Chennai

Bien, la ruta por el Rajastan ya terminó. Ahora mismo no sé qué explicaros, así que no os explicaré nada. Es muy difícil transmitir las vivencias que uno tiene en estas circunstancias. Buenu, va, os explico la historia del Carambol.

Íbamos l'Anna, la Clara y un servidor por Jodhpur cuando, caminando por una calleja, nos gritan dos hombres que están tirando talco sobre una mesa. Todo extrañados, que sí que no, entremos en ver qué quieren vendernos. Finalmente sólo nos querían enseñar el juego al cual juegan cada atardecer, una especie de billar a la India, con fichas redondas y planas y disparando con el dedo (Clara, en ver si me mandas alguna foto chula, tamany 512*384). Total, una familia musulmana, primos entre ellos, fueron llegando, unos seis chicos en total, y pudimos disfrutar de una partida pro. Nosotros lo probamos y, francamente, no rascábamos ni bola, especialmente yo.

Bien, el hecho se que a la última parada, Jaipur, cogí un poco de fiebre, parece ser que por una insolación, creo, asi que volví yo también hacia Delhi y allí me estuve un día recuperándome y después fui para comprar el billete de tren. Al principio lo compré en una agencia donde me tomaron el pelo y me lo colaron caríssimo con la excusa que no encontraría lugar y que tenían que hacer mafia. Total, fui al servicio para guiris de la estación, y no era tan difícil, así que volví a la agencia y me devolvieron el dinero sin poner ninguna objeción, y aún me ofrecían un té! Soplo.

Aquel mismo día, fuimos a almuerzo con un tío de Clara, Jesuita, que está trabajando por Mumbai y vino en ver-la. 90 años de experiencia a la espalda. Y con otro veterano catalán, de setenta y tantos... Explicaron cosas súper interesantes sobre la visión hindú de la vida.

Y bien, a las 22.30 salía el tren hacia Chennai y, ahora sí, estaba solo como un búho. Una abrazo para Anna y Clara, me lo he pasado muy bien con vosotros. El tren fue muy ameno, hablando; con un matrimonio de Sri Lanka y un padre y una hija de Chennai, aprendiendo a leer y escribir Tamil... pasó volando.

Así que viernes a primera hora llegué al hotel y, ahora sí, sentí una sensación de soledad brutal. Todo el día fue así un poco espeso. Fui a ver al gurú del mrdangam, Karaikudi R. Mani, con el que tomaré clases durante estos meses. De hecho, mañana me voy a su residencia, lejos de la civilización, con vistas al mar, a hacer de monaguillo. Estaré todo un més allí, no más porque se lo cobra carísimo, pero así entro rápidamente en la música carnática (clásica del sur). Después buscaré piso por Chennai, y haré clases esporádicas con él y con Ganesh (gurú de la Kanjira), si todo va bien, y así ir haciendo, gastando lo mínimo, y a ver si aguanta la pasta. De momento la salud bien, aún no he encontrado la formula para cagar con consistencia, pero todo llegará.

La Otra historia es ayer, que fui de compras. El día fue muy agradable. Por la mañana me hice con una cámara digital (120 eurillos) y uno discman-mp3 (24 eurillos más). Al mediodía llegué al hotel hecho una mierda de cansancio. Pero conmigo entravan unos holandeses (para decir alguna nacionalidad) y estuve charlando con uno de ellos. Me hizo una sanación por energías y me dijo que iba a una ashram de Andra Pradesh (el estado encimeras Tamil Nadu, que es el estado de Chennai). El tío impartirá el cursillo que hizo Ravi!!! Que fuerte. Total que también me hizo uno Diksha, y cuando me levanté, entre una cosa y la otra, el cansancio se había esfumado. Misterios de la ciencia.

También es curiosa la historia del Minidisc. Necesitaba uno para grabar las clases, así que estuve todo el día buscando, hasta que al final me enviaron al mercadillo del puerto. La mayoría de gente ni sabía lo que es un MD. Total, hacia las seis estaba comprando un MD con micro, once disquetes, cable por la electricidad, todo por 8250 INR (1 INR = algo menos de 2 céntimos, así que unos 160 euros). Pero cuando llegué al hotel, funcionaba todo, micro incluido, pero no grabava nada al disco! Cené cagado de miedo que no me hubiesen timao y volví cagando leches hacia el mercadillo. Otra vez se quedaron conmigo, porque me lo cambiaron inmediatamente sin ningún tipo de objeción. Los indios son muy buena gente. Mucho.

Un abrazo gigante, seguiré informando.

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