El espacio: Bramante y Miguel Angel

La innovación y el reto de la gran cúpula. Todo ha sido preparado: las columnas, toros y pechinas del basamento de la Basílica de San Pedro esperan la solución cumbre del Renacimiento. No solamente para cubrir el espacio litúrgico más importante de Roma, sino para contener en su interior una imagen de la concepción del universo en ese momento, nada menos.

Aún estaba por inventarse América; todavía no estaba decidido si se había llegado o estaba por llegarse a Asia - lo que obligaría a reconocer oficialmente la redondez de la tierra -, o si las tierras visitadas por Colón al otro lado del mar océano eran para los europeos un nuevo continente o una gigantesca isla. De ser esto último, bien podría agregarse al orbis terrarum una cuarta parte más, sin por ello tener necesariamente que desechar la idea de una tierra plana.

De todas formas el universo continuaba siendo una inmensa cúpula esférica para todo buen creyente.



La solución técnica, la doble cúpula, con la cual Miguel Angel coronara la propuesta inicial de Bramante, se encuentra registrada en los libros de historia de la arquitectura; sin embargo los pequeños dibujos en sección no expresan la magnitud del volumen espacial.

Las fotografías que conocemos nos definen mejor este espacio curvo; el juego de los anillos concéntricos que la perspectiva desfasa, se acusa más aún por las líneas en fuga de los gajos de la enorme cúpula. El espacio se hace presente no solo por su tamaño, sino por su perfecta geometría y, corriendo por ella, la dinámica de la luz.





María Isabel Zerecero Pontones
a r q u i t e c t a .