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Discurso pronunciado el primero de octubre de 1916 por el excelentísimo senor Dr. Belisario Porras, al poner en manos del presidente de la Asamblea Nacional la Banda Tricolor, símbolo del jefe del poder ejecutivo (1916)

Señor Presidente,

Por primera vez en los Anales de nuestra Historia la transimisión del poder de un hombre a otro hombre se cumple hoy como debe ser en la República, sin prevenciones ni violencias, sin apartamientos ni rivalidades, en términos amistosos y de franca cordialidad. Nunca antes, en verdad, ni bajo el régimen colombiano, siendo Panamá Estado, Departamento, o Provincia, ni bajo el de la República en que estamos, ningún Gobernante ha cedido el puesto a otro con resignación, sumiso a los dictados de la ley que quiere la alternabilidad, y de la Opinión Pública que es la que unge a sus escogidos, como lo acabo de hacer yo, entregandoos por medio del Honorable Presidente de la Asamblea Nacional la Banda Tricolor que es la insignia del mando entre nosotros.

Mi alegría es viva y desbordante y tiene sus razones patrióticas y personales. Ante todo, entrego el mando a un hombre equilibrado como vos, que sois un repúblico a quien adornan virtudes que has de asegurar, hasta donde sea dable, la felicidad de nuestro pais; luego, me eximo ya de las grandes responsabilidades que han venido gravitando sobre mi como carga imponderable, y salgo al fin ileso y tranquilo de la tremenda prueba a que por cuatro años largos de desvelos, inquitudes, trabajos y angustias fui sometido, soportando como Magistrado lo que como particular ni yo ni ningún otro hombre habría aguantado en todo ese tiempo, ni en un día, ni siquiera en horas de libertad.

Que os podré decir del caudal de experiencia recogido por mi durante ese período que os sirva de consejo y os libre de inquinas y tropiezos? El caso es complicado y todo lo que yo os dijese sería pálido ante lo que vais a ver y a palpar de la cruda y fría realidad. Escribiría volumenes y os servirían de muy poco, porque habeis de encontraros con casos nuevos que no habrían podido ser objeto de mi observación. Cuantos Estadistas o Filósofos no han escrito sobre el gobierno de los pueblos y se han quedado en panales ante los hechos que confronta cada gobernante! Sin embargo, voy a deciros algo de lo mas bulto, que ha dejado mas huellas en mi o que me ha impresionado mas hondamente.

Un día en un banquete reciente me tocó estar colocado cerca de un abogado, de un general americano y de un marino español, con un grado parecido al de general igualmente. El marino era Juez de una Comisión y el general y el abogado discutían sobra la eficacia y la fuerza de ella, y el General combatia sus razones, llegando hasta probarle con el ejemplo viviente de la Comisión, que habían tenido que servirse de un soldado de la marina para que los fallos se cumplieran. La ley, terminó diciendo, es la espada. En el mundo no hay mas que la espada deslumbrante para fallar y dar a cada uno lo que es suyo.

Oi la disputa sin sorpresa. Sabía por mi mismo lo que había de evidente en el caso y me acordé de uno de los más nobles pensamientos del gran Pascal. Estaba pasando de las tremendas pruebas a que la Democracia somete a sus escogidos para gobernarla y habia comprobado el error del militar. Sin duda, la ley sin la espada o la justicia sin el poder es ineficaz, como el poder sin la justicia es tiránico. La justicia sin el poder es resistida porque siempre hay hombres malvados, y el poder sin la justicia es a menudo discutido. Por eso a la Ley la personifican como una bella mujer con un libro al pie y con una espada en la mano. La justicia y el poder deben ir juntos, de manera que todos lo que pueda ser justo pueda ser poderoso, y lo que sea poderoso sea a su vez justo.

En el país han hecho mucha burla de un campesino, antiguo gobernador, que decía de la mas buena fe, como resultado de su experiencia, que el mejor gobierno es el que no gobierna. La frase ha llegado a ser entre nosotros célebre y popular, y claro, no ha de tomarsele en un sentido literal porque seria absurdo. Si el pensamiento, como yo creo, es el de que un Gobierno no se ha de hacer sentir mucho, encierra una gran veriedad y no es del todo nuevo. Dos grandes hombres conozco, un pensador, Emerson, y un estadista, Channing, que han expresado lo mismo en el fondo. Aquel decía que el espíritu de Dios se derrama en el mundo a través de los pensamientos de los hombres. El mundo, en efecto, se apoya sobre ideas y no sobre hierro ni aun sobre algodón. El hierro de los hierros, el fuego de los fuegos que es el eter, es fuerza absolutamente moral.

Channing lo decia con mas claridad, sin metáforas: "lo menos de poder físico o política, de un hombre sobre otro hombre, lo mejor." En ese punto del defecto vale más. En lo que no puede haber nunca exceso es en el poder moral, el de la verdad y el de la virtud que es aquí, por ejemplo, lealtad y sinceridad, firmeza y constancia, probidad y honradez, desinterés, renunciamiento de sí mismo y abnegación, amor y magnanimidad. Como Channing, otros hombres de Estado lo han dicho y en nuestro medio pequeño y modesto lo hemos comprobado. El poder moral es indudablemente el guardián de todos los derechos, que hacen libres, completamente libres, a aquellos sobre quienes obra, mas poderoso mientras mas benigno o suave. El insulto procaz, la intriga venal e interesada, la calumnia, las amenazas y aun la fuerza bruta tienen que caer delante de él. En el siglo pasado los moralistas solían decir que estabamos en una edad en que las virtudes políticas habian pasado y eramos profundos en frías pretensiones. Pero todas las épocas son semejantes, y en esta en que estamos hoy es de obligación trabajar por cultivar e inculcar de aquellas las que son necesarias para la consodilación de la República. Las monarquías viven de esplendores. Pero las democracias no pueden sostenerse sin providad y honradez.

El puesto que ocupaís hoy es el mas alto en la herarquia de la vida publica. Tiene sus ventajas y también sus inconvenientes y peligros. Desde él vais a dominar un vasto horizonte y a ver las cosas y los hombres mucho mejor que hoy. Sin duda los mejores puntos de vista son siempre los mas altos. El inconveniente es que las alturas son a veces aisladas, solitarias y frecuentemente frias. También son las preferidas del rayo, y en ello esta el peligro. Sereis el mejor blanco para los tiradores empedernidos que no medran sino así. La presidencia es un martirio y debeis sobrellevarlo hasta el fin. Para cumplirlo y salir ileso de él amparaos solo en vuestra moderación y en todo vuestro valor civil. Procurad venceros vos mismo primero y podreis vencer al cabo a los que os combaten y os hagan mal. Vuestra gloria resultara de vuestro sacrificio, y la Patria os debera así su propia gloria. Con la Patria ocurre lo que con la Religión: sobrevive por sus mártires. Mis votos todos son vuestros: por vuestro acierto, porque seais justo y fuerte y porque os mostreis integro. Que el cielo os ilumine y al bajar del solio presidencial podais lisonjearos de haber laborado por el bien y por el honor del país.


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