André Malraux (1901-1976), poseía una personalidad polimórfica: revolucionario, aventurero, periodista, escritor, hombre de Estado. Hizo de su propia vida fuente de literatura constituyéndose, con ello, en mito cultural. Fue testigo del propio tiempo y noveló momentos telúricos del siglo XX: la revolución china, las luchas anticolonialistas de Asia, la guerra civil española, la resistencia contra el nazismo. Publicó diversas novelas: "La condición humana" y "La esperanza" sobresalen entre ellas. En el "Museo imaginario" revolucionó el discurso del arte aboliendo la frontera entre el arte "noble" y el arte "primitivo". Publicó, antes de morir, sus "Antimemorias.
Su vida desplegó extrovertida e ingeniosa, lúcida e instintiva, hierática y agresiva como la de un personaje perfecto interpretado por un actor consumado. Cuando encontró a De Gaulle, quien lo nombró ministro de cultura, quiso intercambiar con él papeles, jugó a convencerlo de que era un gran escritor y él se convenció de que era un estadista. La pareja no pudo cumplir el salto mortal que se proponía y todo quedó en gran admiración mutua y torpeza para trascender los propios límites. Un contemporáneo lo describió como: "un tercio genial, uno falso y otro incomprensible".
Su sentido de la vida era el de la ideología vigente en su tiempo: La revolución rusa, y posteriormente, la china, constituían la continuación y el desarrollo de la herencia socialista de la francesa: "El hombre se define por lo que hace, no por lo que sueña" Por ello la vida sería entrega al servicio de la revolución; apoyo a la liberación popular mediante la solidaridad con los compañeros en lucha por transformar la historia. Esta salida, común a otros escritores contemporáneos, piénsese en Sartre, llego a constituir la cuartada común que les permitía vencer el profundo sentimiento de lo absurdo que nublaba la racionalidad europea desde la proclamación de la "muerte de dios" y, al mismo tiempo, salvaba al intelectual del enclaustramiento mórbido en un mero decir bien, que lo aislaba del mundo. Cuartada, ilusionismo o tragedia tal visión se matizaba, en Malraux, a partir de su íntima convicción sobre la absoluta imposibilidad de modificar el sentido de la historia desde el oficio de escritor. En Malraux se da una grandeza trágica al reconocer que la "lucha constante consigo mismo" y la búsqueda de coherencia que constituye la tarea del escritor está finalmente condenada al fracaso en el mundo fáctico de la historia.
Ahora, Ovilier Todd, autor de una notable biografía sobre Albert Camus, ha publicado, en París, otra, en la que descifra el mito de André Malraux, tejido por él mismo a través del testimonio vital y sus obras. Todd ha desmontado y verificado con paciencia anglosajona, durante cinco años, cada una de las etapas de esta reinventada vida y ofrece claves nuevas para descifrar la quimera que fue este grande de Francia. Publicado en el diario "El Caribe", el , de junio del 2001