Asedio de Alkmaar, 1573
Mientras en la provincia de Holanda se combatía con ese tesón, también en Zelanda ocurrían hechos de importancia. Sitiaban los rebeldes distintos puntos de la isla de Walcheren, entre ellos el de Middleburgo a cargo del señor de Beavoir, el cual había solicitado socorro al duque de Alba.
Don Fernando Alvarez de Toledo envió al fiel Sancho Dávila a socorrer la ciudad. Llegado con su armada a las cercanías de la isla y viendo el muy superior podería de la armada de los rebeldes, decidió volverse a reforzar la suya ya que la ciudad no se hallaba todavía en peligro de perderse. En un segundo intento se enfrentó a los barcos rebeldes en las cercanías del puerto de Flesinga consiguiendo pasar sólo una parte pequeña de los barcos entre los cuales no estaban los de vituallas.
Animados por su victoria en el mar intentaron los rebeldes la toma de Tolen, en la costa de Brabante. El 3 de mayo se hicieron fuertes en un dique que iba de Bergheem a Tolen y lo cortaron para aislar la ciudad inundando sus alrededores. Se les opuso el coronel Mondragón que salió herido en la primera refriega y después envió al capitán Esteban de Illanes para intentar desalojar del dique a los rebeldes lo cual hizo <<con gran determinación, apellidando Santiago, siguiéndoles por todas partes sus soldados [150], que forzaron a los rebeldes a desampararle, echándose al agua con tanta prisa, que así de los soldados de las seis banderas, que sería número de mil y doscientos, como de los gastadores, que habrían roto y rompían el dique, no se escaparon sino veinte hombres [...] sin recibir más daño de nuestra parte que matar a un soldado y ser herido el alférez del capitán>>.
Proseguían, al mismo tiempo, los esfuerzos de los rebeldes por intentar controlar la parte septentrional de la provincia de Holanda. Así, por medio de conversaciones con protestantes del interior de la ciudad de Alkmaar, estrecho paso de entrada a la región de Waterlant, consiguieron hacerse con ésta. El primer paso para recuperar la ciudad era tomar un fuerte que los rebeldes habían levantado sobre un dique para proteger la entrada de vituallas, lo que las tropas reales llevaron a cabo con presteza.
Tras la instalación de las baterías, don Fadrique organizó un doble asalto por lados opuestos de la ciudad. Fuera por falta de coordinación en la colocación de los puentes necesarios -el de Julián Romero resultó demasiado pesado y se atascó al ir a colocarlo- o por desavenencias entre los maestres de campo Julián Romero y Francisco Valdés, a cargo cada uno de un de un brazo del asalto; el hecho es que una diferencia de varias horas entre uno y otro ataque permitió a los rebeldes resistir. Dado que las lluvias y las nieves ese año se habían adelantado, don Fadrique decidió dejar el asedio para mejor ocasión y dar descanso a sus hombres que el invierno pasado habían sufrido el esfuerzo del cerco de Haarlem.
![]() El abandono del asedio de Alkmaar cobró entre los rebeldes rango de auténtica y legendaria leyenda. "La victoria comienza en Alkmaar" dice un refrán holandés. Asedio de Alkmaar, 1573. Grabado de Franz Hogemberg. |
Juan Giménez Martín. Los Tercios de Flandes. Ediciones Falcata Ibérica.
Enrique de la Vega. Sucesos militares durante los reinados de los Reyes Católicos
hasta Isabel II