Desarrollo de la arquitectura contemporánea; ¿a dónde vamos?
El devenir de la arquitectura en nuestro país desde el (neo) clacisismo a
la época actual no ha sido una excepción al proceso común en el mundo occidental. Si bien
las propias condiciones económicas, sociales y políticas del curso histórico del México
moderno han actuado en parte como modificadores temporales de este proceso, también lo han hecho como elementos
definidores de lo que podemos llamar la expresión de la arquitectura mexicana del final del siglo.
Al agudizarse las contradicciones internas inherentes al clasicismo, provenientes del divorcio entre una tecnología
industrial de los procesos constructivos y el estilismo formal, ambos aplicados a las nuevas necesidades de la
utilidad del producto arquitectónico - lo que se expresó en la búsqueda de las manifestaciones
historicistas y principalmente en el eclecticismo para la conciliación de estos dos factores -, surgió necesariamente el movimiento moderno
como una respuesta a la contradicción.
El esquema general es objeto de múltiples interpretaciones y adjetivaciones a nivel mundial ; sin embargo,
en términos generales, puede hablarse del surgimiento de un período de transición, caracterizado
por la ruptura con el formalismo clasicista e historicista en las tendencias del art nouveau, el dadaísmo
y finalmente el cubismo en la pintura; y el propio art nouveau y el arte geométrico, incorporados a una
intención estructuradora, constructiva y funcional de la arquitectura, en un período que va desde
la última década del siglo pasado hasta el término de la primera guerra mundial. Epoca en
la cual se produce el paso decisivo al darse la separación de la vanguardia con la incorporación
de las mas recientes aportaciones del pensamiento crítico, científico y técnico.
Así, se modifica la técnica constructiva; los materiales tradicionales:
hierro, piedra, ladrillo, madera y vidrio, son trabajados de manera más racional y distribuidos más
libremente; a estos se unen nuevos materiales como el acero, el cristal y el concreto. Se aprovechan los progresos
de la ciencia al utilizar más eficientemente los materiales. El uso de la geometría normatizada,
a partir de Monge y el metro patrón, universaliza la representación y lectura del proyecto arquitectónico.
Los capitales organizados y las nuevas formas de inversión resultan en un impulso a la urbanización
planeada.
No es sino hasta la síntesis de la técnica constructiva con la funcionalidad requerida por las diferentes
necesidades del habitar la arquitectura, lograda a través de diversas vías representadas principalmente
por Walter Gropius y la escuela de Weimar, Le Corbusier y su concepción del hombre como dimensión
básica de la arquitectura y, en América, por Frank Lloyd Wright, en su búsqueda de una expresión
formal lógica del habitar, que puede hablarse del nacimiento y consolidación de la arquitectura moderna
en lo que se ha dado en llamar el "modernismo", término en el que eventualmente algunos autores
incluyen también a la anterior arquitectura de transición, principalmente la del período deco.
La nueva práctica arquitectónica utiliza la aproximación racional, no para corregir los detalles
de una solución estilística preexistente, sino para desarrollar un sistema de formas comunicables
para todos.
La Bauhaus constituyó en su tiempo la contribución más importante a la educación estética.
Creada en 1919 por Walter Gropius y cerrada en 1933 bajo la presión de los nacionalsocialistas, comienza
y termina con la historia de la República de Weimar. En ese corto período de tiempo de solo 14 años
, no solo se crean las bases de lo que hoy se conoce como "diseño", sino que en esta escuela de
arte se desarrollaron y aplicaron un nuevo tipo de concepciones pedagógicas.
La Bauhaus constituye el punto central de diferentes corrientes aparentemente contrarias entre sí, logrando
un equilibrio gracias a las eminentes cualidades organizativas y coordinadoras de su fundador, Gropius. En su primera
fase se conjugaban en ese equilibrio el pensamiento artístico del expresionismo tardío y el ideal
artesanal de la Edad Media; en una fase posterior predominan las imágenes del constructivismo y el programa
de una creación de la forma que, teniendo presente las exigencias y posibilidades de la técnica y
la industria modernas, aspiraba al objetivismo y a la funcionalidad.
A pesar de todos los redobles con que en los últimos tiempos llaman la atención los denominados posmodernos;
a pesar de todos sus ataques contra los modernos y especialmente contra los principios del funcionalismo en la
arquitectura y el diseño, la fascinación que ejerce el Bauhaus parece seguir inquebrantable. Esto
también es aplicable a los conceptos de pedagogía del arte y del diseño generados en la Bauhaus,
y que han dejado sentir sus efectos hasta el presente.
Las referencias actuales a la Bauhaus y a su pedagogía se caracterizan
en particular por tomar solamente aspectos parciales de un entorno global complejo; y por consiguiente se traducen
en caricaturas relativas bien al plan básico de la Bauhaus; bien a su periodización cronológica;
o bien a una identificación reduccionista con el nombre de Jhohannes Itten en una interpretación
equivocada, que considera como un mero ejercicio de educación a la búsqueda analítica de una
estética formal.
