CHOW-CHOW
Perro
de tamaño grande medio, cuya altura ideal a la cruz debe oscilar
para los machos entre los 55 a 60 cm. si bien el estándar fija
la altura mínima 45,7 cm. Aspecto imponente que le hace ser
llamado "perro-león". Cabeza maciza, cráneo ancho y
plano, hocico moderadamente ancho. Ojos pequeños y oscuros,
escondidos entre la espesa piel de las cejas. Orejas gruesas,
cortas y redondeadas. Trufa grande y ancha, generalmente negra,
aunque se admita clara o del mismo color que la capa en cremas y
azules. La lengua azulada de color pizarra. Dentadura potente que
cierra a tijera. El cuello es fuerte y macizo, ligeramente
arqueado. El tronco ancho y potente el pecho profundo los hombros
oblicuos y extremidades perfectamente rectas. Pies pequeños,
compactos y redondos (de gato). La cola de nacimiento alto es
llevada vuelta, cayendo sobre la grupa. Pelo abundante y denso,
áspero al tacto, que protege al subpelo lanoso y apretado.
Unicolor negro, azul, rojo, leonado, beige-crema y más raramente
blanco.
Aunque el reconocimiento de la raza se produce en Inglaterra en
1884, su utilización en China se remonta a muchos siglos atrás,
donde debieron originarse cruzamientos a los que Spitzs y molosos
tibetanos no estuvieron, sin duda, ejenos.
Alimentación
En condiciones
normales, sin hacerle arrastrar pesos o trineos, es suficiente
una aportación entre las 1.400-1.500 Kcal/día a base de arroz,
verduras y carne magra. Una vez por semana puede sustituirse la
carne, unos 350 g., por pescado congelado sin espinas, hervido
con los otros ingredientes.
Carácter y comportamiento
Consecuencia tal vez de factores atávicos, el Chow-chow
(andante sobre zancos) es independiente, introvertido, fiero y
reservado, estableciendo raras veces la típica relación
"dueño-amo". Relativamente fácil de educar para
guardería, aunque esté clasificado como animal de compañía,
no es un perro aconsejable para los poco expertos.
Cuidados diarios
Sólo requiere, de especial, cepillados cuidadosos e
inspección ocular para prevenir eventuales parásitos y heridas
de mordiscos, secuela de sus excesos de genio con otros
congéneres.