No sólo
espectáculos
Por Luis O. Brea Franco
Para
ir a la entrevista al secretario Raful a que se hace referencia
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En una reciente entrevista el
secretario de cultura Tony Raful hacía un balance de lo
realizado hasta el momento: Un concierto en mangas de camisa y
actuaciones de grupos artísticos en los pueblos.
También, anunciaba el secretario, el "acontecimiento cimero de
la cultura dominicana": La ejecución de un concierto de la
Sinfónica Nacional en el río Masacre, en
Dajabón, con la participación de 500 instrumentistas.
Finalmente informaba que se "va a reponer simultáneamente en
todas las provincias del país las retretas municipales" y
agregaba: "lo que eso significa en términos culturales para
cada pueblo es algo que no podemos medir en palabras".
No hay duda que la realización
de espectáculos, montajes y conciertos es algo que hace la
vida más placentera. Empero cuestionamos se este sería
el papel de una secretaría de Estado de cultura. ¿Ha de
ser papel del Estado en la cultura el de simple promotor
artístico? Consideramos que no.
Tampoco se logra el objetivo
desplegando bandas de música en cada cabecera de provincia,
como nos promete el secretario Raful. Las bandas y de las retretas
constituyen, si acaso, tarea municipal. La función del
gobierno central habría de ser auxiliar a las autoridades
locales a trazar sus propios planes de desarrollo cultural aportando
recursos técnicos, logísticos, financieros y de
capacitación, en el marco de la aceptación y
cumplimiento de determinados objetivos generales de política
cultural, para que el liderazgo cultural comunitario pueda elaborar y
ejecutar proyectos de interés social.
El momento de las bandas de
música como canteras de creadores en los pueblos, es cosa del
pasado. Hoy, en los tiempos de la globalización y de las
comunicaciones instantaneas, de la televisión y la internet,
otras habrían de ser las prioridades y las posibilidades para
una política cultural.
Mayor rentabilidad social
tendría propiciar la formación académica de los
jóvenes talentos mediante la creación de centros
regionales de enseñanza de las artes.
Otro aporte valioso sería
sembrar los pueblos de escuelas de artesanía. Así
nuestros jóvenes aprenderían un oficio que los
constituirían en dueños de su destino económico,
además de transformarse en creadores de nuevos símbolos
de nuestra identidad. Al respecto ofrecemos tres datos: somos la
potencia turística del Caribe. En 1998, en el país se
vendió artesanía por alrededor de RD$1,600 millones de
pesos. Gran parte de ella era importada de los países
vecinos.
Debería, igualmente,
incentivarse la incipiente industria cultural nacional a
través de la masificación del consumo de bienes
culturales esenciales tales como son el libro, el disco, el cine, el
vídeo, el CD-Rom, la televisión, la Internet
Elaborar y ejecutar una
política cultural es como saber preparar una buena taza de
chocolate. Se debe de saber equilibrar la producción de la
espuma y la de la sustancia. La espuma es el espectáculo. La
sustancia es lo que tiene profunda vocación de cambio y
renovación humana. Crear sustancia cultural es igual a
propiciar el desarrollo humano, es contribuir a hacer la vida
más plena de sentido.
Publicado en el diario "El Caribe",
Santo Domingo, sábado 14 de octubre del 2000. Edición
No 17012, año 53.