su música, sus bailes, leyendas, tradiciones, religiosidad popular, personajes históricos y populares. La creación de una Oficina Regional de Patrimonio Cultural es propuesta como una primera acción a favor de la preservación de esta considerable riqueza patrimonial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA COORDINACIÓN DE LAS INSTITUCIONES CULTURALES, BASE PARA UNA ACCIÓN CULTURAL EFECTIVA

 

 

La falta infraestructura y de recursos financieros, que afecta a las instituciones culturales del país, aquí se convierte en carencia absoluta, aun en las cosas más elementales. Esta situación obliga a hacer uso de las herramientas que para el manejo efectivo de los recursos nos provee la administración. En términos gerenciales, lo primero que advierten los gestores culturales de la región es la ausencia de una política cultural que posibilite la definición de metas y objetivos. El que no sabe a donde va, si acaso logra avanzar, termina no enterándose.

 

La definición de políticas para las principales áreas de la acción cultural posibilitará la identificación de los puntos de confluencia de las actividades desarrolladas por las distintas entidades, lo que a su vez permitirá que las mismas puedan coordinar esfuerzos que aseguren el logro de los objetivos propios de cada institución, así como los generales del sector. La intensificación de los intercambios entre las organizaciones, a través de experiencias similares a las desarrolladas durante estos encuentros es vista como una oportunidad para el establecimiento de estos mecanismos de colaboración interregionales e interinstitucionales.

 

El fortalecimiento de las instituciones culturales de la región demanda una participación mucho más marcada de los gobiernos municipales. La actividad cultural desplegada por estos organismos está reducida, en estos momentos, a su mínima expresión. Manifestándose de vez en cuando, en la esporádicas presentaciones de lo que fueran hace algunos años, vigorosas entidades, tales como: las bandas municipales de música. Las bibliotecas municipales, las cuales albergan cientos de libros en pequeños anaqueles, la mayoría de los cuales ya no pueden transmitir conocimientos útiles a sus usuarios, por lo que para muchos éstas más que ser, simulan ser bibliotecas.

 

Se debe aprovechar, a favor de la cultura, la fuerte presión para que los gobiernos municipales recuperen el poder y autonomía que nuestras primeras constituciones les asignaban. Los Ayuntamientos deben asumir la responsabilidad directa para la mayor porción de los gastos operativos, necesarios para el mantenimiento de las actividades ordinarias del sector; mientras que el gobierno central se debe ocupar del desarrollo de la infraestructura y del financiamiento de proyectos especiales, destinados a la búsqueda de soluciones a problemas de mediano y largo plazo.

 

El problema de la aguda escasez de locales que afrontan las organizaciones y grupos culturales podría recibir una primera respuesta de parte de las autoridades, mediante el diseño de programas que procuren la optimización del uso de las edificaciones, que en estos momentos ya poseen. La instalación provisional o permanente de las organizaciones y grupos culturales, en los espacios no utilizados o subutilizados en las edificaciones municipales, sería una apreciable contribución a la solución de este problema. Permitiría, además, empezar a dar salida a promesas hechas por los directivos de los cabildos de dotar de locales a las entidades de cultura de los municipios de la región.

 

 

LA PERTINENCIA DE LOS PROGRAMAS DE DESARROLLO CULTURAL, EN UN AMBIENTE CARACTERIZADO POR LA POBREZA Y LA MARGINALIDAD SOCIAL

 

Conforme al estudio sobre focalización de la pobreza en la República Dominicana, realizado por la Oficina Nacional de Planificación (ONAPLAN), las provincias de la región bajo análisis poseen entre un 75 y un 87 por ciento de hogares pobres. "El privilegio" de acumular los mayores porcentajes de familias pobres en el país se lo llevan prácticamente sin competencia, las provincias fronterizas, con Elías Piña encabezando la lista. Para muchos resulta obvio plantearse la utilidad que tienen los programas de desarrollo cultural en una región tan terriblemente deprimida.

 

Este cuestionamiento nos lleva a plantearnos el conocido aforismo referido a la educación, respecto a que somos pobres porque no tenemos educación y que no tenemos educación porque somos pobres. Se plantea que la "pobreza social y el poco flujo comercial han limitado el desarrollo cultural", por lo que siguiendo la línea del razonamiento anterior, podríamos tratar de establecer hasta dónde el bajo desarrollo cultural ha propiciado la "pobreza social" y ha limitado el flujo comercial.

 

La cultura es percibida cada vez más como dimensión fundamental del desarrollo, tanto en la vertiente económica como humana. La búsqueda de soluciones a los problemas de marginación y pobreza, característicos de la zona, bien podrían encontrar en la creatividad que genera la acción cultural una amplia fuente de inspiración. La tradición artesanal, las formas de organización comunitaria, los valores solidarios, la imaginación creativa, los valores que refuercen el sentido de pertenencia y la autoestima son algunos de los instrumentos disponibles para ser usados como parte de los programas con los cuales se busca reducir la pobreza manifiesta en la zona.

