Discurso Pronunciado por el Dr. Belisario Porras con motivo de la manifestación de los obreros a la Presidencia de la República el día 2 de mayo de 1921
Señores obreros:
Os agradezco vivamente la parte que me hacéis tomar en vuestro regocijo de hoy que, en la epopeya del trabajo en la cual figuráis como héroes callados, es el día de nuestro triunfo.
Vosotros sabéis que soy de los vuestros, del número de los que ha logrado surgir a fuerza de trabajo juicioso, perseverante y contínuo.
El secreto de mis éxitos ha sido el duro trabajo, mi tesón es la labor. Si mal no recuerdo, fue Mirabeau quien dijo alguna vez que nada es imposible para el hombre que puede querer y quiero y enseguida hace y pone en obra su voluntad. Es la única ley del éxito, ley que ha hecho decir también a uno de los grandes triunfadores de nuestros días, ese mago de la ciencia moderna que se llama Edison, que el genio se resuelve en cinco por ciento de Inspiración y noventa y cinco por ciento de sudor.
Del propio modo, el secreto de mi adhesión a las clases proletarias ha sido que yo he vivido entre proletarios y he conocido las angustias de abajo, como el peso inconsciente de la ignorancia cuando no de la soberbia de arriba.
Recibid, pues, mi reconocimiento, mis congratulaciones en este día de descanso que lo es de satisfacciones y al propio tiempo de esperanzas. Recibidlos, sobre todo, porque en medio de los disturbios que agitan a las clases obreras por todas partes en el mundo, aquí en Panamá se abre ante vosotros un amplio camino de obras o de triunfos. Tenemos que reconocer que nuestro país, es una tierra bendecida por la Providencia. Está llamada a ser la moradora del progreso. Aquí se espacian todos los horizaontes, y por aquí se cruzan todos los caminos; aquí hay campo indefinido, ilimitado para toda labor y por aquí pasan todas las civilizaciones. (ovación) Al obrero lo que le interesa es que haya trabajo y aquí no escaseará, no puede escasear nunca. Cuando falta el trabajo sobran los brazos y comienza la competencia de ellos, seguida de la explotación del rico, del monopolio de los denominadores del vasalllaje del obrero, de su odio encendido al rojo y de su incontenible revuelta. (ovación) El hogar del trabajo está aquí entre nosotros, sólidamente constituído. No hay divorcio, ni puede haberlo, entre él y el capital que son con la naturaleza los grandes elementos de la producción porque no hay aquí desequilibrio y la facilidad de aumentar los excesos con la entrada está proporcionada y regulada con la facilidad de disminuirlo con la salida de ellos. Todo divorcio mana del desprecio o del odio y mientras al capital no le sea posible convertir aquí al trabajo en su cosa, esto es, en su esclavo al obrero está diginificado siempre por su propia labor. (ovación)
Cantemos, pues, hoy, obreros, un himno al trabajo, como cantamos ayer, al regreso de los héroes de Coto, un himno a nuestra nacionalidad. El trabajo tiene su poema épico, no es de las armas y el hombre, sino el de las herramientas y el hombre.
Trabajo ley divina de nuestra existencia, el que nos libra del fastidio, del vicio y de la pobreza; del que brota la salud, como de la salud el contento, su fruto es el más dulce de todos los placeres. Obreros hay, dice un pensador muchas vías de llegar a ser un nadie, un hombre frío; pero hay una sola vía de llegar a hacer intelectual y moralmente grande, y esta vía es la de la labor.
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