La política cultural

Por Luis O. Brea Franco
 

La expresión: "política cultural", tiene para el común de la gente un significado indeterminado. Muchos la escuchan y la repiten sin tener claro a que se refiere. Sin embargo resulta importante, para todos nosotros, comprender su alcance a fin de poder juzgar con propiedad hacia donde va la actuación pública en el ámbito cultural; para poder tener orientación sobre las prioridades de la inversión pública y sobre los tipos de proyectos que serán asumidos por el Estado en un determinado período de gobierno. Para ello  sería necesario saber cuál es la efectiva política cultural en ese determinado momento, por qué se ha asumido tal esquema de política y no otro y cuales son los componentes implícitos que abarca.

Entre los especialistas en gestión cultural rige la definición de política cultural elaborada por la UNESCO: "La política cultural consiste en el conjunto de prácticas sociales, conscientes y deliberadas, de intervención y no intervención, que tienen por objeto satisfacer ciertas necesidades de la población y de la comunidad, mediante el empleo óptimo de todos los recursos materiales y humanos, de que dispone una sociedad en un momento determinado" (1967). Nuestra legislación recoge esta definición como normativa. (Ver el artículo 1, párrafo 3 de la ley 41-00)

La política cultural está destinada a orientar el quehacer  de los agentes de la cultura en un momento determinado. Para su formulación y  ejecución se ha de tener en cuenta a los diversos estamentos sociales básicos, por ejemplo: la población en general, entendida como público que consume bienes y servicios culturales, y cuyo acceso y participación de la vida cultural da la tónica del contenido positivo del derecho individual a la cultura; los creadores, en quienes cristaliza la obra y que deben de ser asistidos profesionalmente y estimulados a la creación; las instituciones culturales de la sociedad civil que promueven y dinamizan la acción cultural posibilitando y ampliando las oportunidades para la creación, para el acceso y el disfrute de la cultura; las instituciones y comunidades formativas, que constituyen el entramado de los recursos disponible en una sociedad para transmitir y capacitar a las nuevas generaciones la comprensión de las obras de la cultura y formar a los nuevos creadores y artistas en las esenciales destrezas de las artes. Finalmente, las industrias y los mercados culturales, muy importantes en nuestro tiempo, que se dedican a la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios culturales de todo tipo siguiendo para ello la lógica del mercado y de los beneficios. Sin tener que caer necesariamente en el craso mercantilismo.

Para lograr una mayor cohesión del sector y articular mejor todos los aspectos de las políticas culturales se han agrupado conjuntos de acciones culturales afines, a las que se les ha denominado "dominios culturales". Hacia ellos  se dirigen  las intervenciones y los planes en que concreta una política cultural. Generalmente se les suele contar como sigue:
 

Sobre tales dominios, las políticas culturales deben de establecer órdenes de prioridades y planes de desarrollo; elaborar la reglamentación institucional e interinstitucional y definir las normativas funcionales y administrativas en cada caso; precisar las normas y criterios de financiamiento y de apoyo presupuestario a los proyectos, así como determinar criterios diáfanos para el patrocinio privado de la cultura; establecer vías de acceso y facilidades para el disfrute generalizado de la cultura; definir las sistemáticas de inventarización, conservación y revitalización del patrimonio; crear incentivos para la creación, la proyección y afianzamiento internacional de la cultura nacional;   definir las necesidades de capacitación de personal especializado en  gestión cultural; establecer programas de control de calidad de los servicios culturales, etc. La intervenciones de este orden constituyen el contenido concreto de una política cultural.

Estaremos a la espera de que, en las próximas semanas, los funcionarios de la Secretaría de Estado de Cultura ilustren al país, de manera clara, articulada, coherente, sobre las nuevas políticas culturales y sobre las estrategias que asumirán para su ejecución en los próximos años. Así los agentes culturales y la sociedad civil sabremos hacia donde y con cuál intensidad se proyectará el esfuerzo estatal en la cultura y estaremos en condición de coordinar con el Estado y las comunidades nuestros esfuerzos y recursos para lograr nuevas metas de desarrollo cultural para los dominicanos. Definir los términos de la política cultural es ahora, a nuestro juicio, conjuntamente con poner en marcha el nuevo organigrama de la cultura estatal,  la principal responsabilidad de las nuevas autoridades de la cultura.

Publicado en el diario HOY en la edición del Jueves 21 de Septiembre del 2000. Santo Domingo, República Dominicana . Año III. No. 1134