Diario El Nacional
7 de abril de 2000
Alexis Correia
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Excelente sonido y organización sin máculas sirvieron de marco a la presentación en Caracas de
la banda con nombre de manjar divino. El vocalista Fher se dio el gusto de recordar a la madre
de Augusto Pinochet y el baterista Alex se robó el show con su energía y piruetas circenses. |
Una dosis de romanticismo, buenas cucharadas de erotismo, una pizca de ecologismo light, una
tacita de protesta política y unas gotas de planificación familiar. Mucho romanticismo y también
descarga guitarrera, más otro poco de sabor latino y un agregado de nostalgia ranchera. Por si
faltaba algo, un espacio para el virtuosismo instrumental, a cargo del poseído baterista
Alex
González. Maná puso en práctica el miércoles en la noche, durante su presentación en el Poliedro
de Caracas, la receta que le ha ayudado -sin una propuesta musical muy arriesgada- a vender más
de 6 millones de discos en la década de los noventa: su capacidad para darle al público un
poquito de cada cosa.
Con uno de los mejores sonidos que se ha escuchado en el coso de La Rinconada en los últimos
años, la presentación del grupo mexicano borró todos los malos efluvios de su mojada
comparecencia de 1998, así como del problemático concierto dominical de Shakira. La organización
del evento, a cargo del dúo de José Luis Parra y VIP Show, no tuvo máculas que lamentar, ayudada
por los cerca de 12.000 espectadores que se acoplaron a la perfección, como una entidad uniforme,
con la agrupación que lleva el nombre del milagroso manjar caído del cielo.
A las 8:00 pm se montó en la tarima la banda venezolana Mata Rica, que durante media hora cumplió
con eficiencia su rol de preparar el horno para los tamales aztecas. A las 9:15 pm saltaron a
escena los mexicanos, quienes arrancaron con un tridente muy enérgico formado por
"Déjame entrar",
"Hechicera" -con explosión de fuegos artificiales- y "Un lobo por tu
amor". El carismático
vocalista Fher Olvera, trajeado siempre de negro, se dirigió entonces al público caraqueño para
expresar su preocupación por la desaparición de las selvas tropicales, parlamento que precedió a
"¿Dónde jugarán los niños?". |
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BAILARINAS PICANTES
Siguió uno de los momentos más pintorescos de la noche: para acompañar a la canción
"Tú tienes lo que quiero" -previa exaltación de la proverbial belleza criolla-, subieron a la tarima tres
bailarinas parecidas a las que animan los partidos del baloncesto local, una de ellas con muchos
deseos de deshacerse de su microscópico traje de baño blanco. De inmediato aconteció un abrupto
salto del erotismo prescindible al izquierdismo, con la muy buena versión de
"Desapariones" de Rubén Blades. El tema fue aprovechado por Fher para dar su opinión sobre Augusto Pinochet
-a quien calificó de "hijo de puta"- y hacer un llamado a favor de "la democracia y la libertad
de expresión", respondido con una atronadora ovación por parte de una audiencia sensibilizada con
el asunto en cuestión.
El concierto entró en la onda desenchufada con "Cachito",
"Cómo dueles en los labios", "Vivir sin
aire" -estas dos últimas, quizás lo más sublime de la velada- y las rancheras
"Te Solté la Rienda" y "El Rey". Un impresionante bosque de manos acompañó a
"Cómo te Deseo", que
marcó un excelente regreso a la potencia eléctrica. Después de "Me
vale", le llegó el turno de
lucirse al extremadamente enérgico Alex, quien brindó un impresionante solo de batería y piruetas
circenses con las baquetas. Unos 10 minutos duró su show particular.
"No ha parado de llover" colocó en punto absoluto la sintonía con la masa hipnotizada. Se repitió
"Te Solte la Rienda", ahora en clave rockera, y luego se tocaron dos sencillos de uno de los
mejores álbumes de la banda, Falta amor (1989): "Perdido en un barco" y
"Rayando el sol", en el
que Fher elevó a una espectadora a la tarima y la estrechó junto a su cuerpo.
"Oye, mi Amor", la
esperada balada "En el Muelle de San Blas" y "Clavado en un bar" cerraron el extenso recital a
las 11:20 pm, cuando el melenudo vocalista hizo un nudo con la bandera venezolana y la mexicana.
El broche emotivo de una agrupación que cumplió a cabalidad su especialidad: complacer a todos.
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