 

El financiamiento de los programas de difusión y promoción cultural realizado por las organizaciones culturales de la región es el complemento necesario a los programas de reducción de la pobreza, que en la actualidad se ejecutan. El que se otorgue un tratamiento especial a las organizaciones culturales de la región en la asignación de recursos financieros o de cualquier otra naturaleza, no debe, de ninguna manera, eximir a las mismas de la responsabilidad de realizar actividades que generen recursos y les permitan cubrir una parte importante de sus necesidades.

 

El alto número de analfabetos es otro de los indicadores de la marginalidad social que caracteriza a la región. El porcentaje de analfabetos que para todo el país presenta una media de 21%, en la zona alcanza un 32%. Esto es un 11% más de lo que presenta el promedio nacional. Esta realidad debe ser tomada muy en cuenta al momento de escoger los medios a utilizar para la difusión cultural, privilegiando los mecanismos de transmisión oral. La radio debe convertirse en el principal instrumento de refuerzo y consolidación de los valores culturales de la nación. Se destaca, en estos momentos, el trabajo que viene realizando la emisora Radio Enriquillo, que difunde, entre otras cosas, las manifestaciones de la religiosidad popular, los cantos campesinos, y las costumbres de los bateyes. La experiencia de Radio Enriquillo podría ser el inicio de un programa de Radios Comunitarias, a ser desarrollado en todo el país.

 

LA DESCONCENTRACIÓN CULTURAL: HACER QUE LOS RECURSOS PARA LA ACCIÓN CULTURAL LLEGUEN AL BARRIO Y A LA ZONA RURAL

 

El sentar las bases del desarrollo cultural supone una amplia participación de todos los sectores de la sociedad. En el caso de República Dominicana es necesario romper con esquemas de acción cultural que aprecian la cultura como un fenómeno que sólo puede ser percibido por ciertos sectores, con lo que se reduce la acción cultural al mundo de las élites, social y económicamente privilegiadas. En la actualidad, nos encontramos con que la totalidad de las instituciones culturales de la región se encuentran concentradas en la zona urbana. Esto significa que un 41% del total de la población no está siendo tomado en cuenta, cuando se piensa en algún tipo de programa cultural de aplicación directa.

 

La experiencia desarrollada por la provincia de Salcedo, con los Festivales de Cultura Campesina, puede servir de referencia para la realización de actividades que permitan crear bases para la formación de organizaciones culturales en el área rural de las distintas comunidades. De igual manera, tendría un positivo efecto la organización de concursos donde se premien expresiones propias de la cultura campesina, como son: las décimas, los bailes, la música, cuentos, adivinanzas y otras manifestaciones. La presentación de grupos de teatro, danzas, música, la proyección de películas y documentales, serviría para la promoción, en el campo, de los valores de la cultura nacional y universal.

 

 

La experiencia vivida por el país, en los años sesenta y setenta, con la proliferación de los clubes deportivos y culturales, dejó huellas que aún permanecen en los procesos de animación sociocultural de la región. La efectividad con que éstos lograron articular a personas y sectores de los barrios y las comunidades, en torno a la difusión cultural, la práctica deportiva y la búsqueda de soluciones a problemas relativos a la salud y la educación, no ha podido ser superada por ningún otro movimiento, a la fecha. Los cambios que se han producido en la realidad social y política que sirvió de base a aquel movimiento nos dicen que no es posible una reproducción mecánica de la experiencia.

 

No obstante la anterior afirmación, creemos que la implementación del Sistema Nacional de Casas de Cultura podría constituirse en un instrumento que recoja los elementos rescatables del movimiento de los clubes y los reinserte dentro de una realidad política, que ha logrado superar la represión y la ausencia de libertades públicas e irrespeto a los derechos humanos, que caracterizaron el gobierno de los doce años de Balaguer. Es necesario promover nuevos estilos de gestión social y cultural, donde la influencia de los grupos políticos partidarios no limite el ejercicio de una práctica plural que integre a los diversos sectores que forman parte de la comunidad.

 

Por la gran pobreza de la región las Casas de Cultura que se instalen deben privilegiar los esfuerzos que se hagan a favor de mejorar la calidad de vida de los miembros de las distintas comunidades. Las mismas deben establecer lazos primarios con las organizaciones públicas y privadas dedicadas al trabajo social, como son las comisiones de Desarrollo Barrial y Provincial, Oficina de Desarrollo Comunitario, Pro-Comunidad, Mujeres en Desarrollo (MUDE), entre otros. La Casa de Cultura establecida en cada municipio deberá convertirse en centro de concertación para el diseño y ejecución de las políticas sociales comunitarias, sirviendo de esta manera de elemento catalizador a los propósitos de las instituciones mencionadas.