Aun cuando en general se considera a la Bauhaus como célula germinal del "diseño moderno"
comprendiendo en ello su importancia histórica para el S. XX, no hay que pasar por alto el hecho de que
sus fuentes sociales e intelectuales se originan en el S. XIX. Se enmarca dentro de los esfuerzos mantenidos a
partir de la Revolución Industrial y del Romanticismo, que intenta construir la unidad de las esferas artística
y cultural-productiva rotas por la industrialización, integrar arte y vida, evitar la descomposición
de los géneros artísticos, y con ello utilizar el arte mismo como instrumento para una regeneración
cultural y social.
Tal vez a causa de la relevancia del pensamiento emanado de la Bauhaus, el mote principal que se ha dado a la arquitectura
moderna es el del "racionalismo", adjetivo concurrente con el de "funcionalismo", debido al
desarrollo de las tesis de Le Corbusier. En lo temporal, se sitúan estos dos términos como consecutivos,
ubicando al racionalismo como perteneciente a las tercera, cuarta y quinta décadas del siglo (1920-1940)
y estableciendo el funcionalismo como una posterior evolución a partir de los años cincuenta. Esta
temporalización, que puede suponerse válida en lo tocante a la urbanística, puede no resultarlo
tanto en el producto arquitectónico, ya que sería incongruente en términos generales suponer
una racionalidad en la arquitectura que fuera excluyente de su funcionalidad.
El desarrollo del componente racionalista de la arquitectura, paralelo al progreso de la técnica y los materiales
de construcción, favoreció la aparición de lo que se ha dado en llamar el estilo "internacional",
con Mies van der Rohe como su máximo representante. Se sostiene que el período "funcionalista"
parte de, y derivó en, una reacción contra el estilo internacional que dio lugar al inicio de los
llamados "formalismos" a mediados de los años cincuenta; sin embargo es mas válido suponer
que el desarrollo funcional de la urbanística, aunado a la apropiación y comprensión total
de la tecnología en el marco económico posterior a la segunda guerra mundial y sus secuelas, permite
el desarrollo de expresiones múltiples en todo el mundo con una mayor libertad en el diseño arquitectónico;
incorporando elementos culturales y económicos que la significan tanto a nivel nacional como individual
de sus creadores. Las obras de Aaro Saarinen, Oscar Niemeyer, Félix Candela, Paul Rudolph, Luis Barragán
y Kenzo Tange, por solo citar a algunos, serían impensables de no haberse dado las condiciones a nivel mundial
para el ejercicio de esta libertad.
A pesar de las declaraciones de muerte del "modernismo" en las décadas de los setenta y ochenta
- lo que varió de país a pa&ís y de continente a continente -; y con ello las también
variables declaraciones de "nacimiento del postmodernismo" - a quien algunos también ya "han
matado"-, lo que coexiste actualmente es una diversidad de expresiones formales que, etiquetadas como "post"
o no, resultan en productos arquitectónicos válidos solamente cuando responden en su conjunto a los
postulados de racionalidad, congruencia, funcionalidad y constructividad que conforman el acervo del proceso de
desarrollo del pensamiento arquitectónico-urbano del presente siglo.
En este sentido, tal vez no debiera hablarse de una muerte del "modernismo" en la arquitectura, aunque
sí del ocaso de una época de "modernidad" que puede identificar a este siglo de avances
tecnológicos significativos en todas las ramas de la ciencia y el arte. Acaso el llamado "post modernismo",
término que encubre posturas filosóficas, políticas y mercadológicas confusas y muchas
veces contradictorias, no sea, en última instancia, mas que un "tanteo" similar al que se expresó
en las contradicciones historicistas de finales del siglo pasado.
La arquitectura y el planeamiento espacial, urbano o no, del próximo milenio, deberán absorber e
incorporar los componentes de una cibernética que se desarrolla a pasos cada vez mas acelerados desde hace
dos décadas; el uso de mingitorios o puertas de funcionamiento automático no es ni siquiera representativo
de esta incorporación, ni acredita que por ello se califique de "inteligente" a un edificio.
La existencia de circuitos y componentes capaces de registrar, interpretar, procesar
y ejecutar órdenes visuales, sonoras, y hasta térmicas aún a distancia - y no me refiero solamente
a nuestros procesadores o a la red, sino a todo el desarrollo tecnológico sustentado en estos instrumentos
para fines bélicos, financieros, de investigación espacial, etc. -, ¿no representan en esta
época de transición lo que en su momento significaron los nuevos materiales y técnicas de
producción en el desarrollo de la arquitectura y el urbanismo para hacer habitable el entorno del hombre
civilizado de este siglo?
Tal vez los aquitectos nos estamos quedando atrás en la carrera de la
aplicación de una tecnología que ya resulta común en este principio de milenio; ¿se necesita
una nueva escuela, una nueva Bauhaus, para que despertemos a esta realidad?
El próximo mote de la arquitectura contemporánea, término
tan movible como el instante en que se vive, ¿será el de "ciberneticismo?
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